domingo, 30 de diciembre de 2012

Codex Seraphinianus: el último libro maldito



Póngase una libidinosa ilustración de inicio. En la portada de un libro, la representación del inicio de la vida. Un hombre y una mujer, desnudos, se dejan llevar por la lujuria, se enlazan sobre un colchón, gozan de los privilegios del amor... En otras palabras, practican sexo, o como les venga en gana llamarlo. En la siguiente ilustración de la secuencia, el mismo amancebamiento sobre el mismo colchón, pocos cambios; sin embargo, el tono de la piel de los protagonistas se oscurece en ciertas zonas. Nunca se sabe, cada cuerpo reacciona al placer de distinta forma. Y por muy lectores que seamos, no somos nadie para juzgar cómo hacen el amor dos dibujos del libro que leemos. Pero al llegar a la tercera ilustración la cosa comienza a mosquear. La
pareja empieza a perder la forma. El frenesí, lo sabemos, desfigura, pero tanto...Ysegún seguírnosla secuencia de diez ilustraciones, los cambios del dibujo original resultan asombrosos. Porque, conforme avanza la misma, la pareja deja de ser un hombre y una mujer para, ya en la séptima ilustración convertirse en un caimán, un caimán que abandona poco después el colchón donde yacía la pareja de cuya fusión nació para, en la última de las ilustraciones, ya no estar, ser esta solo una cama vacía. Una imaginación desbordante, alejada de los convencionalismos narrativos. Relacionar el sexo con un caimán o bien nace de la enajenación de quien lo hace o forma parte de la siempre caótica y rebosante imaginación del arte surrealista. Quizá las dos cosas al tiempo. Lo que es irrebatible es que no se traía de una vinculación habitual. No conozco a nadie que tras una velada de frenesí exclame: "Uff, fue una noche caimán".


¿Extravagancia o malditismo?
Esta secuencia, esta pareja que se convierte en caimán, protagoniza la portada en una de las ediciones modernas de uno de los libros más extraños creados en el siglo XX, para algunos una simple broma, para otros un homenaje surrealista a los grandes artistas del movimiento, quizá una realidad con contenido oculto, para otros el último libro maldito que ha engendrado la historia. Se publicó por primera vez con el nombre de Cocfex Seraphinianus en el año 1981. La mente extravagante e imaginativa que lo fecundó, la del arquitecto italiano Luigi Serafini. Veamos primero quién es tan excepcional hacedor.
Serafini nació en Roma en 1949 y, lo que conocemos de su biografía no parece que lo emparenté con aquellos autores secretos de tantos y tan legendarios libros malditos. No parece que las pezuñas del diablo se hayan posado en su creación, no se tienen datos -al menos no los conocemos-acerca de su participación en reuniones brujeriles al abrigo de la Loba Capitolina ni se han referido episodios en los que un lenguaje ininteligible se apoderara de su garganta mientras violentos espasmos y convulsiones inverosímiles le hacían bailar sobre el suelo un perfecto break dance. Entonces, ¿por qué hay quien opina que su texto más conocido es el último de los libros malditos existentes? Tengan paciencia, y se lo contamos en las siguientes páginas. Pero si quieren, se lo resumirnos brevemente: no hay quien lo entienda... y, sin embargo, resulta difícil apartar la vista de él.
La formación de Serafini es ía de arquitecto, si bien su fértil imaginación le ha llevado a dedicarse a todo tipo de creaciones, desde la escritura a la ilustración, desde el cine al diseño industrial. Sería en el año 1976 cuando el joven Luigi, llevado de no sabemos qué intuición, qué espíritu creativo, agarró sus lápices y comenzó a dibujar las imágenes que surgían de su mente. En el estudio de su apartamento romano germinaba un trabajo extraño, un duelo contra la normalidad, contra las reglas tradicionales de la narración. Porque Serafini no solo decidió dejarse llevar por la producción de imágenes singulares, excepcionales, inverosímiles. También se iba a acompañar por una serie de textos que dejaban en nada la perplejidad que trasladaban las ilustraciones. Esos textos parecían no decir nada, esos textos multiplicaban la ininteligibilidad, eran apenas letras juntas sin sentido. Sin embargo, desde la mente del creador no se trataba de una vulgar suma de rasgos. Aquello formaba parte de un lenguaje. Un lenguaje nuevo, supuestamente inventado por Serafini y que el lector es incapaz de comprender.


Una difícil publicación
Fueron casi 400 las páginas escritas por Serafini en el trascurso de treinta largos meses. ¿Pero qué es lo que compuso? El lector no observa figuras identifica bles y el lenguaje utilizado, el que supuestamente las acompaña, que quizá las describáis no sabemos si totalmente inventado, si carece de significado, si procede de culturas desconocidas para nuestra sociedad,si es una broma... Nada sabemos. Lo cierto es que el artista quiso dar a conocer su obra, es decir, en ningún caso se trató de la obra de un loco con talento, aquello fue una obra con vocación de divulgación... Y Serafini se recorrió, cuando ya tenía parte de la obra bien desarrollada, editoriales de toda Italia. Y la respuesta siempre era semejante, un arqueo de las cejas, un gesto de incomprensión, ía negativa a editar algo que la gente no entendería, que la gente no adquiriría... Y bien que parece que se confundieron. Hoy se pagan miles de euros por una primera edición del texto. ¿Y quién fue la editorial atrevida que dio el sí a Serafini y su mundo onírico? Pues como no podía ser de otro modo, una dirigida por una personalidad vanguardista, amante del arte y rebosante de audacia, la de Franco María Ricci, conocido en el mundo artístico europeo por ser el fundador de una de las revistas especializadas en arte de mayor calidad de las últimas décadas, FMR, que, además de en Italia, ha sido editada en Gran Bretaña, Alemania, Francia y España, una referencia, en definitiva, para los amantes del arte... No era nuevo en estas lides de libros raros. Antes había publicado una edición facsímil de la Encyclopedie de Diderot y D 'Alambert o de manuales tipográficos del Siglo de las Luces. Un bibliófilo enamorado de las rarezas. Y qué mejor rareza que un libro imposible del mismo siglo XX. Será en el año 1981 cuando salga a la luz esa primera edición del Codex Seraphinianus que hoy en día se ha llegado a comprar por más de 3.000 euros. 30.000 ejemplares que, ante el asombra de propios y extraños, terminó agotándose... ¿Y qué se encontró el deslumhrado lector al abrir dicho texto? Particularidad, rareza... magia.
Porque es eso lo que traslucen las imposibles ilustraciones, magia, una singularidad ajena a lo verosímil. En concreto, el Codex es, o creemos que pretende ser, una enciclopedia, un compendio de los saberes de un mundo, emparentado de aígún modo al nuestro, pero completamente diferente. Así, las numerosas ilustraciones que componen el catálogo parecen remitirnos al surrealismo de Dalí, o a la imaginación de las estructuras imposibles de Escher, quizá también al mundo oculto y dernonológico que a veces, muchos siglos antes, dibujó El Bosco. Entre sus páginas pasea un automóvil que circula con una capota compuesta exclusivamente por moscas; extrañas flores con forma de lámpara; una naranja apuñalada por un clip; una planta que crece a la manera de una silla; o un individuo que yace muerto sobre una extraña mesa o suelo de trabajo, en patines, y con un bolígrafo gigantesco atravesándole el pecho... Excentricidades que conducen al mundo de la imaginación y que en ningún caso pueden ser comprendidas con la ayuda del lenguaje, ya que la escritura, presente habitualmente en casi todas las páginas, se dispone en forma de una extraordinaria letra cursiva que parece no tener significado, si bien, es el clavo ardiendo al que algunos estudiosos se agarran para tratar de demostrar que no nos encontramos tan solo ante un juego, una disposición su-rreal, sino que en estas páginas existen mensajes crípticos que ellos mismos tratan de desvelar.


El mundo en once capítulos
Pese a carecer de una narratividad tradicional, como ya hemos señalado, lo cierto es que la extravagante enciclopedia sí posee una estructura que podríamos considerar clásica. El Codex se divide en once capítulos que pretenden recopilar, por una parte, los conocimientos sobre el mundo natural, y por otra, sobre el orbe de las humanidades y la antropología. Se trata, eso sí, de la recopilación de los saberes de un mundo solo existente en la imaginación de Luigi Serafini... ¿O no?
El libro comienza mostrando la excepcional flora de este mundo, entre las que hallamos flores flotantes y especies con forma de lámpara o silla. El segundo capítulo se adentra en las especies de su fauna, aves, rinocerontes o elefantes se mezclan entre sí, adquieren características no propias de la especie, se convierten en fantasía; una sociedad de individuos bípedos sin conexión con los humanos campa por el tercer capítulo para, en el siguiente, estar dominado por formas y colores no figurativos que parecen estar describiendo la física de tan extraño mundo; el siguiente refleja la tecnología y en el sexto el autor se centra en representar elementos antropológicos -si se puede hablar de antropología- y biológicos; durante el análisis del séptimo apartado, el lector se halla con figuras cercanas, no del todo coincideníes, con humanos, acompañadas por. aparentemente, las fechas en que nacen y mueren, como si se tratara de un recorrido por los personajes históricos de este mundo. Tras él, Serafini parece querer descubrirnos su secreto con un capítulo dedicado al sistema de escritura que, por supuesto, no aclara nada. Ropa y alimentos protagonizan el noveno, mientras los juegos y deportes lo hacen con el décimo. El Codex acaba en el capítulo once, una maravilla de la imaginación y el absurdo, en el que las ilustraciones muestran las excelencias arquitectónicas de una incomprensible mundología. Al menos desde ojos terrestres.


Ilustraciones todas escoltadas por una lengua que, según el mismo autor confesó en alguna de las entrevistas que se le han hecho a lo largo de estos más de treinta años, habían salido de la nada, una lengua no prevista, no pensada, que salía escupida del lápiz creador sin orden ni concierto, sin cavilación, sin más discernimiento que el del instinto maquinal del artista. Un viaje por el mismo inconsciente riquísimo de Serafini en el que, quizás, se puedan hallar restos del alfabeto árabe, vestigios de ciertas lenguas muertas, huellas de la escritura cuneiforme. Sin embargo, es tal el deslumbramiento que genera, que muchos de sus lectores, algunos de los que se han detenido a buscarle sentido, creen que un motivo oculto boxea en el texto y las ilustraciones con la intención de salir del ring de lo incomprensible.


No es extraño, pues, que se haya dado pábulo a todo tipo de especulaciones al respecto. La realidad es que un análisis básico descubre que la escritura responde a un sistema de escritura semejante al occidental, es decir, de izquierda a derecha, con letras mayúsculas y minúsculas, aunque llama la atención la forma curvilínea de las mismas. Incluso la numeración de las páginas ha despertado el interés de los investigadores, llegando los lingüistas Alan C. Wechster e Ivan Derzhanski a afirmar que la foliación del Códice se basa en una numeración en base 21... Aunque el propio autor confiesa no ser consciente, o haber olvidado, dicha norma de paginación.
Es más, hace apenas tres años, en una charla en la Sociedad de Bibliófilos de la Universidad de Boston, protagonizada por el propio Luigi Serafini, confesó que escribió su obra de forma muy similar a como los escritores surrealistas lo hacían con la escritura automática, sin existir significado oculto alguno tras ella. Realmente, según sus palabras, buscaba que el lector sintiese en su obra algo semejante a lo que sienten los niños cuando observan un libro ilustrado sin conocer el significado de lo que allí se cuenta, de lo que está dibujado. Simplemente gozan, sin comprender lo pue ven, o quizá con un nivel de comprensión mucho más profundo del que son capaces los adultos.
Pero no todos quedan conformes con estas palabras, hay quien reacciona ante esta "normalidad" del subconsciente. Resulta extraño, por ejemplo, que dos de sus páginas recojan palabras, incoherentes en principio, en francés e ingles. Aquellos que quisieron ver una referencia literaria en el Codex Seraphi-nianus, observan en este un homenaje a uno de los más extensos y sorprendentes relatos del argentino Jorge Luis Borges, Tlón, Uqbar,  Orbis Tertius, una extraña representación del cosmos en el cual se confunden las realidades vividas en dos planetas regidos por leyes y características diferentes. No es extraña esta conexión, y tampoco lo es que el Codex despertase la fascinación de uno de los escritores más imaginativos del siglo XX, ítalo Calvino, autor de obras tan bellas como inclasificables, como El barón rampante o El vizconde demediado. El mismo Calvino escribió un prefacio a la primera edición y ofreció su particular interpretación del artefacto de Serafini: "Las cosas que este universo evoca, como las que vemos ilustradas en las páginas de su enciclopedia, son casi siempre reconocibles; sin embargo, es la conexión entre ellas la que nos parece desestructurada, con relaciones inesperadas"... Por supuesto hay quien va más allá de las conexiones literarias, quien cree que el texto se relaciona con realidades rnás misteriosas, con creaciones que el paso de los siglos no ha logrado descifrar, especialmente con el más famoso de los llamados libros malditos, el Manuscrito Voynich, con en el qu,e además de estar escrito también en un lenguaje incomprensible, suma un enigma aún mayor, se desconoce quién es el autor del mismo. Pero ya se sabe, que esto de las interpretaciones da para mucho.
¿Por qué no iba a esconder ese lenguaje mensajes secretos, conceptos en clave, visiones de una realidad que está más allá de lo comprensible, a la que solo unos iniciados son capaces de acceder?
Podría ser en ese caso un libro secreto editado para que lo leyese el mundo entero, con conocimientos increíbles, pero rigurosamente inaccesible para ellos, pese a poder posar sobre él sus ojos todo aquel que quiera. Enlazando con ellos algunos ufólogos apuestan por su análisis poniéndolo en conexión con un lenguaje lejano. ¿No podría ser un lenguaje extraterrestre, un intento de darnos a conocer un mundo real muy lejano a nosotros, con otras referencias, con otros matices vitales, con una sustantividad tan divergente que nunca, pormucho que lo intentemos, lograremos descifrar? Esperemos que no. En caso de que estos extraterrestres se dignaran a visitarnos, no me gustaría cruzarme con un tipo ataviado con una señal de tráfico en la Plaza de España o que se sentase delante de mí en el cine un humanoide cuya cabeza es un yunque.
Es evidente que ante aquello que no responde a nuestra narrativa, a nuestras expectativas, aquello que nos supera, buscamos una respuesta, por quimérica que sea, que tranquilice nuestro deseo de entender, de ser partícipes de la realidad. Por ello, a veces las interpretaciones conducen al disparate. Probablemente, para asimilar cada matiz del Codex Seraphinianus, lo mejor sea hacer caso a su autor y dejarnos llevar, tratar de sentarnos ante él como si fuésemos niños, despojados de todo prejuicio, de todo conocimiento y toda ignorancia, de toda contaminación, y disfrutar, simplemente disfrutar, de los colores vividos, de las ilustraciones mágicas, de los trazos curvos de sus letras, disfrutar, en definitiva, de una enciclopedia que compila un mundo que no existe, o que, quizás, está aún por existir.


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Foto sorprendente en el Valle de Elqui, Chile

por mauriciosalinas

Hola, hace 4 días me mandaron una foto 4 amigas que fueron al valle de elqui a acampar. Entre fotos y fotos sacaron esta, en la que se ve una cruz la cual es reflejo de la luz ya que eso fisicamente no existe, es solo luz. Por tra parte y siendo mas superticioso se ve una cara sobre la cruz en la otra"burbuja" de luz. En fin, no esta con fotoshop ni nada, paso hace muy poco y era solo para mostrarselas , el que quiera la analiza, y de paso nos da su opinion. Saludos!


sábado, 29 de diciembre de 2012

Árboles homicidas


La naturaleza es una realidad inabarcable. Su opulencia sobrepasa al ser humano, lo convierte en una mota de polvo que flota en un universo ilimitado. Casi todo es para él enigmático, porque casi todo lo excede. Sin embargo, esta pequeñísima partícula, esa insignificante migaja de vida ha conseguido desarrollar en torno a él todo un mundo que trata de controlar a su antojo, una orbe de la que se ha convertido en un monarca absolutista, haciendo de su entorno natural el esclavo con el que mejorar su bienestar, yendo a veces más allá, adaptándolo simplemente a sus caprichos, por mucho deterioro que pueda provocar. Pero la naturaleza no es pusilánime. Muere matando. A dentelladas cortas, y mucho menos dañinas en cantidad que las del hombre, pero también muy intensas. Los animales salvajes defienden su ámbito de la invasión humana. Las agresiones a cazadores furtivos, exploradores, turistas o simples despistados que pasaban por el lugar equivocado en el momento equivocado son constantes, ya sea por parte de animales que multiplican por cien el peso y la fuerza humana, o por minúsculos insectos con un poder destructivo inimaginable a tenor de su pequeño tamaño... Pero no solo los animales, venenosos o terribles.También las plantas, el siempre desvalido y dócil mundo vegetal. Veremos que no tan desvalido. Porque a lo largo de los siglos numerosos relatos, aseguran que una pequeña parte de ellas, algunas de las plantas carnívoras, no se limitan a alimentarse de insectos ínfimos: también devoran hombres.
Hay que diferenciar, eso sí. Porque carnívoras... hay pocas plantas carnívoras. Si existen alrededor de 250.000 especies de plantas con flores, tan solamente unas 400 son carnívoras. Pero, ¿qué son las plantas carnívoras? Son, cuando menos, distintas. Han aprendido a sobrevivir en condiciones difíciles para unas plantas. Suelen vivir en zonas pobres, carentes de los nutrientes necesarios para alimentarse que tienen sus hermanas convencionales. Su evolución ha permitido que coman directamente de los animales, capturando y digiriendo las presas que se acercan a ellas. Algo que durante mucho tiempo parecía imposible. Y es que hasta hace no tanto, su existencia era considerada como una pura leyenda, como una simple muestra de la constante búsqueda de mitos del ser humano. Y eso que la relación de mitos relacionadas con plantas asesinas ha sido a lo largo de la historia cuando menos inquietante por la cantidad de ellos... y por su agresividad.





Literatura devorahombres

Ya en el siglo II d.C, las obras de ficción -como muchos siglos después popularizara la ciencia ficción-presentaba a unos extraños seres con flores en su cuerpo que se alimentaban de otros seres humanos. El escritor de origen sirio Luciano de Samosata, uno de los primeros y más destacados autores de literatura humorística de la Antigüedad, proponía en uno de los relatos recogidos en su Historia verdadera, un argumento que ponía los pelos de punta. Estaba protagonizado por unas espeluznantes mujeres vegetales que gustaban de seducir a los marineros que se acercaban a ellas. Pero lo que realmente les atraía de los incautos no era su cuerpo forjado por el trabajo en la mar, ni las inquietantes historias del océano que podían relatarles, no, lo que verdaderamente les gustaba era su sabor. Porque las floridas damas, después del escarceo, tras un "venga, bésame aquí, en esta hoja" y un "que te rozo en la nariz con esta florecilla", aprovechaban la pasión de los marineros y, de un bocado, se los jamaban. Sin más. Llevándole la pasión hasta el final.
Mucho más tarde, a finales del siglo XIX, concretamente en 1892, un artículo aparecido en el periódico llustrated London News puso los pelos de punta a más de uno. Todo había sucedido en Nicaragua, en los alrededores de los pantanos que cercan el enorme lago Cocibolca, de una extensión de más de 8.500 kilómetros cuadrados. Ya el mismo nombre del lago parece prevenir sobre lo que puede ocurrir en los alrededores, ya que deriva de un término autóctono cuyo significado es "lugar de la Gran Serpiente". Un conocido botánico de la época, Mr. Dunstan, habría sido el protagonista involuntario del extravagante suceso.Paseaba por la zona junto a su perro en busca de nuevas especies de plantas, cuando, a lo lejos, divisó una enorme planta, semejante a un sauce, cuyas raíces y ramas se cruzaban y entrecruzaban formando una madeja sorprendente. Dunstan se aproximó esperanzado por haber descubierto una nueva y fantástica especie. Pudo comprobar que no tenía hojas y que tenía un color oscuro, azulado, sin poder definirlo muy bien. Además estaba toda ella cubierta de una resina especialmente viscosa. Mientras observaba su hallazgo, su perro se colocó bajo algunos de los tallos del árbol. Inesperadamente, esa amalgama de tallos, ramas y raíces se cerró como si fueran las fauces de un animal hambriento sobre el can. Con muchísimo esfuerzo logró abrirse paso entre los "brazos" de la planta y recuperar a su mascota. Lo encontró semi inconsciente, extremadamente cansado. Su raptor había aprovechado el instante en que lo había tenido en su poder para despojarle de buena parte de su sangre. Dunston relató su experiencia al doctor Andrew Wilson, que la publicó en el periódico británico que antes señalamos. Pronto fue conocido como el árbol devorador de perros y la historia, confirmada por varios nativos de la zona, que destacaban la voracidad y necesidad de sangre del peculiar árbol.





Ramas como serpientes

El mismo doctor Wilson refirió la existencia de un árbol semejante en México. Por su forma y su sibilina manera de atacar a la presa, se le conoció como árbol serpiente. En un artículo, Wilson describía la peripecia vivida por un viajero que se acercó a él: "Se encuentra aislado en una estribación de Sierra Madre, en México, y posee unas ramas móviles -supongo que se referirá a ramas sensibles- de apariencia serpentina y viscosa capaces de atrapar a un ave. Al parecer, esto le sucedió a un pájaro imprudente que se había posado en ellas, siendo el animal arrastrado hacia abajo hasta que el viajero lo perdió de vista. ¿Qué fue del pájaro? Cayó al suelo, donde solo se encontró un montón de huesos y plumas, sin lugar a dudas las sobras de las capturas anteriores. Cuando el viajero se aventuró a tocar una de las ramas del árbol, esta se cerró sobre su mano con tal fuerza que, al retirarla, le arrancó la piel. Posteriormente, alimentó al árbol con gallinas, y pudo ver cómo la planta sorbía la sangre de los animales a través de las ventosas -parecidas a las que poseen los pulpos- que cubrían sus ramas". En la continuación del artículo, Wilson asegura guardar ciertas dudas sobre la veracidad del relato, ciertamente contradictorio con muchas de las evidencias científicas de la época, quizá más legendario que real, pero sin duda fascinante y terrorífico.
También en América Central, y en varios lugares de Centroamérica, existe un pequeño árbol al que la literatura ha convertido en un terrible depredador, sin duda exagerando, por mor de relatos de ficción, la realidad de su avidez de carne. Se le dio el nombre de Yateveo, y las múltiples referencias del mismo datan sobre todo de finales del siglo XIX y principios del XX, partiendo la mayoría de ellas de un texto muy comentado en la época, Land and Sea, de J.W. Buel. En él se explica que el árbol, con un tronco grueso y de pequeña longitud y con enormes púas que colgaban de su parte superior y llegaban hasta el suelo, atrapa y engulle insectos, e incluso pequeños mamíferos. Pero lo que realmente resulta espeluznante es su afición, o al menos su determinación por almorzar cuanto ser humano se acercase por sus dominios. Y lo que se manifestaba como todavía más espantoso era el procedimiento de captura del árbol. Decíamos que poseía unas enormes especies de púas en su parte superior. Las mismas permanecían estáticas, inmóviles, excepto cuando un estímulo en forma de movimiento las convertían en diabólicas. La presencia de un animal o -dicen las leyendas- un ser humano, provocaba un golpe seco de estos largos aguijones, que se entrelazaban entre síy atrapaban a la desprevenida víctima. La presa se quedaba inmovilizada contra el tronco y, una vez que no podía hacer nada por escapar, actuaban las largas espinas del árbol, que empalaban a la desdichada víctima, perpetrando una carnicería con su cuerpo, convirtiéndose aquello en un festín de visceras y sangre, que el tronco asesino absorbía con denuedo. Quizás demasiado exagerado para que tenga una base real. ¿O no?





Leyendas carnívoras

Los descubrimientos de nuevas especies de animales y plantas, el novedoso interés científico decimonónico, multiplicaron los relatos fantásticos, el nacimiento de leyendas que tenían a terroríficos árboles como protagonistas. Los ejemplos son muchos. Algunos verdaderamente sorprendentes y, a ojos de hoy, bastante increíbles. Por ejemplo, el conocido como "árbol atrapador de monos", que habitaba en diversos lugares apartados de la Guayana y Brasil. La planta conseguía acercar a sus presas, monos, hasta él, mediante un poderoso olor que exhalaba de su tronco. Una vez que trataban de ascender, de encaramarse a él, sorprendentemente se cerraban sus grandes hojas, con tal fuerza que, pese al poder y potencia de los animales, les resultaba inviable escaparse de su captor.
En Filipinas, concretamente en la región de Mindanao, adquirió popularidad, y suscitó temor, un relato que protagonizaba otro terrible árbol. Ya su nombre explica la causa de dicho miedo. Era conocido como "el árbol come-hombres de Mindanao". Como para no asustarse...


Sin embargo, el árbol terrorífico que probablemente haya despertado mayores miedos sea el conocido como "árbol come-hombres de Madagascar". No es extraño que se localice en dicha isla, uno de los lugares con mayor diversidad arbórea del mundo. No en vano, en ella, situada frente a las costas africanas, residen alrededor de 10.000 especies de árboles y arbustos, destacando la mayor parte de ellas por su singularidad, ya que según aseguran los especialistas, al menos el 90% de las mismas solo existen en dicha isla. Por ello no es extraño que esta fantástica especie fuese ubicada en un territorio con tanta riqueza botánica -y tantas especies aún por descubrir-.

"Imagínese una gran pina de más de dos metros de altura apoyada sobre su base y sin hojas. Esto le dará una idea del tronco del árbol, de un marrón tan oscuro deslustrado y que parecía tan dura como el hierro. Del ápice de este cono truncado colgaban ocho hojas que llegaban hasta el suelo. Dichas hojas tenían una longitud de unos tres metros, se estrechaban en las puntas como cuernos de vaca y tenían una cara cóncava con muchos ganchos espinosos. El interior del cono -blanco y redondo-exudaba un líquido transparente, tan dulce como la miel y altamente tóxico y soporífero. Bajo el borde inferior salían unos zarcillos verdes, largos y peludos, de unos dos metros de largo. Por encima de aquellos, seis tentáculos de color blanco, finos como juncos y casi transparentes, se retorcían y enrollaban incesantemente". Esta descripción detallada de tan extraño y peligroso árbol dio pábulo al nacimiento de la leyenda sobre el árbol comehombres. Hace ya casi un siglo y medio de la misma. Se trata en concreto de la traducción de una carta recibida por un célebre biólogo polaco, Omelius Fredlowski,en el año 1878. El remitente fue uno de los muchos aventureros y exploradores que a finales del siglo XIX decidieron recorrer el mundo, transmitir a los ciudadanos de Occidente la forma de vida de las sociedades más alejadas y ajenas. En este caso, se llamaba Carie Liche, y era de origen alemán. Liche había decidido conocer en profundidad cómo era la coti-dianeidad de una de las muchas tribus que por aquel entonces poblaban Madagascar, en concreto, los Mkodos.Y durante esta convivencia fue testigo-según la carta que envió a Fredlowski- de las increíbles acciones que podía realizar un árbol de la isla. Este era una especie de divinidad para la tribu, lo que no es extraño habida cuenta de las extrañas facultades que poseía y de su poder destructivo. Para congraciarse con él y controlar su vigor, los miembros de la tribu le ofrecían sacrificios humanos.





Una orgía de sangre

En la supuesta carta, Liche refiere una espeluznante ceremonia centrada en las actitudes voraces del árbol. La víctima iba a ser una mujer, que intimidada por los nativos con sus lanzas, es coaccionada a ascender a la parte superior del terrorífico árbol. Allí, los apéndices de la planta comenzaran a cerrarse sobre ella, formando una especie de cárcel natural en la que quedó apresada. Nada pudo hacer para librarse de la virulencia de dichos tentáculos. Una vez allí, las lanzas impelieron a la víctima a que ingiriese el líquido meloso que exudaba el tronco. Pronto se pudo contemplar la sensación narcótica de tal brebaje. Poco a poco fue quedándose adormecida hasta que de repente sufrió un episodio de histeria incontrolable. Al ritmo de sus movimientos desconsolados, los "brazos" del árbol comenzaron a realizar una violenta danza de la muerte. Las extremidades, el cuello, la cabeza de la mujer quedaron absolutamente a merced de la planta. La brutal vivacidad de las ramas ahogó con brusquedad a la víctima. Al poco, los "miembros" del árbol comenzaron a relajarse, mientras que sobre su cuerpo se cerraban unas grandes hojas.




el ser humano. A lo sumo ha aceptado la posibilidad de que pudiera prender muy pequeños mamíferos, si bien son los insectos el plato casi único de su menú. Esa oposición a las teorías que ofrecen un viso de realidad a la probabilidad de que puedan devorar personas o animales grandes, se basa en el hecho de que las exploraciones realizadas con el fin de comprobar los testimonios al respecto han acabado en un absoluto fracaso. Y, más allá de actitudes simplemente escépticas, profundizan en el hecho de que, al contrario de lo que ocurre con especies animales -que aunque no hayan sido vistas por expediciones científicas es más fácil que puedan existir-, las plantas no tienen la posibilidad de huir, no pueden correr ante la perspectiva de que alguien pueda ir a reconocerlas... Sin embargo, los que defienden la teoría de su existencia ahondan en el hecho de que suelen estar ubicadas en lugares secretos o de difícil acceso y que prácticamente solo los nativos de esas zonas tienen acceso a ellas y a sus misterios.
Lo realmente fascinante de todas las plantas monstruosas que se describen, más allá del hecho de que atrapen aves, pequeños mamíferos o -en casos pocos probables- humanos, es la forma que tienen de llevar a cabo su captura. La investigación realizada por un importante explorador de la primera mitad del siglo XX, Byron Khun de Prorok, adquirió gran resonancia después de aparecer en la prestigiosa revista Wide World en el número de agosto de 1934. En la misma relata su experiencia tras una incursión por la jungla en el sur de México, concretamente en Chiapas. Allí se toparía con el conocido como árbol vampiro: 'Tras dos horas de marcha se hacía difícil respirar y estábamos bañados en sudor. De pronto vi a Domingo, el jefe de los guías, parado frente a un aplanta enorme y haciéndome señas para que me acercara. Me quedé un poco perplejo ante su insistencia, pero pronto conocí la causa. ¡ La planta acababa de atrapar un pájaro! Apenas había tomado tierra en una de sus hojas cuando esta se cerró sobre el animal, hincando en él sus espinas. La pequeña víctima emitía gritos de agonía y luchaba desesperadamente por escapar, pero sus intentos fueron vanos. '¡La planta vampiro!', exclamó Domingo con una sonrisa cruel. Involutariamente, me puse a temblar: los espíritus malignos del bosque rne estaban acechando".
Verdad o imaginación, lo cierto es que la naturaleza perversa, los espíritus demoníacos, siempre se encuentran ocultos, a veces en lo más profundo del bosque, casi siempre en las zonas más recónditas del alma humana.

sábado, 22 de diciembre de 2012

Luces Rojas, historia de una asesoría paranormal


Historia de una asesoría paranormal

La última película del realizador español Rodrigo Cortés, que ha alcanzado fama internacional con Buried, además de contar con un plantel de grandes actores, tiene un argumento en el que adquiere especial importancia lo paranormal. ENIGMAS estuvo con él en el rodaje...

David Cuevas
Revista Enigmas, Febrero 2012

Hace cuatro años, Rodrigo Cortés —director de películas como la inquietante Concursante y la aclamada Buried- se puso en contacto con uno de nuestros colaboradores, David Cuevas, con el fin de recabar, a nivel documental, literatura para su próxima película, la cual versaría sobre fraudes paranormales. Pero además, Rodrigo le preguntó por alguien a quien entrevistar, experto en desenmascarar fraudes de índole paranormal, compartiendo su intención de conocer también a gente con conocimientos de ilusionismo; y Cuevas lo tuvo claro, poniéndole en bandeja a un dos en uno. Su nombre: Manuel Carballal. ¿Les suena?
Dos investigadores de fraudes paranormales, la veterana doctora Margaret Matheson -Sigourney Weaver- y su joven ayudante Tom Bucklcy -Cillian Murphy-, estudian los más diversos fenómenos metapsíquicos con la intención de demostrar su origen fraudulento. Simón Silver —Robert De Niro—, legendario psíquico, tal vez el dotado más célebre de todos los tiempos, reaparece después de treinta años de enigmática ausencia para convertirse en el mayor desafío mundial para la ciencia ortodoxa y los escépticos "profesionales". Tom comienza a desarrollar una densa obsesión por Silver, cuyo magnetismo se refuerza de forma peligrosa con cada nueva manifestación de oscuros fenómenos inexplicables...


Este es el argumento oficial de Luces Rojas, película de tamaño hollywoodiense que se presentó mundialmente en el pasado festival de Sundance y se estrenará en España el 2 de marzo, abriendo un mercado internacional de más 50 países. Pero no se trata de un largometraje más. No es ese tipo de cine al que las grandes productoras nos tienen acostumbrados en el que, a veces, todo empieza bien hasta acabar convirtiéndose en un despropósito que mezcla churras esotéricas con merinas diabólicas.
Esto va en serio. Rodrigo quiso documentar su película de la forma más fiel y profunda posible, y desde ENIGMAS damos buena fe de que Cortés lo ha conseguido...

UNA PELÍCULA MUY BIEN DOCUMENTADA...

Para documentar una película de este tipo, muchos serán los que pregunten: ¿Cuáles son las fuentes documentales? Claro está que cada maestríllo, y nunca mejor dicho, tiene su librillo. Rodrigo ya había tenido acceso a obras no publicadas en España, como Pseu-dosáencesandtheParanormal, de Tcrcncc Hiñes, Paranormal Clai-mes, de Bryan Farha, así como a la obra de Martin Gardncr, entre otros, además de analizar infinidad de documentación visual y sonora. Pero aquí expondremos algunos de los libros facilitados por David Cuevas, en los que el director de moda se basó para fundamentar algunos aspectos de su cinta. Uno de los principales no es otro que un auténtico clásico: Los fraudes espiritistas y los fenómenos metapsíquicos, del padre Carlos María de Heredia, que fascinó al director. En él, este sacerdote desenmascara de manera magistral muchos de los trucos que algunos supuestos dotados o falsos médiums utilizaban en sus, a todas luces -aunque más bien sin cllas-espectaculares sesiones. Además, los dos volúmenes de Las fuerzas físicas de la mente del también sacerdote Óscar González Qucve-do, fueron de suma ayuda para el director de Luces Rojas a la hora dar forma a los diversos fenómenos que se agrupan en la metapsíquica.





Además, para documentar las capacidades de Simón Silvcr y su magnetismo con la gente, Cortés investigó infinidad de supuestos magos, políticos, predicadores y paragnostas, como Gasparetto, Ted Serios, Andrés Ballesteros -desenmascarado por el propio Carballal- o Urí Geller, parte de cuya casuística fue fuente parcial de inspiración pata la película, hasta el punto de utilizar, para mejor contraste, los libros Mi fantástica vida, del propio Gcllcr, y Un Geller al descubierto, de Ramos Pe-rera, presidente de la Sociedad Española de Parapsicología. Y como ya adelantábamos, el mentalismo es uno de los pilares básicos de la cinta, y la bibliografía al respecto no pudo faltar. Otro de los libros consultados por Cortes fue Paradojas psíquicas, de John Booth, un ilusionista que explica cómo podrían trucarse algunos supuestos fenómenos paranormales, o Los 13 escalones ¿el mentalismo, de Tony Corínda, libro para prestidigitadores conocido como El Co-rindü y considerado como la biblia del mentalismo. Como puede verse, los datos consultados están más que contrastados, dando una visión muy objetiva que sorprenderá a todos aquellos que vayan al cine a disfrutar de esta obra, que casi con seguridad será película de culto del género paranormal.

Y tal y como ha declarado a ENIGMAS su famoso director: "Siempre me han apasionado estos fenómenos, pero aún más los complejos mecanismos de la mente que pueden producirlos y explicarlos".



LA MAGIA DE LUCES ROJAS

"Ya lo verás, estos actores son como esponjas. Lo absorben todo...", le dijo Rodrigo Cortés a Manuel Carballal en su primera reunión de trabajo en Barcelona, poco antes de presentarle en plato al actor Cillian Murphy. Murphy acababa de estrenar en España Origen, de Christopher Nolan, aunque al estrechar su mano, Carballal tenía fresca en su memoria su brillante interpretación del siniestro psiquiatra Jonathan Grane, "El Espantapájaros" en la épica Batman Begins, de Christopher Nolan. En esta ocasión, Cortés quería convertir al camaleónico actor irlandés en el Dr. Tom Buckley, un investigador especializado en desenmascarar fraudes paranormales, que colabora con la Dra. Margaret Matheson —Weaver-, en el estudio de todo tipo de médiums, curanderos, predicadores y supuestos dotados de poderes sobrenaturales.
Según el guión de Luces Rojas, Buckley es doctor en Física y hábil prestidigitador aficionado, cualificado para reconocer los trucos de ilusionismo que se esconden tras muchos supuestos fenómenos inexplicables. E incluso, en una escena de la película, Torn realizaría un efecto de pseudo-faquirismo, que Cortés había visto hacer al propio Carballal en una de sus primeras reuniones junto a David Cuevas sobre este proyecto, hace ya más de cuatro años, y que en realidad es una adaptación que el propio Manuel había hecho de un Gadget -instrumento técnico- de ilusionismo que incluía en sus demostraciones de mentalismo. De esta forma, y con objeto de colaborar en la transformación de Cillian en el Dr. Bucklcy, el trabajo de Manuel Carballal consistía en familiarizar a Murphy con las técnicas de prestidigitación y manipulación, ensenándole algunos efectos de mícromagia, magia con monedas, y otros instrumentos técnicos como Gadgets y FP, corno el que finalmente utiliza en la película. Y Rodrigo tenía razón, Cillian resultó ser un alumno excepcional, con una capacidad de aprendizaje de las "artes mágicas" sorprendente.
El caso de Robert De Niro, que interpreta al excepcional psíquico y médium Simón Silver, fue diferente. Carballal había sido contratado para trabajar exclusivamente con Murphy, pero un día, y después de que De Niro rodase parte de la escena del laboratorio donde Silver demuestra sus capacidades psicoquinéticas a varios científicos, a Carballal se le ocurrió mostrar a Cortés un nuevo efecto que justamente acababa de añadir a su amplío repertorio: una nueva técnica de doblaje de metales que, por su efectismo, en su opinión podía resultar muy cinematográfica.
Dicha técnica de torsión de metales, que no implicaba ningún truco de cámara o realización, entusiasmó a Cortés, que inmediatamente llamó a su ayudante de dirección: "esto lo tiene que ver Bob ahora mismo: aún estarnos a tiempo de incluirlo".
Manuel fue conducido a la caravana de Robert De Niro y diez minutos después, a solas con él, mostraba al camaleónico actor de obras maestras como TaxiDrwer, E¿ Padrino II o Toro Salvaje, corno doblar cucharas con "la mente"... Y ya avisamos: la escena no ha quedado nada mal.

jueves, 20 de diciembre de 2012

21de Diciembre de 2012

21 Fallidos anuncios del fin del mundo

BLOGUERO ESCEPTICO DE SAN MIGUEL RECOPILÓ FECHAS DONDE NOS DIJERON QUE LA COSA LLEGABA HASTA AHÍ NOMÁS
Los 21 anuncios del fin del mundo que quedaron en nada
RODRIGO SEPULVEDA S.
Diario Las Ultimas Noticias. Chile. Jueves 20 de Diciembre de 2012.


En Oxkutzcab, México, una secta de italianos construyó esta ciudadela para sobrevivir a la profecía maya. Las paredes miden 60 centímetros de ancho y están rellenas con materiales que, dicen, los protegerán de radiaciones y bacterias.


Fernando Frías, 57 años, informático de profesión, fundador de la Asociación Escéptica de Chile, profesor de Historia de la Ciencia en un colegio de San Miguel, autor del libro "El ser humano: historia, religión y ciencia" y del blog Ateos Tolerantes, basquetbolista aficionado y conversador compulsivo, es capaz de disparar mil palabras por minuto cuando trata de aclarar que este 21 de diciembre, o sea, mañana, no pasará absolutamente nada. Nada de nada.
Desde que comenzó la locura apocalíptica se lanzó a hacer una lista con un lote de ocasiones en las que se ha vaticinado el fin. "Si uno lee un poco, en las culturas orientales no existe mucho este tema del fin del mundo, es más bien un temor de sociedades occidentales ¿Por qué? Porque nosotros estamos esperando la venida de Cristo", argumenta. Este es su listado:

643 AC
En Roma juraban que en algún día de ese año la eos. llegaría a su fin.

70
 Para judíos y cristíanos de esta época, la toma de Jerusalén anunciaba el fin de los tiempos.


90
Es la fecha que le puso San Clemente.


500
Basado en las dimensiones del Arca de Noé, el teólogo cristiano San Hipólito de Roma vaticinó para este año la segunda venida de Cristo.

800
En Europa juraban que todo terminaría, pues el fin debía ocurrir 6.000 años después del supuesto comienzo, en el 5.200 AC.

1033
Según corrientes milenaristas, el reino de Cristo en la Tierra termina 1.000 años de su fallecimiento, o sea, el año 33.

1186
 La "Carta de Toledo" instó a la población europea a refugiarse en cuevas y montañas ante una destructiva alineación de planetas.

1524
En 1499 el astrólogo alemán Johannes Stoeffer juró de guata que el 20 de febrero de 1524 nos iríamos a las pailas porque los planetas se reunirían en el signo Píscís. Ese día hubo un aguacero tan grande que muchos se lo creyeron.

1533
El matemático Michael Stifel nos pone la lápida el 19 de octubre, según un intrincado análisis numérico de la Biblia.




1997
El 26 de marzo 38 seguidores de la secta Puerta del Cielo, liderada por Marshall Applewhite y Bonnie Nettles, se quitan la vida porque así podrían subirse a una nave ET que estaba en el cometa Hale-Bopp y que los salvaría.

1999 
Unos tipos muy ocupados que investigaron "a fondo" los escritos de Nostrada-mus aseguraron que el 9 del 9 del 99 nos íbamos todos cortados.

2000
Resurgimientos de temores milenaristas, principalmente en Europa y EE.UU., marcan este año como el último.

2003
La síquica Nancy Lieder dice que los habitantes de un planeta en la estrella Zeta Reticuli le soplaron que la Tierra estaba en serio peligro en mayo, porque el planeta Nibiru la impactaría. Como nada pasó, Lieder enlazó su predicción con el calendario maya y peloteó el choque para el 1-12-2012.

2011
El cometa Elenin chocaría con la Tierra el 23 de noviembre. Su propio descubridor, el astrónomo ruso Leonid Elenin, aclaró en LUN que se había desintegrado.

2011
El locutor radial gringo Harold Camping fija el 21 de mayo como el fin, según cálculos numerológicos de la Biblia. La cosa se venía con terremotos y raptos de cristianos. Luego cambió la fecha para el 21 de octubre.

2012
Múltiples interpretaciones del calendario maya plantean que el 21 del 12 del 12 bajamos el telón. Expertos aclaran que para los mayas sólo era el fin de un ciclo. Además, hace poco se descubrió un nuevo calendario maya con ciclos para cientos años más.









domingo, 16 de diciembre de 2012

¿Por qué creemos en fantasmas?



Una revisión de la prensa internacional de los últimos seis años pone en evidencia que las másdivcrsas culturas y sociedades siguen creyendo en fantasmas. La mayoría de los reportes conservan los esquemas y escenarios clásicos propio de otros siglos y guiones de las encantadoras ghost stories inglesas: espectros que buscan justicia, casas malditas y lugares de sufrimiento (cárceles, hospitales, internados) donde penan quienes allí estuvieron recluidos, A esa tradición clásica se agregan elementos característicos de nuestro tiempo y su carrera, como el culto a las celebridades que ha derivado en la multiplicación de fantasmas de los famosos (cuya muerte no aceptan los fanáticos) o la emergencia de nuevos horizontes y ámbitos como escenarios de lo paranormal, entre ellos las redes sociales y otros sitios de Internet.
Esta tendencia enfrenta ahora, al igual que en otros tiempos, lasmismas críticas de los pensadores escépticos. Roben Todd Gmoll, autor del volumen The Skeptic's Dictionary, usa un poderoso argumento tan válido para cuestionar los centenarios relatos de fantasmas transmitidos por tradición oral como los reportados por modernos y prestigiados medios de información: "Para sosteneresas historias debemos confiar en evidencias anecdóticas, que siempre son incompletas y selectivas, que transmiten partes interesadas en propagarlas, inexpertas, supersticiosas e ignorantes de las leyes básicas de la física". Las hipótesis soba1 las apariciones sobrenaturales se confirman mediante un proceso selectivo que, gracias al proceso de sesgo cognitivo, descarta toda la información y las pruebas que las ponen en duda y acepta aquellas que las confirman.
La crítica de Todd Carroll se extiende hasta las indagaciones de lo sobrenatural con los recursos tecnológicos que en el mundo de hoy se han convertido en garantías de certidumbre: "los investigadores llegan a la supuesta escena de las apariciones equipados con envases de café, iluminación artificial, grabadoras, detectores de campos electromagnéticos, cámaras de video con visión nocturna y detectores de metal. lil equipo es científico, pero esto no hace que, en realidad, se esté desarrollando una indagación científica". Los procedimientos que llevan a cabo estos aficionados mismos que impulsan una rentable industria con numerosas ramificaciones como el turismo a lugares embrujados distan del rigor y el enfoque que definen al método científico.

Los fantasmas siguen tan vivos como siempre, sin importar los avances de la ciencia.
Las nuevas tecnología y redes sociales refrescan y abren otras puertas a lo sobrenatural.













LA CIENCIA Y EL MAS ALLÁ
¿Qué tiene que decir la ciencia seria, desarrollada por verdaderos especialistas con respecto a los fantasmas? Ningún investigador respetable en foca su trabajo en el los. Algunos se limitan a investigar los tactores que propician la creencia entre determinados grupos y personas y, otros, más escasos pues saben que se hallan en el territorio inseguro de las creencias, estudian la supuesta posibilidad de que exista alguna tórma de vida después de la muerte, convicción que sirve como eje a las religiones clásicas y a las anécdotas más triviales sobre los aparecidos que aullan y arrastran cadenas en casas centenarias.
Las experiencias cercanas a la muerte han seguido siendo objeto de estudio y dan lugar a debates. En julio de 2010 el investigador Sam Parnia de la Universidad de Southampton dio a conocer los resultados provisionales de un estudio iniciado en 2008 que consistió en examinar las experiencias cercanas a la muerte reportadas por 1,500 pacientes cardiacos. Lo más que pudo decir es que la noción de 'muerte' comúnmente aceptada es imprecisa y que después de ésta se mantienen, por un tiempo limitado, ciertos procesos cognitivos y de conciencia. Un año después un grupo de la Universidad de Maribor, Es-lovenia, llegó a la conclusión de que las visiones que han reportado quienes han tenido una experiencia así son resultado de un aumento en los niveles de dióxido de carbono en el cerebro que provoca la formación de imágenes. Otras indagaciones afines también hacen mención de los procesos químicos que ocurren en el cerebro en graves circunstancias de estrés, como cuando se lia sutrido un accidente.
En 2012 la Fundación John Templeton otorgó un apoyo económico de cinco millones de dólares a |ohn Martin Fischer, profesor de filosofía en la Universidad de California, para financiar sus indagaciones sobre diversos aspectos de la inmortalidad, incluyendo las experiencias cercanas a la muerte y el impacto que tiene la creencia en la vida en el más allá sobre la cultura humana, ti propósito no consiste en demostrar que hay vida después de la muerte, sino en comprender la forma en que la religión, la teología y la filosofía lian moldeado nuestro pensamiento en relación con esa idea. Su enfoque se vincula con varios antecedentes de acuerdo con los cuales el reporte de las experiencias podría ser un fenómeno inducido culturalmente por tales discursos. Ninguna de estas indagaciones asume que exista una vida después de la muerte y, en consecuencia, ninguna da soporte a la creencia en fantasmas.






RAZONES PARA CREER
Lo que la ciencia y las humanidades sí pueden indagar con mayor objetividad es porqué creemos en fantasmas. El anea de estudio que enfoca mejorel asunto es la psicología. Brian Cronk,catedrático de esa materia en la Universidad de Missouri, consideró en 2010 que la gente cree porque quiere creer: "El cerebro humano siempre está tratando de determinar por qué ocurren las cosas, y cuando la explicación no resulta lo suficientemente clara tiende a inventar explicaciones extrañas".
En 2008 la periodista Sharon Begley, del semanario estadounidense Newsweek, resumió algunas de las visiones científicas más recientes relacionadas con la creencia. Los neurólogos aseguran que ésta se origina en la misma actividad cerebral que da origen a los procesos cognitivos comunes; solo que en este caso se intensifican y producen información falsa. Otra corriente sostiene que el presente de crisis económica y anomia social es una época propicia para tales creencias. Históricamente puede comprobarse que, en tiempos de crisis, prospera el pensamiento  irracional, lo cual explica la multiplicación de sectas a veces destructivas.
En su libro Supersense: Why We Believe in the Unbelievable (2009), el psicólogo Bruce Hood, de la Universidad de Bristol, asegura que la mente humana trata de hallar patrones en eventos inconexos entre sí y busca conexiones que den cohesión a la especie. El vinculo entre esta vida con la 'otra' y el de los hombre vivos con los muertos podría seguir este patrón. Hood hace otra interesante observación. Al inicio de la historia los hombres temían amenazas procedentes de seres vivos, como un tigre dientes de sable. En el desarrollo de ésta el temor se desplazó hacia objetos inanimados, como un arma. "la idea de los espíritus y las almas que aparecen en este mundo se vuelve más verosímil si creemos, en general, que aquello que no es físico puede transmitirse al mundo físico. Creemos así, por ejemplo, que cualquier sonido en una casa abandonada es una pisada". 
Nicholas Epley, de la Universidad de Chicago, saca a relucir otro fenómeno importante. Durante un experimento informó a un grupo de personas que, según un cuestionario al que habían respondido, al llegar a la edad madura vivirían solas y aisladas. Tras recibir esta información todos parecieron más indiñados a creer en Dios, milagros, fantasmas y ángeles en comparación con un grupo a cuyos miembros se dijo que tendrían una edad madura atractiva,llena de amistades y relaciones significativas. Cuando los acompañantes del mundo rea! escasean queda ía posibilidad de inventar acompañantes sobrenaturales y cuando algún ser querido tallece, dar forma a su fantasma. Chrístina Pucholsld, directora del Instituto George Washington para la Espiritualidad y la Salud, lo expresa de modo conciso: "Cuando se piensa mucho en una persona ausente, puede inducirse en la mente la sensación de su presencia".











TEMOR AL FINAL
¿Qué podemos razonar a partir de todo esto? Nuestra incertidumbre sobre lo que ocurre después de la muerte debería ser menor que en tiempos pasados. Los hallazgos de la ciencia son cada vez más convincentes en el sentido de que no existe una forma de vida distinta de la que conocemos y ahondan cada vez más en el conjunto de paxesos psicológicos y cognitivos que nos indican a sostener esa falsa noción. Sin embargo, la diversidad de las notas presentadas en este texto muestran lo contrario: la superchería vive un auge entre los miembros de la aldea global. Podemos concluir que la creencia en los fantasmas sigue siendo un ameno entretenimiento queda vuelo a la imaginación popular y, a la vez, una prueba tangible de la desesperación con la que nos negamos a aceptar la muerte de los otros y, especialmente, la nuestra.