lunes, 20 de febrero de 2012

Los fantasmas de la puerta del Osario

En un inmueble sevillano tuvieron lugar, hace ya más de tres décadas, extraños fenómenos que sembraron el pánico y el desconcierto entre los miembros de una familia.Tantos años después, hablamos con los testigos de lo insólito. ¿Qué sucedió en la capital hispalense?


José Manuel García Bautista





Sevilla, 1953, en una oscura buhardilla un extraño rito se está produciendo: botellas de ron, puros, enigmáticos cánticos... Sólo la lúgubre luz que aportan las velas permite adivinar la fría silueta de una mujer que. casi en estado de trance, parece estar invocando la presencia de alguien o algo que no se acierta a adivinar. El humo cubre la estancia, y aquella musicalidad ritualista comienza a extenderse porcada rincón de aquella casa...
En el piso inferior una familia permanece encogida por el temor, la madre asoma su cabeza a la puerta y pide que cesen aquellos "cánticos infernales", mientras, en la lejanía de aquel santuario del terror formado en la última planta, una voz ronca y ahogada profiere mil y una maldiciones.
"No temáis hijos míos que ya se irá". Esta frase pronunciada de forma dulce por una protectora madre es la que atesoran como un recuerdo indeleble aquellos dos niños que , entonces, temblaban de miedo ante todo lo extraño que sucedía a su alrededor.

Recordando el pasado
Situada en las cercanías de la Puerta del Osario, junto al Muro de los Navarros en Sevilla. la vivienda de esta familia no ha dejado de estar rodeada durante todos estos años transcurridos un halo de misterio. A aquella buhardilla abandonada nadie se atrevía a subir ni a ocuparla.Tan sólo en época de exámenes era fugazmente habitada y siempre con la incómoda sensación de los muchachos de estar siendo observados, sensaciones que coincidían con espectaculares bajadas de temperatura y algún que otro sonido extraño que éstos pre-fen'an obviar antes de caer en el miedo que les provocaba el lugar.
La zona donde se edifica la vivienda está situada donde, antaño, se ubicaba la llamada "Puerta del Osario", llamada así por estar ubicada en las proximidades de uno de los cementerios levantados extramuros de la ciudad hispalense, uno de aquellos camposantos que fueron devorados por el crecimiento de la urbe y que alojaba los restos de miles de sevillanos perecidos en las diferentes epidemias mortales que asolaron durante el siglo XVII la capital.
Aquella entrada monumental estaba ubicada entre la calle Osario y su homónima Puñón Rostro, llamada originariamente como Puerta de Alfar o Vib-Aljar, el nombre de aquel que la construyó en el siglo XII. En 1578 fue reformada por el Conde de Barajas y en 1849 lo fue nuevamente por la reina Isabel II y entrado el siglo XX -en la década de los veinte- dejó de existir en pro de ese, muchas veces, mal llamado progreso. El "Muro de los Navarros" recibe su nombre de los escasos vestigios que le quedan a la ciudad de aquella muralla que la rodeaba y que delimitaba su término, quedando perfectamente definida y siendo ya parte de la historia de Sevilla.


La Tía Gracia"
Así en torno a aquel muro se levantaron multitud de  viviendas.   La  de nuestros protagonistas, con más de un siglo de existencia, se construyó hacía 1830; en 1870 se realiza el forjado de la puerta de entrada a la misma quedando patente su fecha por la inscripción en forja que lleva la misma. Desde su construcción y en diferentes inmuebles de la zona, se ha hablado de extraños sucesos y fenómenos anormales que tienen lugar.
Para muchos es la influencia del viejo cementerio que crecía próximo al muro, para otros es debido a las almas desalojadas de los muertos que no han podido reposar eternamente en aquel lecho mortuorio, para los menos son viejas leyendas a las que no atienden, porque aún no les afectan... Sea como fuere, es un hecho innegable que en la zona han sucedido diferentes hechos extraordinarios que siempre tuvieron que ver con la aparición de restos óseos al construir nuevas edificaciones.
Estamos en la década de los 50 del siglo pasado. En aquella casa vivía la familia Ortiz Rodríguez. El matrimonio tenía dos hijos, y un acontecimiento iba a empañar su existencia para siempre: una tía, hermana de su madre, se mudaría a aquella casa a vivir con ellos. Los primeros años de aquella relación que acabaña por ser tormentosa iban a transcurrir placida-mente. La 'Tía Gracia" siempre mostró inclinaciones por aquellos temas relacionados con lo oculto, con lo prohibido, con los espíritus. Y aquellos niños la observaban con curiosidad. Tanto a Santiago como a Mana del Carmen, que así se llamaban los pequeños, les provocaba temor, aunque en su infancia lo tomaran como un juego.
Tras la pérdida de su hijo pequeño, el carácter de aquella mujer comenzó a agriarse, y buscó refugio en las enseñanzas espirituales que entabló con un gurú indio, con el que mantuvo una larga relación epistolar y con el que compartió algo más que secretos. De aquella relación surgió una suerte de sacerdotisa espiritual que se recluía en su habitación durante largas temporadas practicando rituales. Posteriormente comenzó un aprendizaje y práctica de rituales afroamericanos, de santería cubana e incluso prácticas de vu-dú. Era habitual escuchar aquellos extraños cánticos guturales en el piso inferior, y lo que surgió como un juego con la "Tía Gracia" se acabó convirtiendo en la psicología del miedo con la que aquella mujer subyugaba a su familia. Conocedora de sus pesares, sólo buscaba reencontrarse a sí misma o tal vez a aquella criatura perdida.
La Tía Gracia" apenas bajaba de su pequeño domicilio, sabía del miedo que le provocaba a su familia, y pese a la relación que tenía que mantener con ellos, dada su proximidad, sus desavenencias y maldiciones eran constantes, lo que creaba un clima tenso en ellos. Así se mantuvo hasta el final de sus días. Cuando falleció en 1975 desalojaron sus cosas del piso superior y encontraron los restos de aquella insólita y cruel existencia en solitario: velas negras, ron, incenciarios, recortes de prensa sobre rituales sectarios, la correspondencia con su gurú y frascos de barro vacíos tapados por un trozo de paño.
Sin saber cómo decidieron deshacerse de todo aquello que a sus padres les resultaba demoníaco y extraño.Ytal vez por su influencia, o tal vez no, comenzaron a suceder cosas sin explicación en aquel piso...


Hechos insólitos en el inmueble
Un buen día comenzaron a escucharse en la buhardilla extraños sonidos, misteriosos gritos que no parecían provenir de ninguna parte y que llenaban de temor a la sufrida familia. Eran los frutos, tal vez, de aquellos improperios y maldiciones que aquella mujer lanzó sobre sus moradores, que compartían su sangre.
La buhardilla quedó cerrada casi una década, sólo permanecía en ella el viejo y pesado ropero junto a algunos enseres y el polvo comenzaba a tejer su velado manto sobre aquellos restos que no señan tocados durante mucho tiempo.
La época de exámenes devolvió la vida a aquel lugar. Mana del Carmen subía para estudiar. Sin obedecer a ese sentimiento inexplicable que es el miedo, subía y comenzaba a sumergirse entre libros de Filosofía y el pensamiento de la época. Relataba para ENIGMAS que durante aquellas jomadas de estudio "siempre me sentía acompañaba por algo, como observada, era una sensación muy incómoda... Otras veces la luz comenzaba a apagarse o encenderse. Siempre pensé que podía haber sido el interruptor de la luz que harta mal contacto, pero no, el interruptor se cambió en varias ocasiones y no le ocurría nada. Otras veces la temperatura bajaba mucho y entonces me tenía que ir de allí, porque no se podía estar, era imposible. Pese a que el recuerdo de la Tía Gracia siempre estuvo en mi cabeza cuando ocurrían aquellas cosas, prefería no dejarme llevar por ese pensamiento, pues de lo contrario habría huido presa del miedo".
Los hechos insólitos seguían produciéndose, sobre todo esas anomalías eléctricas, esos sonidos extraños y esas bajadas de temperatura. Fallecieron los progenitores de María del Carmen y de Santiago y ambos redistribuyeron los espacios de la casa y el lugar que ocupaban en ella. Mana del Carmen ocupó la habitación de sus padres y Santiago la ubicada junto al salón.
"Una noche estaba en la cama, no podía conciliar el sueño y pensé en mi madre, me vinieron a la memoria las maldiciones que lanzaba la tía. No sé si fue casualidad o no pero la luz que daba a la escalera que subía al piso superior se encendió sola. Pensé que no era posible, pero la luz parecía responder los pensamientos que tenía... Pasó algo muy raro con la electricidad aquella noche", explicó Mana.

Los fenómenos se incrementaron cuando en la habitación contigua a la de Mana del Carmen se escuchó un ruido, un ruido seco que les llenó de temor. Con cautela se acercaron a la habitación, abrieron la puerta y tras ella apareció la figura reconocible de su padre, fallecido hacía años, en una esquina de la cama y de espaldas a la puerta. "La sensación fue tremenda, no esperábamos aquello, quizás algo que se hubiera caído, algo que se hubiera roto... Pero loque vimos fue una sensación brutal. No tuvimos miedo, era como si estuviera allí para protegernos de algo o de alguien, era como una llamada a la tranquilidad, quizá por todo lo que estaba sucediendo allí arriba... Allí estaba, sentado en la cama, para desvanecerse. Fue un choque de sentimientos, de imágenes... Pero era inequívoco, estaba allí sentado en aquel pico de la cama del lugar donde pasaba mucho tiempo". En aquel clima de sensaciones contenidas, de miedo, de apariciones, de fenómenos eléctricos extraños, de "voces del misterio" surgidas de la nada, se comenzaron a sumar ruidos de pisadas en la planta superior, recuerda Santiago, "como si alguien estuviera en la planta de arriba; pero eso no era posible porque allí hacía años que no vivía nadie y sólo subíamos allí para almacenar trastos o estudiar, poco más".
El paso de los años fijó su deterioro en el viejo edificio y ambos hermanos decidieron afrontar la rehabilitación del edificio, la reestructuración de la vivienda, partir de cero y comenzar de nuevo, dejando atrás aquel pasado terrible y andar el futuro de forma esperanza-dora. Fue en esos momentos cuando todos aquellos fenómenos se potenciaron. "Era como si hubiera una lucha en la casa, como si dos fuerzas estuvieran luchando, dos fuerzas invisibles que no podíamos ver pero que podíamos sentir... Una, llamémosla maligna, que habita en el piso superior y que parece querer bajar a hacernos algo, quizás daño. Y otra que nos protege de aquel mal", nos asevera Mana del Carmen.
Su hermano Santiago prosigue contándonos aquella estremecedora situación: "no sé si será especular o no, pero esa fuerza 'maligna' que tanto nos asusta creemos que se trata, tal vez, de vestigios de laTía Gracia, y la otra fuerza protectora creemos que pudiera tratarse de mi padre".


Trabajo de campo...
La primera vez que llegamos al lugar, llamados por la familia, lo hicimos de la mano del investigador local Alberto Fernández, buen conocedor del caso y amigo de la familia. Él nos sirvió de guía por un lugar que suponía un nuevo reto a la investigación.
Escuchamos atentamente el relato que aquellas dos personas, cuya infinita amabilidad con el que esto suscribe es de agradecer, nos relataron con todo detalle sus experiencias. Y así comenzaron las jornadas de investigación en todo el edificio. Al principio con pocos resultados, para poco a poco ir registrando indicios de la extraña actividad que allí se producía.
Las cámaras de infrarrojos instaladas en la vieja buhardilla, durante aquellas sesiones, captaron diferentes orbs que parecían deambular por aquel pequeño habitáculo. Las grabadoras no captaban nada anormal que pudiera catalogarse de psicofonía, sin embargo, era curioso comprobar cómo no eran capaces de grabar más de 16 segundos en cada sesión, como si algo imposibilitara el registro de más minutaje.
La misma grabadora que en el piso inferior funcionaba correctamente, una vez que la subíamos a la planta objeto del estudio volvía a mostrar ese extraño comportamiento. ¿Qué o quién podía estar ocasionándolo?
Pudimos comprobar también in situ algo de lo que nos habían hablado los in-quilinos: las extremas bajadas de temperatura, llegando hasta los8°Cylos 12°C. Una sensación extraña a la que no se le podía encontrar ninguna explicación salvo por la antigüedad del edificio... pero, ¿por qué sólo en aquella planta y no en las demás? Las preguntas se acumulaban.
José David ñores, ingeniero de Abengoa y conocedor de otros fenómenos extraños en la ciudad, nos acompañó en otra sesión de investigación junto al médico José Carlos García, que comprobó la estabilidad psicológica de aquel grupo. El resultado fue el normal: aquellas personas gozaban de una salud mental fuera de toda duda. Y aquel mismo día suceden otros hechos que no dejan de ser sorprendentes. En la planta superior comienzan a escucharse esas extrañas pisadas provocadas por"nadie"; además, la temperatura baja abruptamente y la luz comienza a tintinear. Las grabadoras sólo registran un murmullo lejano y las cámaras dejan de grabar al unísono, como si algo quisiera que no quedaran registros electrónicos de lo imposible...
Ante tal situación de alerta, los polí-metros no indican anomalías eléctricas en la red, pero los medidores de cam-pos magnéticos parecen afectados por algo que ocasionalmente provoca fuertes picos coincidiendo con esas "oleadas" de frío intenso.
Los ordenadores portátiles instalados en la planta inferior parecían estar detectando ruidos, y en ese momento, en el salón se escuchó una tremenda "explosión", como si algo hubiera reventado en la habitación de Santiago.
El equipo que cubría esa zona de la casa acudió rápidamente para ver que había sucedido. Alberto Fernández explicaba: "Estábamos solos, seguíamos con interés las gráficas de audio que iba describiendo el PC, porque había pequeños saltitos que nos llamaban la atención justo en el pico donde vieron la aparición masculina de la habitación. En ese momento, en la planta de arriba estaba,José David y José Carlos, que también se encontraban algo inquietos porque el medidor de temperatura registraba variaciones sorprendentes en torno a los 10°C. En ese momento, alguien recordó a la Tía Gracia' y acto seguido se escuchó un estruendo fortísimo en la habitación de Santiago. Entramos dentro y no había nada que lo hubiera podido ocasionar... No sabemos qué pudo ser". Mientras, en la planta superior el viejo ropero parece ser el mudo testigo de los hechos que allí suceden.
Un acontecimiento más viene casi a cerrar esta crónica de investigación. En uno de aquellos ruidos extraños captados por las grabadoras y debidamente analizados por los expertos e ingenieros de sonido que nos acompañaban, se puede escu-charcomo un llanto, un lamento de niño... Y ningún niño habita aquella casa.
María del Carmen, ante ese hecho, nos hace una confidencia que nos deja sorprendidos: "algunas veces ha venido a casa una amiga que trae a su hija pequeña, tendrá 4 o 5 años. Mientras nosotras charlamos esa niña parece jugar con alguien e incluso habla con ese 'alguien' invisible...Nos extrañaba un poco hasta que un día le dijimos: 'Ana hija, ¿con quién hablas?', y la niña nos respondió: 'con el niño que vive arriba', y nos hizo una descripción del mismo. No sé, pero encajaba con el pequeño que se le murió a nuestra tía allí arriba. Nos quedamos heladas, pero es que en otra ocasión me visitó una amiga que dice ser sensible a estas cosas y me comentó que en la planta superior habitaba un niño... Me dio miedo".
Apariciones extrañas, misteriosos ritos ancestrales, espiritismo, santería, rituales... Fuerzas que parecen contrarrestarse a decir de los testigos, anomalías eléctricas, "voces del misterio" o psicofonías que delatan la presencia de algo o alguien e incluso de ese niño que desde el otro lado parece estar diciendo: "venid conmigo"...
Son los múltiples extraños sucesos que todavía tienen lugar en esta domicilio que se ubica cerca del viejo cementerio junto a la Puerta del Osario, en Sevilla...




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