jueves, 10 de enero de 2013

Caza de brujas


Han sido investigadas, espiadas, perseguidas, temidas, odiadas, torturadas y asesinadas. Desde que aparecieron más claramente en los antiguos ritos celtas, las brujas» y todo lo que encierra su esteriotipada figura, pasaron de transformarse en sinónimo de terror y pacto con el diablo, a ponerse "casi de moda" en el siglo pasado, uno que vivió en carne propia el renacimiento del ocultismo, prácticas paranormales y que esperó el cambio de milenio con esperanzas New Age. Pero la historia de estos "macabros" seres, con arrrugas, berrugas, gatos negros y escobas voladoras está mucho más relacionado con persecuciones, falsas acusaciones y muertes injustificadas, que con calderos y posiciones mágicas.

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Los casos célebres


1275
Tuvo lugar en Francia la primera quema de brujas por mandato de la Inquisición de Toulouse. Después de un juicio eclesiástico, se encontró a Ángela de la Barthe culpable de haber comido a niños y de mantener relaciones sexuales con el demonio. 1384 La Inquisición de Milán condenó a dos pordioseras, quienes previamente fueron obligadas a confesar el haber participado en un aquelarre blanco en el cual el hada Madonna de Oriente las instruía en la forma de ayudar a la gente a practicar la brujería.

1515 A principios del Siglo XVI se registró una histeria por la brujería que llevó a terribles ejecuciones en masa. Las autoridades eclesiásticas de Ginebra, Suiza, ordenaron la quema de 500 acusados de herejía.

1575-1580 
En la ciudad de Friul, al norte de Italia, se realizaron varios juicios a personas catalogadas como benandanti (médiums). De ellos se afirmaba, que mientras dormían, sus espíritus salían a combatir a las brujas. Sin embargo, se descubrió que efectuaban prácticas de culto a la fertilidad, las cuales habían sido prohibidas por la Iglesia Católica.

1591
Este año fue el punto de partida de la cacería de brujas en Escocia. Todo comenzó tras e! casamiento del rey Jaime I y la princesa Ana de Dinamarca. Cuando ella se dirigía a la isla tuvo que hacer una escala forzosa en Noruega debido al mal tiempo, por lo que el soberano se embarcó a este país con el fin de alcanzarla y casarse en el castillo danés de Kronborg.
Después de su luna de miel, regresaron a Escocia y encontraron una tempestad en su camino, situación que el capitán de la embarcación aseguró era brujería. Posteriormente se obligó a seis mujeres a confesarse responsables del suceso.

1590 
A finales del siglo XVI, en Inglaterra se ahorcaba públicamente a las hechiceras. Uno de los casos mas curiosos fue el de 'Las brujas de Warboys'. Todo empezó cuando Jane, la hija de diez años del regidor del pueblo, Robert Throckmorton, comenzó a sufrir convulsiones; Jane dijo que Atice Samuel, había lanzado una maldición. Throckmoiton acusó a la mujer de ser bruja y fue apoyado por la esposa del hombre mas adinerado de la ciudad, Lady Cromwell, quien cortó el cabello de Ahce y luego lo quemó -se creía que en el pelo residía el poder mágico. Poco después Cromwell comenzó a tener pesadillas y luego de unos días murió de un infarto. De inmediato se procedió a ejecutar a Alice y a su marido, quienes fueron exhibidos desnudos y después colgados en la plaza principal.

1634 
Uno de los casos más representativos de Francia fue el de las poseídas de Loudun'. Tuvo lugar en la ciudad del mismo nombre y se basó en la supuesta posesión de las monjas de la iglesia de Sainte Croix, en la diócesis de Poitiers, provocada por el padre Urbain Grandier para que tuvieran relaciones sexuales con él. Grandier fue acusado de brujería y posteriormente condenado a morir en la hoguera.

1644-1646
También en Inglaterra tuvo lugar la cacería de brujas emprendida por Matthew Hopkins, en los condados de Suffolk y Essex. Bajo las órdenes del clérigo puritano James Hopkins, Matthew atrapó y envió a la muerte a unas 200 brujas acusadas de actos sobrenaturales, a quienes previamente había hecho confesar mediante la prolongada privación del sueño -en esa época en Gran Bretaña estaba prohibida la tortura

1692 
En las 13 colonias inglesas de América (lo que hoy es Estados Unidos), tuvo lugar uno de los casos más famosos de cacería de hechiceras en la historia: 'Las brujas de Salem' (actual estado de Massachusetts). Un grupo de adolescentes que presumían tener poderes para identificar a personas que habían establecido pacto con el diablo, acusaron a más de 200 personas, 25 de las cuales fueron ahorcadas.

1751 
En Long Maratón, Inglaterra, una enfurecida muchedumbre asaltó un asilo y sacó a dos ancianos de 70 años,luego fueron arrastrados más de tres kilómetros y arrojados al agua porque se había difundido que tenían pactos con el diablo.


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Torturas en nombre de Dios
Este libro aseguraba que las mujeres se diferenciaban del resto de los humanos, porque eran más propensas al libertinaje y al desenfreno sexual; esto se traducía en que si el diablo era exclusivamente la representación de lo masculino, sólo las mujeres podían tener relación carnal con él, lo que condenó al género hasta nuestros días. A raíz de esto, los inquisidores crearon un sinnúmero de crueles y sádicas torturas, mediante ias cuales, según su parecer, era la única forma de obtener confesiones. Esto creó un verdadero pánico colectivo, ya que cualquiera podía no sólo ser una bruja; lo más trágico es que cualquier mujer podía ser señalada como una.
Los crímenes de los que eran acusadas iban desde quemar cosechas, hasta tentar sexualmente a vecinos de su comunidad, para caer en las garras de Satanás. Pero dentro de los más habituales se encontraban : Renegar de Dios y de toda religión. Maldecir a Dios y blasfemar. Rendir culto al diablo, adorarlo y ofrecerle sacrificios. Dedicar sus hijos a Satanás. Sacrificar sus hijos al diablo antes que bautizarlos.

Consagrar sus hijos al diablo desde el vientre materno. Intentar reclutar nuevos brujos. Jurar invocando el nombre de Satanás. Practicar incesto. Asesinar, especialmente a quienes no fueron bautizados. Comer carne humana. Asesinar por medio de venenos o sortilegios. Matar al ganado. Matar los frutos de la tierra. Copular con el demonio.
Frente a tales ofensas, los inquisidores sólo podían tener torturas acordes a la falta, con tal de hacerlas confesar.

Limpieza del Alma:
la creencia católica es que las almas de las brujas están corruptas. A las victimas se las limpiaba antes de castigarlas haciéndoles beber cosas calientes o hirvientes; como ser agua, hierros, carbones, e incluso jabón.

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Pera oral, anal o vaginal:
Boca abajo, el recto o la vagina de la acusada eran expandidos a fuerza por un tornillo, para ser mutilada, hasta llegar a los intestinos y, evidentemente, casi siempre, causarle la muerte.


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La horquilla:
Con cuatro puntas afiladísimas, que se clavaban bajo la barbilla y el esternón. Impedía cualquier movimiento de cabeza.



La sierra:
Ponían en posición invertida a la acusada, con la cabeza hacia abajo y las piernas abiertas -asegurando la oxigenación al cerebro y pérdida de poca sangre-, así la víctima no perdía el conocimiento hasta que la sierra llegaba a su ombligo.



La cigüeña:
Inmovilizaba a la víctima, pero al poco rato la "bruja" sufría terribles calambres -abdominales y rectales-, mientras era golpeada con píes, manos y mutilada a placer del inquisidor.


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Cura de Agua:
Se ponía a la acusada sobre una mesa de madera, con un trapo en la boca, el que era deslizado hasta la garganta. Luego, el verdugo procedía a echar agua de forma lenta, produciéndole
a la "bruja" la sensación de ahogamiento. Una de las variaciones de esta tortura era alimentar a la victima sólo con agua sucia y alimentos salados.

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Otras populares torturas fueron La flauta del alborotador, el Barbero de hierro, el Aplasta pulgares, el Potro en escalera, el Collar de Púas punitivo, El Péndulo, Garras de gato o Cosquilleador español, el Garrote, el Toro de Falaris y la difundida y temida Doncella de hierro.


Los cazadores de brujas

Tomás de Torquemada (1420-1498)
Fue el primer inquisidor general del Tribunal del Santo Oficio y el que puso a la firma de los Reyes Católicos el decreto de expulsión de los judíos. Durante diez años, ordenó más de 3.000 ejecuciones de brujas en la hoguera y decenas de miles de encarcelamientos y torturas. Se ganó el sobrenombre de el bulltemer de la Santa Inquisición'.

Diego de Deza (1443-1523)
Sucedió a Torquemada como inquisidor general de la región de Castilla, León y Aragón, hasta 1507. Tuvo mano fuerte contra los judíos conversos al catolicismo. Muchos fueron torturados y acusados de herejes Bernardo Gui (1261-1331) Inquisidor de la Orden Dominicana. Como recompensa a su labor, fue nombrado obispo de Tui, en Galicia, por el Papa Juan XXD, y un año más tarde obispo de Lodéve.

Fabio Chigi (1599-1667)
En 1627, bajo el pontificado de Urbano Vffl, fue nombrado vicedelegado papal en Ferrara y, tras ser recomendado por dos cardenales, se le nombró inquisidor de Malta y nuncio en Colonia. Nunca cedió a hablar o tener tratos con los herejes; sólo se limitó a condenarlos y a realizar la orden de quema de brujas.

Pedro de Arbués (1441-1485)
En 1484, Tomás de Torquemada lo nombró inquisidor de Aragón, y de inmediato se dio a la tarea de hacer católicos a los conversos mediante torturas y amenazas de acusarlos de herejía. Los nobles de! reino no estaban muy conformes con la manera de preceder de Arbués, por lo que fue asesinado en septiembre de 1485. En 1662 fue beatificado por el Papa Alejandro VH, y canonizado por Pío DC en 1867.

Juan de Mañozca y Zamora (1580 o 83-1650)
En 1623 fue trasladado a Lima, Perú, donde durante tres años se desempeñó como inquisidor. Luego, en 1625, instauró en Quito, Ecuador, el Tribunal de la Inquisición, desde el que se dedicó a convertir al catolicismo a la población indígena.


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Desde que el hombre pudo dejar registro de sus actividades cotidianas sobre la tierra, su relación con lo mágico e inexplicable ha sido una constante, especialmente en un tiempo donde no podían explicarse los fenómenos relacionados con la naturaleza y el clima. Las culturas tribales crearon su propio conjunto de creencias, designando a uno de los suyos para que cumpliera el rol de intermediario entre ellos y las fuerzas del cosmos; los chamanes estaban destinados a otorgar cohesión al grupo y a liberarlos de los malos espíritus. El término "magia" es una derivación de la palabra "magi", uno de los elementos religiosos usados por los antiguos magos de Babilonia, Desde Persia, los rituales y los magos se extendieron a Roma, Grecia, pasando a Occidente, donde se acunaron en los llamados bárbaros, principalmente en los celtas.
Para Frank Donovan, autor del libro Historia de la brujería, las raíces de estas tradiciones se asentaron fuertemente en el pueblo celta (Siglo V a.C), quienes tenían una protunda conexión con la naturaleza y los espíritus que en ella habitaban. Esto se demuestra en sus cuatro principales celebraciones anuales, las que se relacionaban con el inexplicable mundo de lo intangible: Samhain (que significa "Fin del Verano" y se celebraba el 31 de octubre, siendo la antecesora del AJÍ Hollows Eve, ahora conocida como Halloween),Beltane(l de mayo, donde los druidas encendían dos fuegos en honor a la deidad Bel), Imbolc (1 de febrero, para Brigit, que significa "en el vientre", protectora del nacimiento de animales y seres humanos), yLughnasadh o Laminas (1 de agosto, para el dios Lugh, que marcaba la época de cosechas, y donde se realizaban múltiples juegos y desafíos físicos, para que los jóvenes pudieran descargar sus energías). Estas tradiciones, sumadas a los conocimientos de fitoterapia que iban adquiriendo con el tiempo, fueron vistos a la luz del naciente cristianismo, como prácticas paganas. Tanto en Eurasia como en América, estas tradiciones pasaron bajo la denominación de "magia", y sus portadores recibieron varios nombres, pero ciertamente, el más conocido y difundido, es el de bruja.
Jeffrey B. Russell, profesor de historia de la Universidad de California, en Santa Bárbara, Estados Unidos, y autor del libro History ofWitchcraft (Historia de la hechicería), explica que los primeros brujos eran depositarios de la confianza absoluta de la comunidad, tanto así que al asegurar tener poderes supraterrenales, tenían la facultad de influir en las decisiones importantes, y ser fuente inagotable de consulta para dignatarios y pueblo común. Esa escena es la que acontece precisamente en el episodio de las tres brujas -las hermanas Fatídicas- de Macbeth (escrita al rededor de 1606 por Wíllíam Shakespeare), quienes desde el inicio de la obra presagian desgracias y traiciones al escocés. Y la pregunta obvia en este caso es: ¿si hombres y mujeres practicaban la magia, por qué los hombres son hechiceros o chamanes y las mujeres, simplemente brujas?, es decir, mujer que hace pacto con el diablo.


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En la era de la Peste Negra
Para Europa, el período comprendido entre los Siglos IX y XVI presentó una serie de transformaciones políticas, artísticas y sociales, que produjeron en el pueblo una efervescencia místico-religiosa, especialmente tras desatarse el asesino más letal y fiero de la historia: la temida Peste Bubónica o Peste Negra (1348-1361), que mató a un tercio de la población europea, es decir, a más de 25 millones de habitantes.
Tras rogarle a Dios por clemencia, y sentir que el Todopoderoso los había abandonado, miles de pseudo curanderos, hechiceros, magos, videntes y brujas recorrieron las callejuelas europeas, dando el alivio corporal y contención espiritual que la Iglesia no era capaz de darle en esos momentos -no hay que olvidar que todos, incluso los clérigos, huían de los contagiados. Alemania, uno de los países donde la peste atacó con mayor crudeza, fue también cuna de Martín Lutero y su Reforma Protestante, así como del aumento en el misticismo y, por ende, donde nació con mayor fuerza la persecución contra la hechicería, y las brujas fueron su manjar predilecto, ya que poco a poco las religiones paganas fueron ganando espacio, generando que la Iglesia pusiera mayor preocupación en la caza de los herejes.
En el folclor teutón la figura de Frau Holda (o Hollé), relacionada con el invierno y los partos de mujeres (al no tener hijos propios, era la encargada de cuidar los niños de la comunidad y animales domésticos), fue ligada con las brujas como su protectora, especialmente porque se decía que tenía la capacidad de volar. Johann Godelmann, en su obra Tracfatiw de Magis, Veneficis eí Lamiis (Tratado sobre magos, hechiceros y brujas), señala que estos personajes se montaban en una escoba y volaban hacia el monte Blocksberg para efectuar sus aquelarres.
A pasos agigantados la leyenda y certeza de que las brujas recorrían Europa llegó a oídos de la Santa Sede, ¡con historias tan horrendas como que tenían pactos con el diablo, practicaban el canibalismo -comían especialmente bebés-, hacían trajes y forraban sus libros de hechizos con piel humana, mataban el ganado- haciendo caer las economías locales-, etc. Ante tamaña herejía comienzan a proliferar tratados para combatir a las "adoradoras de Satanás", especíalemente cuando el Vaticano lo expresó por escrito.

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Roma v/s brujas
En el año 1231, el Papa Gregorio IX creó el nuevo tribunal de la Inquisición -el que se hizo extremadamente rico al quitarle los bienes a los acusados de brujería, y especialmente a los judíos-, que tenía como único fin perseguir la herejía de Cataros y Albigenses (herejías gnos-ticas), y cuyo manejo y proceder quedó en mano de los dominicos, reconocidos por su sólida formación dogmática, ya que son teólogos de nivel superior, y expertos predicadores (su título oficial es Ordofratrum praedicaíorum)'- Santo Domingo de Guzmán, fundador de la Orden, fue el primer inquisidor. En 1252, bajo el papado de Inocencio IV, comenzó a aplicarse la tortura coactiva contra los acusados de herejía, que consistía en cárcel perpetua o temporal, confiscación de bienes y la tan temida muerte en la hoguera. El Tribunal de la Inquisición permaneció en funciones hasta 1775 en AJemania, 1704 en Polonia y en Portugal hasta 1826, aunque la congregación del Santo Oficio -o en su actual denominación, Congregación para la Doctrina de la Fe— funciona hasta el día de hoy. •I Durante el Siglo XIII, las brujas no eran un tema que preocupara a la Iglesia, ya que simplemente no creían en ellas, por lo que era imposible condenarlas. Lamentablemente para las mujeres de los siglos venideros, todo cambió hacia el 1400, cuando se encuentran las primeras actas conocidas sobre brujería, y relatan cómo un grupo de brujas, a las que denominaron Lucifer ¡anas, habían renunciado a la religión católica para hacer un pacto con el diablo. A partir de ese momento, cuando se unió teología y brujería, la historia de la Iglesia se teñirá de sangre, cobrando la vida ya no sólo de herejes y judíos conversos, sino que a su lista se agregarán miles de mujeres a quienes debían castigar, por lo que la Iglesia necesitó de guías para llevar a cabo la misión divina de perseguir a los enemigos de Dios.
Si bien el manual del inquisidor contra los brujos más conocido y famoso de todos los tiempos es el Malleus Maleficarum (El martillo de ios Brujos), la persecución contra la brujería tiene su antecedente literario en 1461, año en el que se publicó el Fortaííííiim Fidei, manual escrito por Alfonso de la Espina, y avalado por el Papa Inocencio VIII mediante la bula -documento pontificio relativo a materia de fe o de interés general- Sitmmis Desiderames (S de diciembre de 1484), en la cual se especificaba que "las brujas eran el origen de todo ¡os males", y se las acusaba de los crímenes más abominables que el ser humano pudiera cometer, como esterilizar al ganado, provocar tormentas devastadoras, corrompe!' las almas, etc. Además, instala la investigación y castigo de los detitos de brujería en las provincias del norte de Alemania.
La persecución contra las llamadas "adoradoras del diablo" comenzó con la sacra bendición del Vaticano con la ya mencionada Summis Desiderantes de Inocencio VIII (1484) en la que señala:

"Últimamente ha llegado a nuestros oídos, no sin provocarnos la más amarga de las penas, la noticia de que en algunas partes del norte de Alemania, así como en las provincias, municipios, territorios, distritos y diócesis de Maguncia, Colonia, Tréverís, Salzburgo y Bremen, muchas personas de ambos sexos, despreocupadas de su salvación e ignorando la verdadera fe católica, se han abandonado a demonios, íncubus y súcubus, y por medio de sus encantamientos, hechizos y conjuras y otros odiosos embrujos y artificios, han matado niños que aún se hallaban en el útero materno, lo que también hicieron con las crías del ganado; asimismo arruinaron las m/eses de la tierra, las uvas de las vides, los frutos de los árboles; y más, a hombres y mujeres, animales de carga, rebaños y otro tipo de animales, viñedos, huertas, praderas y campos, trigo, cebada y cualquier otro cereal; además, estos malvados persiguen y atormentan a hombres y mujeres, con terribles pesares e impiadosas enfermedades, internas y externas; impiden a los hombres realizar el acto y a las mujeres concebir; además, y cual los esposos no reconocen a sus mujeres, que no los reciben; además, y por sobre todo, de manera blasfema reniegan de la fe que recibieron por e¡ sacramento del bautismo, ya instancias del enemigo de la Humanidad se permiten cometer y perpetrar las más espantosas iniquidades y las más repugnantes abominaciones, con peligro de muerte para sus almas, con lo que ultrajan a la divina majestad y son causa de escándalos y de peligros para muchos".

Este documento fue aceptado por luteranos, puritanos y anglicanos, dando partida a miles de juicios eclesiásticos, donde otras miles de personas fueron declaradas culpables de practicar ritos paganos y de adorar al diablo.

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El libro infame de la Inquisición
En el Siglo XV la Iglesia necesitaba contar con un manual más acabado, que adoctrinara a los clérigos sobre cómo y por qué perseguir la hechicería, pero además extender su influencia hacia el poder temporal -convirtiéndose en un tratado fundamental para e! ejercicio de funciones de los jueces-, y así hacerle frente al poder secular.
En este escenario, donde las persecuciones contra las aliadas de Satanás fueron extremadamente crueles y frecuentes, surge la figura de los dos antiguos inquisidores dominicos alemanes, Heinrich Kramer y Jacobus Sprenger -nombrados inquisidores por la Iglesia mediante varias cartas apostólicas- quienes concibieron e! Maüeus Maieficarum o El Martillo de los Brujos (Estrasburgo 1487), y que si bien estuvo en vigencia hasta el Siglo XVII, siguió dando luces los cazadores de brujas, quienes las persiguieron hasta entrado el Siglo XVIIí.
Una de las principales características de este manual inquisidor es la visión corrupta y demoníaca que tiene sobre la mujer, a quienes les atribuía en exclusividad ser encarnaciones de las brujas, ya que señala: "No hay cabeza superior a la de una serpiente, y no hay cólera mayor que la de una mujer. Prefiero vivir con un león y un dragón que con una mujer maligna; toda malicia es poca comparada con la de la mujer".


Persecución sexual
Si bien en un principio los inquisidores perseguían al estereotipo de ¡a bruja -ancianas, arrugadas, con actitud depresiva y pobres vestimentas-, quienes vivían en el campo y tenían el conocimiento ancestral de curar con hierbas, con el paso del tiempo "les cambió el gusto". Cuando el inquisidor llegaba a algún poblado se dictaban dos edictos: el de Fe, que obligaba bajo pena de excomunión a denunciar herejes y sus cómplices, y el de gracias, mediante el cual el acusado tenía de 15 a 30 días para confesar su culpa, sin que se le confiscaran los bienes. Pero en el mayor número de casos, tras confesar, los herejes, mediante insufribles torturas, terminaban confesando su relación con Satanás.
Sin embargo, la predilección por el prototipo de bruja cambió cuando los inquisidores se especializaron en satanismo y, especialmente, en cómo el diablo transformaba a sus "favoritas" en mujeres hermosas, que eran capaz de seducir hasta al más pío cristiano. Es en este momenco cuando una nube de sadismo y perverción sexual cubre la sacra tarea de la Inquisición, ya que la mayoría de las mujeres acusadas de brujería eran guapas, quienes en medio de las confesiones -durante o después de la tortura-, debían relatar minuciosamente al inquisidor y su tropa, cómo Satanás copulaba con ella y, además, los "santos inquisidores", debían buscar y buscar en los cuerpos de las acusadas "la marca del maligno", la que por lo regular se encontraba dentro de ios genitales.


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Aquí y ahora
A pesar de haber torturado y asesinado a miles de mujeres, los cultos paganos no desaparecieron y muchos rituales milenarios no sólo se efectúan en la actualidad, sino que han cobrado fuerza a medida que se aproxima lo que la propia Iglesia Católica llama "El Fin de los Tiempos".
Tarotistas, curanderas, quirománticas, iriólogas, yerbateras, etc., proliferan en nuestras comunidades, lo que habría sido visto con horror por la Inquisición. En África tas brujas tienen un rol muy respetado dentro de su comunidad: en el sigío recién pasado, en Sudáfrica, los curanderos recibieron licencia para trabajar y tratan al 70% de la población, que no tiene acceso a la medicina convencional, y en América, cada vez son más potentes los rituales ligados a la naturaleza y al respeto a la tierra.
"Roguemos a Dios" que los inquisidores se queden donde están.


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