Una revisión de la prensa internacional de los últimos seis años pone en evidencia que las másdivcrsas culturas y sociedades siguen creyendo en fantasmas. La mayoría de los reportes conservan los esquemas y escenarios clásicos propio de otros siglos y guiones de las encantadoras ghost stories inglesas: espectros que buscan justicia, casas malditas y lugares de sufrimiento (cárceles, hospitales, internados) donde penan quienes allí estuvieron recluidos, A esa tradición clásica se agregan elementos característicos de nuestro tiempo y su carrera, como el culto a las celebridades que ha derivado en la multiplicación de fantasmas de los famosos (cuya muerte no aceptan los fanáticos) o la emergencia de nuevos horizontes y ámbitos como escenarios de lo paranormal, entre ellos las redes sociales y otros sitios de Internet.
Esta tendencia enfrenta ahora, al igual que en otros tiempos, lasmismas críticas de los pensadores escépticos. Roben Todd Gmoll, autor del volumen The Skeptic's Dictionary, usa un poderoso argumento tan válido para cuestionar los centenarios relatos de fantasmas transmitidos por tradición oral como los reportados por modernos y prestigiados medios de información: "Para sosteneresas historias debemos confiar en evidencias anecdóticas, que siempre son incompletas y selectivas, que transmiten partes interesadas en propagarlas, inexpertas, supersticiosas e ignorantes de las leyes básicas de la física". Las hipótesis soba1 las apariciones sobrenaturales se confirman mediante un proceso selectivo que, gracias al proceso de sesgo cognitivo, descarta toda la información y las pruebas que las ponen en duda y acepta aquellas que las confirman.
La crítica de Todd Carroll se extiende hasta las indagaciones de lo sobrenatural con los recursos tecnológicos que en el mundo de hoy se han convertido en garantías de certidumbre: "los investigadores llegan a la supuesta escena de las apariciones equipados con envases de café, iluminación artificial, grabadoras, detectores de campos electromagnéticos, cámaras de video con visión nocturna y detectores de metal. lil equipo es científico, pero esto no hace que, en realidad, se esté desarrollando una indagación científica". Los procedimientos que llevan a cabo estos aficionados mismos que impulsan una rentable industria con numerosas ramificaciones como el turismo a lugares embrujados distan del rigor y el enfoque que definen al método científico.
Los fantasmas siguen tan vivos como siempre, sin importar los avances de la ciencia.
Las nuevas tecnología y redes sociales refrescan y abren otras puertas a lo sobrenatural.
LA CIENCIA Y EL MAS ALLÁ
¿Qué tiene que decir la ciencia seria, desarrollada por verdaderos especialistas con respecto a los fantasmas? Ningún investigador respetable en foca su trabajo en el los. Algunos se limitan a investigar los tactores que propician la creencia entre determinados grupos y personas y, otros, más escasos pues saben que se hallan en el territorio inseguro de las creencias, estudian la supuesta posibilidad de que exista alguna tórma de vida después de la muerte, convicción que sirve como eje a las religiones clásicas y a las anécdotas más triviales sobre los aparecidos que aullan y arrastran cadenas en casas centenarias.
Las experiencias cercanas a la muerte han seguido siendo objeto de estudio y dan lugar a debates. En julio de 2010 el investigador Sam Parnia de la Universidad de Southampton dio a conocer los resultados provisionales de un estudio iniciado en 2008 que consistió en examinar las experiencias cercanas a la muerte reportadas por 1,500 pacientes cardiacos. Lo más que pudo decir es que la noción de 'muerte' comúnmente aceptada es imprecisa y que después de ésta se mantienen, por un tiempo limitado, ciertos procesos cognitivos y de conciencia. Un año después un grupo de la Universidad de Maribor, Es-lovenia, llegó a la conclusión de que las visiones que han reportado quienes han tenido una experiencia así son resultado de un aumento en los niveles de dióxido de carbono en el cerebro que provoca la formación de imágenes. Otras indagaciones afines también hacen mención de los procesos químicos que ocurren en el cerebro en graves circunstancias de estrés, como cuando se lia sutrido un accidente.
En 2012 la Fundación John Templeton otorgó un apoyo económico de cinco millones de dólares a |ohn Martin Fischer, profesor de filosofía en la Universidad de California, para financiar sus indagaciones sobre diversos aspectos de la inmortalidad, incluyendo las experiencias cercanas a la muerte y el impacto que tiene la creencia en la vida en el más allá sobre la cultura humana, ti propósito no consiste en demostrar que hay vida después de la muerte, sino en comprender la forma en que la religión, la teología y la filosofía lian moldeado nuestro pensamiento en relación con esa idea. Su enfoque se vincula con varios antecedentes de acuerdo con los cuales el reporte de las experiencias podría ser un fenómeno inducido culturalmente por tales discursos. Ninguna de estas indagaciones asume que exista una vida después de la muerte y, en consecuencia, ninguna da soporte a la creencia en fantasmas.
RAZONES PARA CREER
Lo que la ciencia y las humanidades sí pueden indagar con mayor objetividad es porqué creemos en fantasmas. El anea de estudio que enfoca mejorel asunto es la psicología. Brian Cronk,catedrático de esa materia en la Universidad de Missouri, consideró en 2010 que la gente cree porque quiere creer: "El cerebro humano siempre está tratando de determinar por qué ocurren las cosas, y cuando la explicación no resulta lo suficientemente clara tiende a inventar explicaciones extrañas".
En 2008 la periodista Sharon Begley, del semanario estadounidense Newsweek, resumió algunas de las visiones científicas más recientes relacionadas con la creencia. Los neurólogos aseguran que ésta se origina en la misma actividad cerebral que da origen a los procesos cognitivos comunes; solo que en este caso se intensifican y producen información falsa. Otra corriente sostiene que el presente de crisis económica y anomia social es una época propicia para tales creencias. Históricamente puede comprobarse que, en tiempos de crisis, prospera el pensamiento irracional, lo cual explica la multiplicación de sectas a veces destructivas.
En su libro Supersense: Why We Believe in the Unbelievable (2009), el psicólogo Bruce Hood, de la Universidad de Bristol, asegura que la mente humana trata de hallar patrones en eventos inconexos entre sí y busca conexiones que den cohesión a la especie. El vinculo entre esta vida con la 'otra' y el de los hombre vivos con los muertos podría seguir este patrón. Hood hace otra interesante observación. Al inicio de la historia los hombres temían amenazas procedentes de seres vivos, como un tigre dientes de sable. En el desarrollo de ésta el temor se desplazó hacia objetos inanimados, como un arma. "la idea de los espíritus y las almas que aparecen en este mundo se vuelve más verosímil si creemos, en general, que aquello que no es físico puede transmitirse al mundo físico. Creemos así, por ejemplo, que cualquier sonido en una casa abandonada es una pisada".
Nicholas Epley, de la Universidad de Chicago, saca a relucir otro fenómeno importante. Durante un experimento informó a un grupo de personas que, según un cuestionario al que habían respondido, al llegar a la edad madura vivirían solas y aisladas. Tras recibir esta información todos parecieron más indiñados a creer en Dios, milagros, fantasmas y ángeles en comparación con un grupo a cuyos miembros se dijo que tendrían una edad madura atractiva,llena de amistades y relaciones significativas. Cuando los acompañantes del mundo rea! escasean queda ía posibilidad de inventar acompañantes sobrenaturales y cuando algún ser querido tallece, dar forma a su fantasma. Chrístina Pucholsld, directora del Instituto George Washington para la Espiritualidad y la Salud, lo expresa de modo conciso: "Cuando se piensa mucho en una persona ausente, puede inducirse en la mente la sensación de su presencia".
TEMOR AL FINAL
¿Qué podemos razonar a partir de todo esto? Nuestra incertidumbre sobre lo que ocurre después de la muerte debería ser menor que en tiempos pasados. Los hallazgos de la ciencia son cada vez más convincentes en el sentido de que no existe una forma de vida distinta de la que conocemos y ahondan cada vez más en el conjunto de paxesos psicológicos y cognitivos que nos indican a sostener esa falsa noción. Sin embargo, la diversidad de las notas presentadas en este texto muestran lo contrario: la superchería vive un auge entre los miembros de la aldea global. Podemos concluir que la creencia en los fantasmas sigue siendo un ameno entretenimiento queda vuelo a la imaginación popular y, a la vez, una prueba tangible de la desesperación con la que nos negamos a aceptar la muerte de los otros y, especialmente, la nuestra.
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