lunes, 15 de agosto de 2011

Savonarola, el hereje dominico

A mediados del siglo XV, en pleno Quattrocento, vino al mundo en la localidad de Ferrara Girolamo Savonarola, quien se convertiría en uno de los más célebres predicadores de Florencia y en uno de los más radicales instigadores contra la política pontificia, adelantándose varias décadas a la condena de Lutero y el protestantismo. He aquí su gesta, no exenta de fanatismo e intolerancia...

Savonarola, el hereje dominico
FUENTE: Revista española ENIGMAS Nº 171 (visita www.AKASICO.com).
por Óscar Herradón

Nació en Ferrara (Italia), el 21 de septiembre de 1452, en pleno Quattrocento, y fue bautizado como Girolamo María Francesco Matteo Savonarola. Era el tercero de los siete hijos de Nicoló dalla Savonarola y de Elena Bonacolsi; esta última pertenecía a una familia descendiente de la nobleza italiana, los Bonacolsi, antaño señores feudales de Mantova. Su familia le dan'a una ejemplar educación cristiana en la que tendn'a una importancia capital la figura de su abuelo paterno, Michele, un reputado médico y autor que trabajó al servicio del marqués Niccoló III de Este. De gran religiosidad, llevaba un estilo de vida marcado por la austeridad y la sencillez. Gran estudioso de la Biblia, llegó a escribir textos que influirían sobremanera en su nieto, siendo el responsable de su primera educación.

Tras morir el abuelo, su padre le impulsó a estudiar medicina; Girolamo obtuvo el título de maestro y estudió con devoción a Platón, Aristóteles yTomás de Aquino. Después comenzó a
estudiar medicina, pero su profunda piedad y fe orientaron sus pasos hacia la religión. Entonces comenzó a escribir. En 1472 escribió De ruina mundi y tres años después De ruina Eclessiae, donde comparaba la Roma papal con Babilonia, adelantándose al protestantismo.
Con este espíritu de denuncia ingresó en Fa-enza en el convento de San Agustín, donde comenzaría su vida como predicador. El 24 de abril de 1475 abandonó la casa paterna y viajó a Bolonia, solicitando a los dominicos el ingreso en su Orden. Pronto su nombre comenzaría a volverse incómodo debido al carácter contestatario de sus sermones. Empezó a escribir discursos en latín en los que acusaba a los Papas renacentistas de la decadencia y ostentación de Roma. Proclamaba la grandeza de la vida sencilla y denunciaba la opulencia como un pecado, consiguiendo cada vez más fieles -algunas de sus misas llegaron a reunir a 15.000-.

el dominico se opuso con violencia a la vida pagana e "inmoral" que observaba en las clases altas y en la corte de Lorenzo El Magnífico. En el convento de San Marco clamaba con violencia por una vuelta a la humillación y pobreza de siglos anteriores; sus diatribas le obligaron a huir de nuevo a Bolonia en 1487; pero durante todo ese tiempo había realizados varios viajes por Italia como predicador. En 1486, en Brescia, había interpretado, a través de su particular visión escatológica, el Libro de la Revelación y se sintió absorbido por ideas apocalípticas, por el Juicio de Dios que, a su parecer, amenazaba su tiempo y la regeneración eclesiástica.

En 1481 decidió trasladarse a la Florencia de los Medid, entonces cuna del Renacimiento. Allí 

A los 34 años regresó de nuevo a Florencia. Era 1491 y se convirtió en el prior del convento de San Marco. A lo largo de su vida se había distinguido, en el claustro, por el rigor de sus ayunos y penitencias y por el uso de la mortificación de la carne a través del cilicio. El monje continuaba predicando con gran dureza contra los Médici y las prácticas vergonzantes de algunos de los miembros de la Curia romana.
Reproducción de su ejecución en la Plaza déla Signoria, en Florencia, el 23 de mayo de 1488.  En la otra página, arriba, retrato de Alejandro VI, el Papa Borgia, responsable de la condena del hereje a la pena máxima.


Sus discursos se rodearon de un claro componente profético, algo que no era de extrañar en aquella época; pero muchas de sus "visiones" parecían cumplirse, por lo que el pueblo le seguía con devoción. Muchos florentinos llegaron a creer que era el profeta de los últimos tiempos. Al parecer había predicho que un nuevo Ciro atravesaría Italia para poner orden en el des-
control de los sacerdotes. En 1494 creyó verlo en el rey francés Carlos VIII, cuando llegó a la Toscana con sus tropas. Su diatriba envenenada provocó una rebelión en la ciudad que logró la expulsión de Piero de Médici.
Entonces el dominico se convirtió en líder y comenzó a gobernar la llamada República Democrática de Rorencia, impregnada de una fuerte intolerancia religiosa. Fue cuando tuvieron lugar las célebres "hogueras de las vanidades", que consistían en inmensas hogueras que ardían en la plaza principal a las que los florentinos arrojaban todo tipo de objetos que "incitaban al pecado": espejos, perfumes, cosméticos, tablas para el juego, libros eróticos, ropas...
Florencia se convirtió en un verdadero estado policial donde se perseguía con verdadera obsesión a los homosexuales. También se arrojaron a la hoguera grandes obras del Renacimiento italiano, libros de Petrarca y Boceado...
Pronto Savonarola se ganó la animadversión de importantes grupos -los enojados o arrab-biati- y también la de los franciscanos. Pero sus ataques a la familia española del Papa, los Borgia, provocaran su enemistad con el duque de Milán y con el mismísimo Papa, Alejandro VI, al que acusó de pecador, incestuoso y mentiroso. Aunque el pontífice le llamó al orden, e intentó sobornarle dándole el puesto de cardenal, Girolamo continuó con más ahínco su lucha. Profundamente enojado, el Papa decidió amenazar a  los florentinos con la "pena de entredicho", que consistía en prohibirles los sacramentos y negar el entierro en los cementerios bendecidos; aquello causó espanto y Savonarola perdía cada vez más partidarios. El dominico llegó a recibir un Breve papal instándole a presentarse en Roma, pero se negó a acudir. El 13 de mayo de 1497 era excomulgado por Alejandro VI. En 1488 ordenó su arresto y ejecución. Cuando las tropas papales se presentaron en Florencia, Savonarola se escondía en San Marco junto a fray Domenico de Pescia y fray Silvestre.
Detenidos, fueron trasladados a prisión, donde se les sometió a una brutal tortura durante 42 días. El 8 de mayo de 1488 Savonarola firmaba su confesión y arrepentimiento. El 22 fue publicada la condena a muerte. El día de la ejecución se fijó para el 23. Trasladaron a los reos hasta la Plaza della Signoria, donde habían ardido las "hogueras de las vanidades"; allí fueron despojados de sus ropas y entregados a la autoridad civil. Los tres fueron colgados de una cruz y sus cuerpos consumidos en las llamas. Un testigo, Jacopo Nardi, dejó escrito que el verdugo gritó a la muchedumbre: "El que más quemó es ahora él mismo pasto de las llamas".
Al parecer, los cuerpos tardaron varias horas en ser reducidos a cenizas. Éstas fueron arrojadas al río Arno, y la voz del hereje que desafió a Roma silenciada. Pero sus ideas revolucionarias permanecerían vivas durante siglos.


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