lunes, 5 de octubre de 2015

Juego de Tronos

Misterios reales de la serie de moda

SE CUENTAN POR MILES LOS SEGUIDORES DE JUEGO DE TRONOS, TANTO DE LAS NOVELAS DE GEORGE R. R. MARTIN COMO DE LA SERIE PRODUCIDA POR LA HBO QUE YA PREPARA SU SEXTA TEMPORADA. UNA SAGA DE FANTASÍA ÉPICA CARGADA DE MISTERIO, MITOLOGÍA Y GUIÑOS A LA HISTORIA: MAGIA, HEREJÍA, VATICINIOS, ZOMBIES, SOCIEDADES SECRETAS... ¿QUÉ ENIGMAS SE ESCONDEN TRAS LA SERIE DE MODA? LOS DESVELAMOS.

TEXTO: Óscar Herradón
FUENTE: Revista Española ENIGMAS Nº 237, Septiembre de 2014.


Si hay algo de lo que se hable en los últimos años, en cualquier círculo, incluso en las elitistas esferas de la política, es de Juego de Tronos, la saga de moda. De las novelas, de su autor, el norteamericano George R. R. Martin -ahora más famoso que la misma J. K. Rowling, aunque lleva la friolera de veinte años dando forma a este complejo universo- y, cómo no, de la serie de la HBO de impecable factura y desbordado presupuesto. Y es que aunque hablemos de algo que se remonta a las sagas más antiguas de la mitología, la lucha entre el bien y el mal, los eternos conflictos morales del animal de “dos patas”, la codicia, la traición, la cordura y la falta de ella... lo cierto es que las luchas sin cuartel por el trono de hierro tienen un aire fresco -y radical- que deja en juego de niños sagas como El Señor de los Anillos y ha cautivado a millones de espectadores de medio mundo. Todos ellos, todos nosotros -pues en ENIGMAS hemos de confesar nuestra devoción por la misma-, esperamos ansiosos una nueva entrega de la novela o una temporada más de su versión catódica.
Y en las últimas semanas la expectación daba la mano a la controversia ante las declaraciones de su creador sobre la trama y sobre temas que afectan a su vida íntima, mientras se hacía público que Sevilla sera una de las ciudades que tendrán el honor de convertirse en escenario de parte de la quinta temporada. Concretamente, los especialistas de la HBO han elegido como escenario el Real Alcázar sevillano, donde se recrearán las escenas de los Jardines del Agua del reino de Dorne, un rodaje de nueve días del 14 al 22 de octubre de este año.
En cuanto a Martin, ya está cansado de las especulaciones de los fans sobre su hipotética “mala salud” y el rumor de que fallecerá antes de concluir la saga. El pasado mes de julio, el escritor espetaba sin titubeos, en una entrevista al diario suizo Tages-Anzeiger, de la que se hizo eco El Mundo, un “que os jodan”, con peineta incluida, apuntando que: “Francamente, encuentro la pregunta bastante ofensiva, que la gente especule sobre mi muerte o mi salud”.
Al laureado autor aún le quedan por publicar los dos últimos libros de Juego de Tronos. Ahora, Martin trabaja en el volumen sexto, cuyo título será previsiblemente Vientos de invierno.
Estas mases, tras el buen sabor de boca que dejó la intensidad de la cuarta temporada, no dejan de saltar noticias a la prensa sobre lo que vendrá... si la serie televisiva seguirá la línea argumental de los libros o, como ya ha sucedido, será una versión evidentemente más corta, con menos tramas y algunas de ellas alteradas. No hay que olvidar que es el propio Martin el encargado de guionizar la versión televisiva.
De lo que no cabe duda es de que Juego de Tronos es un complejo escenario de fantasía épica en el que cabe de todo, que evidencia influencias muy diversas: antropológicas, mitológicas, historiográficas... y muchos enigmas, que es al final lo que nos atrae cual poderosos imanes. La tarea de desvelar esos secretos cuya respuesta quizá se halle únicamente en la mente de su creador constituye un ejercicio apasionante al que se están dedicando blogs de medio mundo. Profecías, visión remota, zombies, magia negra, teriantropía, sociedades secretas, resurrección... todo ello complemento de una trama muy real sobre la lucha por el poder, la codicia y la venganza, que convierten a Juego de Tronos en mucho más que una franquicia, en un universo en sí mismo en el que confluyen muchas de nuestras pasiones, miedos y eternas preguntas.
En las próximas líneas intentamos desgranar gran parte de esos misterios “reales” de la multimillonaria epopeya que se narra en la Canción de Hielo y Fuego. Escuchad la absorbente banda sonora, sumergíos en las tierras de Poniente y dejaos llevar por la imaginación. No todo es ficción en este juego.


LICANTROPÍA Y ZOMBIES
Los miembros de la Casa Stark, de Invernalia, poseen lobos gigantes con los que mantienen un vínculo especial, principalmente el pequeño Bran Stark, que además de tener el don de la profecía, es capaz de controlar mentalmente -en una suerte de simbiosis- a su fiel compañero de cuatro patas, algo que en la serie se conoce como “cambiapieles”. Estos enormes cánidos de color blanco grisáceo son denominados huargos, nombre que hace una alusión evidente a una criatura con forma de enorme lobo de la mitología nórdica, los warrgos, seres que también aparecen en la epopeya El Señor de los Anillos.
En la Tierra Media los huargos eran criaturas malvadas con forma de lobo, pero de un tamaño mucho mayor, como en Juego de Tronos, aunque en este caso las mascotas de los Stark muestran una lealtad a sus amos muy alejada de la visión maligna de dichas criaturas. Según los mitos nórdicos, el wargo era una criatura fantástica, como ya he señalado, semejante a un lobo, pero de mayor tamaño, fiereza e inteligencia. En ocasiones parece que algunos norteños experimenten una fuerte conexión con dichos cánidos.
Desde la antigüedad ha existido una estrecha relación entre la magia y lo que se conoce como teriantropía -supuesta habilidad de cambiar de forma humana a animal y viceversa-, capacidad que se ha atribuido históricamente a brujas, hechiceros, druidas, chamanes, etc. El caso más célebre de teriantropía es, claro, la licantropía o capacidad para convertirse en hombre-lobo. Aunque los “cambiapieles” de Juego de Tronos no se transforman literalmente en las criaturas que controlan -lobos, águilas, cuervos...-, sino que entran en una especie de comunicación psíquica con éstas, podemos considerar dicha habilidad como una suerte de teriantropía sui generis. Sus cuerpos no sufren una metamorfosis, aunque un cambiapieles puede trasladar su mente a la de los animales e, incluso, a la de otros seres vivos, como una poderosa telepatía, como hace Bran Stark con su fiel mayordomo Odor. El personaje de Bran desarrolla cada vez habilidades psíquicas más poderosas, llegando a sumergirse de lleno en lo que hoy denominaríamos control mental e incluso "visión remota".
Otro de los temas que se aborda tangencialmente es el de la zombificación, los "muertos vivientes", tan de moda hoy por otro éxito catódico, The Walking Dead. Los Otros, a quienes los salvajes conocen como los Caminantes Blancos, son una misteriosa raza que vive al norte del Muro. Estos son descritos como humanoides de gran altura, de piel extremadamente pálida, casi translúcida, con apariencia cadavérica y ojos de un fuerte azul brillante. Precisamente las personas que son asesinadas por estos Caminantes Blancos se reaniman como una suerte de zombies -a los que se conoce como espectros- y que recuerdan a lo que en la antigüedad y durante la Edad Media y el Renacimiento fue conocido como necromancia, una parte de la magia negra que se servía de toda suerte de rituales para invocar el poder de los espíritus e, incluso, según antigua creencia, dar vida a los muertos. En la serie, cuando estos hombres “reviven”, su temperatura corporal es muy fría, sus ojos brillan también azules y sus manos se tornan negruzcas, obteniendo una gran fuerza para atacar a los humanas. Aunque se les puede frenar mediante el descuartizamiento, sus miembros, cual el de lagartijas, continúan moviéndose una vez separados de su cuerpo. La mejor forma de acabar con ellos es quemándolos, pues son altamente inflamables.
Otra forma de necromancia que hallamos en la serie es la que es capaz de llevar a cabo Thoros de Myr, un sacerdote rojo de R’hllor, quien puede traer de vuelta a la vida, en más de una ocasión, a Beric Dondarrion, líder de la conocida como Hermandad sin Estandartes. Aunque los resucitados mediante esta técnica no recuerdan del todo su vida pasada, acumulan cicatrices de las heridas que les causaron la muerte en ocasiones anteriores.



En la imagen superior, Fantasma, el lobo -wargo- de Jon Nieve. Debajo, el pequeño Bran Stark durante uno de sus momentos de trance como cambiapieles. Al lado, el lobo Fenrir de las sagas nórdicas y en la otra Imagen Stannis Baratheon, aspirante al trono de hierro y el Elegido según la sacerdotisa Melisandre.


ORÁCULOS DE LA ANTIGÜEDAD
La profecía está presente en toda la saga, tanto, que en ocasiones los vaticinios y visiones llegan a confundir al lector/espectador; su importancia es capital en el desarrollo de la trama, pero es un recinto concreto el que nos retrotrae a los grandes oráculos del mundo antiguo.
La Casa de los Eternos, a la que es invitada a entrar Daeneiys Taigaryen, es la morada de los brujos de Qarth, y recuerda sobremanera a los oráculos de la antigüedad que estaban presentes en la vida cotidiana y cuyos "vaticinios" eran seguidos por grandes líderes como Alejandro Magno o el emperador romano Adriano. Uno de los episodios más célebres y a su vez enigmáticos de la corta pero intensa vida de Alejandro de Macedonia fue su visita al Oráculo de Anión, en el desierto libio, alrededor del año 331 a.C. Al parecer, además de consultar imperiosamente al oráculo sobre quiénes habían sido los asesinos de su padre Filipo, quiso saber si el dios oracular le concedería el honor de convertirse en “rey de todos los pueblos”. Al parecer, la respuesta fue afirmativa, lo que no es de extrañar teniendo en cuenta lo que podía acarrearle una respuesta negativa a los sacerdotes del templo.
Del mismo modo, Daenerys, que se mueve en unas tierras que recuerdan esa misma antigüedad exótica de Oriente, Babilonia, Sumeria y, por qué no, la misma Macedonia alejandrina, entra en la Casa de los Eternos con la intención de conocer lo que le depara el futuro como Madre de Dragones. Este oráculo de Qarth, también conocido como el Palacio del Polvo, en el que muchos entran pero pocos vuelven a salir, es un edificio ruinoso y ancestral, que toma forma enroscada, como una serpiente de piedra a través de un bosquecillo de “árboles de corteza negra con hojas azules manchadas de tinta, las cuales se utilizan para hacer la bebida que los qarthienses llaman sombra de la noche”.


En la imagen superior, la escalera que conduce a la Casa de los Eternos, en Qarth, un oráculo que revelará a Daenerys cosas sobre el destino de Poniente. En la otra página, la espada de Jon Nieve, Garra, la "espada bastarda” de acero valyrio de la Casa Mormont, que le regalará Jeor Mormont, Lord Comandante de la Guardia de la Noche, tras salvarle la vida.


El que pide una audiencia con los Eternos debe seguir una serie de reglas, como debían hacer todos aquellos que consultaban los oráculos de la antigüedad: en este caso, lo primero que ha de hacer Daenerys -quien va allí siguiendo el consejo del brujo Pyat Pree- es ingerir el bebedizo, y a través de él "ver y escuchar las verdades" que le dictan los oráculos. En el interior, pasará a través de distintas habitaciones antes de llegar
a la Cámara de los Eternos, habitáculos que contienen distintas visiones.
Precisamente este oráculo tiene no pocas similitudes con el de Éfira, conocido en la antigüedad como “el Oráculo de los Muertos”, que presentaba un aspecto confuso y sombrío: largos pasillos en cuyas paredes se abrían puertas estrechas que conducían a habitaciones minúsculas, y corredores laberínticos. Para acceder hasta él los consultantes realizaban sacrificios y, tras varios días entre la vigilia y el sueño, en trance gracias a sustancias opiáceas como el hachís -que en este caso servía, como el bebedizo de Qarth, para facilitar las visiones-, podían consultar al oráculo.
Tras pronunciarse con distintas profecías, Daenerys va a ser atacada por los brujos de Qarth cuando el dragón Drogon los elimina.


PARECIDOS RAZONABLES

Jaime Lannister-Götz von Berlichingen:
A Jaime Lannister, le cercenan la mano derecha, la cual es reemplazada más tarde por una de oro. Pues bien, el personaje histórico en el que podría haberse inspirado es Götz von Berlichingen, apodado "Mano de Hierro", un caballero imperial franco del siglo XV. Éste recibió un tiro de cañón que le arrancó la mano derecha, que fue reemplazada por un mecanismo de hierro; una prótesis en la que la posición de los dedos podía fijarse con diez ruedas mecánicas, lo que le permitió volver a luchar.



Petyr Baelish-Thomas Cromwell: 
El conspirativo personaje al que apodan "Meñique" podría estar inspirado en el estadista inglés Thomas Cromwell, secretario de Estado con Enrique VIII. Ambos personajes pertenecían a familias de clase humilde que gracias a su arrojo y a sus maquinaciones, lograron ascender en su sociedad. Cromwell, a instancias del duque de Norfolk, fue detenido, acusado de traición al rey -algo que hará Baelish primero con Eddard Stark, Mano del Rey con Robert Baratheon y más tarde con Joffrey, ya rey- y ejecutado.




Cersei Lannister-Lucrecia Borgia:
El personaje de Lucrecia Borgia -al menos el de la leyenda negra- bien podría compararse al de Cersei: conspiradora e incestuosa, en la serie, mantiene una relación con su hermano Jaime y fruto de la misma son precisamente sus hijos -bastardos reales-. Lo cierto es que la Italia del Renacimiento y la familia Borgia al completo son sin duda una fuente de inspiración clara para dar forma a Desembarco del Rey y a la Casa Lannister, un nido de natos conspiradores y criminales ávidos de poder y riquezas.



Joffrey Baratheon-Eduardo deWestminster:
uno de los personajes más odiados de la serie guarda numerosas similitudes con Eduardo de Westminster, príncipe de Gales. Éste fue el único hijo del monarca inglés Enrique VI y Margarita de Anjou. Se rumoreaba que era hijo ilegítimo. Además, el joven Eduardo era un individuo depravado y amante de la violencia. De él llegó a escribir el embajador de Milán que "Este chico, con apenas 13 años, habla sólo de cortar cabeza o hacer guerras". Su muerte fue violenta, al igual que la de Joffrey.



Theon Greyjoy-Jorge de Clarence:
Theon crece como una suerte de hermanastro de Robb Stark en Invernalia. Cuando éste se proclama "rey en el Norte", Theon apoya su causa para después traicionarle. Una vez más la historia inglesa es fuente de inspiración. Precisamente las acciones de Jorge de Clarence se suceden en el marco de la Guerra de las Dos Rosas. Éste apoyaría primero las aspiraciones de su hermano Eduardo IV al trono inglés para después traicionarle y ponerse de parte de Margarita de Anjou y su esposo Enrique VI. Aquello le costó caro.



¿FUEGO VALYRIO
O GRIEGO?
Ninguno está en la cabeza de George R. R. Martin para saber en qué se inspiró para todas y cada una de las ficciones de su saga, pero algunos símiles, aunque quizá sean casuales, parecen evidentes entre Juego de Tronos y la historia universal. Uno de esos “parecidos razonables” es el de un elemento fundamental en la segunda temporada televisiva, el llamado fuego valyrio, un arma capaz de destruir al más preparado de los ejércitos, en este caso una flota naval enemiga, comandada Stanis Baratheon, aspirante a sentarse, cómo no, en el trono de hierro, en la llamada batalla de Aguasnuegras.
Pues bien, aunque el verdoso fuego ideado por Martin no existe, claro, es muy probable que se inspirase en el llamado “fuego griego”, del que sí queda registro historiográfico y que, curiosamente, continúa siendo uno de los mayores misterios bélicos sin dilucidar. Su composición no ha llegado hasta nuestros días, aunque las crónicas hablan de un invento bizantino que provocaba unas llamas capaces de devorar los navios enemigos, flotas enteras, con rapidez, pues apagarlo era una hazaña casi imposible, ya que ardía en contacto con el líquido elemento, una fórmula perdida que químicos e historiadores están intentando reescribir.
Ésta fue un arma incendiaria utilizada por el Imperio bizantino en numerosas batallas navales entre los siglos VII y XIII -una sorpresa táctica decisiva, según el experto en historia medieval José Soto, en los dos grandes asedios árabes de Constantinopla de 674-687 y 717-7I8- capaz de ardersobre el agua o en contacto con ella y que recibió diversos nombres: fuego marino, fuego romano -según lo designaron los árabes- o fuego griego, como comúnmente se conoce y como lo bautizaron los cruzados. Los bizantinos guardaron celosamente el secreto de su composición. A pesar de ello, se sabe que la enigmática mezcla, que era líquida, incluía nafta -una fracción del petróleo conocida como bencina-, azufre y es probable que amoníaco, aunque han sido prepuestas otras sustancias como la cal viva o el nitrato.
La invención del “fuego griego” se atribuye a un ingeniero militar de nombre Callínico, original de Siria, que llegó a Constantinopla en los días previos al primer gran asedio árabe.




RÄGNAROK,LA BATALLA
DEL FIN DE LOS TIEMPOS
Es muy probable que una vez más sea la mitología nórdica la que ha senado de fuente de inspiración al creador de este universo para esa batalla final que se intuye está próxima y de la que son conscientes los cuervos de la Guardia de la Noche ante el peligro que se cierne sobre el Muro. “Se avecina el invierno” -Winter is Coming- es el lema de la Casa Stark, residente en Invernalia, señores del Norte, pero es también una especie de advertencia que insinúa la importancia que el invierno, el frío, tienen en todo este universo, en un sentido cuasi apocalíptico que, repito, recuerda a las sagas nórdicas que cantan el Rägnarok o “destino de los Dioses”, la batalla del fin del mundo que aventura de forma profética el Armagedón que será precedido, según se recoge en las colecciones históricas de mitología nórdica conocidas como Eddas, por el llamado Fimbulvetr; el Invierno de Inviernos, tres inviernos consecutivos que se seguirán uno a otro sin verano.
Tras ello, se desataran todo tipo de conflictos y luchas intestinas, y todos los mortales desaparecerán.
No es casual que en Juego de Tronos se hable en reiteradas ocasiones de que se avecina el invierno más largo y crudo que recuerden los más ancianos y precisamente la lucha titánica, llena de traiciones, por el trono de hierro, ha llevado a los hombres de Poniente a un conflicto continuo de clanes enfrentados, guerras intestinas, batallas en campo abierto y asesinatos en la corte, tras décadas de relativa tranquilidad bajo el reinado de Robert Baratheon que tomó el cetro tras la muerte violenta de Aerys II Targaryen.
Es más, el verdadero peligro, como señalan en varias ocasiones los miembros de la Guardia de la Noche, viene de más allá del Muro: los salvajes, los gigantes, los espectros, muertos que regresan a la vida cual una suerte de zombies gélidos. La Canción de Hielo y Fuego no viene sino a ser la gran profecía que a modo de Rägnarok, enfrentará a dioses y hombres en una lucha mucho más trascendental que las mundanas batallas por el trono forjado de Desembarco del Rey, algo que, eso sí, la gran mayoría de los hombres de Poniente desconoce. Un territorio, el rico universo de Martin, que alude claramente al Occidente medieval de las guerras fratricidas, la lucha por crear fronteras y el surgimiento de una nobleza guerrera, junto a la aparición de la figura de los primeros grandes reyes, como Carlomagno.
Es más, en la versión original inglesa, Poniente es Westeros, que recuerda a Western World o “Mundo Occidental”, y que tiene muchos elementos de la vieja Europa en torno al siglo XV, previa al descubrimiento de América; curiosamente, en el mapa de Poniente, no se conocen las tierras que están más allá del mar occidental. Un complejo tablero de ajedrez donde se narran las luchas sin cuartel entre la nobleza y los reyes, el fin de toda una era que se adentra en las turbulentas aguas de una imprecisa modernidad.
Hay quien alude también, en relación al lema de los Stark, a que Martin se inspiró en un hecho histórico concreto como es la conocida como Pequeña Edad de Hielo, un periodo frío que sucedió al periodo cálido medieval -entre los siglos X y XIV-, que abarcó aproximadamente de 1550 a 1850, alcanzando su punto álgido en 1816, el conocido como “Año sin Verano”, momento en el que la temperatura en el Viejo Continente descendió considerablemente, provocando una gran escasez de alimentos.




LA GUARDIA DE LA NOCHE,
LOS TEMPLARIOS DEL NORTE
Los cuervos, como se conoce a los miembros de la Guardia de la Noche, son integrantes de una organización que tiene muchos nexos en común con las Órdenes medievales que, como los Templarios, Hospitalarios o los caballeros Teutónicos, eran organizaciones religioso-militares. El fuerte simbolismo que encierra dicha hermandad se halla precisamente en que es refugio de asesinos, forajidos y traidores -también antiguos nobles caídos en desgracia- que hacen sus votos como la única forma de redimir sus errores del pasado, y salvar así su vida, aunque ésta esté condenada para siempre al hábito negro y a la vigilancia del Muro, una colosal fortificación compuesta principalmente por hielo y situada al norte de Poniente, con unos 483 kilómetros de extensión, y más de 213 metros de altura. La Guardia de la Noche cuenta con diecinueve castillos a lo largo del Muro, aunque en la actualidad, perdido su antiguo esplendor, sólo controla la Torre Sombría, el Castillo Negro y Guardiaoriente del Mar.
Los votos y el juramento de la Guardia de la Noche, cuyos miembros también se conocen como "los hermanos negros", recuerdan mucho a los que debían realizar los monjes guerreros medievales, y su misión es proteger Poniente de las amenazas, numerosas e imprecisas, que se hallan más allá del Muro, como los Templarios y sus homólogos debían proteger Tierra Santa del avance de los que para ellos eran infieles. Si el símbolo de los templarios era la cruz paté, y la de los teutónicos una cruz negra sobre vestimenta blanca, en este caso es un color, el negro, el símbolo por antonomasia de los miembros de la Guardia de la Noche, negro en referencia a su hábito. Un miembro de la Guardia de la Noche lo es para lo que le resta de vida. Deben guardar votos de castidad y obediencia. Muchos criminales pueden entrar en sus filas como forma de evitar la pena capital, lo que recuerda a la Legión Extranjera francesa.




STARK Y LANNISTER: LA
GUERRA DE LAS DOS ROSAS
En este caso ha sido el propio autor estadounidense quien ha confesado que se inspiró en este episodio clave de la historia moderna inglesa para dar forma a la enconada rivalidad entre estas dos casas. Los Lannister son precisamente los responsables de la mayoría de asesinatos entre los Stark y ello provoca un odio visceral entre los miembros de ambas familias que se extiende a lo largo de toda la serie.
La conocida como Guerra de las dos Rosas fue una guerra civil que enfrentó en distintas etapas a los miembros y partidarios de la Casa de los Lancaster contra los de la Casa de York entre los años 1455 y 1485. Tanto unos como otros descendían del rey Eduardo III y por tanto aspiraban al trono inglés tras el vacío de poder dejado por los Plantagenet. Se conoció como “Guerra de las dos Rosas” en alusión al emblema que identificaba a cada casa: la rosa blanca de York y la roja de tos Lancaster, a partir del Romanticismo.
Lannister es un apellido que fonéticamente tiene mucha similitud con Lancaster y Stark no dista demasiado de York. Curiosamente, tras el asesinato del rey Aerys y el príncipe Raeghar, con la consecuente desaparición de tos Taigaryen en Poniente, las dos casas intentaron conquistar el trono de hierro: los Lannister comandados por Lord Tywin y los Stark de Lord Eddard, que se aliaron con los Baratheon y los Arryn. Además, en la Guerra de las Dos Rosas fueron habituales las traiciones y el cambio de bando de algunos contendientes, cosa que sucede de forma habitual en la ficción. Existen amplias similitudes entre los Siete Reinos y la antigua geografía inglesa y la división en casas que dominan partes de un territorio delimitado por un muro, algo genuina-mente anglosajón. En referencia a esta enorme muralla defensiva, que protege a tos hombres de Poniente de los Caminantes Blancos, parece que puede tratarse de una revisión de la Muralla de Adriano, erigida entre tos años 122 y 132 por orden del emperador romano que le dio nombre con la intención de defender Britania de los bárbaros del Norte, como los pictos o tos escotos de Irlanda, que recuerdan a los salvajes de la saga.
Por otro lado, en referencia a la historia inglesa como principal fuente de inspiración de George R. R. Martin, el diario El Mundo entrevistaba al doctor en Historia Medieval Daniel Rodríguez Caldoso sobre la historia real que había tras Juego de Tronos, quien señalaba que “La Heptarquía anglosajona, formada por Kent, Sussex, Wessex, Essex, Northumbria, Estanglia y Mercia, guarda una evidente relación con los siete reinos”.
Incluso el pasaje que, según confesó el autor, más le costó escribir, el de la Boda Roja o las Lluvias de Castamere, puede estar inspirado en hechos históricos reales, en este caso de la historia escocesa. Puesto que narrarla sería ofrecer demasiados tan sólo diremos que en este sangriento fragmento parte de los Stark son masacrados sin piedad, traicionados por Lord Walder Frey a instancias de Tywin Lannister, mientras se desarrolla la ceremonia, como invitados en su castillo. Dicho pasaje podría tener su reflejo en distintos episodios históricos: la conocida como Cena Negra, que tuvo lugar en Escocia en el siglo XV, donde el clan de los Douglas fue traicionado por otros clanes y la corona; y la Masacre de Glencoe, también en Escocia, a finales del siglo XVII, donde los MacDonald, invitados a un festejo por los Campbell, fueron brutalmente asesinados, mientras sus mujeres y sus hijos morían a la intemperie.




1. El Cuervo de Tres ojos. 2. Daenerys Targaryen y uno de sus dragones. 3. Uno de los rostros tallados en un Arciano por los Niños del Bosque. 4. La sacerdotisa Melisandre, celosa guardiana del culto monoteísta de R’hllor. 5. Jaqen H’ghar, uno de los "hombres sin rostro”, astuto criminal de Lorath.

El cuervo de tres ojos: Aparece a intervalos en diferentes capítulos de la serie y se muestra a Bran Stark en el marco de sus visiones proféticas. Al parecer, está ligado a los Antiguos Dioses de más allá del Muro. En tiempos pretéritos perteneció a la Guardia de la Noche. Se dice de él que "tiene mil ojos, y uno".
Los Dragones: Se creían extintos, pero Daenerys Targaryen, una suerte de exótica libertadora y heredera legítima al trono de hierro, se convierte en la nueva "madre de dragones" y tiene a su cargo a tres de estos seres que, para muchos pueblos de nuestra antigüedad, llegaron a ser considerados reales. Todavía hay quien cree que puede descubrir alguno vivo, lo que parece difícil... Sus huevos eclosionaron entre el fuego junto a Daenerys, en la vasta planicie de Mar Dothraki. Fueron bautizados por su "madre" como Drogon -en homenaje a su marido fallecido, el caudillo de los Dothraki Khal Drogo-, Rhaegal y Viserion. Está claro que constituyen una amenaza para la casa Lannister y los demás aspirantes al trono de hierro y que serán decisivos en los acontecimientos venideros.
Arcianos, árboles milenarios: Estos árboles, que parecen estar directamente relacionados con las visiones de Bran Stark, de corteza blanca y hojas rojas poseen en su tronco un rostro que, según la tradición, fue tallado por los también enigmáticos Niños del Bosque durante la Edad del Amanecer, antes de la llegada de los Primeros Hombres por el Mar Angosto. A través de ellos los antiguos dioses velan por aquellos que todavía profesan su religión y son así testigos de los acontecimientos más relevantes; es más, en el pasado los llamados "verdevidentes" -aquellos considerados sabios entre los Niños del Bosque, que tenían facultades mágicas- pueden ver a través de los ojos de estos árboles. Con su madera, que nunca se pudre, está tallada la mesa de asambleas de la Guardia Real y el trono de la Casa Arryn en el Nido de Aguilas.
Magia negra: La utiliza principalmente el personaje de Melisandre de Asshai, una especie de hechicera que controla al pretendiente al trono de hierro Stannis Baratheon mediante extraños conjuros y una capacidad de persuasión -a través de, entre otras bazas, el erotismo- difícil de sortear. Melisandre es la principal representante del culto monoteísta al dios R'Hllor y sus acciones para honrarle recuerdan a las hechiceras de la antigüedad y las brujas de la historia moderna. La sacerdotisa goza de poderes proféticos que le aportan un conocimiento parcial de lo que está por venir, visiones que suele obtener de las llamas, del fuego, lo que ha llevado a algunos a interpretar que su culto es diabólico. No obstante, contrariamente ésta se cree la representante de la luz frente a la oscuridad encamada en el Gran Otro, el enemigo de R'hollor que no se debe nombrar, al que siguen los Otros. En una ocasión Melisandre engendra una tenebrosa criatura tras una especie de ritual de magia negra, encargada de acabar con la vida de Renly Baratheon, hermano y rival de Stannis, y se la puede ver utilizando diversos venenos y sustancias extrañas de su botica particular.
Los hombres sin rostro: Especie de Hermandad de Asesinos que veneran al conocido como Dios de los Muchos Rostros, una suerte de dios de la muerte. Su origen se halla entre los esclavos de Valyria. En su templo, conocido como la Casa de Blanco y Negro, los seguidores de esta extraña religión van ataviados con túnicas blancas y negras y entre sus tareas se encuentra la de atender a los muertos. En el recinto se halla una fuente y varios altares consagrados a los distintos dioses de la muerte. Algunos visitantes que llegan a la Casa de Blanco y Negro beben del agua de la fuente utilizando una copa negra. De dicha fuente mana veneno que permite a aquellos que lo ingieren tener una muerte sin dolor, puesto que los seguidores de este culto consideran que la muerte es parte del orden natural de las cosas y un fin misericordioso al sufrimiento, instando así al suicidio. Por un alto precio, la hermandad o uno de sus miembros accede a matar a alguien. Estos enigmáticos personajes son entrenados para descubrir engaños y disfrazarse, poseyendo una serie de habilidades mágicas que les permiten cambiar de apariencia.
Uno de los aspectos más grotescos y singulares de su culto casi demoníaco es que cortan los rostros de aquellos que van a morir a su templo, colgándolos en una muralla especial como máscaras para usar durante sus acuerdos contractuales. En la serie televisiva han tenido aún poca presencia, tan sólo uno de ellos aparece para saldar su deuda con la pequeña Arya Stark, en la segunda temporada, ayudándola a escapar de Harrenhal.
Se trata de Jaqen H'ghar, un astuto criminal de Lorath, quien tiene la capacidad de cambiar su apariencia física y su rostro.
Una frase que se asocia al culto de su dios, y que es célebre entre los seguidores de la saga, es Valar Morghulis, que traducido del Alto Valyrio -la lengua de los antiguos- significa "Todos los hombres deben morir". La respuesta a esta sentencia es Valar Dohaeris, cuyo significado viene a ser "todos los hombres deben servir".



POLITEÍSMO VS MONOTEÍSMO
En Juego de Tronos se evidencia un marcado conflicto entre religiones, una lucha entre el politeísmo y el monoteísmo que recuerda al experimentado por el Imperio romano tras la implantación del cristianismo. En los tiempos en que se desarrollan los hechos, lo que podríamos considerar el “presente” de la saga, los hombres de Poniente guardan culto a los Siete, un dios séptuple, una deidad única con siete aspectos: el Padre, el Guerrero, el Herrero, la Madre, la Doncella, la Vieja y el Desconocido y dicha religión es conocida simplemente como “la Fe”; si consideramos a los siete atributos de un mismo dios, no estaríamos hablando exactamente de politeísmo per se, aunque el monoteísmo en este caso lo representa claramente un culto muy concreto del que enseguida hablaré. El símbolo de la religión de los Siete es una estrella de siete puntas, prismas de cristal, arco iris y el número citado para representar a su deidad. Su estructura edesial está muy jerarquizada y recuerda a la de la Iglesia católica: está dirigida por el Sep-tón Supremo -que equivaldría al Papa en el Vaticano- y un consejo de “Altos Devotos” que guarda paralelismos con el Colegio de Cardenales católico, un selecto grupo de individuos de entre los que se elige al Septón Supremo de tumo, en una suerte de cónclave.
Frente a la fe en los Siete se hallan otras religiones menores, la más poderosa de ellas la creencia en R’hllor, cuya principal representante es la hermosa y embaucadora sacerdotisa lady Melisan-dre, quien ha convencido al aspirante al trono de hierro Stannis Baratheon de que es el Elegido, AzorAhai, una figura mesiánica profetizada en los antiguos libros deAsshai, que decidirá la guerra
y que recuerda en algunos aspectos a los Elegidos de diversas religiones de nuestro universo. La profecía -elemento sobrenatural presente con fuerza en toda la saga- reza que un Ahai usará una espada de fuego llamado Portadora de Luz, conocida como la Espada Roja del Héroe, y levantará “a los dragones de la piedra”.
Su enemigo -al modo de Satanás- es el “gran Otro”, un dios maligno de la oscuridad, el frío y la muerte que mantiene una eterna lucha contra R’hllor.
De lo que no cabe duda es de que Juego de Tronos es un universo en sí mismo que bebe, como las tragedias épicas, de los grandes conflictos de la humanidad. En él se aúnan las pasiones más mundanas con una magnética atracción por el misterio, la magia y lo oculto que toda obra de fantasía épica debe contener; en este caso, basada en muchos aspectos “reales” tanto de la mitología como de la historia que no hacen sino enriquecer aún más un relato cuyo final todos anhelamos conocer pero que, como siempre sucede, nos dejará el sabor agridulce del que ha terminado de degustar algo sublime. Por ahora, aún nos quedan unas cuantas aventuras -o desventuras- en Poniente que leer y visionar, esperando que no se cumpla el designio de los hombres sin rostro... Valar Morghulis.


> PARA SABER MÁS
El libro Reyes, Espadas, Cuervos y Dragones, de la Editorial Fragua, donde varios autores desgranan gran parte de lo que se esconde, que es mucho, tras la serie de moda.

miércoles, 30 de septiembre de 2015

Cine maldito

EL CINE DE TERROR YA ES DE POR SÍ UN GÉNERO QUE SE PRESTA A LA SUGESTIÓN, PERO LO CIERTO ES QUE EL CÚMULO DE HECHOS INSÓLITOS Y ACCIDENTES QUE ATESORAN MUCHOS DE ESTOS RODAJES DA QUE PENSAR. TAMBIÉN LOS REMAKES, REBOOTS Y NUEVAS FRANQUICIAS…
¿NOS HALLAMOS REALMENTE ANTE UNA FILMOGRAFÍA MALDITA?

TEXTO: Óscar Herradón
FUENTE: Revista Española ENIGMAS Nº 237, Agosto de 2015.



Luces, cámara, terror…”! Ese  bien podría ser el pistoletazo de salida de los rodajes de los que vamos a hablar, no sólo por su argumento, directa o indirectamente acogidos al género del susto, sino porque los hechos anómalos e incluso luctuosos que tuvieron lugar antes, durante o después del proceso de creación de dichas cintas fueron realmente para ponerle a uno los pelos de punta, episodios que convirtieron dichas películas en malditas por antonomasia. Pero los sucesos aparentemente paranormales que rodean al séptimo
arte, la huella de la tragedia, no son cosa sólo del cine clásico –etiqueta que se ha ganado también parte del cine de terror moderno– sino que parece ser algo más habitual de lo que uno pudiera creer, campañas de marketing al margen que, evidentemente, hacen uso de los fenómenos anómalos a través de falsos episodios para promocionar las películas –célebre fue el reciente caso del remake de Carrie–. Entre el amplio abanico de “rodajes malditos” se encuentran cintas que ya forman parte del imaginario colectivo, de las que ahora hablaremos, pero lo cierto es que precuelas, secuelas y otras películas de alguna manera relacionadas con el más allá, tienen todos los ingredientes para acabar ocupando un lugar de honor en este singular panteón de lo inexplicable. 

EL DEMONIO EN EL PLATÓ
El Exorcista es más que un clásico. No sólo del género de terror, sino también de los rodajes malditos. Y es que esta película dirigida en 1973 por William Friedkin que revolucionó la forma de contar lo sobrenatural en la pantalla grande, estaba basada en una novela de William Peter Blatty que a su vez se había inspirado en una historia que el autor siempre ha insistido en que era estremecedoramente real. En este caso la del chico de 14 años Robert Mannheim –según se hizo eco en 1949 The Washington Post–, cuya identidad fue sustituida por la de la niña Regan MacNeil –interpretada por Linda Blair–. 


Según los investigadores expertos en fenomenología paranormal Brad y Sherry Hansen Steiger, “…Blatty (…) ha experimentado fenómenos paranormales a su alrededor desde su más tierna infancia. Blatty cree que ha demostrado telequinesis en numerosas ocasiones, y está convencido de que posee poderes de precognición”. Sea realmente así o no, lo cierto es que el rodaje estuvo salpicado por lo insólito y cubierto por un velo trágico desde el principio: al poco de llegar a Nueva York para comenzar a rodar, el actor sueco Max Von Sydow, que interpreta al padre Merrin, recibió la noticia del fallecimiento de su hermano; el hijo de Jason Miller, que interpreta al coprotagonista, el padre jesuita Damien Karras, fue atropellado por un motorista que se dio a la fuga, quedando malherido. El actor Jack MacGowran, según apunta Jesús Palacios, “murió apenas una semana después de haber filmado la escena en que su personaje de la película muere asesinado”. El rodaje se mantuvo en el más estricto secreto y tuvo lugar en Georgetown y en los Ceco Studios de Nueva York, comenzando en agosto de 1972. Debía durar 85 días pero se alargó de manera orprendente debido a toda una serie de contratiempos, y su presupuesto inicial de 4 millones de dólares se disparó hasta casi los 13 millones.
Los rumores sobre una supuesta maldición no tardaron en circular como un torrente por los pasillos de Hollywood; constantes sucesos inexplicables parecían confirmar dicho temor: una mañana, a primera hora, un incendio fortuito destruyó por completo el decorado, retrasando el rodaje seis semanas –según Friedkin, una paloma había chocado durante el vuelo con la caja de fusibles…–. 
Durante los 15 meses que duró el rodaje los incidentes se multiplicaron:  un carpintero se amputó el pulgar en un accidente, mientras que un electricista perdió un dedo del pie. Puesto que la filmación se postergó varias veces, las escenas que tienen lugar en Irak se rodaron con un calor asfixiante y en unas condiciones que causaron que más
de diez personas del equipo enfermaran, algunas de disentería. La propia Ellen Burstyn, madre en la ficción de la joven Regan, llegó a declarar: “No sé si había realmente una maldición. Pero hubo algunos sucesos verdaderamente extraños durante el rodaje de aquel film. (…) Hubo muchas muertes durante… el abuelo de Linda (Blair) murió, la esposa del asistente de cámara tuvo un hijo que murió, el hombre que refrigeró el set murió, el conserje que cuidaba del edificio fue asesinado a tiros… Creo que en total hubo nueve muertes durante el curso del film, lo que es un increíble montón… Daba miedo”. Sin duda, mucho más que el giro de cabeza de 180º, los regurgitaciones verdosas y la voz gutural de la pequeña poseída. Y es que parece que el mismo demonio se había apoderado del set y de la batuta de director. Vade Retro Satana. 

LA SEMILLA DEL DIABLO
No vamos a hablar de la trágica muerte de la esposa de Roman Polanski, Sharon Tate, a manos de algunos miembros de la secta la Familia, comandada por Charles Manson, que tuvo lugar apenas seis meses después del estreno de La Semilla del Diablo, pues ya nos hemos ocupado de este trágico suceso. Al margen, pues, de la carnicería que tuvo lugar en Beverly Hills, un fatídico 9 de agosto de 1969, el debut del realizador polaco en Hollywood fue una auténtica pesadilla para todos los que estuvieron involucrados: uno en el que l hijo del diablo tomaba forma en el vientre de una ingenua y angelical Mia Farrow, que hubo de sufrir lo suyo entonces con un machista y violento Frank Sinatra y años después con un excéntrico Woody Allen. Cotilleos aparte, el maligno parece que gustó de hacer de las suyas durante el rodaje del “Bebé de Rosemary”, la que debía ser traducción fidedigna del título original. Basado en el best seller de Ira Levin, su adaptación a la pantalla grande fue ofrecida en primer lugar a Alfred Hitchcock, pero los derechos finalmente los adquiriría William Castle, que pasaría a Robert Evans, de la Paramount, quien pensó en Polanski, quien se había construido una leyenda de realizador neurótico y morboso por cintas como El cuchillo en el agua o Repulsión, aunque era un judío agnóstico que no se veía, de primeras, en semejante proyecto.



El rodaje tuvo lugar casi de forma íntegra en decorados de los estudios de la Paramount en Hollywood, salvo algunos exteriores, que se rodaron en el Edificio Dakota de Manhattan –llamado Bramford en la película–, edificio maldito por antonomasia de la ciudad de los rascacielos: se decía que entre sus paredes se habían suicidado una decena de personas y doce años después se convertiría en la residencia del ex Beatle John Lennon, que sería asesinado precisamente a sus puertas el 8 de diciembre de 1980. Como el resto de cintas citadas, la producción de La semilla del diablo implicó un infortunado conjunto de circunstancias que hicieron que Castle, quizá como hábil estrategia publicitaria, la calificase de “maldita”. Más tarde le pesaría haberlo hecho: cuando la película fue estrenada, el compositor responsable de la banda sonora, habitual del cine de Polanski, Krysztof Komeda, entró en coma, y el propio Castle estuvo a punto de morir en quirófano por una infección de vejiga que se complicó. La leyenda cuenta que, al despertar de su operación, gritó: “¡Rosemary, por el amor de Dios, tira ese cuchillo!”. Dado de alta, llegaría a decir que “la historia de la película está sucediendo en la vida real. Las brujas están lanzando sus maldiciones. Y yo soy uno de los intérpretes principales”. La cinta fue ampliamente condenada por censores y activistas cristianos de todo el mundo, mientras que, por el contrario, los satanistas la tomaron como estandarte, entre ellos Anton LaVey, pope de la Iglesia de Satán que, a pesar de los rumores, no participó ni produjo la misma, y ni siquiera conocía a Polanski.
El realizador, por el contrario, para alejar el rumor del malditismo y fiel a su falta de fe, afirmó que las declaraciones de Castle eran “ridículas” y que “fui atacado por grupos católicos. Nunca por brujas, como dice mucha gente.
Las brujas me dijeron que les gustaba la película… Si algo causó la enfermedad de Bill Castle, fue tener demasiado éxito”. Menos de un año después, su hermosa mujer, Sharon Tate, embarazada de ocho meses, era víctima, junto a varias personas, de los delirios megalómanos y apocalípticos de un gurú venido a menos de nombre Charles Manson. La maldición se blindaba para siempre.

NUEVAS PELÍCULAS,
VIEJOS TEMORES 
Parece cosa manida eso de que los rodajes de películas con temática paranormal están rodeados de extraños sucesos, pero lo cierto es que aquellos directamente relacionados con los mismos, afirman que han sido testigos de ruidos extraños, sensaciones inexplicables, objetos que se mueven solos, voces guturales, llantos infantiles… vamos, lo mismo que sucede en el argumento de dichas películas, pero parece que estremecedoramente real. Una saga que está rompiendo todos los índices de audiencia es aquella que tiene como protagonista a la muñeca Annabelle, más terrorífica si cabe cuando uno descubre que se basa en una historia real. Los sucesos extraños tuvieron lugar principalmente durante el rodaje de la secuela, titulada precisamente con el nombre de la muñequita de marras. Fue el director, John R. Leonetti, quien confesó a la prensa que habían experimentado una serie de experiencias cuanto menos extrañas: la muñeca –diseñada ex profeso para el film–, cambiaba de ubicación sola, o al menos esa era la sensación de quienes estaban en el set –la sugestión debe ser grande si uno conoce su verdadera historia–, y una de las lámparas se movió durante varios segundos hasta caer sobre la mesa en la que estaba situada. También aparecieron diversos papeles escritos con lo que parecía ser la letra de un niño, algunos de ellos en el despacho del propio Leonetti… ¿Cosa de Annabelle o de algún bromista? El primer incidente que Leonetti confesó a la prensa “sucedió en un salón donde rodábamos”. Al parecer, el realizador se fijó en una ventana llena de polvo cuando, de repente, “vi la marca de tres dedos entre la suciedad. Era tan increíble que lo fotografié”, curiosamente, los mismos que tiene el demonio de la cinta. Pero lo peor estaba por llegar. El productor, Peter Safran, declaró: “Rodábamos una escena en la que el demonio de la  cinta perseguía a un conserje. Cuando este último se colocó cerca de una lámpara, ésta se rompió y le cayó en la cabeza”. Curiosamente, según Safran, “el conserje de la película es asesinado en ese mismo pasillo”.

PROFETIZANDO LA DESGRACIA
De nuevo el maligno y una vez más los hechos anómalos, las situaciones  in extremis y los accidentes… En este caso fueron los implicados en el rodaje de otra cinta emblemática, La Profecía, estrenada en 1976 y dirigida por Richard Donner –el de Superman, otra saga marcada por lo trágico–, los que hubieron de sufrir las iras de lo inexplicable.
El título original iba a ser La marca de nacimiento –en alusión a la que muestra el pequeño e inquietante Damian–, pero cuando se procedió a rodar en un hospital de Londres la escena en que Kathy cae al vacío, tras colocarse un cartel en recepción que indicaba dónde se hallaba el plató, las mujeres de la sección de maternidad se quejaron a los productores, que finalmente se decidieron por La Profecía. Anécdotas aparte, el rodaje estuvo rodeado de numerosos incidentes de mayor calado. Poco antes de que comenzara, el hijo de Gregory Peck, la gran estrella de la película, Jonathan Peck, se suicidaba descerrajándose un tiro en la cabeza. La profecía se filmó en el punto álgido de los
ataques del grupo terrorista IRA en Inglaterra. Durante el mismo, una bomba colocada por un comando estalló cerca del Hotel Hilton, donde se alojaban Donner y el productor ejecutivo, Mace Neufeld. Otro explosivo destrozó un restaurante en el que ambos tenían una reserva para comer una hora después –en este caso habría que hablar de “bendición”–.



Pero aparte de la acción del IRA, el rodaje de La Profecía estuvo  rodeado desde el primer momento de una serie de acontecimientos misteriosos que se lo pusieron fácil a la prensa para etiquetar la producción de “maldita”. Antes de comenzar a rodar, el avión que trasladaba al protagonista, Gregory Peck, de los Ángeles a Londres, fue alcanzado
por un rayo mientras sobrevolaba el Atlántico, quedando un motor inutilizado, aunque pudieron aterrizar sin problema. Unas semanas después, el avión en el que viajaba el guionista David Seltzer, que hacía la misma ruta, fue alcanzado por otro rayo, cual si el cielo protestara por lo que tenían entre manos. Curiosamente,
como también le sucedió a Donner, Peck pareció estar protegido por una mano invisible, ya que canceló a última hora un vuelo a Israel y el aparato se estrelló posteriormente, sin ningún superviviente. Nunca se pronunció sobre si algún tipo de presentimiento le alertó del peligro. Otro avión, en este caso un jet privado que a punto estuvo de ser alquilado por el equipo de producción, se estrelló matando a todos sus ocupantes: un hombre de negocios y su familia –su mujer y sus dos hijos–.
Sin embargo, los percances no terminaron aquí: el mismo día que una escena con leones fue rodada en el Safari Park de Windsor –que finalmente sería descartada del montaje final–, un guarda de seguridad del recinto era despedazado por dos de estas fieras. Uno de los sucesos más graves tuvo lugar en Holanda, cuando, tras completar la posproducción de La Profecía, el supervisor de efectos especiales, John Richardson, marchó a los Países Bajos a trabajar en Un puente lejano. Un viernes 13, fecha de connotaciones fatídicas, de agosto de 1976, éste y su asistente Liz Moore regresaban a su hotel cuando sufrieron un trágico accidente en el que el segundo perdió la vida –los rumores afirman que Moore murió decapitada, como el personaje de David Warner en la cinta– y, según la leyenda, cuando Richardson volvió en sí tras quedar inconsciente, vio una señal que indicaba la distancia a un pequeño pueblo holandés: “Ommen, 66,6 km”… Esto último es difícil de creer. Sin embargo, tiempo antes el propio director, Donner, había sufrido un aparatoso accidente de coche.
Muchos eran los que pensaban que el mismo diablo no permitiría que  la producción terminase. A ello se sumarían las críticas de numerosos sectores tras su estreno: la Liga Católica dijo que la película era “blasfema”. Y fue lo más light que dijeron de ella. La película, según el fallecido periodista Miguel Ángel Prieto, “bebía de la fascinación de los años 70 por lo oculto, los niños  diabólicos y los presagios pre-milenaristas sobre el fin del mundo”. Donner sufrió presiones para que no comenzara el rodaje, pero hizo caso omiso. Con terribles resultados…

La muñeca que vemos en las películas, una suerte figura de ventriloquía, fue creada ex profeso para las mismas y, a pesar de su aterrador aspecto –esa es la idea, “vender miedo”–, lo cierto es que no tiene nada que ver con la original, que descansa –sólo cuando está tranquila–, en un museo de lo paranormal en un apartado rincón de Connecticut (EEUU). La original es una muñeca de trapo de pelo rojo y coletas –de la marca Raggedy Ann, muy célebre al otro lado del Atlántico en la década de los 30–, cuya historia es lógico que haya inspirado el guión de una cinta de horror. Los dueños de Annabelle eran una pareja de célebres investigadores de lo paranormal estadounidenses, Ed y Lorraine Warren, cuyo museo con objetos sobrenaturales se halla en el sótano de su propia casa, donde la pieza más preciada y por ende peligrosa, es, como podrás imaginar mientras lees, la susodicha muñequita. Ed murió en 2006, pero Lorraine, con 88 años, se ha convertido en toda una estrella mediática tras el estreno de la franquicia. Según contaba a los medios de comunicación la octogenaria investigadora paranormal, Annabelle fue la protagonista de un impactante caso que el matrimonio investigó en los años 70. No desvelamos más para no caer en el spoiler.

Tienen su propia página web: www.warrens.net, donde podrás conocer toda la historia e incluso, si uno da el salto al otro lado del Atlántico, realizar un tour por el inquietante museo sobrenatural. Otro clásico del cine de terror es Poltergeist, cuya primera entrega y sus secuelas están rodeadas de un aura de malditismo difícil de olvidar. Pero ahora nos centraremos en el reboot de esta cinta que en 1982 dirigiera Tobe Hooper con el apoyo en la producción del mismísimo Steven Spielberg, que ha despertado viejos miedos. Y es que, según reveló el director de la película, Gil Kenan, éste experimentó en carne propia la supuesta “maldición” de la saga, apuntando a la prensa, ávida de carnaza sensacionalista, que “no te niego que se dieron extraños sucesos durante el rodaje, pero –matiza– en parte nos ocurrió por nuestra predisposición”. No obstante, señaló que “Hubo momentos en los que no funcionaron ni los radio-micrófonos, ni las cámaras dron, ni los GPS (…)”; situaciones inexplicables que según el realizador siempre ocurren pero que, al suceder durante el rodaje de Poltergeist, “todos nos asustamos”. Por el momento, los sucesos extraños se limitan a eso, a fenomenología poltergeist y no a hechos luctuosos como en la saga original. Esperemos que continúe siendo así.


> PARA
SABER MÁS
El libro
Hollywood
Maldito, del
periodista y
escritor Jesús
Palacios,
publicado
recientemente
por Valdemar,
un completo
recorrido por
los rodajes
malditos.

La Lanza del Destino

“Quien la sostenga en sus manos, sostendrá,
para bien, o para mal, el destino del mundo”.
Leyenda anónima

FUENTE: Revista Española ENIGMAS Nº 237, Agosto de 2015.


“Llegando a Jesús, como lo vieron ya muerto, no le
rompieron las piernas, sino que uno de los soldados
le atravesó con su lanza el costado, y al instante
salió sangre y agua. El que lo vio da testimonio, y
éste es verdadero”.

Evangelio según San Juan, 19: 33-37

A Cayo Casio Longinos le tocó una de esas papeletas por las que se pasa a formar parte de una historia, posiblemente la más grande de los últimos dos mil años. Por esas bromas que gastan los dioses,  Longinos acabó dentro del grupo de traidores o mala gente en general que llenan las páginas de esa historia. Situémonos en un momento crucial de la vida del nazareno. El Hijo del Hombre ha sido crucificado y permanece retorciéndose de dolor, clavado en la cruz, a la espera de que el Padre lo libere de sus ataduras físicas y se  lo lleve de este infierno terrenal. El dolor es terrible. Atado a la columna, Jesús ha llegado al límite, y lo ha traspasado. Horas antes, antes de ser prendido, la tensión acumulada y el conocimiento de lo que se avecinaba hicieron que el nazareno comenzara a exudar sangre. No es un milagro más; es simplemente producto de un sufrimiento psicológico extremo; el estrés descomunal que hace que los capilares se rompan y las glándulas sudoríficas comiencen a expulsar el líquido sanguíneo. Después, más le hubiera valido haber muerto cuando el verdugo, con el terrible flaggelum, el látigo de cuero al que con crueldad se ataban bolas de metal y trozos de hueso animal para que a cada golpe desgarrara jirones completos de carne, le golpeó en casi ochenta ocasiones. El reo, que no estaba para llevar  muchas cuentas, sí tuvo que percibir que con él no se cumplía la ley judía, que advertía que como máximo eran 39 los latigazos a infringir. Y con Jesús doblaron la cifra. O más…
Seguramente estaríamos ante un hombre deshecho, con la espina dorsal al descubierto, las venas y músculos colgando de espalda, nalgas y extremidades, con el cuerpo incapaz de
sostenerse, y víctima de una conmoción hipovolémica, que anunciaba la llegada inminente de un fallo multiorgánico. Y aún así, las sagradas escrituras aseguran que se repuso; que logró caminar. Y como el castigo parecía poco le colocaron sobre la cabeza, como rey que era, no una corona sino un casco de espinas, que se clavaron en las pocas partes en las que el látigo no había hecho bien su trabajo. Segundos después le tiraron sobre la espalda el patibulum, el madero horizontal que habrían de colocar sobre aquel que permanecía
erecto en el monte del Calvario. Más adelante, insultado por el pueblo, cayó al suelo y un legionario ordenó a un hombre llamado Simón que lo ayudara a llevar la pesada carga.
Llegaron a la cima, y allí, clavos de cuatro caras y 16 centímetros atravesaron las muñecas por el nervio mediano, provocando un dolor extremo en el ajusticiado, que a partir de esos momentos, una vez fue subido a la cruz y sus pies clavados al madero, Jesús, con los huesos dislocados y los nervios triturados tuvo que hacer un esfuerzo titánico para respirar, ya que en esa posición el aire no ventilaba sus pulmones. Al cabo de los minutos, si los condenados no fallecían, los legionarios procedían a partirles las piernas para evitar que apoyaran las extremidades en el madero inferior, y que de esta forma pudiesen respirar. Pero con Jesús no hizo falta. Tras alzar la cabeza, al menos eso cuentan las Escrituras, gritó: “Elih, Elih… lama sabactaní” –“Padre, Padre… por qué me han abandonado”–, dirigió la mirada a su madre, y tras susurrar que ya estaba todo consumado, murió.
Segundos después Cayo Casio Longinos  se aproximó a los pies de la cruz, y atravesó el costado de Cristo con una lanza. La sorpresa fue extraordinaria, cuando empezó a brotar un líquido similar al agua, que golpeó su rostro, y a continuación sangró copiosamente. Por eso Longinos hoy es santo; porque estando casi ciego, al recibir el sifón de líquido recobró de nuevo la vista perdida, y se convirtió al cristianismo.
La lanza se convirtió a partir de aquel momento en uno de los objetos sagrados más importantes, y más perseguidos. 


El  cuadro de Fra Angelico representa a Cristo atravesado por la lanza de Longinos, reliquia que supuestamente se conserva en Viena.





Y COMENZÓ LA BÚSQUEDA…
Mil novecientos diez años después, un joven pintor malvivía en la calles de Viena, intentando vender su obra, unas acuarelas de poca calidad. El poco interés que despertaba su arte y el frío en las calles, hizo que nuestro protagonista pasara muchas horas recorriendo los salones del palacio Hofburg. Allí se encontraba el museo que recogía las piezas de la colección de la familia Habsburgo, las conocidas como “insignias”, un tesoro de incalculable valor entre cuyas piezas, una hizo que la imaginación del muchacho se desbordara.
Porque aquella punta de metal, con el extremo inferior cosido era, según anunciaba el cartel, la misma que utilizó Longinos para atravesar el costado de Jesús. Y aquel desarrapado llegó a la  conclusión de que ese objeto estaba revestido por el poder de aquel cuya carne atravesó. Y ese poder, haría de su dueño un ser igualmente poderoso. En ese instante supo que aquella lanza, algún día, sería suya. Años después, aquel hombre aseguraría que al observar la Lanza, supo “de inmediato que era un momento importante de mi vida. Y sin embargo, no podía adivinar por qué un símbolo cristiano me causaba semejante impresión. Parecía poseer cierto significado oculto que se me escapaba, un significado que de algún modo ya conocía, pero que no podía reconocer conscientemente”. Aquel muchacho se llamaba Adolf Hitler.

HITLER Y LA
LANZA HOFBURG
“Aquel que posea la Santa Lanza podrá levantar poderosos imperios”, aseguraba la leyenda. Y hubo quien decidió hacer su propia interpretación de esa misma leyenda.
Sea como fuere, las crónicas del pasado afirmaban que poderosos gobernantes alcanzaron su estatus tras lograr los favores de la Lanza. Lanza que al parecer, obliga a quienes la poseen a que no la pierdan jamás. De lo contrario, sus días estarán contados. Esa es la maldición que guarda. Y al parecer, ejemplos, los hay. Veamos. El primero en poseer la Santa Lanza fue el emperador del Sacro Imperio Romano Constantino que en el siglo IV la usó como talismán en muchas batallas, al punto de que incluso mandó grabar dicho símbolo en los pendones imperiales. Los siglos pasaron, los custodios también. Ya en el siglo IX, Carlomagno hizo lo imposible porque cayera en sus manos, y a partir de entonces las victorias se contaron por decenas. Pero  la alegría se tornó en tragedia cuando en la última de sus campañas el objeto cayó a las aguas de un río, y la buenaventura dejaba al gran conquistador, que sufría la maldición y moría cuando nadie, ni siquiera los astrólogos que lo acompañaban, lo auguraban. El poderoso talismán pasó por manos de ilustres como Enrique el Pajarero, cuya familia mantuvo la Lanza durante más de quinientos años, Federico Barbarroja o, cómo no, los caballeros de la Orden del Temple. Poder y tragedia fueron de la mano hasta la llegada del siglo XX, momento en el que nos habíamos quedado con un extasiado Adolf Hitler. Él no la dejaría escapar. Porque tal y como afirmó tiempo después el periodista Trevor Ravenscroft, “el descubrimiento más importante que hizo el joven Hitler mientras estudiaba la historia de la Lanza del Destino fue que había sido la inspiración para la fundación de los caballeros teutones, cuyas acciones caballerescas y valientes y cuyos votos irreversibles y disciplina ascética habían constituido la esencia misma de sus sueños infantiles”. Pues eso, una locura. Comenzaba a forjarse la idea de un Reich de mil años sustentado en la sangre de quienes se atreviesen a combatirlo. El poder estaba en su manos.


Poseer la Lanza del Destino fue una prioridad para las fuerzas nazis, sobre  todo desde el momento en que se convirtió en una obsesión para Adolf Hitler. El Führer supo que la   reliquia había sido una inspiración para la fundación de los caballeros teutones.




A nadie extrañó, no al menos a su círculo de iluminados, que cuando en 1938 Alemania se anexionó amigablemente la tierra de nacimiento del Führer, es decir, Austria, la primera orden que saliese de su boca fuese que trasladaran la sagrada reliquia –junto con el resto del tesoro de los Habsburgo–, del museo del palacio de Hofburg a una ubicación más próxima a él: primero el Museo de la Guerra de Nüremberg, y después a la cripta de dicho edificio, la de Santa Catalina, que a poseía una larga tradición esotérica detrás. Sobre este extremo aseguraba mi querido amigo, el desaparecido director y presentador del espacio La Rosa de los Vientos en Onda Cero, Juan Antonio Cebrián, en su libro Enigma, que Hitler “se sacó de la manga un decreto especial del emperador Segismundo, el cual afirmaba en el siglo XV que era ‘la voluntad de Dios’ que la Santa Lanza de Longinos, la corona, el cetro y la esfera de la dinastía germánica nunca abandonaran el suelo de la patria. La preciada Heilige Lance quedó expuesta en el museo de la guerra que Hitler hizo instalar en la cripta de Santa Catalina, lugar emblemático donde habían tenido lugar las famosas ‘batallas de la canción’ de los maestros cantores de Nüremberg de la Edad Media. Lo curioso es que esta ubicación se debió a una inspiración que tuvo Hitler en trance, afirmando que le había sido revelado que la Lanza del Destino debería yacer en la antigua nave de esta iglesia, construida como un convento en el siglo XIII. El objetivo principal de este museo es que sirviera para exhibir el fabuloso botín acumulado en sus batallas victoriosas por el mundo. La reliquia fue vigilada por un grupo de hombres de las SS”. Al principio, sólo los miembros de la sociedad hermética de Thule pudieron contemplar la Santa Lanza. Pero ya estaba allí, y uno de los privilegiados que pudo contemplarla fue a su vez uno de los principales ideólogos del régimen, Karl Haushofer, que no tardaría en intuir que detrás de aquel objeto se encontraba el primer ladrillo de un plan aterrador: conquistar el mundo. Y dio comienzo la hecatombe. En el mes de marzo de 1939 Hitler dio comienzo a su estrategia de Guerra Relámpago, e invadió Checoslovaquia. En el mes  de septiembre le tocaría a Polonia. Y así fueron cayendo las defensas de los diferentes países europeos. Y detrás de la estrategia militar, Hitler observaba la Lanza del Destino, convencido de que ahora sí había llegado su momento.


Mjolnir:
Se trata del arma más poderosa del arsenal con el que cuenta la mitología nórdica. Generalmente es representado como un martillo que tiene la capacidad de pulverizar a los enemigos. También conocido como martillo de Thor, fascinó, como toda la mitología nórdica, al mismísimo Adolf Hitler.

Bastón de mando: 
Uno de los objetos de poder más anhelados por su supuesto valor esotérico, también perseguido por colectivos nazis en diversas expediciones. Según la leyenda, en el año 1934, en las inmediaciones del cerro Uritorco, en Argentina, fue hallado este bastón de piedra construido supuestamente hace 8.000 años por los comechingones, etnia precolombina de la zona.



SE CONSUMA LA MALDICIÓN 
Pero todo en esta vida es efímero. Otro de los “avatares” del Reich de los mil  años, a la sazón el segundo hombre más importante del nazismo, Heinrich Himmler, reservó un lugar a la Lanza en su castillo de Wewelsburg, que hacía las veces de cuartel general de la terrible Orden Negra –otra denominación para las SS–. Primero, porque aquel castillo perteneció al fundador de la casa de Sajonia, Enrique el Pajarero, del que Himmler creía ser su reencarnación; y segundo, porque la casa de Sajonia custodió durante cinco siglos la reliquia, así es que lo lógico era que ésta volviese a su legítimo dueño. Y para eso habilitó un lugar de privilegio en este auténtico templo del esoterismo, destinado a albergar todos los objetos de poder que recayeran en Alemania. Pero el final de esta historia estuvo en cierto modo ligado a la maldición.
Contaba el citado Cebrián que “después de los intensos bombardeos aliados del 13 de octubre de 1944, una de las bombas destruyó la casa donde estaba la entrada secreta del túnel, dejando las puertas blindadas al descubierto. Hitler ordenó que la Lanza, junto con las piezas más importantes del tesoro de los Habsburgo, fuera trasladada a los sótanos de una escuela en Panier Platz. Este traslado se realizó el 30 de marzo de 1945, con tanta prisa que los soldados confundieron la Santa Lanza, con otra reliquia denominada Espada de san Mauricio, de tal manera que pusieron a salvo la espada en el nuevo escondite bajo la plaza de Panier, y dejaron la Lanza en su primitiva ubicación. Un mes después, el Séptimo Ejército norteamericano había rodeado la antigua ciudad de Nüremberg. Hasta que el 20 de abril de 1945, la bandera americana fue izada sobre las ruinas. La compañía C del tercer regimiento del gobierno militar fue enviada a Nüremberg en busca del tesoro de los Habsburgo. Los nazis habían divulgado el rumor de que
todas las piezas del tesoro habían sido arrojadas al fondo del lago Zell, cerca de Salzburgo. No se lo creyeron. La bomba que había volado la casa donde estaba la entrada secreta del túnel, caída seis meses antes, posibilitó que dejara a la vista la bóveda. El teniente Horn, al mando de la compañía, logró entrar en la cámara subterránea y allí pudo ver, sobre un altar , un lecho de terciopelo rojo, y encima de él la legendaria Lanza de Longinos en su estuche de cuero. Alargó el brazo y la cogió entre sus manos. Lo que el teniente Horn estaba realizando ese 30 de abril de 1945 era el cambio de dueño de la Lanza del Destino, un cambio que acarreaba la muerte de su anterior poseedor”. Mientras esta escena se desarrollaba, Adolf Hitler cogió esa misma tarde la pistola que acabaría con su vida y la de su esposa, Eva Braun. Junto a él, Goebbels y su familia hacían lo propio. Y a Lanza de Longinos acabó expuesta en el lugar donde Hitler la contempló por vez primera: el museo del palacio de Hofburg en Viena, a expensas de que un loco o un iluminado decida utilizar todo su poder…



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SABER MÁS
El libro de
Lorenzo
Fernández
Bueno
Templarios,
nazis y objetos
sagrados,
recientemente
editado por
Luciérnaga,
del que hemos
extractado el
presente texto.