domingo, 1 de julio de 2012

Astronautas en la antiguedad



Desde que a finales de la década de 1960 Erich von Dáníken popularizara la teoría de que la Tierra ha sido visitada a lo largo de su Historia por extraterrestres, esta se ha apoderado de la imaginación de millones de personas, convencidas de su realidad y de la evidencia arqueológica que la acompaña. Sin embargo, se trata de una vieja idea que, según otros, procede de la literatura de ciencia ficción y de autores como H. R. Lovecraft, de donde Dániken y sus seguidores la han tomado prestada sin recato alguno, convirtiéndola en hipótesis supuestamente científica. La polémica está servida.
por Jesús Palacios


En el año 2005, el escritor y editor norteamericano Jason Colavito publica The Cult of the Alien Gods: H. P. Lovecraft and Extraterrestrial Pop Culture, donde asevera, con profuso acompañamiento de datos y citas, que gran parte de la teoría explotada por Von Dániken (MÁS ALLÁ, 10, 200 y 269) y otros de que la Tierra ha sido visitada por extraterrestres a lo largo de su Historia y Prehistoria, siendo influenciada tanto por su presencia como por los artefactos de su civilización alienígena, dejando testimonios materiales -megalitos, pirámides, mapas y restos incomprensibles de otra forma- y culturales -las leyendas y los mitos fundacionales de las religiones humanas, versiones más o menos metafóricas de estas visitas del espacio-, e incluso interviniendo en la génesis biológica del ser humano, procede de las ideas que constituyen el núcleo de la aportación más importante de H. P. Lovecraft (1890-1937) (MÁS ALLÁ, 155) a la literatura fantástica y de ciencia ficción moderna: Los mitos de Cthulhu.
En efecto, la base de estos mitos literarios, adoptados y utilizados también por incontables autores de ciencia ficción y horror, contemporáneos y posteriores a su creador -de Robert Bloch a Stephen King-, es la presencia en nuestro planeta de cultos que rinden pleitesía a los Grandes Antiguos y seres similares: criaturas procedentes del espacio y otras dimensiones, que visitaron e incluso moldearon la Tierra en el pasado, y pueden volver a menudo a manifestarse en ella, provocando locura y caos. Las civilizaciones antiguas y los reinos míticos desaparecidos, como Lemuria, Atlántida o Mu, reflejan su influencia y existencia, así como las historias de dioses y demonios de folclore y religión tienen su origen en la realidad de tales criaturas, incomprensibles para el hombre. En relatos como La llamada de Cíhulhu (1928) y, sobre todo, en su novela Las montañas de la locura (1936), Lovecraft expone con estilo casi documental y pseucientífico las bases de esta mitología literaria, que se haría inmensamente popular y goza todavía hoy de miles de seguidores. En otras historias, como La sombra sobre Innsmouth (1936) o El honor de Dumvich (1929), añadiría la escalofriante existencia de seres híbridos, producto del apareamiento entre criaturas extraterrestres y humanos, así como de los experimentos genéticos de los primeros. Experimentos de los que, en definitiva, el propio hombre sería resultado.
Para Colavito, exoarqueólogo escéptico, es clara la coincidencia con gran parte de las ideas expuestas por Dániken en libros como Recuerdos del futuro (en el original: Los canos de los dioses, 1968), Regreso a las estrellas (1968) o El oro de los dioses (1972), entre otros muchos, así como en el resto de autores que las defienden, como el francés Robert Cha-rroux o el americano Robert Temple, autor de El misterio de Sirio (1976). Sin embargo, Dániken ha negado siempre conocer o haber leído la obra de Lovecraft en la época en que escribió y publicó sus primeros libros. ¿Cómo podrían, entonces, ser Los mitos de Cthulhu el origen de sus teorías?




GENEALOGÍA ALIENÍGENA
Colavito lo tiene muy claro. El principal introductor, admirador y exegeta de Lovecraft en Francia, a lo largo de los años 50 y 60, no fue otro que Jacques Bergier, coautor de la seminal obra maestra El retomo de los brujos (1960) (MÁS ALLÁ, 85), y alma de la revista Planéíe -en España, Horizonte-. En numerosas páginas de esta y, muy especialmente, en varios significativos párrafos de su libro en colaboración con Louis Pauwels, aparecen abundantes referencias tanto a la obra de Lovecraft, como a la presencia de seres extraterrestres a lo largo de la Historia humana, dando a los escritos de ficción del escritor americano un cierto viso de realidad o, al menos, de intuición genial de la misma. Aunque durante cierto tiempo Dániken negó conocer el libro de Pauwels y Bergier, tras varios problemas legales, que incluyeron también una demanda por parte del editor francés de Robert Charroux (quien en sus obras Histoire incconnue des hommes depuis cent mille ans. 1963, y El libro de los secretos descubiertos, 1964, abordaba directamente esta teoría años antes que Dániken), se vio obligado a rectificar y admitir a estos y sus libros en la bibliografía de las ediciones posteriores de sus obras. De esta forma, se establece una directa correlación cronológica entre el autor de ciencia ficción americano y el investigador suizo y sus ideas, con El retomo de los brujos como eslabón intermedio o vaso comunicante entre ambos, sin necesidad de que este último hubiera leído directamente al primero. En cualquier caso, muchos de los párrafos de Lovecraft citados por Colavito dejan poco lugar a la duda, así como otros autores partidarios de esta teoría resultan igualmente reveladores al respecto (por ejemplo Temple, con sus alienígenas de naturaleza anfibia, procedentes de Sirio, a cuya raza pertenecería el mítico Oannes sumerio... Y que recuerdan poderosamente a las criaturas marinas del genio de Providence y sus deidades acuáticas, como Dagon o el mismo Cthulhu). Pero ¿fue Lovecraft el primer autor de ciencia ficción en imaginar alienígenas en la Antigüedad?




PREHISTORIA ALIENÍGENA LITERARIA
En realidad, la idea de que nuestros mitos y religiones, e incluso la propia vida humana, son de origen extraterrestre, aparece muy pronto en la ciencia ficción, en obras tan diferentes como la novela del pionero americano Garrett P. Serviss Edison's Conquest Mars (1898), o el genial relato del francés J. H. Rosny Aíné Les xipéehuz (1897), que describe un inquietante encuentro entre hombres prehistóricos y alienígenas. En los primeros tiempos del género -y después- abundarían tanto los relatos acerca de la procedencia alienígena de Adán y Eva o la explicación de los mitos bíblicos a través de su origen espacial, que el escritor e historiador de la ciencia ficción Brían Aldiss acuñó en 1965 para definirlos la expresión shaggy god síoríes (juego de palabras con el término anglosajón shaggy dog story: chiste malo y pesado).
Muchas de estas obras muestran a su vez la influencia de la teosofía y otras ideas afines, como es el caso de Yezod: A Romance of the Unknown (1922) de George Babcock, donde la humanidad terrestre procede de los restos de una utópica civilización marciana, espiritual y casi perfecta, que degenera a lo largo de veinte millones de años, al tener que abandonar su planeta y la Luna para instalarse en la Tierra, y donde su autor reinterpreta el Antiguo Testamento en términos completamente extraterrestres.
Otro curioso ejemplo es el que brinda el escritor soviético Alexéi Tolstoy en su Aelila (1923), donde, a la inversa de lo esperable, es Marte el planeta colonizado en su Prehistoria por la avanzada civilización terrestre de la At-lántida, cuyos restos emigran al Planeta Rojo, imponiéndose a la población nativa, reconstruyendo sus imponentes canales y pirámides atlantes sobre su superficie. También aquí resuenan ecos teosóficos, a pesar del carácter eminentemente soviético de sus personajes y conflictos.
En este contexto, sumado al de las obras esotéricas, ocultistas y pseudocientíficas de la época, que jugaban ya con ideas parecidas y que examinaremos después, es donde hay que ubicar la aparición de Los mitos de Chthulhu, en los que, sin embargo, se presenta un sesgo original, propio de Lovecraft, fundamentalmente pesimista y trágico, ya que en ellos las criaturas alienígenas o extradimen-sionales de las que procedemos y a las que debemos nuestra cultura y nuestros mitos son esencialmente extrañas y, desde la perspectiva humana, perversas. A diferencia de los extra-terrestres de la mayor parte de la moderna ufología o de las entidades planetarias y astrales de la teosofía -los primeros, herederos de las segundas-, no se trata de seres bondadosos y salvadores, sino, por el contrario, destructivos, abyectos, portadores de caos y oscuridad.





ASTRONAUTAS ANCESTRALES
Y CIENCIA FICCIÓN MODERNA
El impacto de Lovecraft y sus mitos, la presencia continua de racionalizaciones espaciales y alienígenas de los hechos bíblicos y las leyendas de la Antigüedad, a través de relatos y novelas del género, sumados a la aparición estelar de Erich von Daniken y sus libros, han proporcionado combustible inagotable a la ciencia ficción para seguir abordando de manera obsesiva la idea de los astronautas ancestrales. Durante la década de 1940, moviéndose en un pantanoso y fascinante terreno entre la ficción y la supuesta realidad, el excéntrico Richard S. Shaver publicó, en colaboración con el editor del pnlp de ciencia ficción Amazing Stories, Ray Palmer, una serie de relatos que, bajo la etiqueta de El misterio Shaver, presentaban una nueva historia de la humanidad, repleta de cavernas subterráneas en las que los descendientes degenerados de antiguas razas -deros y teros-, primigenios pobladores de la Tierra procedentes de las estrellas, siguen influyendo maléficamente en los hombres, utilizando máquinas siniestras, poderes telepáticos y medios más directos, como la abducción y la tortura física y mental. A través de estas historias y de libros como el delirante Remember Lemuria (1948), Shaver, que decía haber sido prisionero del mundo subterráneo, volvía a "explicar" los mitos de la Antigüedad, figuras como la de Satanás o las leyendas de la Atlántida y Lemuria, en términos de Spa-ce Opera y razas y superra/as extraterrestres de hace miles e incluso millones de años, colonizando e influyendo en la evolución de la Tierra. El mundo de Shaver sigue siendo hoy fuente de polémica y fascinación por igual entre aficionados a la ciencia ficción y seguidores de las paraciencias, a menudo enfrentados, aunque, paradójicamente, más próximos entre sí de lo que creen o gustan reconocer. Uno de los grandes autores del género que, precisamente, no tenía inconveniente alguno en militar en ambos bandos, el fantástico Robert Antón Wilson, jugaría también a menudo con la idea de los astronautas de la Antigüedad, utilizando con humor, conocimiento y erudición tanto la mitología de Lovecraft o Shaver, como la historia del ocultismo, la masonería, el misterio de Sirio según Temple, las leyendas de la Atlántida y Lemuria o las ideas del propio Dániken en sus novelas sobre los Illuminati, escritas en colaboración con Robert Shea, y otras obras.
Otro inclasificable personaje, el escritor británico Colín Wilson, confeso admirador de Temple, Graham Hancock (MÁS ALLÁ, 139) v Robert Bauval (MÁS ALLÁ, 100, 132 y 200) -véase su From Atlantis to the Sphinx (1996)-, siempre fascinado por el mundo de lo Oculto, utilizaría el terror y la ciencia ficción, a menudo con toques lovecraftianos, para explicar mitos como el vampirismo o las criaturas fantásticas de leyendas y del folclore a través de la influencia alienígena, en novelas como The Mind Parasites (1967), The Philosopher's Stone (1969) y especialmente Los vampiros del espacio (1976).
También en el magnífico filme de la Hammer ¿Qué sucedió entonces? (Quatennass and the Pit, 1967), perteneciente a la saga del Dr. Quatennass, en vena no menos lovecraftiana, descubrimos que la vida humana es producto de un experimento prehistórico marciano sobre nuestro planeta, y que la imagen del Demonio que poseemos tradicionalmente procede de nuestra memoria racial, así como el hecho aterrador de que, en realidad, los marcianos somos nosotros. Más recientemente, la inteligente novela Diario de un investigador de ovnis (2008) de David Halperín, publicada por Minotauro en nuestro país, aborda el tema desde una peculiar perspectiva intimista y jungiana.
Durante los años 60 y 70 del siglo pasado, en pleno apogeo del danikenismo, la literatura y el cine de ciencia ficción parecen contagiarse del entusiasmo por el entonces denominado en nuestro país "realismo fantástico", y con el auge de las paraciencias, tiñéndosc con una cierta aura de Nueva Era, en la que la idea de las visitas extraterrestres a la Tierra en el pasado, y su benéfica influencia en el desarrollo de la civilización humana, se integraba de forma natural. Arthur C. Clarke y Stanley Ku-brick darían al mundo 2007, una odisea del espacio (1968), en la que, partiendo del relato del primero El centinela (1948), se describe la evolución de la humanidad, guiada desde la Prehistoria por intervenciones extraterrestres, simbolizadas y encarnadas en un misterioso monolito, que reaparece sobre la superficie lunar justo cuando el hombre está capacitado para llegar hasta ella, y ha de conducirle a un nuevo estado del ser y la conciencia, más allá de las estrellas. Clarke era también un importante científico, y aunque de forma metafórica, su monolito lunar parecía encajar de alguna forma en el puzzle alienígena del momento.
Poco tiempo antes, dos importantes figuras del mundo de la ciencia, el norteamericano Cari Sagan y el soviético I. S. Shklovski, en su libro Vida inteligente en el Universo (1966), habían abordado directa y seriamente el tema de las visitas extraterrestres en el Antigüedad, y aunque sus conclusiones eran que resultaba imposible demostrar tales contactos, el simple hecho de prestarles atención científica y analizarlos seriamente contribuyó a una atmósfera de general interés y aceptación, aprovechada poco después por Dániken.




ESCÉPTICOS Y RENUENTES
Sin embargo, existe, en general entre los escritores y, quizá más, los historiadores y expertos en ciencia ficción, una actitud de abierta oposición a las teorías de Dániken y sus seguidores, que consideran una especie de estafa peudocientífica que utiliza ideas lícitas dentro del marco de la flexión literaria, pero insostenibles bajo el punto de vista estrictamente científico. Según el libit) Li cieñan en la ciencia ficción (1982), editado por Peter Nichoüs con la colaboración de David Langford y Brían Stableford: "La mayoría de escritores de ciencia ficción contemplan la adopción de sus ideas parparte de gente como Van Düniken como una parodia nociva para la reputación de su arte". El propio Clarke -que mantendría cierta amistad con Robeil Temple, miembros ambos de la Royal Asironomical Society-, a pesar de confesar que podía medio creer en su idea del monolito lunar, no dejaría de afirmar que "...Leyendas antiguas, pinturas murales u oirás obras de arte podrían también proporcionar pruebas de las visitas de estos seres en épocas históricas; desgraciadamente, este tipo de evidencia solo puede ser circunstancial, nunca definitiva. (...) La capacidad de la mente humana para crear mitos es tan ilimitada que sería una tontería aceptar estos casos como prueba. Después de todo, imagínese lo que pensaría un extraterresíre inteligente si analizara una tira cómica de Superman" (El desafío de la nave espacial, 1972).
Isaac Asimov. otro de los grandes de la ciencia ficción con currículo científico, en su ensayo Civilizaciones extraterrestres (1979), opina al respecto: "...Aunque no es inconcebible la visita a la Tierra de civilizaciones extraterrestres en el lejano pasado, ni en el pasado reciente, no existe ninguna prueba aceptable de que tal cosa haya ocurrido, y hasta donde podemos especular carecen absolutamente de todo valor las muy diversas pruebas aducidas, con ese fin, por apasionados entusiastas". En cuanto a Von Düniken, "...Todo aquello que (...) encuentra misterioso y, por tanto, suge-rente de alguna influencia extraterresíre, los arqueólogos están convencidos de que puede explicarse, mucho más convincentemente, de una manera terrestre".
El propio Sagan, convertido también con su novela Contacto en escritor del género, tras haber sido uno de los científicos que lan/.ó, de alguna manera, la primera piedra, escondería después la mano: "...Por muy provocativas que fueran estas leyendas, concluí que era imposible demostrar contactos extralerrestres a juzgar por tales leyendas. Hay alternativas plausibles en su explicación. (...) Todos los artefactos antiguos mencionados por (...) Düniken (...) tienen explicaciones alternativas y meritorias. (...) Estos artefactos son, en realidad, pruebas psicológicas proyectivas. La gente puede ver en ellos lo que desee. (...) Para una persona con mentalidad medianamente escépíica tales pruebas le resultarán siempre muy poco convincentes". (La conexión cósmica, 1973).





ANTES DE LOS MITOS
El propio Jason Colavito se cuenta, sin duda, entre los estudiosos de la ciencia ficción y el género fantástico que miran con escepticismo hacia Düniken, tanto como hacia sus ideas y las de sus precursores y continuadores.
Para este, no hay duda de que la teoría de los astronautas en la Antigüedad se formó alrededor del núcleo de Los mitos de Cthulhit, imaginados y establecidos literariamente por H. P. Lovecraft y su círculo. A pesar de los muchos rumores e interpretaciones esotéricas y conspirativas que rodean al famoso escritor de horror, fantasía y ciencia ficción, y que tratan de asociarle al mundo del ocultismo y la magia, es bien sabido que Lovecraft era muy escéptico acerca de estos temas, que utili/aba con fines exclusivamente literarios. Sin embargo, esto no impide que tomara gran parte de sus ideas y técnicas estilísticas de obras y autores esotéricos y ocultistas. Incluyendo la idea fundamental de una Tierra visitada y manipulada a lo largo de su Historia por seres procedentes de otros mundos y estrellas. Colavito reconoce que antes de Lovecraft, ideas parecidas se encuentran en las obras de Múdame Blavatsky (MÁS ALLÁ, 162), especialmente en La doctrina secreta (1888), y en las de su seguidor W. Scott Elliott, por ejemplo en The Lost Lemuría (1904), que Lovecraft conocía bien y citaba en sus relatos. Sin embargo, las entidades alienígenas de estas y otras obras teosóficas son más bien entes espirituales, astrales, parientes de ángeles y espíritus desencarnados, que alienígenas en el sentido moderno que damos al término. Y, desde luego, no comparten con las criaturas de Los mitos de Cthulhu su naturaleza material y perversa.


EL ORIGEN DE LA IDEA
Pero hay una fuente común más. Común tanto a Lovecraft como a Pauwels y Bergier, Cha-rroux o al propio Dániken: El libro de los condenados y el resto de las obras del genial Charles Fort (MÁS ALLÁ, 190). En palabras de uno de los biógrafos de Fort, Colin Bennett: "Fort se anticipó alrededor de cuarenta años a ¡as ideas de Desmond Leslie, Raymond Drake, Erich von Dániken y George Hunt Williamson acerca de 'astronautas de la Antigüedad', y desde los años 60 en adelante influenciaría miles de libros en esta área, muchos de ellos meras paráfrasis de las poco conocidas páginas de Fort, y frecuentemente sin un solo agradecimiento hacia estas" (Polines of the Imagination. The Life, Work and Ideas of Charles Fort. 2002). Aparecido en 1919, El libro de los condenados, primera de las obras pioneras en el periodismo de lo extraño y paranormal que escribiera su autor, está lleno de guiños hacia la presencia de ovnis -mucho antes de la invención del término- y criaturas del espacio o de otras dimensiones, que dejan su impronta en nuestro mundo y civilización a lo largo de los siglos: "Un día -nos dice, por ejemplo- pasaré revista a todas las añejas historias de demonios aparecidos sulfurosamente en la Tierra, con el fin de demostrar que, en varías ocasiones, hemos tenido visitantes de otro mundo...". Con una personalidad ferozmente irónica, intuitiva e iconoclasta, nadie ha sabido todavía hasta qué punto Fort creía en sus propias ideas delirantes o se tomaba en serio a sí mismo, lo que hace de su obra y pensamiento algo mucho más fascinante y complejo todavía. Se adelantó también a la teoría de la panspermia u origen estelar de la vida terrestre, sostenida por el astrónomo -y escritor de ciencia ficción- Fred Hoyle: "La idea es: podría hallarse en alguna parte por encima de nosotros un lugar de origen de la vida, en relación a esta Tierra". Fort bautiza este lugar con el simbólico nombre de Génesistrina: "Los primeros organismos unicelulares nos han podido llegar de Génesistrina (...). La evolución terrestre, en su conjunto, ha podido ser un proceso de población por inmigración o bombardeo...". ¡Escrito cuando Hoyle apenas si llevaba pantalón corto! Igualmente, predice literalmente determinados hallazgos y conclusiones de Dániken: referente al supuesto encuentro de una lente óptica en la cámara del tesoro de Nínive, concluye que "es innegable en este caso tan preciso que, en las ruinas de una antiquísima civilización, se ha encontrado un objeto maldito, que no puede ser aceptablemente un producto de las antiguas civilizaciones aborígenes de esta Tierra".
Fort fue admirado y apoyado por eminencias intelectuales y literarias tan notables como Thedore Dreiser, Booth Tarkington o Ben Hecht, entre otras, incluyendo escritores de ciencia ficción como Eric Frank Russell... Y H. P. Lovecraft: "Quizá somos utilizables (...): algo sobre nosotros tiene derecho legal por la fuerza (...) y esta transacción es conocida desde hace varios siglos por algunos de nosotros, carneros emisarios de un culto o de una orden secreta cuyos miembros, como esclavos de primera clase, nos dirigen de acuerdo con las instrucciones recibidas y nos encaminan hacia nuestra misteriosa función". He aquí el origen de Los mitos de Cthulhu... y de Expediente X. Esta es también la paradoja que Colavito parece ignorar o minimizar premeditadamente: es posible, casi seguro, que Dániken sacara sus astronautas de la Antigüedad de las ideas plasmadas en su ficción por H. P. Lovecraft, vía Pauwels y Bergier. Es decir, que pretenda, como sus seguidores, hacer pasar un argumento literario de" ciencia ficción por hipótesis científica... Pero lo cierto es que, en última instancia, el propio Lovecraft había utilizado para construir su ficción retazos de obras, ideas, escritos y teorías ocultistas, teosóficas y paracientíficas, como las de Madame Blavatsky o Scott El-liott. Más aún, el origen de sus mitos es, sin duda, el pensamiento y la obra de Charles Fort, quien podía o no creer seriamente en todo lo que escribía, pero, en cualquier caso, no era un autor de ciencia ficción, pasando a la Historia como verdadero pionero y progenitor del periodismo y la investigación de lo paranormal.
Si la intención última de Colavito es desacreditar a Dániken y sus astronautas de la Antigüedad, por haber sido tomados prestados del universo de ficción de un escritor de fantasía, lo cierto es que puede hacerse también la ecuación inversa, para llegar al descubrimiento final de que las ideas de ciencia ficción de Lovecraft fueron tomadas por este en préstamo, a su vez, de los "hechos condenados" rescatados por Charles Fort presentados en sus obras como seria alternativa crítica con comentario irónico que cuestiona gravemente la ciencia normativa y sus canales oficiales. Los astronautas antiguos, tanto si existieron alguna vez como si no, forman parte de los propios inicios de la tradición moderna de las paraciencias. De la comente crítica del "realismo fantástico" y el estudio de lo paranormal. De lo ignorado, marginado o rechazado por las convenciones científicas al uso. Como tantas otras veces, ciencia ficción, paraciencia y ciencia, están más cerca unas de otras de lo que ninguna de ellas parece dispuesta a reconocer.

1 comentario:

  1. Amado Hermano, ha llegado a mis manos una CANALIZACION de IMPORTANCIA VITAL que es
    Enormemente Sorpendente, hecha por un Amadisimo Maestro Ascendido, sobre una PELICULA que
    pueden ver en esta web

    http://mensajedeluz121.net16.net/

    YO SIENTO que esta Maravilla de Noticia ha de Expandirse entre Todos los Hermanos de la Luz, pues
    es de VITAL IMPORTANCIA para la Evolución de cada uno individualmente, y de TODO EL
    PLANETA en Conjunto.
    Gracias a esa carta, y a esas películas, yo soy un TESTIMONIO VIVO de la Veracidad de las Mismas,
    pues mi TERCER OJO SE HA ABIERTO y ya VEO EL AURA, tengo TELEPATIA con otros Hermanos
    de mi Reunión, ya NO SIENTO DOLOR, ni frio, y ya INVOCO ANGELES. Y si yo, que No era Nada,
    fui así Bendecido por estos 2 presentes del cielo que son esa Carta y esa Película ¿Qué No conseguirán en
    en Hermanos más Evolucionados que yo?
    Por eso te envio la carta CON TODO MI AMOR DE LUZ POR TI, te envio Copia de la Carta del
    Maestro Ascendido (esta en la web), y de la Película, para que esas Noticias lleguen a tus oidos,
    llenando de Amor tu Corazón, y para que LA LUZ te Inunde abriendo tu Tercer Ojo como hizo en mi, y
    en mis Hermanos de Reunión.
    Lee la carta Primero, y luego ve la Película con tu Corazón Abierto, y tras hacerlo, ENVIA UNA COPIA
    DE LA CARTA y de la película, a CADA HERMANO de Luz que conozcas, porque EN VERDAD que
    ESTAS SON NOTICIAS DE UNA NUEVA ERA!!!
    Firmado con TODO mi Amor hacia tí,
    de tu Hermano de Luz Sheran

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