miércoles, 6 de enero de 2010

9 revelaciones de la biblia


l conjunto conformado por el Antiguo y el Nuevo Testamento es el fundamento de las religiones cristianas, que hoy día cuentan con el mayor número de fieles en el mundo -cerca de 2.200 millones. Es también el libro más famoso y más vendido en la historia de la humanidad. Muchos buscan en él revelaciones ocultas e incluso la usan como objeto adivinatorio, pero los secretos más importantes que guarda la Biblia son aspectos visibles para todos, aunque suelen pasar inadvertidos. Conocerlos es fascinante, más allá de la fe que se profese.

9 revelaciones de la biblia:

Anticristo · Angeles · Numerología
Paganismo · Magia · Sexo y más...

FUENTE: Revista "Muy Interesante" (edición Abril 2009).


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Ningún libro, por importante o significativo que sea, le disputa su carácter como el mayor best-seller de la historia de la palabra impresa. En los 50 años que siguieron a la invención de la imprenta ya se habían elaborado ocho millones de ejemplares. Medio milenio después los informes especializados estiman que se comercializan unos 20 millones de ejemplares al año. Haciendo eco del episodio de la Torre de Babel que se describe en sus páginas, se ha traducido a 2.426 idiomas, lenguas y dialectos. Hoy se encuentran disponibles varias versiones electrónicas e incluso hayjuegos de temas bíblicos para el computador, así como una aplicación especial para el iPod, que permite tener la Biblia hablada y escrita donde uno vaya -se le denomina Libro de Jobs, por el apellido del cofundador de Apple. Pero su impacto e interés rebasan con creces sólo el éxito editorial. Sus páginas han sido la base misma de la religión católica y han marcado el fundamento de esa fe desde el siglo I hasta nuestra época. Su influencia no se limita a los creyentes y muchos de sus personajes y episodios conforman un genuino patrimonio de la humanidad. El más destacado de ellos es Jesucristo y su Pasión, pero hay muchos más que son parte de la cultura colectiva y la psicología individual: el Paraíso, Adán y Eva, la manzana como símbolo del pecado, las Tablas de la Ley, el Arca de la alianza, los ángeles y el Anticristo son sólo algunos de los más sobresalientes. Pero la Biblia es también una poderosa síntesis de las costumbres, creencias, leyes y prácticas de la cultura judía y de los elementos de otras tradiciones que la enriquecieron.


¿Una voz divina?

Tal vastedad de datos e información la han convertido en constante objeto de estudio e indagación para especialistas de varias disciplinas, como la sociología, la arqueología y, por supuesto, la literatura, que encuentra en ella una de las obras más complejas y fascinantes jamás escritas. En una línea distinta a la de los fíeles que se apegan a las interpretaciones comunes y a la de los especialistas que la enfocan desde la ciencia, un grupo de personas intenta hallar en ella mensajes ocultos sobre el mundo y su
destino. Aunque este enfoque ha cobrado énfasis con el New Age y su interés por los ángeles y la numerología, es casi tan antiguo como las interpretaciones convencionales de estos libros.
Pero los enigmas de la Biblia no son, de esta forma, misterios esotéricos reservados a los iniciados. Más bien, se trata de una serie de aspectos poco conocidos incluso para el católico común. Ha quedado atrás la época en que la Iglesia reservaba la lectura de las Sagradas Escrituras sólo a sus monjes. También se han superado los tiempos en que se leía sólo como documento religioso. Por cristianos y no cristianos, es considerado un extraordinario volumen cuyo interés no se agota. Lord Alfred Tennyson aseguraba que leerla es, "en sí mismo, un proceso educativo", y el filósofo Immanuel Kant la valoraba como "el mayor beneficio que ha recibido el género humano". Para algunos privilegiados, la experiencia es aún más profunda; el autor danés S0ren Kierkegaard solía decir "cuando la leo siento que Dios me está hablando a mí, y sobre mí". Aquí presentamos algunos de sus más importantes enigmas.


Raices Ocultas: Elementos paganos.



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Uno de los primeros en advertirlo fue el historiador de la Iglesia, Eusebio (260-340). En su obra Historia eclesiástica asegura que los evangelios del Nuevo Testamento son, en realidad, obras dramáticas de los esenios, un grupo de letrados anteriores a Jesucristo. Justino Mártir, teólogo del siglo u, dice por su parte que "muchos de los conocimientos antiguos son ahora propiedad de los cristianos", y revela sus dificultades para distinguir a la fe católica de cultos ajenos y anteriores.
Para Tom Harpur, escritor del libro The Pagan Christ, la evidencia de esas semejanzas es "abrumadora, detallada y muy específica", y abarca elementos variados: desde la sabiduría védica de la India hasta los mitos nórdicos. Uno de los paralelismos más interesantes surge de la comparación de la vida de Jesucristo con otras figuras de tradiciones diferentes, como el profeta persa Zoroastro -Zaratustra-, que nació de una virgen tocada por un rayo luminoso, similar al Espíritu Santo. Otra comparación se establece con la religión egipcia. En una pintura del año 1425 a.C. llamada Amduat se menciona la idea cristiana del Dios encarnado en una figura humana. La historia de un dios que desciende a la Tierra, cobra forma humana, vive una pasión, muere y se levanta de entre los muertos para triunfar sobre sus enemigos y ascender a una esfera superior, es frecuente en las antiguas mitologías. La imagen de Jesús encuentra equivalencias con al menos 50 figuras previas de múltiples culturas, como Osiris y Horus (Egipto); Adonis, Baco. Orfeo y Hércules (Grecia); Balder y Thor (mitologías nórdicas) y Mitra (Persia), por citar algunas. La gran diferencia de Cristo es la historicidad: mientras esas figuras tuvieron una existencia legendaria, nadie puede poner en duda que Jesús fue un hombre real.
Otro punto interesante se halla en la transición entre las religiones paganas y la adopción del cristianismo. Por ejemplo, aunque el emperador Constantino adoptó la fe cristiana en 313 a través del célebre Edicto de Milán, él y muchos de sus ciudadanos seguían rindiendo culto a Mitra -muy popular entre las tropas romanas- el dios de la luz solar o Sol Invictus. Tal como hacía referencia el Papa León el Grande, en el Siglo V, los mismos cristianos que acudían a la Basílica de San Pedro, en Roma, adoraban al Sol Victorioso, religión que siempre fue monoteísta. Antes de convertirse al cristianismo, el Emperador Constantito también le rendía culto. Al unificar el imperio en una sola religión, la cristiana, determinó que el 25 de diciembre, día en el que se celebra el nacimiento del Sol Invictus (Natalius Solis Invicti), también fuera la fecha del nacimiento de Cristo, como el verdadero Sol Victorioso. Con respecto a la Cruz, es curioso advertir que ya estaba presente en la religión egipcia. Solía ponerse sobre el pecho de las momias o en las manos de los cadáveres como emblema de la encarnación y la vida eterna en el otro mundo.
El hecho de que muchos elementos presentes en la Biblia hayan aparecido antes en otros contextos religiosos no tiene mayor impacto para los católicos, especialmente porque está documentada la estadía de la Sagrada Familia en Egipto. Ni siquiera los historiadores más críticos consideran que estas semejanzas pongan en duda el peso y significado de las tradiciones cristianas. Sólo demuestran que la Biblia y la religión católica no surgieron de la nada, que son un producto de múltiples tradiciones previas y que quizás por ello lograron consolidarse y perdurar en el tiempo.



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El jardín perdido: el edén bíblico



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Para algunos intérpretes de la Biblia, el Edén es sólo un sitio legendario en el contexto del Génesis. Otra corriente asegura que se trata de un lugar real ubicado cerca de los ríos Tigris y Eufrates, en la región de Mesopotamia. Como apoyo a esta teoría se menciona que los sumerios fueron quienes crearon la palabra edén.
Este vocablo puede tener un origen mucho más remoto. De acuerdo con los historiadores, los sumerios lo tomaron de los ubadianos, un pueblo que habitó la zona entre los años 5500 y 3500 a.C. El término puede traducirse como 'llanura fértil' y tal vez está vinculado con la idea de 'Dilmun'. el paraíso de los sumerios situado en la zona de Bahrein (en el Golfo Pérsico). Aún más, existen varios relatos sobre la creación procedentes de esa zona que guardan semejanzas con el libro del Génesis. El más destacado es el mito Enuma Elish. En su búsqueda de evidencias arqueológicas, los investigadores señalan que las primeras plantas y animales fueron domesticados hace entre 10 y 12 mil años en la zona de Iraq, el norte de Siria y sur de Turquía. Allí creció trigo y centeno y se crió ganado. Entre los años 3000 y 4000 a.C. los habitantes de la región desarrollaron sistemas para irrigar los cultivos y dieron forma a Ciudades-Estado, reinos y auténticos imperios, como Sumeria. Ese proceso pudo haber inspirado el relato del Génesis. El investigador Juns Zarms, de la Universidad del Sur de Missouri, Estados Unidos, afirma que el Edén se encontraba en una zona del Golfo Pérsico hoy cubierta por agua. Otra posible ubicación es el área de la península arábiga cerca de Kuwait. Por su parte, el arqueólogo británico David Rohl lo sitúa en Irán, cerca de la población de Tabriz.
En los últimos años se han sumado otras hipótesis, como la de Gary Greenberg, quien sugiere que el Génesis tiene un origen egipcio y que el jardín del Edén se ubicaba en Heliópolis, en las inmediaciones del río Nilo. Por su parte, el investigador Michael S. Sanders asegura que toda la historia de la creación puede situarse en la zona entre el Mar Negro y el Monte Ararat. Basado en fotografías satelitales de esa región, afirma que la descripción bíblica de la Creación es "completa y literalmente muy precisa". Otros investigadores más cautelosos, como Víctor Hurowitz, profesor de estudios bíblicos en la Universidad Ben-Gurion de Israel, afirma que "el jardín del Edén sólo puede hallarse dentro de las páginas de la Biblia". Y cada vez existe un mayor consenso en el sentido de que el Edén es únicamente un lugar mítico cuyo poder inspira e inquieta a las generaciones.



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Cifras mágicas: los números.



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En el Medio Oriente los números surgieron para satisfacer necesidades prácticas. Los sistemas numéricos más avanzados de la región fueron los de Egipto y Mesopotamia. El sistema egipcio no usaba cero, empleaba signos diferentes para las unidades, decenas, centenas y millares y tenia base decimal. El mesopotámico tenia una base sexagesimal (se basaba en el 60) y de él procede nuestra división de las horas y minutos. Ambas culturas crearon geometrías y aritméticas que muestran un interés por los números más allá de las necesidades cotidianas. Israel y el pueblo judío recibieron la influencia directa de estas corrientes que marcaron la cultura universal. En antiguos
documentos judíos aparecen números egipcios. En la Biblia y los Evangelios Apócrifos hallamos múltiplos de 70 que evidencian antecedentes mesopotámi-cos. En una fase cercana al origen de las Escrituras, los números adquirieron un contenido simbólico y lo conservaron en el Antiguo y el Nuevo Testamento. El tres, por ejemplo, destaca en la idea de la Trinidad (Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo) y está asociado a importantes acciones divinas: en el tercer día del tercer mes del Éxodo se revelaron los Diez Mandamientos, Jesucristo cayó tres veces en su camino al Calvario y resucitó tres días después de la Crucifixión. Otro número significativo es el siete, cifra que
intrigó a los matemáticos de Babilonia por no ser divisible entre dos, tres y cinco. En el Evangelio según San Mateo, Jesús explica a Pedro que debe perdonar a los pecadores "70 veces siete".
En otros casos no es sencillo comprender la razón para enfatizar un número especial; asi ocurre en el caso del 40, que se utiliza como medida de un lapso significativo por su duración: el diluvio universal se extendió por 40 días. Moisés pasó en el Monte Sinaí un periodo igual, y Cristo vivió una cuarentena de jornadas bajo demoniacas tentaciones en el desierto antes de iniciar su Pasión. Cuarenta años fue el periodo que el pueblo de Israel vagó por el desierto y 40 años los periodos de gobierno de los reyes Salomón y David. Los números en la Biblia sirven para establecer conexiones entre acontecimientos: los 40 días de Cristo en el desierto se vinculan con el éxodo de Israel y el total de sus discípulos equivale a las 12 tribus originales del pueblo judío.
La antigua religión de Mesopotamia estableció equivalencias entre cifras y palabras que permitían manipular matemáticamente estas últimas y ocultar mensajes en ellas. Los gnegos y judíos construyeron sistemas más sencillos en los que la primera letra del alfabeto equivalía a uno, la segunda a dos y así sucesivamente; de este modo podían codificar información con cifras. Uno de los casos más conocidos es el 666 que en el Apocalipsis oculta el nombre del emperador Nerón, perseguidor de los cristianos: a cada letra se le atribuye un número, contando que las vocales no se escriben. Cesar Neron= qsar nrwn; q (100), s (60), r (200), n (50). r (200). w (6) y n (50), lo que nos da un resultado de 666.
Este paralelismo entre letras y cifras hizo surgir una escuela de interpretación y dio origen a la cabala y a la numerolo-gía, que intentan descubrir una relación matemática entre las palabras de las Sagradas Escrituras para encontrar supuestos mensajes codificados en ellas. Sin embargo, esa vertiente carece de sentido; aunque quienes escribieron la Biblia dieron significado especial a los números, no existen pruebas para suponer que oculta mensajes secretos, menos tomando en cuenta la compleja historia y adulteración de los textos que han llegado hasta nuestras manos.


En busca del arca de la Alianza:
el objeto más sagrado




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En parte por las Escrituras (en especial el Libro del Éxodo), pero sobre todo a través de tradiciones paralelas, han llegado hasta nosotros noticias sobre el objeto más poderoso de la antigua religión judía: el Arca de la Alianza. Según el libro del Éxodo 25. esta reliquia que Dios mismo mandó a construir debía tener las siguientes características: "un arca de madera de acacia (que es de color café rojizo oscuro), cuya longitud será de dos codos y medio, y su anchura de codo y medio, y su altura de codo y medio. Y la cubrirás de oro puro; por dentro y por fuera; y harás sobre ella una cornisa de oro alrededor. Y para ella harás unas varas de madera de Sittim (acacia), las cuales cubrirás de oro. y meterás las varas por los anillos del arca: no se quitarán de ella. Y pondrás en el arca el testimonio que yo te daré". En sus extremos destacaban figuras de querubines, en silenciosa vigilia, cuyas alas daban forma al trono divino cubriendo el Lugar del Perdón; se suponía, además, que el Arca era una especie de taburete donde el Creador mismo podía descansar los pies y debía estar resguardada en un Tabernáculo -tienda de reunión situada en el medio de la Tribu de Israel- protegida por diez cortinas de lino color jacinto morado. Su interior conservaba las mayores reliquias de la religión judía: las Tablas de la Ley, es decir, los dos bloques de piedra donde se plasmaron los Diez Mandamientos, un ánfora repleta de maná (el alimento divino que recibió el pueblo de Israel durante su peregrinar por el desierto), la vara de Aarón (el bastón de madera, propiedad del hermano mayor de Moisés, que había florecido por un milagro y simbolizaba el li-derazgo de Dios sobre los judíos), y un libro de la ley que más adelante seria compilada en el Antiguo Testamento. Aparte de representar el vinculo de Dios con los judíos, el Arca tenía poderes divinos: era capaz de aplanar montañas, detener el curso de los rías, y era un gran talismán que garantizaba el triunfo en las batallas, como cuando bajo su protección destruyeron los muros de Jericó, en el 1200 a.C. El arca debía permanecer envuelta en velos durante sus traslados y el únicoautorizado para aproximarse a ella era el Sumo Sacerdote, quien lo hacia sólo una vez al año, durante el Yom Kippur. la fiesta de la Expiación. Si alguna persona no autorizada se atrevía a tocarla, podía morir en el acto Cuando los hebreos se establecieron en Canaán mantenían el Arca en un tabernáculo, ubicado en Silo. Los filisteos los atacaron, se apoderaron del Arca y la trasladaron al templo de Dagón, su dios del mar, ubicado en Azoto. En castigo a esta profanación, la figura en piedra de Dagón se rompió y los habitantes de Azoto fueron victimas de terribles plagas Arrepentidos y atemorizados, los filisteos decidieron regresarla a una ciudad judía.
De nuevo en poder de los judíos, el Arca fue transportada a Jerusalén por el Rey David. Después se ocultó en un lugar secreto del templo del Rey Salomón, en el más sagrado e inaccesible, el Sancta Sanctorum. Allí estuvo hasta el año 587 a.C. cuando los babilonios invadieron Jerusalén. Miles de judíos fueron deportados, la ciudad fue destruida y el Templo colapso entre las llamas. Se presume que antes de que sucumbiese, los judíos pusieron el Arca a buen resguardo. Se ha especulado sobre su posible ocultamiento en Jordania, Zimbabue o Etiopía.
Ninguna de esas hipótesis tiene una base coherente y las investigaciones históricas no conducen a ningún lado. Perc el Arca sigue investida de un gran poder místico. Los judíos aseguran que aparecerá cuando llegue el Mesías. Los católicos la identifican con la Virgen María a quien suplican en la letanía del Rosario "Arca de la Nueva Alianza, ruega por nosotros"


El poder de las llamas: el fuego.



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El fuego está presente en las antiguas mitologías y cultos religiosos, como ocurre con el mito griego de Prometeo, quien robó el fuego a los dioses para darlo a los hombres, o el ritual mexica del Fuego Nuevo, relacionado con la creación y destrucción del mundo. En el Antiguo Testamento ocupa un lugar preponderante pues para la religión judía el fuego era una expresión viva del poder divino. En el Deuteronomio (último libro de la Tora judía y del Pentateuco católico) Moisés compara el poder de Dios con un fuego que todo lo devora; es asi, al mismo tiempo, principio de vida y amenaza de destrucción.
De acuerdo con una antigua creencia judia, cuando se realizaba una ofrenda y el fuego la consumía, era signo de la aprobación divina. El episodio más célebre de ese tipo ocurrió cuando el rey Salomón terminó su oración en el recién estrenado templo de Jerusalén e, inexplicablemente, llegó un poderoso fuego desde lo alto que hizo arder las ofrendas. Se entendió por ello que se hallaba satisfecho con las acciones y la devoción del rey. Hay varios pasajes más de la Biblia donde el fuego es señal de bendición y protección divinas. Uno de los más destacados es la visión de la zarza ardiente, un arbusto en llamas que no se consume, mediante el cual Dios informó a Moisés de su misión terrenal. Por otra parte, la entrega de las Tablas de la Ley en las que se plasmaron los Diez Mandamientos se realizó entre las llamas del Monte Sinai. Otras menciones son menos conocidas pero igual de importantes. El profeta Elias, opositor a los adoradores de Baal -antigua deidad de Asia Menor, considerado por la Biblia uno de los 'falsos dioses* -, pidió que el fuego divino los castigara. Asi ocurrió, luego el profeta se elevó a los cielos en un carro de llamas y, por esa razón, se le considera precursor y compañero del Mesías. El fuego es también un medio que el irascible Dios del Antiguo Testamento emplea para castigar a los pecadores que se niegan a obedecer su mandato. El ejemplo mejor conocido es la destrucción de Sodoma y Gomorra, descrita en el libro del Génesis. Narra que los habitantes de las llamadas 'ciudades de la llanura' se habían entregado a toda suerte de excesos y pecados, en especial al desenfreno sexual. Por ello, al no encontrar en ellas siquiera a dos personas justas. Dios les envió una intensa lluvia de fuego y azufre que las destruyó por completo para convertirlas en los símbolos más conocidos del vicio.
Con todo y su carácter elemental, propio de cultos desaparecidos, el fuego ocupa un papel destacado en el Nuevo Testamento que representa una fe religiosa más evolucionada en la medida en que desecha muchos aspectos (como los sacrificios de animales) propios de religiones primitivas. En la fiesta de Pentecostés (el día número 50 después de la Resurrección de Jesús) los apóstoles se reunieron para conmemorar a su Maestro y el Espíritu Santo se manifestó como brillantes llamaradas que tocaron, sin quemar, sus cabezas para otorgarles asi siete dones: sabiduría, entendimiento, ciencia, consejo, piedad, fortaleza y temor de Dios. En el libro de la Revelación (o Apocalipsis) se anuncia que el fuego habrá de destruir todo lo malo que hay en el mundo para dar paso al reino perpetuo de Dios sobre la Tierra.


Pecados carnales: el sexo


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Los autores de la Biblia sabían que la procreación dependía de las relaciones entre hombres y mujeres. Pero ignoraban que la concepción se lograba a través del semen; desconocían la existencia de células reproductoras femeninas (los óvulos fueron identificados en 1672) y no pensaban en la herencia genética. Conocían vagamente, como se expresa en el Levitico, la relación entre la fertilidad y el ciclo menstrual; pero no sabían cómo o por qué cobraba forma el feto. De esta manera, no podemos afirmar que para el Antiguo Testamento el único propósito de la sexualidad era la procreación.
El Génesis afirma que la mujer fue creada para el hombre y que el instinto sexual es la fuerza que los hace reunirse. El amor erótico también sobresale en el Cantar de los cantares, el poema que dedicó Salomón
a la reina de Saba, considerado una de las obras más hermosas y delicadas de la literatura. En el Antiguo Testamento no se menciona el sexo no penetrativo ni la anticoncepción. Aunque en el Génesis se habla de Onán (personaje bíblico que fue mandado por Dios a copular con la viuda de su hermano) y el coito interrumpido, la interpretación del pasaje como un antecedente de la anticoncepción es posterior, pues se ignoraba que el semen contenía espermatozoides.
El Antiguo Testamento refleja las costumbres y regulaciones de la sexualidad en su época. En el Levitico se condena el incesto y se estimulan los vínculos entre personas de diferentes grupos familiares. Esto representa el esfuerzo de los judíos por sobrevivir cuando eran comunidades en el exilio. Otros casos interesantes son
los del adulterio y el sexo extramarital. Éstos no se condenan por su aspecto sexual, sino por sus implicaciones para la distribución de la propiedad y la herencia. Más que como un pecado carnal, el adulterio era una especie de robo que ponía en peligro los bienes familiares.
Uno de los puntos de vista sobre la sexualidad más influyentes de la Biblia se refiere a la virginidad. En el Deuteronomio se afirma que una mujer debe llegar virgen al matrimonio y que si un hombre le quita la virginidad está obligado a casarse con ella y pagar una compensación a su padre. Por lo demás, no se establecen normas para la castidad masculina ni se condena la prostitución. Las advertencias bíblicas sobre la sexualidad se centran en la mujer ya que, empezando por Eva, se le considera la introductora del pecado.
Por razones más higiénicas que morales, el Levitico condena el bestialismo, o relaciones sexuales con animales, por considerarlas impuras. Prohibe el coito durante la menstruación y el homosexualismo. Un aspecto poco conocido es la condena a las relaciones sexuales forzadas, consideradas un medio de humillación.
Con todo y estos detalles, la sexualidad no es una preocupación importante ni en el Antiguo ni en el Nuevo Testamento. Entre las enseñanzas de Jesucristo que conservamos hoy no hay una sola referencia especifica a la sexualidad, aunque ésta debería encuadrarse en el contexto de sus planteamientos morales. De esta manera, la gran preocupación por regular y vigilar el disfrute sexual no se origina en la Biblia, sino en la compleja construcción de la moral católica a lo largo de los siglos.


Los peligros del mal: el Anticristo



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Por extraño que parezca, una de las figuras más conocidas de la Biblia y, en consecuencia, de las religiones cristianas, es el Anticristo, el polo opuesto de la figura, las enseñanzas y la misión terrenal de Jesús y Dios mismo. Su popularidad obedece a la multitud de leyendas que se crearon en torno a él desde la antigua religión judía (cuando se le consideraba simplemente el demonio), y en la época moderna se ha acrecentado con un buen número de películas, libros y series de televisión centradas en ese personaje. Por lo demás, se le ha identificado con un grupo de personajes históricos que gozan de rechazo generalizado, como Nerón. Napoleón Bonaparte, Hitler, Mussolini, Stalin y hasta el ex presidente de Estados Unidos George W. Bush. ¿Qué nos dice la Biblia sobre esta figura?
En primer lugar es prudente aclarar que el uso del término 'anticristo', como aquel que se opone a Jesucristo, no es muy frecuente en las Escrituras. Lo encontramos mencionado sólo en el Nuevo Testamento, en las tres cartas del apóstol Juan, autor del cuarto evangelio. Ese hecho es en especial significativo puesto que tales textos son una defensa de la vida cristiana como oposición al mal. Con todo, aunque no se use la palabra "Anticristo", en otros pasajes del Nuevo Testamento hay algunas figuras equivalentes a él.
En sus enseñanzas escatológicas (es decir, las referentes al fin de los tiempos) el propio Jesucristo emplea algunas imágenes procedentes del Libro de Daniel en el Antiguo Testamento para explicar que habrá de aparecer en la Tierra una figura que traerá consigo la abominación y la desolación, violará el templo y suplantará a Dios ante sus fieles. En la
Segunda Carta a los Tesalonicenses el apóstol Pablo hace referencia a un hombre que justo antes de la segunda visita de Jesús se opondrá a la adoración de Dios y él mismo habrá de proclamarse como tal. Esta figura se ha identificado con personajes políticos (como el emperador Nerón) y algunas sectas ven en cualquier tirano un anuncio del inminente fin de los tiempos.
Para Juan, el verdadero difusor del Anticristo, éste ya se encontraba activo en la Tierra de muy diversas maneras como, por ejemplo, en las enseñanzas de los falsos profetas que. con toda razón, pueden llamarse 'anticristos' en la medida en que negaban que Jesús fuera el auténtico hijo de Dios. De acuerdo con la visión de Juan, el fin de los tiempos y el reino provisional del Anticristo estarán precedidos por un apogeo sin precedentes del mal que habrá de enfrentarse al bien en una lucha sin tregua. Los primeros autores cristianos estaban convencidos de que el Anticnsto y el fin de los tiempos llegarían de un momento a otro.
Muchos grupos sectarios identifican los desastres naturales, las guerras y trastornos económicos de nuestro tiempo como signos inequívocos del reinado del mal. Ese conjunto de ideas ha dejado un amplio espacio a la imaginación creativa que, en muchas ocasiones, refiere detalles y aspectos del Anticristo que carecen de cualquier base espiritural y, por supuesto, de sustento histórico. De acuerdo con varios historiadores de las ideas, la concepción del mal y el demonio que tenemos hoy es una elaboración de la Edad Media, cuando los teólogos católicos buscaban imponer la nueva fe a las persistentes creencias paganas en distintas regiones de Europa.



Criaturas Celestiales: los ángeles.



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Nombrados con el vocablo hebreo 'malak' o con la palabra griega 'angelos', como mensajeros divinos entregan los comunicados de Dios a su pueblo, se aparecen a los patriarcas y anuncian la designación de nuevos líderes terrenales. Como agentes o asistentes divinos, cumplen con tareas muy especificas: juzgan, castigan y conducen a los humanos hacia la victoria. Aunque claramente tienen un rango inferior a Dios, suelen evocar la reverencia y respeto que se le debe. Uno de los más importantes es el llamado 'ángel del señor' que aparece en varias ocasiones y parece ser la voz de Dios mismo.
En la Biblia también se llama a los ángeles "hijos de Dios" o "criaturas sagradas". Se les considera parte de un concilio o coro celeste y tienen gran poder en la Tierra: aseguran que la voluntad divina se cumpla y que se haga justicia a los devotos. Al inicio del Antiguo Testamento, Dios estaba presente en la Tierra y caminaba en el jardín del Edén. Más tarde ya no apareció en el mundo creado por él y surgió entonces la necesidad de entablar alternativas de comunicación con sus criaturas. Entre éstas se cuentan la oración, el sacrificio y la labor mediadora de sacerdotes y profetas, pero el mecanismo idóneo es la acción continua de los ángeles. Incluso, el profeta Jacob, tuvo la visión de una escalera que permitía el continuo tránsito de éstos entre el Cielo y la Tierra.
La figura de los ángeles se transformó durante el desarrollo de la Biblia. Al inicio tenían simple apariencia humana y sólo después adquirieron las alas características, aunque las Escrituras ofrecen pocos detalles en cuanto a su naturaleza y apariencia. Son seres creados y espirituales que pueden o no tomar una forma física. A veces parece existir una jerarquía especial entre ellos, pocos son los que reciben un nombre concreto (Miguel, Gabriel, Uriel y Rafael) y gracias al Evangelio de Marcos sabemos que no tienen género masculino o femenino. Una faceta interesante es la posibilidad de que existan ángeles caídos, ya que pone en evidencia que estas criaturas deben sujetarse al juicio y la supervisión de Dios.
El Nuevo Testamento les concede un papel tan importante como el Antiguo. Aparecen para anunciar el Nacimiento y la Resurrección de Jesucristo; están relacionados con el Cielo y con el regreso de Jesús a la Tierra. Al describir sus apariciones se menciona un intenso resplandor blanco, llamas de fuego, el brillo de los metales y los destellos de piedras preciosas. El arte sacro de la religión judía y católica involucró esos elementos en las representaciones plásticas realizadas a lo largo de los siglos.
Entre los seres sobrenaturales que figuran (los querubines y los serafines son otros de ellos), los ángeles han gozado de enorme popularidad por su caracterización como emisarios y protectores divinos. Gran parte de las tradiciones asociadas a ellos procede de fuentes diferentes a la Biblia que podrían denominarse el 'folclor judeo-cristiano'. En el Siglo XX cobraron renovada importancia como objetos de adoración especial en la cultura New Age y están más vigentes que nunca.



Practicas prohibidas: la magia.



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La magia es el intento de los seres humanos por emplear poderes sobrenaturales que no se encuentran a su alcance para modificar las circunstancias a su favor. Esta práctica ha sido común en todas las culturas y religiones, y también lo fue para los judíos. Por ella se entiende un conjunto de ritos y disciplinas especiales, como la adivinación, la consulta a los muertos, la astrologia y la brujería. Con el surgimiento de la religión judia y monoteísta, la magia fue rechazada porque se vincula con las creencias paganas y desafía la verdadera fe en Dios.
De este modo, en este libro sagrado hallamos numerosas historias en las que los siervos de Dios derrotan a los magos, gracias al poder divino que los dota de facultades excepcionales. Pero en algunos pasajes la actitud con respecto a la magia no resulta tan clara. El caso más famoso es el episodio de la bruja de Endor, que aparece en el primer Libro de Samuel. Saúl, el primero de los reyes de Israel, estaba lleno de dudas con respecto a la inminente guerra con los filisteos y consultó a Dios. Éste no le respondió ya que el rey había desobedecido uno de sus mandatos. Aunque Saúl había expulsado antes a los magos y hechiceros decidió consultar a la bruja de Endor y con su ayuda convocó al espíritu del profeta Samuel, quien le informó de la derrota que habría de sufrir en la guerra. La bruja de Endor representa un fenómeno significativo en la Biblia: como las mujeres se hallaban excluidas de las funciones del culto, hacían uso de una sabiduría distinta y poderes alternativos a los de los sacerdotes.
En la Biblia siempre se defiende la superioridad de Dios y los suyos frente a los magos. En la célebre historia de José y sus hermanos, es él, y no los magos, quien logra interpretar los sueños del faraón, como se aclara en el Libro del Génesis. En el Libro de Daniel hallamos que éste sólo confiaba en la sabiduría divina para interpretar los sueños, por encima de la confianza que reyes como Nabucodonosor depositaban en magos y adivinos. El mismo enfrentamiento entre magia y
religión, con la supremacía de la segunda, se expone en el Libro de los Hechos de los Apóstoles. En él se refiere el encuentro entre el apóstol Pedro y Simón el Mago, quien intenta comprarle sus poderes. También se presenta la historia del mago judio Bar-Jesús, quien intentó entorpecer las enseñanzas de Pablo y. en castigo, fue cegado por el Espíritu Santo. En buena medida, la labor evangélica que siguió a la Crucifixión consistió en desterrar la magia y establecer la nueva religión. En el mismo Libro de los Hechos de los Apóstoles se relata la quema de numerosos textos de brujería en la ciudad de Éfeso.
En una y otra secciones de la Biblia, la magia es objeto de una severa condena puesto que los agentes del mal la usan para engañar y desviar al pueblo de Dios del camino recto. En la época actual la Iglesia católica sigue rechazando la práctica de la magia y libra una cruzada contra los ritos y creencias del New Age. La versión vigente del Catecismo asegura: "Todas las prácticas de magia o de hechicería mediante las que se pretende domesticar potencias ocultas para ponerlas a su servicio y obtener un poder sobrenatural sobre el prójimo -aunque sea para procurar la salud-, son gravemente contrarias a la virtud de la religión. Estas prácticas son más condenables cuando van acompañadas de una intención de dañar a otro, recurran o no a la intervención de los demonios".



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