lunes, 22 de marzo de 2010

Oniromancia

por sahmael


Oniromancia u oniromancía (del griego ὄνειρος, ensueño, y -mancia) representa aquella técnica o arte por el cual se pretende adivinar o predecir acontecimientos futuros a través de los sueños.

La oniromancia se basa en la antigua creencia de que los sueños son usualmente premonitorios avisando así de la posible ocurrencia de un acontecimiento o situación.

El sueño es una función vital, sin él, los seres humanos no podríamos sobrevivir. Sin embargo, el sueño, no sólo se presenta cuando se duerme, en estado de vigilia también se sueña, ocurre durante esos cortos instantes de evasión en el que la mente deriva, se desconecta y divaga. Denominado ensoñación diurna o sueño diurno, se podría considerar éste un estado intermedio situado entre la vigilia y el sueño.

El psicoanálisis moderno no fue el primero en cuestionarse si los sueños en sí tenían algún significado más allá de ser simples recuerdos aleatorios que cruzan la mente del durmiente. En culturas milenarias como la babilónica, egipcia, israelita, persa, india o china, esta cuestión ya había sido planteada incluso antes de la aparición de la escritura. Y se le asignaron efectos terapéuticos de la interpretación de los sueños. De este modo, el hombre antiguo daba y encontraba un sentido a sus sueños utilizando el lenguaje de los signos, de los símbolos, de los mitos y de las creencias. Más tarde, en los países islámicos la oniromancia fue el último arte adivinatorio aceptado por el profeta y predicado a los creyentes. Estos elaboraron un verdadero código moral o deontológico para su práctica.

Desde el punto de vista neurológico, la función del sueño es una consecuencia de la actividad cerebral y orgánica. Los psicoanalistas de la escuela de Sigmund Freud ven en ella efectos compensatorios y fantasmas producidos por la libido, entendido aquí como energía de los instintos y de las tendencias que constituyen el fondo de la personalidad. Por otra parte, los analistas de la escuela de Carl Gustav Jung explican que nuestros sueños son portadores de mensajes simbólicos, cuya interpretación es un medio de autoconocimiento, que proveen orientación en la solución de problemas psíquicos, y sirven como amortiguador cuando se atraviesan momentos de confusión.

Las antiguas culturas entendían los sueños como mensajes enviados por los dioses, para iluminarles, prevenirles, advertirles y guiarles. La creencia actual más aceptada desde el punto de vista tanto neurológico como psicológico es que los sueños resultan naturalmente de las funciones cerebrales y orgánicas, que son fruto de deseos insatisfechos o inhibidos, o bien, que son simplemente un reordenamiento mental inconsciente que a su vez facilita la interpretación de posibles fallos en la conducta y favorecen tomas de conciencia mediante mensajes simbólicos esenciales que se manifiestan en forma de advertencias, avisan de ciertas situaciones, circunstancias, o acontecimientos que podrían presentarse en un futuro, si no se corrige una situación presente.



Imagen IPB
ada la dificultad que presenta el recordar los sueños, la mayoría se desvanecen de la mente del soñante a los diez o quince minutos después del despertar. El método más sencillo, inspirado en las técnicas de la oniromancia tradicional, consiste en redactar un diario en donde se consignen los sueños inmediatamente al despertar. Ello ayuda a que símbolos importantes sean registrados cuando aún son vívidos, antes de que desaparezcan de la mente el soñante. La principal idea buscada con este método es que al escribir su sueño, el soñante se libera de él, y le da tiempo para reflexionar más cómodamente, buscar analogías y nexos comunes entre sueños.

Un diccionario de símbolos oníricos proporciona un medio para que el soñante pueda, de alguna manera, descifrar los símbolos que ha encontrado en su sueño. Estos diccionarios han sido editados de una forma muy variada y vienen siendo usados desde tiempos milenarios, siendo el más antiguo conocido el escrito por Artemidoro de Daldis (o de Éfeso) en el siglo II. En algunos de los mencionados manuales de símbolos es muy factible encontrar elementos a primera vista contradictorios y en muchos casos la explicación dada a un símbolo en los sueños puede pasar por algo totalmente opuesto al sueño en sí.

Finalizando el siglo XIX y adentrándonos en el siglo XX, Sigmund Freud publicará su obra «La interpretación de los sueños» y con ella tratará de posicionar el análisis de los sueños en un contexto científico, abandonando la tradición oniromántica. Se pasaría de una interpretación generalista donde se podría interpretar el sentido de un sueño a través de un manual o diccionario común, es decir, por medio de un agente externo al soñante, sea un tratado o el propio oniromante, hacia un análisis en donde cada sueño es único y remite por lo tanto a una ideosincrasia onírica, siendo la propia persona que sueña el agente encargado de desentrañar su significado. En palabras del propio Freud, el psicoanalista cumpliría realmente una función similar al de una persona que ayuda en el momento del parto. Cada significado o interpretación individual solo tendría cabida entonces en el contexto de una vivencia histórica personal. Deja de tener primacía y exclusividad el uso del diccionario. De hecho, ni Freud ni Jung, quien ampliaría su interpretación al ámbito de lo inconsciente colectivo, escribirían diccionario de sueños alguno.


Imagen IPB
¿qué son los sueños?

Llamamos sueños a esa serie de imágenes o escenas asociadas a distintas sensaciones y sentimientos que recordamos al despertar, pero ¿exactamente qué son? Nadie lo sabe con certeza. Sin embargo hay muchísimas hipótesis y versiones probables.

El mecanismo de la memoria en los sueños
Una de las características de los sueños es que rara vez, excepto en casos de problemas postraumáticos, reflejan una experiencia completa. Una idea, un objeto, una textura que hemos percibido durante el día, es lo que en realidad aparece mayormente en nuestros sueños.

Además, los bautizados por Freud como “residuos diurnos”, esto es, los recuerdos que se nos quedan prendidos en la memoria durante el día, pueden aparecer 5 ó 7 días más tarde en nuestros sueños, según ha descubierto Nielsen, quien ha denominado estos recuerdos tardíos como “el efecto del intervalo de los sueños”.

Freud pensaba que estos residuos aparecían en los sueños la misma noche o la siguiente a haberlos vivido, pero las investigaciones realizadas por Tore Nielsen y su equipo han demostrado que los recuerdos cotidianos pueden perdurar activos más tiempo.Ellos piensan que este efecto del intervalo de los sueños refleja el funcionamiento hasta ahora oculto de la memoria: la reaparición de los recuerdos en nuestros sueños ocurre durante el proceso de almacenaje, cuando los recuerdos se trasladan de una región cerebral a otra antes de ser archivados permanentemente.

La memoria funciona por asociación de ideas, generalmente. Cuanto más esté relacionado un elemento con otros, más fácil será de recordar para nosotros. Las relaciones entre elementos que generan los sueños parecen absurdas desde el punto de vista de la vigilia. Pero la creatividad onírica las crea continuamente, y parece que de algún modo sean significativas.
Consideración del papel del hipocampo

El estudio de los sueños comienza por tanto a aparecer como uno de los métodos más prometedores en el conocimiento de los mecanismos de la memoria: las relaciones entre elementos durante el sueño puede dar muchas claves.

Debido a la dificultad en la observación de los sueños, los investigadores suelen utilizar métodos de estimulación antes del sueño, con películas o entornos virtuales; o la estimulación sensorial (con olores o colores), con el fin de “medir” de alguna manera el reflejo de dichas estimulaciones en los sueños: se ha podido comprobar que los sueños responden y se relacionan con ellas.

Parece entonces que entre los teóricos emerge cada vez más la convicción de que los cambios o las alteraciones en el hipocampo de nuestro cerebro contribuyen a formar el contenido de los sueños. Imágenes tomadas de la actividad cerebral durante el sueño apoyan esta especulación: la actividad del hipocampo aumenta durante la llamada fase REM (de movimiento ocular rápido) del sueño.

En esta fase del sueño se suceden los sueños más intensos. Existen muchas evidencias, derivadas del estudio de estas imágenes, que señalan el aumento de la actividad del hipocampo durante la fase REM del sueño. Sin embargo, esta actividad no se ha relacionado aún específicamente con la organización de la memoria mientras dormimos.

Diversas teorías

Existen varias teorías acerca de por qué dormimos. Algunos científicos afirman que los sueños responden al azar, y que no tienen una significación. Son debidos a la estructura del cerebro. Para Nielsen y su equipo, sin embargo, dicha estructura es importante, pero eso no implica que los sueños carezcan de sentido.

Según ellos, no son un producto inútil, únicamente derivado de nuestra actividad cerebral, sino que tienen que ver con la expresión de nuestro subconsciente. Esto se difiere del hecho de que los sueños parecen tener lugar en lugares espacialmente coherentes, en entornos en los que los soñadores interactúan perceptivamente, por ejemplo, orientándose, o buscando y asimilando información, tal y como hacemos despiertos. No parecen aleatorios. Asimismo, el individuo suele hallar información significativa y tener una sensación de reconocimiento dentro del entorno onírico.

La investigación en la fase del sueño de nuestra conciencia pudiera dar respuesta, no sólo a las razones sobre su origen, sino también a la forma en que los recuerdos autobiográficos se consolidan a lo largo del tiempo en nuestras mentes.
Los sueños premonitorios, son los sueños que aparentemente pronostican el futuro. Una teoria racional para explicar este fenomeno es que nuestra mente es capaz de organizar en el subconsciente, informacion, observaciones y datos, que normalmente descuidamos o que no consideramos seriamente. En otras palabras, nuestra mente inconsciente sabe que viene antes que nosotros conscientemente organicemos la misma informacion.

No hay vaticinio de mayor peso que el anunciado por un sueño. El despertar de cualquier persona -ya sea credula total o esceptica irremediable- quedara marcado por imagenes de gloria, muerte, felicidad o desesperanza si algun suceso onirico asi lo determino. No son los sueños habituales, sino los que la Psicologia y la Parapsicología (en una de sus extrañas coincidencias) denominan anomalos. Por su enigmatica naturaleza, ofrecen al soñante informacion acerca del futuro inmediato de otras personas, lo que sucede en algun lugar distante o lo que habra de ocurrir. Casi vulgarmente, se los conoce como sueños premonitorios. Si es cierto que cada sueño hay que interpretarlo de acuerdo con el soñador, como sostenia Jung, tras muchas discusiones se establecio que una imagen onirica premonitoria tiene puntos comunes al desentrañar su significado. Al menos en un altisimo porcentaje de los casos.


A diferencia de los sueños comunes, hay elementos determinados que tienen en los sueños premonitorios un significado concreto en mas del 97 por ciento de los casos. Sin reconocerlo abiertamente, las investigaciones indican tambien que intervendrian en estos sueños los denominados fenomenos parapsicologicos. Cuando alguien duerme, recibe estimulos del cuerpo y del exterior. La suma de unos y otros induce a un estado de sensibilidad onirica que favorece la aparicion inconsciente de sucesos extrasensoriales. El conocimiento cierto de un hecho futuro (precognicion) intervendria entonces y, a la mañana siguiente o en dias sucesivos, lo soñado efectivamente ocurriria.


Los egipcios y los sueños.

Los antiguos egipcios pensaban que en sueños, nuestros ojos están abiertos. Su palabra para sueño, "rswt", está etimológicamente relacionada con la raíz de "estar despierto", que se escribía con un símbolo que representa un ojo abierto.
Los egipcios creían que los dioses nos hablan en sueños. La historia de la Biblia de José y el faraón nos demuestra que prestaban una atención importante a los mensajes de los sueños sobre el futuro posible. Practicaban la ejercitación o preparación del sueño para guiar y curar en templos y lugares sagrados. Entendieron que recordando y trabajando con los sueños, desarrollamos la habilidad de extraer de la memoria, el saber que nos pertenecía antes de empezar el viaje de la vida y despertamos a nuestra conexión con otras experiencias de la vida.
También desarrollaron de forma avanzada el viaje consciente dentro del sueño.
Los soñadores experimentados ejercían como videntes, espías y telépatas, avisando y aconsejando en asuntos de estado y estrategia militar y proporcionando una red de comunicaciones mental entre los templos lejanos y los centros administrativos.
Practicaban la transfiguración, cruzando el tiempo y el espacio transformados en los cuerpos onírico pájaros y otros animales.
Por medio del sueño lucido, los " voladores habituales " del antiguo Egipto exploraban los caminos de la otra vida y del universo multidimensional. Se comprendió que una autentica iniciación y transformación tiene lugar en una realidad más profunda accesible a través del viaje del sueño, más allá del cuerpo.
Un rey justo debe poder viajar entre los mundos. En la fiesta del "heb sed", celebrada en el trigésimo año del faraón, se exigía al rey viajar más allá del cuerpo, y más allá de la muerte, para probar su valía para continuar en el trono. Guiado por Anubis, el faraón descendía al inframundo. Se le conducía a la muerte, "tocaba los cuatro lados de la tierra," se transformaba en Osiris, y regresaba vestido con prendas nuevas- la túnica y el cuerpo espiritual de la transformación.
Los guías del sueño del antiguo Egipto sabían que el viaje del sueño lleva al viajero a las estrellas- específicamente a Sothis o Sirio, la "tierra húmeda", que los iniciados egipcios creían que era la fuente de una conciencia más elevada, el destino de almas evolucionadas tras la muerte, y el hogar de seres superiores que se interesaban muy de cerca por los asuntos de la Tierra.
Los Sabios de la Biblioteca Mágica.
Cuando buscamos fuentes antiguas sobre todo esto, se nos reta a descifrar textos fragmentarios, algunos cotejados a lo largo de muchos siglos por escribas piadosos que mezclaron material de tradiciones diferentes y panteones rivales. Wallis Budge se lamentaba (en Osiris) de que "el egipcio parece no abandonar nunca cualquier creencia hubiese tenido alguna vez." Observamos con admiración los libros de ilustraciones egipcios que exponen los viajes del alma y las ordalías después de la muerte- y los muy diferentes aspectos de la energía del alma que sobrevive a la muerte- y rápidamente nos damos cuenta de que para comprender la fuente de tales visiones, y la precisión de tales mapas, debemos acudir a un espacio más profundo.
Debemos ir a la Biblioteca Mágica.
En los tiempos Helenos -la era de Cleopatra- escuelas del sueño florecían en los templos de Serapis, un dios que fundía las cualidades de Osiris y Apis, el toro sagrado. Tenemos papiros del siglo segundo A.C. que registran los diarios de sueños de Ptolemeo, que vivió durante muchos años en "katoche", o santo retiro, en el templo de Serapis en Memphis. Desgraciadamente estos registros no están todavía disponibles en traducción inglesa, aunque una breve biografía del soñador ha sido publicada por el erudito francés Michel Chauveau (en su libro: Egipto en la Edad de Cleopatra). Ptolemeo era hijo de colonos macedonios, pero al igual que los antiguos egipcios fue llamado al templo en un sueño en el cual el dios se apareció ante él. Parece haber vivido durante años como un soñador a jornada completa, cuyos sueños le guiaron no sólo en su práctica espiritual sino en la toma de decisiones familiares y asuntos de negocios más allá de los muros del templo.
Durante este último período, a los sacerdotes egipcios especializados en soñar se les llamaba los Sabios de la Biblioteca Mágica. ¡Qué maravillosa promesa la de esa frase! ¡Qué profundo conocimiento de la magia y de la sabiduría que hay disponible para nosotros a través de los sueños!

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