miércoles, 14 de marzo de 2012

Animitas en Chile


por FELIPE PUMARINO
Diario "LAS ULTIMAS NOTICIAS",  miercoles 14 de marzo de 2012.


Las calles y carreteras chilenas están plagadas de animitas que recuerdan el sitio donde ocurrió una "mala muerte": solo en Argentina esta curiosa costumbre tiene un arraigo similar.
Sus orígenes datan del siglo 19, cuando la iglesia católica se vuelve menos estricta hacia las manifestaciones del cristianismo popular en las comunidades rurales. Esas animitas primitivas, que luego llegan a las ciudades, eran más simples y menos ornamentadas que en nuestros días. "Hacia 1840, por ejemplo, había una en el Puente de Cal y Canto que consistía en una sencilla cruz negra, que los vecinos levantaron allí luego de que un señor cayera fatalmente al río Mapocho en un accidente de carruajes de caballos", ejemplifica el investigador histórico Cristian Salazar.
La creencia popular indica que el alma de una persona que falleció "antes de lo previsto" queda vagando sin paz en la Tierra; son los vivos, entonces, quienes deben ayudarla a llegar hasta su descanso definitivo. Por eso dentro de las miles de animitas camineras chilenas cabe de todo: fotos del difunto, su historia, velas, flores y muchos recuerdos como juguetes, flores, banderas chilenas, emblemas deportivos, botellas de agua e incluso latas de cerveza y obsequios navideños.

San Lorenzo
La mayoría mantiene el tradicional diseño de una iglesia en miniatura cuyo fin es expiar los pecados; a la vez, muchos piensan que quienes mueren violentamente tienen poderes para "resolver mandas".
"El patronato de los santos sobre las animitas también fue aportado por el cristianismo hispano: mientras las animitas de pescadores son protegidas por San Pedro, las de camione-ros fallecidos en accidentes carreteros llevan la estampa o bandera de San Lorenzo, especialmente hacia el norte de Chile", detalla Salazar.
La animita -que perdura sólo gracias al cariño de parientes y amigos-es parte del folklore funerario nacional. La vieja y peligrosa Panamericana, enlutada a diario por trágicos accidentes, exhibía centenares en su recorrido. Hoy quedan pocas intactas: cuando se concesionaron las autopistas nacionales, los técnicos no sabían qué hacer con estas precarias construcciones que en muchos casos perduraban por décadas. Por motivos de seguridad, en la renovada Ruta 5 varios centenares fueron trasladadas algunos metros hacia la orilla del camino.
En muchos casos, sin embargo, respetar la fe popular no ha sido posible. En una autopista capitalina las retroexcavadoras arrasaron varias animitas sin previo aviso, causando la furia de los deudos; en otra se derribaron por docenas y en su lugar se instalaron impersonales cubos de hormigón con una plancha metálica encima, donde se pretendía que las familias inscribieran el nombre de sus muertos. Casi todos están hoy abandonados: no es cosa de reemplazar sitios donde se llora el accidente que borró de la vida a un ser querido.
Cristian Salazar, quien administra el sitio de memoria histórica "Urbatorium", argumenta que el arraigo de esta costumbre es demasiado profundo y sólido como para pretender que se adapte arbitrariamente. "El intento de uniformarlas con una especie de casucha estándar agredía los más esenciales conceptos originales de lo que es una animita: un altar individualizado que representa la vida del fallecido", explica.

 

Las animitas son señales camineras

Muchas animitas de vías secundarias sirven de lugar de descanso a camioneros y están decoradas con luminarias reflectantes para advertir sobre los peligros del camino. En la ruta entre Copiapó y Caldera una enorme construcción recuerda el espantoso desbarranco de un bus interprovincial: la animita honra a los pasajeros fallecidos y está coronada con el letrero de la micro. Cerca de Osorno se puede avistar una animita con forma de carpa, levantada por artistas circenses en memoria de un compañero muerto en un choque. La última gran animita erigida en nuestros caminos se ubica a la vera de la Autopista del Sol, en memoria de la veintena de fallecidos en el accidente de un bus interprovincial en noviembre del 2010. "Incluso los viajeros no creyentes valoran y ayudan a mantener las animitas por su utilidad funcional. Los caminos donde abundan son reconocidos inmediatamente como tramos peligrosos que exigen mayor precaución y sirven también como referencias en la ruta. Solo el día en que se acaben los accidentes, las autopistas podrán pretender desterrar a las animitas: la fortaleza de este culto en Chile es que seguirá siempre asociado a algo tan poderoso y profundo como la propia muerte", concluye el investigador histórico Cristian Salazar.


Estos temas y más son publicados en la comunidad chilena de Ciencias Ocultas ,
Enigmas & Casos Paranormales. 
Opina acerca de estos reportajes en el foro de

¿Necesitas una cuenta? ¡Regístrate ahora!


No hay comentarios:

Publicar un comentario