París, año 1900. Una combinación que simboliza la efervescente alegría de un mundo perdido hecho de champán y artistas bohemios, bailarinas del Moulin Rouge y vasos de absenta,can-cany pintores impresionistas. Pero pocos saben que la Ciudad del Amor era también entonces la ciudad del Diablo y que estaba plagada de satanistas y sociedades secretas.
Satán en París:
El Diablo fin de siécle
FUENTE: Revista española MAS ALLA (edición Nº 248).
FUENTE: Revista española MAS ALLA (edición Nº 248).
El viajero que visitara la Ciudad de la Luz en los años que vieron el cambio del siglo XIX al XX podía dejarse asombrar por maravillas como la Torre Eiffel, inaugurada en 1889, o viajar en el Métropolitain, de estilo art nouveau, que había sido puesto en funcionamiento el 19 de julio de 1900 para recibir a los miles de visitantes atraídos por los
Desde los escaparates de teatros y ferias se sentiría atraído por los espectáculos de magia de los seguidores de Robert Houdin... Pero quizá le llamaran más la atención las primeras proyecciones cinematográficas orquestadas por un antiguo ilusionista, Georges Mèliés, cuyo espectáculo de imágenes en movimiento, lleno de trucos, ofrecía títulos como La manoir du diable (1896), Le diable au couvent (1899), Les filles du diable (1903) o Quatre cents farces du diable (1906), entre otros, en muchos de los cuales este pionero de los efectos especiales gustaba de interpretar al Diablo. Pero no solo los espectáculos frívolos estaban presididos por Satán: en los salones intelectuales resonaban los ecos de El Anticristo de Nietzsche, publicado en 1888. Y no muchos años antes Proudhon, muerto en 1865, invocaba a Satán como símbolo de su filosofía y de la eterna rebeldía. Además, claro, estaban los “auténticos” magos y satanistas.
El paraíso del ocultismo
París fin de siécle es un paraíso para los ocultistas...y quizá también un infierno. La fiebre espiritista, que tiene en Allan Kardec (1804-1869) a su ideólogo, lejos de mermar tras su muerte se extiende gracias a sus sucesores Léon Denis y Gabriel Delanne y a voces de prestigio como las de Flammarion, Charles Richet, Joseph Grasset y la del autor simbolista belga Maurice Maeterlinck. La atracción por el esoterismo de los artistas y escritores simbolistas y decadentes, que tienen en París su Meca, es uno de los motivos que convierten la capital francesa en centro de
Guerras Mágicas
El escándalo perseguía a Joseph-Antoine Boullan (1824-1893) allá donde fuera. Ordenado en 1848 y traductor de la mística española María de Jesús de Ágreda al francés, en 1854 se instala en París y toma bajo su tutela a una monja llamada Adèle Chevalier, con la que mantendrá relaciones bastante menos espirituales que lo que un sacerdote puede permitirse. Con autorización provisional del obispo de Versalles, Boullan y Adèle fundan una congregación, la Orden de la Reparación, dedicada a las curas milagrosas a cambio de donaciones, pero tanto la naturaleza peculiar de estas sanaciones como la escandalosa relación entre los fundadores de la orden acaban con su detención en 1861, acusados de fraude y atentado público al pudor. Boullan cumple pena en la prisión de Bonne-Nouvelle hasta 1864. En 1869 ha de enfrentarse a un proceso en su contra abierto por el Santo Oficio, del que resulta absuelto, y retorna a París durante el invierno de ese mismo año. En la capital gala funda la revista Annales de la Sainteté, donde va dando a conocer sus ideas, como la de que existen “almas reparadoras” cuya misión es pecar para ayudar a mantener puras las almas de los demás... con lo que se justifican toda suerte de vicios, a los que estas almas se entregan en bien de la humanidad. A las religiosas atormentadas por el Diablo les recomienda métodos de autosugestión mediante los cuales llegar al éxtasis haciendo el amor, en sueños, con los santos y con Jesucristo. No es raro que la Iglesia, mirando a Boullan con desconfianza, tome cartas en el asunto. En 1875, el arzobispo de París, el cardenal Guibert, recibe directamente de Roma la orden de suspender a Boullan. Tras un vano intento de defender su postura, el abate abandona la Iglesia católica el primero de julio de ese año y pasa pronto a protagonizar nuevos escándalos místicos. Boullan ha mantenido una breve pero intensa relación con otro antiguo sacerdote excomulgado, Pierre Vintras (1807-1875), fundador de la Iglesia del Carmelo, quien se cree la reencarnación del profeta Elías y ha creado una nueva misa en honor de la Virgen María que celebra junto a sus fieles en su ciudad de Tilly-sur-Seules entre éxtasis, apariciones y el empleo de unas pronto famosas hostias sangrantes. A su muerte, Boullan se proclama su sucesor y la mayoría le acepta como nueva cabeza de la Iglesia del Carmelo y la Obra de la Misericordia. Ahora tiene libertad para crear sus propios rituales en Lyon, donde reside, como el Sacrificio a la gloria de Melquisedec o el Sacrificio provictimal de María, teñidos de erotismo sagrado, ya que para Boullan el nombre de Carmelo significa “carne elevada al cielo” y su sistema místico se fundamenta en la idea de que, si la caída del hombre fue provocada por un acto impuro, este puede “elevarse” de nuevo practicando ese mismo acto, transfigurado ahora por la fe religiosa. Es por esta época cuando Oswald Wirth, francmasón, teósofo y futuro secretario personal de Guaita, se inicia en la Orden de Boullan y, para su disgusto, descubre que este ha sido encarcelado anteriormente por fraude, lo que, unido a sus sospechas de que las ideas místicas del abate son una auténtica perversión del cristianismo, poco menos que satánica, le conduce a abandonar el Carmelo llevándose con él documentos que prueban su iniquidad. Wirth entrega estos escritos a su amigo Stanislas de Guaita, quien se indigna por que alguien como Boullan se haga llamar a sí mismo mago y pretenda poseer las claves del cristianismo místico. El joven barón propone crear un tribunal mágico de doce miembros, entre ellos Papus, Wirth y Pèladan, que condena en 1887 a Boullan por “brujo y dirigente de una secta inmunda”. De este tribunal surgirán la Orden Kabalística de la Rosa+Cruz y un libro del propio Guaita que, con el título El templo de Satán, denuncia al abate. Cuando Boullan es informado de la condena rosacruz, se empieza a creer que está siendo víctima también de hechizos y brujería, y acusa a su vez a Guaita y los suyos de ser los verdaderos satanistas. Una de sus videntes, Madame Thibault, le avisa durante uno de sus trances de que los rosacruces ponen su retrato en un ataúd mientras ofician una misa negra en su contra. Boullan responde: “La Ley del Contrasigno y el Golpe de Vuelta les castigarán” y ordena enterrar en un ataúd la carta condenatoria que ha recibido. Después, el abate, con la cabeza rapada y los pies desnudos, vistiendo la túnica roja de Vintras, pasa horas recitando el Oficio de Melquisedec y el Sacrificio de Gloria, finalizando con un fragmento de hostia en cada
Duelos y quebrantos
Boullan sabrá atraer a su lado a uno de los más famosos escritores de la época, Joris-Karl Huysmans (1848-1907), autor de A rebours (1884), Biblia de los decadentes de la Belle Époque. Es una extraña mujer, Berthe de Courrière, amante de Remy de Gourmont, quien introduce a Huysmans en el mundo del satanismo. En 1890 la policía encuentra a Berthe deambulando por Brujas (Bélgica), casi desnuda, cerca de la casa del canónigo Louis van Haecke, rector de la Capilla de la Santa Sangre y conocido por sus exorcismos. Ingresada durante un mes en un hospital psiquiátrico, insiste en que ha sido víctima de una misa negra oficiada por Haecke, pero parece ser ella la que siente una peculiar atracción por los sacerdotes heterodoxos, ya que poco después entra en contacto con Boullan y se lo recomienda a Huysmans como fuente de información. Por otro lado, Henriette Maillat, con quien el escritor mantiene un breve romance, ha sido también antes amante de Péladan. Contra el consejo de Guaita, que sin embargo le facilita la dirección de Boullan en Lyon, el autor comienza a mantener correspondencia con el abate “satánico”. Para Boullan, cultivar esta amistad es primordial. Utilizando todo su magnetismo convence a Huysmans de su inocencia, acusando a la organización Rosacruz de reunir a los auténticos satánicos. Con la información recogida a través de Berthe de Courrière, Henriette, el propio Boullan y su amigo el periodista Jules Bois, el escritor comienza por fin, en 1891, a publicar por entregas su novela satánica Là-bas (Allá Lejos. Valdemar, 2002). Y decide que también es
Al día siguiente, 4 de enero de 1893, Joseph-Antoine Boullan muere repentinamente. Para sus seguidores y para Huysmans, está claro que ha sido víctima de un hechizo... a pesar de ser bien sabido que sufría del corazón y del hígado.
Acusación pública
La guerra mágica pasa entonces a un nuevo estadio, más material. Tanto Papus como Guaita reconocen haber enviado a Boullan dos cartas exhortándole a poner fin a sus prácticas, así como que su condena mágica fue pronunciada de forma terminante. Nada más. Sin embargo, Jules Bois, en el periódico parisino Gil Blas, acusa directamente a Guaita y Péladan de la muerte del abate. Siguiendo la polémica, Le Figaro entrevista a Huysmans, que declara: “Guaita y Péladan practican todos los días la magia negra (...). Es muy posible que mi pobre amigo Boullan haya sucumbido a sus prácticas”. Según el autor, a la mañana siguiente los ataques mágicos contra su persona –y la de su gato– se reanudan. Guaita contesta de forma mucho más mundana: envía a sus padrinos a retar en duelo a Huysmans y a Bois. Huysmans se ve superado. Sus juegos con el satanismo han ido demasiado lejos y pide disculpas a los ofendidos para poner fin al desafío. Pero el duelo con el autor de Le satanisme et la magie sigue su curso. Uno de los padrinos de Bois, el también periodista Paul Foucher, sobrino de Victor Hugo, queda boquiabierto cuando su amigo le dice: “Verás como ocurre algo muy singular. En ambos bandos nuestros partidarios están orando por nosotros y practicando conjuros”. Efectivamente, en el camino a Versalles, uno de los caballos del carruaje que lleva a Bois se detiene repentinamente y comienza a temblar. Permanece en ese estado durante veinte minutos. Finalmente, el duelo tiene lugar y, como era de esperar, los dos disparos resultan fallidos, de modo que queda a salvo el honor de los implicados. Pero las cosas no son tan simples. Según le dice días después el armero a Foucher, la bala del arma de Guaita quedó atascada, sin salir. ¿Habían conseguido los recíprocos hechizos paralizar al caballo de Jules Bois y al proyectil del marqués de Guaita? Tres días más tarde, Bois se enfrenta de nuevo en duelo, esta vez a espada, con otro ofendido rosacruz, Papus. Una vez más, los caballos pagan el pato. El animal que tira del carruaje de Bois cae muerto de repente. Un segundo caballo también cae, esta vez arrastrando el carro. El periodista llega al escenario del duelo ya un tanto magullado, lo que no le impide cruzar aceros con Encausse, aunque las heridas que se infligen resultan leves y, salvado el honor una vez más, los contendientes se reconcilian definitivamente.
El siglo de Satán
La consecuencia para el París fin de siécle de este episodio fue, sobre todo, convertir el satanismo en la moda del día. Huysmans siguió creyendo durante mucho
¿Sabías que...
...algunos culpan a Aleister Crowley (en la imagen) de la muerte, en 1918 y por causa desconocida, de Samuel Liddell MacGregor Mathers, uno de los fundadores de la Golden Dawn? Sin embargo, Dion Fortune –pseudónimo de Violet Firth–, amiga de Mathers, aseguraba que el fallecimiento de este se debió a la gripe española.
París bien vale una misa...negra
La novela de Joris-Karl Huysmans Là-bas (Allá lejos) puso de moda el satanismo de salón. En mayo de 1899, Le Matin publicaba la crónica de una misa negra celebrada en Saint-Sulpice, a la que fue invitado un periodista escéptico. Tras pasar con los ojos vendados a una habitación decorada con pinturas eróticas, se encontró con unas cincuenta personas. En un altar, rodeada por seis velas negras, una cabra pisoteaba el crucifijo. Los celebrantes cantaban. Apareció un sacerdote con túnica roja. Una mujer se restregó sobre el altar. Se repartieron hostias negras. Y la misa degeneró en orgía, de la que el periodista huyó como alma que lleva el Diablo. Como bien atestigua que pronto se rodaran filmes porno satánicos, estos ritos tenían una motivación más sexual que esotérica.
Masones satánicos: Un invento de Léo Taxil
Cuando, tras la muerte de Boullan, Joris-Karl Huysmans admitió en su casa a la vidente Julie Thibault y le permitió disponer de una capilla propia, el escritor que había tachado de satánicos a los miembros de la organización Rosacruz se vio a su vez definido como tal. Su obra y sus amigos le convertían en víctima propiciatoria de Léo Taxil y su panfleto Le diable au XIX siècle, publicado a partir de 1890 con el pseudónimo de Dr. Bataille. Con esta y otras obras en las que se relaciona satanismo y masonería, mixtificaciones de Taxil para burlarse de masones, católicos y crédulos de derechas e izquierdas, se estableció el mito de la masonería satánica. Aunque Taxil confesó su engaño en 1897 ante una multitud parisina que estuvo a punto de lincharle, muchos siguen creyendo que su fraude se creó para disimular la verdadera conspiración masónica satánica.
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