domingo, 13 de enero de 2013

LA BIBLIA - IV PARTE: Un libro de libros



  • LA BIBLIA - I PARTE: Mucho más que un libro sagrado
  • LA BIBLIA - II PARTE: Los escenarios bíblicos
  • LA BIBLIA - III PARTE: Tierras y hombres de Israel
  • LA BIBLIA - IV PARTE: Un libro de libros
  • LA BIBLIA - V PARTE: Las huellas arqueológicas de la Biblia
  • LA BIBLIA - VI PARTE: Los 7 mitos del libro sagrado 
  • LA BIBLIA - VII PARTE: Amor, sexo y pasión en la Biblia
  • LA BIBLIA - VIII PARTE: La vida cotidiana en Jerusalén 
  • LA BIBLIA - IX PARTE: Los adversarios bíblicos de Israel 
  • LA BIBLIA - X PARTE: Héroes y heroínas de la Biblia
  • LA BIBLIA - XI PARTE: La Biblia y los inicios del cristianismo

  • IV PARTE:
    UN LIBRO DE LIBROS
    Así se escribió la Biblia

    Más que un libro, es toda una biblioteca: contiene volúmenes de muy variados géneros y estilos, escritos en distintas épocas y por diferentes autores. Analizar sus textos es una tarea fascinante.
    Por Jaime Vázquez Allegue, doctor en Teología y periodista

    Comparando los Evangelios. En esta figurada escena, obra del pintor barroco genovés Bernardo Strozzi (1581-1644), Marcos y Juan cotejan sus escritos evangélicos.


    La palabra Biblia viene del griego: es un sustantivo plural, ta biblia, que significa "los libros". Del griego pasó al latín, y del latín a las lenguas occidentales, como un sustantivo singular y femenino que designa la colección de libros sagrados de los judíos y los cristianos.
    Los libros de la Biblia están agrupados en dos secciones: el Antiguo Testamento (AT), o Biblia Judía, y el Nuevo Testamento (NT). El término "testamento" tiene aquí el sentido de alianza. En la Biblia hay dos testamentos o alianzas: para los judíos, la Alianza de Dios con Israel por medio de Moisés (AT); para los cristianos, la Nueva Alianza que Jesús selló con su vida, muerte y resurrección (NT).
    Cada una de las dos partes está estructurada en bloques, formados a su vez por libros de distintos autores y épocas. Así, el AT lo integran 39 libros organizados en tres bloques: Ley (Tora/i), en el que encontramos las leyes sagradas del pueblo de Israel, expresadas en los cinco primeros libros de la Biblia (Génesis, Éxodo, Lewíico, Números y Deuíeronomio); Profetas (Nebiim), que reúne los escritos considerados proféticos, y Escritos (Kefubim), que recopila el resto de libros que no son legales ni pro-féticos, es decir, poéticos, litúrgicos y otros. El NT también está estructurado en tres bloques (Evangelios, Cartas Apostólicas y Otros Escritos), compuestos a su vez por 27 libros de diversa procedencia.
    En total, la Biblia (AT y NT) está integrada por 74 libros, ya que el AT tiene 8 libros más para los judíos que no son admitidos por los cristianos: los protestantes llaman a esos 8 libros "apócrifos" y los católicos, "deutero-canónicos", es decir, que entraron en el canon en segundo lugar.
    La Biblia es el libro de la literatura universal que contiene mayor número de géneros literarios, lo que expresa la convivencia de varias culturas en diferentes etapas históricas. Los distintos momentos, lugares y autores que intervinieron en la redacción de los textos sagrados dotan al conjunto de gran variedad formal.
    Así, los textos en prosa del AT fueron los mejores canales de transmisión de géneros de origen oral, como el discurso, la oración, la plegaria y la predicación, a los que se unieron escritos procedentes de la tradición legal del judaismo, como las colecciones de estilo apodíctico, casuístico, ritual y festivo, y los escritos epistolares. A estos textos se les sumaron leyendas, mitos, fábulas y otras narraciones que se transmitían de forma oral. Además, el AT cuenta con textos procedentes de la tradición escrita que recogen acontecimientos históricos, datos biográficos, descripciones de lugares y escenarios...
    La literatura poética del AT cuenta con sus propios géneros: loas y cantos de victoria, canciones nupciales, himnos de guerra, cantos funerarios, escritos sapienciales y una gran colección de oraciones poéticas en forma de salmos, himnos y cánticos, utilizados en la liturgia y en las celebraciones populares. También sentencias, proverbios y máximas, que formaban parte del patrimonio cultural del pueblo, fueron recogidos como ilustraciones y referentes para los oráculos, profecías y escritos de tipo histórico.
    La mayoría de los textos del NT son géneros en sí mismos. Los cuatro Evangelios configuran el género evangélico; las cartas a las primeras comunidades cristianas forman el epistolar. Dentro de los Evangelios podemos encontrar discursos, parábolas, narraciones históricas, alegorías; y dentro de la literatura epistolar tenemos himnos, cánticos, sentencias, catcquesis. La literatura epistolar y la apocalíptica eran géneros ya existentes que la Biblia asumió. Sin embargo, los Evangelios y los Hechos de los Apóstoles son géneros nuevos que nacen con la redacción y composición del NT: son, por tanto, géneros eminentemente cristianos.
    Dentro de cada uno de ellos están las formas literarias o subgéneros menores. La forma es la unidad literaria más pequeña fijada oralmente o por escrito, que refleja una manera de hablar o de escribir determinada. En el NT, las formas literarias se clasifican por su estructura y características en historias de los milagros, diálogos, paradigmas, historia de la Pasión, textos eucarísticos, disputas, narraciones históricas, dichos proféticos, dichos sapienciales, dichos legislativos, cartas, himnos, confesiones de fe y otros conjuntos narrativos menores.


    El género apocalíptico. 

    La apocalíptica tiene sus ejemplos en escritos de la literatura profética y sapiencial del AT, pero es en los apócrifos, tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento, en donde podemos encontrar el mayor número de obras pertenecientes a este género literario. Había nacido para dar respuesta a las preguntas que el sabio de Israel, a través de la literatura sapiencial, no había sido capaz de solucionar. Las preguntas de la sabiduría sobre el sentido de la vida, las consecuencias del bien y del mal, el problema de la muerte y la justicia de Dios co -bran en la apocalíptica una dimensión nueva y, sobre todo, esperanzadora. La apocalíptica, situada en el marco de la literatura intertestamentaria (150 a. C. -150), dio lugar a una gran variedad de escritos de entre los que sobresalen de manera particular los identificados como Apocalipsis o Revelación de lo que hasta ese momento permanecía oculto al ser humano: Apocalipsis de Henoc, Abraham, Moisés, Elias, Ba-ruc... La literatura apocalíptica cristiana nace con el Apocalipsis de Juan, que dará paso a otros -estos ya apócrifos- como los de Pedro, Pablo, El Pastor de Hermas...
    La apocalíptica se presenta la mayoría de las veces en forma de sueños y visiones. El autor de uno de estos narra lo contemplado o escuchado a través de símbolos y signos, de alegorías, imágenes y metáforas que describen lo que no es fácil de comprender, por salirse de la normalidad. En este género siempre hay un juego con el lenguaje y con los números. La cabala, la simbo-logía numérica y la gematría (tiene que ver con el orden de las letras hebreas y su valor numérico) hacen del texto un documento que debe ser interpretado desde las claves en que fue escrito.


    A vueltas con la historia. 

    Hasta hace medio siglo, a casi nadie se le ocurría cuestionar lo que se decía en la Biblia. Durante mucho tiempo había sido considerada una obra histórica, y los acontecimientos que en ella se relatan, hechos que tuvieron lugar en un momento determinado. Sin embargo, la llegada de la modernidad, la aparición de estudios sobre el Oriente Antiguo y la separación de lo religioso y lo secular llevaron a los investigadores a leer estos escritos prescindiendo de su carácter sagrado. La Biblia empezó a ser examinada como cualquier otra obra histórica y comenzaron a aplicársele métodos críticos de análisis. El resultado: no era un libro histórico según los criterios de la historiografía moderna. Los más de un centenar de autores -en su mayoría anónimos- que participaron en su redacción, en diferentes siglos y en distintos lugares, no tenían la intención de hacer un trabajo propiamente histórico sino, más bien, de difundir un mensaje religioso. A todo ello hemos de añadir la categoría de fuente documental que ha tenido la Biblia a la hora de escribir la historia del pueblo hebreo, la historia de Israel. El error de considerar la Biblia Judía (AT) como principal elemento para fijar la historia de los hebreos ha otorgado mayor peso todavía al libro sagrado. De esta forma, la Biblia ha sido considerada no sólo un libro de fe sino, también, una fuente de documentación histórica. Y no lo es.


    Mitos de Israel. 

    Muchos de los episodios descritos en los textos sagrados se corresponden con sucesos de carácter histórico acontecidos al pueblo hebreo. Pero otros muchos hechos que aparecen como históricos son, en realidad, recreaciones, visiones subjetivas o parciales e idealizaciones legendarias presentadas como referentes históricos.
    La historia de Israel y las historias que se describen en la Biblia han de ser analizadas de forma paralela, a la luz del criterio y la percepción del historiador crítico. El lector de la Biblia corre el peligro de identificar la historia de Israel con la sagrada o con las anécdotas relatadas en la literatura bíblica. La finalidad de los textos bíblicos no es, en ningún caso, contar la historia tal y como sucedió. Ni tan siquiera los llamados libros históricos de la Biblia Judía pueden ser considerados como tales, ya que son, en muchos casos, meras recopilaciones de datos y acontecimientos, listas y elencos de personajes.
    Las tradiciones literarias de la Biblia, aunque se presenten como crónicas, no son más que receptáculos de los elementos que constituyen la identidad de un pueblo, su cultura y su fe. Eso no convierte a las tradiciones en fuentes históricas, aunque hace de ellas referentes de acontecimientos pasados que sirven para situarlas en un momento histórico determinado.


    La Biblia Judía. 

    La destrucción de Jerusalén (587 a. C.) y las consiguientes deportaciones hicieron que el pueblo de Israel, en el exilio de Babilonia, tomase conciencia de su propia historia y de su identidad en medio de una cultura diferente. Así, ante la necesidad de dejar para la posteridad una serie de tradiciones, la creatividad literaria se disparó.
    El paso del tiempo en el exilio y la muerte de los mayores que habían conocido el Templo y la ciudad de Jerusalén fueron las razones que llevaron a los hebreos a comenzar a redactar su historia. El resultado fue una buena parte de la Biblia Judía (AT); las consecuencias, el nacimiento de una religión, el judaismo, que hasta ese momento no tenía identidad que la idea de un Templo como casa de Dios.
    El exilio en Babilonia, en su corto espacio de tiempo, se convirtió en el momento de mayor fecundidad y creatividad de toda la historia de Israel. Muchas de las tradiciones antiguas se pusieron por escrito y se crearon otras nuevas. La mayoría serían revisadas posteriormente, cuando los hagiógrafos decidieron establecer un canon de literatura sagrada.
    La estancia de los judíos en Babilonia dio lugar al nacimiento del judaismo como cultura, tradición y religión. El exilio provocó una revisión del pasado, una recreación retrospectiva de todas las tradiciones antiguas.
    El NT, por su parte, comienza con los cuatro Evangelios (Mateo, Marcos, Lucas y Juan). En ellos se describen la vida y las enseñanzas de Jesús. Después viene el libro de los Hechos de los Apóstoles, que narra lo que sucedió tras la muerte de Jesús y el nacimiento de las primeras comunidades cristianas en el mundo grecorromano. Los autores de las cartas que lo componen envían ánimos, exhortaciones y consejos a los primeros cristianos. El Apocalipsis, por último, narra el fin de los tiempos y el Juicio Final.


    Textos canónicos. 

    El NT fue compuesto en poco tiempo. El primer libro lo escribió Pablo entre el 48 y el 49: es la Primera Carta a los Tesalonicenses. El último es la Segunda Carta de Pedro, escrita hacia el año 120. En poco más de setenta años, pues, se escribieron en griego los 27 libros que lo forman.
    Los Evangelios y las cartas, núcleo central del NT, fueron escritos a causa de una diferencia de opinión en la iglesia primitiva entre Pablo y sus seguidores y los que querían mantener el cristianismo dentro del judaismo. Esta disputa quedó reflejada en la mayor parte del NT, en donde la actitud de Jesús hacia el judaismo, la Ley, el Templo y los que no eran judíos pasó a ser un tema fundamental.
    Los autores de los libros del NT no los escribieron para que formaran parte de un todo. Diferentes comunidades cristianas recopilaron textos y anécdotas y estas colecciones fueron sumándose progresivamente al conjunto, hasta configurar el Nuevo Testamento que ha llegado hasta nosotros.
    La Biblia está compuesta por una serie de libros: todos, unidos, forman un texto que judíos y cristianos consideran canónico. Pero ¿por qué estos libros y no otros, cuáles fueron las razones que llevaron a incluirlos y quiénes tomaron esa decisión? La palabra griega kanon determina la lista oficial de libros normativos que gozan de una autoridad reconocida.
    Aunque, en principio, la Biblia Judía y el Antiguo Testamento son una misma cosa, el canon de esta parte de la Biblia difiere en pequeños detalles entre una y otra confesión. El AT cristiano ordena de modo distinto algunos libros de las colecciones de Profetas y Escritos y no reconoce los textos añadidos tras el canon o deuterocanónicos. La determinación definitiva de los libros que forman la Biblia Judía se tomó en Yavne entre los años 90 y 105, con la inclusión por parte de las autoridades rabínicas del Cantar de los Cantares, el Eclesiastés y el Libro de Esther.
    A diferencia del AT, el NT es común para todas las iglesias cristianas (tan sólo la iglesia copta incluye como canónicos los libros de 1-2 Clemente). El Concilio de Calcedonia (451) hizo un primer intento de determinar los libros canónicos del NT, pero no fue hasta 1546, en el Concilio de Trento, cuando la Iglesia Católica consiguió establecer la lista oficial de 27 libros del Nuevo Testamento. 

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