En los años ochenta, la lucha contra las sectas fue brutal en los países del primer mundo. Al problema que representaban se le combatió a cañonazos, pese a que en no pocas ocasiones se estaba matando moscas. En el saco entraba todo tipo de cultos, aficiones, prácticas, intereses...Todo. Llegaron los procesos judiciales; en algunos casos hubo condenas ejemplares, pero siempre en un índice menor, muy menor, a las acusaciones que se vertían contra este tipo de grupos. Con la llegada del nuevo siglo, también con el final de la fiebre milenarista que se extinguió traspasado el umbral del tercer milenio, las sectas pasaron a ocupar menos titulares e incluso se levantó la mano sobre las acusaciones, que ya no se efectuaron tan alegremente. Incluso la expresión "secta" empezó a ser matizada hasta que la opinión pública aceptó que, en sí mismas, no eran problemáticas. No obstante, nuestro mundo está edificado sobre el código de valores surgidos a partir de una secta, el cristianismo, ya que por definición una secta es un culto que se diferencia de su matriz -en este caso, el judaismo- y "escribe" las pautas de conducta adecuadas para sus miembros. El calificativo de "destructivas" se acabó haciendo necesario para referirse a las que eran peligrosas para sus miembros.
Si de una guerra se trataba, podría decirse que los estados de derecho acabaron doblegando a las sectas, si bien jamás dejaron de existir. Pero lo que jamás dejó de existir, e incluso incrementó su poder, fue la conducta sectárea en sí, sea o no propia del ámbito religioso. Y las conductas sectáreas, al hilo de la evolución de la sociedad, sise han convertido en una piedra angular de nuestro mundo. Han sido premiadas y jalonadas, pero lo peor de todo es que han pasado desapercibidas mientras ascendían en poder, un poder que hoy podemos caficiar de potente como jamás había sido.
Goldmans: Los hombres de oro
Marc Roche es un reconocido periodista francés de Le Monde que, cuando comenzó la actual crisis, decidió investigara una de las corporaciones bancarias más poderosas del planeta, Goldman Sachs, que aparece en todos los papeles como una de las instituciones responsables de crear los mecanismos financieros necesarios para que la economía mundial estallara en añicos. A medida que fue investigando los escándalos que protagonizaron los directivos más destacados de este banco -cuyos tentáculos en los órganos de poder son más que firmes- más tuvo la sensación de estar ante los obispos de un nuevo culto, en el cual los feligreses eran los empleados del banco en todo el mundo y el padre supremo era Lloyd Blankfein, el director general de Goldman Sachs. "No solo es la entidad financiera que dirige el mundo", reflexiona Roche, "es un imperio donde nunca se pone el Sol. Sus enemigos le acusan de despreciar la ética más elemental y de traicionar a sus clientes, pero el banco se jacta de tener unos principios y una moral. Se ha llegado a calificar al banco como secta". . Roche se encontró con una norma que siempre esgrimían cuando algún escándalo protagonizado por ellos llegaba -tímidamente, porque el miedo a criticar a los "hombres de oro" es cada vez más extendido- a la prensa, especialmente a partir del crack que supuso la caída de los grandes bancos norteamericanos en septiembre de 2008. Goldman Sachs también se desmoronó, pero al contrario que Lehman Brother's -el primero en caer-, el gobierno de Estados Unidos acudió en su auxilio y facilitó la reconversión del banco mediante un rescate financiado por los norteamericanos con sus impuestos. "Circulen, no hay nada que ver", dicen en cada una de sus discretas oficinas, distribuidas portodo el planeta, con objeto de que nadie profundice en sus secretos.
"No hago más que el trabajo de Dios"
Muy pocos son capaces de recordar la ubicación de una sede de Goldman Sachs. "El culto al secreto que cultiva la firma es propicio a la difusión de rumores que les atribuyen poderes maléficos". Poco antes de estallar el cataclismo financiero, Blankfein, en una de sus pocas declaraciones conocidas, sentenció: "No soy más que un banquero que hace el trabajo de Dios". Y pocos le pueden quitar la razón: le adoran como si de un líder divino se tratara, nadie le discute, sus palabras son órdenes, el nivel de protección que le prestan sus cercanos lo ha metido dentro de un caparazón impenetrable... No se trata de un banco comercial al estilo de aquellos en los que tenemos las cuentas corrientes y hemos firmado la hipoteca, sino de un banco de inversión en el cual los clientes son pocos pero muy ricos; inversores que entregan su dinero a los seguidores del dios Blankfein con el objeto de que se multiplique como los panes y los peces bíblicos. "Una vez que los banqueros traspasan las puertas de su oficina sufren una transformación similar a la de los monjes guerreros del pasado", indica Roche sobre los trabajadores del banco. Perdón, de El Banco. Él siempre los pone en mayúsculas...Y así se titula el libro (Deusto, 2011), en el que ha publicado sus estudios.
Esos banqueros, a los que se les entregan las carteras de los inversores, pasan a ser durante 24 horas al día monjes de su culto. Se entregan a las pautas que les indican. Día y noche.Toda su vida es controlada por sus superiores jerárquicos. Tienen que vestir con traje oscuro, llevar corbata discreta, cortarse el pelo, asegurar que llevarán una conducta adecuada, que vivirán sus vidas privadas de acuerdo a unas premisas conservadoras...; no les está permitido no ser padres de una familia aparentemente convencional.Tienen que ser iguales y acatar un decálogo que consideran los mandamientos de su misión. Son 14 normas rígidas. Se las entregan junto al contrato que firman al entrar a trabajar en el banco. "La integridad y honestidad están en la base de nuestra empresa. Esperamos de nuestros empleados que mantengan una ética irreprochable en todo lo que hacen, sea en la vida profesional o en la vida personal", reza el último de esos mandamientos. Están obligados a usar la expresión "nosotros" cuando se refieren al banco: el pronombre "yo" está prohibido.
Los monjes banqueros
Tienen que estar predispuestos a trabajar hasta el agotamiento: 50 semanas al año, 18 horas diarias y 6 jornadas a la semana. Están sometidos a estricta vigilancia por un departamento dedicado solo a ello. Se encargan de vigilar a los empleados con técnicas detectivescas para averiguar si, por ejemplo, mantienen relaciones extraconyugales. De ser así, se expulsa al "monje". Las comidas, en las sedes del banco, están dietéticamente controladas y tienen que hacer sus compras y pagos con tarjeta, para poder ser sometido a escrutinio todo lo que hacen. En sus primeras semanas en el banco se les advierte del peligro de hablar demasiado. Saber si entre sus amigos hay periodistas o escritores es una de las principales misiones de los entrevistadores, que someten a duros interrogatorios -a veces hasta treinta- a quienes han elegido como aspirantes a convertirse en monjes banqueros. Para la relación con los medios, Goldman Sachs dispone de una oficina de comunicación cuyo objetivo es, paradójicamente, conseguir que el silencio sea sepulcral. Es un departamento cuya principal misión es no comunicar y velar porque nadie lo haga. Para Roche no hay duda: Goldman Sachs es como una secta... que domina el mundo. El actual presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, trabajó para esta organización.También lo hizo el presidente italiano Mario Monti. El griego Nicalas Papademus, también. Al igual que el secretario del Tesoro norteamericano en los primeros años del siglo, Henry Paulson.
Mesías piramidales
Las modernas instituciones financieras operan como organizacioes sectáreas. La sumisión al líder y a las ¡deas del colectivo son idénticas a las que se registran en organizaciones religiosas como destructivas. La defensa a ultranza de los mandamientos y de los empleados superiores se asemeja a la defensa activa y pasional que los miembros de una secta clásica tiene con sus líderes. Uno de los personajes que utilizaba esas técnicas sectáreas para obtener el dinero de sus seguidores -inversores que se convertían en tales-es Germán Cardona, detenido en marzo de 2011 tras documentarse que había estafado a cien mil personas mediante técnicas piramidales. Prometía a quienes le seguían que su dinero sena invertido y que sus capacidades para manejarse en las finanzas haría el resto. Con el dinero de quienes invertían en segundo término pagaba a los primeros inversores y así sucesivamente hasta que la pirámide se rompía... pero en realidad utilizaba aquel dinero para sus negocios personales y seguir levantando la pirámide. Efectuaba convenciones en las que sus hombres más próximas alababan, a veces incluso con lloros, la "magia"financiera de Cardona Soler. En ocasiones, tal como sucede con las sectas en las que se amañan "teatros" para provocar catarsis entre los fieles, los seguidores de Carmena lloraban agradecidos delante de él; tras ello, personas con necesidades económicas pero a la vez con amplio aprecio por el beneficio económico, se entregaban a las técnicas multinivel: "No importa lo fraudulento que parezca mientras el desesperado que necesita dinero y el sectario vendedor multinivel lo necesiten para alimentar su fe en el multinivel, porque siempre ha existido y existirá la ignorancia y gracias a ella el multinivel existe", explicaban en Estafes MLM tras la detención.
Este tipo de técnicas piramidales han sido calificadas como sectas desde su explosión a mediados de los ochenta con colectivos como Amway, en donde al principal vendedor en cada una de las semanas de operaciones se le vestía con un ropaje similar al de un animal de poder para exhibirse como un triunfador ante el resto de miembros del grupo. Con el paso del tiempo se han nutrido cada vez de más "fieles" que tienen auténtica pasión por el dios dinero, al que han sustituido por el de los cultos tradicionales. Los adeptos de estos grupos sufren a la larga graves problemas psicológicos, muy parecidos a los que manifiestan los clásicos sectáreos que han entrado en un grupo religioso. "Corroen las relaciones personales y sociales de las personas que entran en estas empresas. Al intentar captar a más personas, abusan de sus amigos, de sus familiares... Familias enteras se han roto", se leía el 23 de mayo de 2008 en el blog La comunidad, de El País.
Psicópatas de la secta en la cima
El propio Bernard Madoff, considerado el mayor desfraudador de la historia, está en prisión tras haber estafado miles de millones de dólares en un sistema piramidal al que accedieron grandes fortunas, embriagadas por un personaje capaz de haber llevado tras de sí a miles de personas que le confiaron sus ahorros convencidos de que decía la verdad cuando prometía dividendo extraordinarios. "Sus comportamientos son propios de un psicópata, capaz de arruinar la vida de decenas de miles de personas sin sentir remordimiento", nos señala el psiquiatra Luis Valenciano, del Hospital Psiquiátrico de Murcia y uno de los principales estudiosos de la psicopatía en nuestro país. Para él, la crisis económica está provocada por comportamientos sectáreos y/o psicopáticos en los que al fiel se le embriaga con el dinero y el líder porta una chequera -falsa, por supuesto- y no la Biblia.
De hecho, estudiosos como John Lanchester explican en su obra ¡Huy! Por qué todo el mundo debe a todo el mundo y nadie puede pagar (Anagrama, 2011), uno de los ensayos más brillantes sobre la crisis económica, el comportamiento piramidal de determinados negocios financieros que están en el origen de la crisis económica. No duda en sentenciar que los paquetes llamados CDO son los responsables. Estos paquetes eran algo así como contenedores que se ponían en manos de los inversores y que incluían hipotecas y otros créditos que se vendían a otros inversor que, a la vez, lo vendía a otro inversor. Para que se pudieran crear esos paquetes fue necesario convencer a la opinión pública de que podían conseguir sus sueños gracias a los prástamos bancarios. Entonces, se rebajaron las exigencia para las concesiones de estos créditos, que fueron aprobados sin que los prestatarios estuvieran en condiciones de poder hacer frente a los pagos aplazados del dinero que habían recibido. Así nacieron las hipotecas subpri-me. Fueron necesarias para poder armar miles de CDO que enseguida pasaron a los mercados secundarios, en donde los inversores compraba-na a inversores sus inversiones... La locura no podía tener otro fin: el estallido de la burbuja.
¿Quién inventó los CDO? La respuesta nos devuelve al comienzo: los hombres del autoproclamado Dios, Lloyd Bankfein, el director de Goldman Sachs. Aquello ocurrió a comienzos del siglo XXI. Hoy, esos hombres y ese banco son la principal fuente de financiación conocida del candidato del Partido Republicano, Mitt Romney, que aspira a ser el presidente de los Estados Unidos en las elecciones de noviembre de 2012. Nadie ha apostado más dinero por un candidato que, curiosamente, profesa la religión de los mor-mones, una poderosa organización religiosa, calificada como secta por muchos estudiosos, extendida por todo el mundo... ¿Casualidad?
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