lunes, 29 de noviembre de 2010

Ocultismo Medieval III: El último refugio templario



Ocultismo Medieval





Ramón Llull, el doctor iluminado



III PARTE:


El último refugio templario



Cuando el 13 de octubre de 1307 el rey francés Felipe IV decidió asestar el golpe definitivo al Temple, no podía imaginar que sus intenciones eran conocidas por los maestres de la Orden, ya que sus "servicios secretos" habían interceptado las órdenes regias, en las que se indicaba ese día como fecha en que debería actuarse conjuntamente en toda Francia, arrestando a maestres y caballeros templarios.


El último refugio templario


El secreto de Tomar
FUENTE: Revista española ENIGMAS Nº 166 (visita www.AKASICO.com).



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El rey francés no podía hacer frente a la inmensa deuda contraída con la Orden de los Templarios, sobre todo a raíz del rescate que tuvo que satisfacer su abuelo, el rey Luis IX -San Luis-, a las huestes sarracenas, tras ser hecho prisionero en Egipto durante la sexta cruzada.

El 12 de octubre -un día antes del arresto del Gran Maestre-, Jacques De Molay asiste al funeral de la cuñada del rey Felipe IV, Catherine de Courtenay, formando parte de la comitiva que transportaría el féretro de quien fue la esposa de Carlos de Valois. Tras los saludos entre el astuto rey francés y el Gran Maestre templario, nadie podía sospechar cuáles eran los planes de Felipe IV...
En la mañana del 13 de octubre, De Molay y otros tres maestres de la Orden fueron arrestados por los soldados del rey, acusados de herejía, haciendo de este modo caso omiso a las recomendaciones del papa Clemente V -un títereimpuesto por el rey-.
Clemente V -francés, de nombre Bernat de Got- había dado instrucciones a Felipe IV de no efectuar acción alguna contra los templarios, mientras él mismo no se encontrara en condiciones de hacerlo -en aquel momento sufría un cáncer de píloro-. Pero esta situación de enfermedad del Papa le era propicia al rey francés, ya que podría juzgar directamente de herejía a los caballeros templarios, sin necesidad de esperar el beneplácito papal, quien, por otro lado, nunca se opuso abiertamente a la detención de los maestres, pese a que éstos dependiesen jerárquicamente de él.
El Gran Maestre, Jacques De Molay, junto con otros caballeros y maestres, permanecieron encarcelados durante siete años, siendo objeto de todo tipo de acusaciones y torturas, con el fin de que confesasen su culpabilidad como herejes. El 18 de marzo del 1314 fueron condenados a morir en la hoguera.
Sin embargo, la disolución de la Orden del Temple, llevaba a cabo por Clemente V a través de un decreto apostólico, mediante la bula Vox Clamantis, del 22 de marzo de 1312, no iba a suponer el final de la misma.


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• El Pergamino de Chinon


Es en Portugal, en concreto en el pueblecito de Tomar, donde los templarios iban a tener el último de sus refugios. Pero antes de pasar a tratar este asunto, cabe señalar la existencia de un documento que ha permanecido oculto a ojos profanos del Vaticano durante casi 700 años. Nos estamos refiriendo al Pergamino de Chinon.
Este documento fue manuscrito por el mismísimo Clemente V, durante el periodo comprendido entre el 17 y el 20 de agosto de 1308. En el mismo se puede leer cómo el propio Papa absuelve de todos los cargos al gran Maestre de la Orden, Jacques De Molay, así como a otros miembros de la misma, indicando que los líderes templarios debían ser reintegrados a la comunión -ya que fueron excomulgados-.
Quedaba claro, pues, que la disolución del Temple obedecía únicamente a los intereses del monarca francés, obsesionado por apropiarse de todos sus bienes, acogiéndose a una corrupta ley que le permitiría cancelar las deudas contraídas con todos aquellos miembros de la Orden que fuesen declarados herejes.
Como era de esperar, tras los interrogatorios por parte de la Santa Inquisición, gran parte de los caballeros templarios murieron a causa de las torturas sufridas, y los que consiguieron sobrevivir lo hicieron gracias a confesarse integrantes de la Orden, e inculparse de los hechos que los inquisidores les imputaban.
Los monjes guerreros que consiguieron escapar de la Inquisición y del acoso del rey francés, lo hicieron integrándose en otras órdenes de otros países como España, Finlandia o Portugal. En España, pasarían a formar parte de la nueva Orden de Montesa, creada a tal efecto por el rey Jaime II, de la Corona de Aragón. En Finlandia, pasarían a llamarse Orden de San Andrés y en Portugal vendrían a reconvertirse en la Orden de Cristo.
Es en Portugal, y en concreto en la ciudad de Tomar, atravesada por el río Nabáo, y situada en el centro del país, a unos 100 km al noreste de Lisboa, y a otro centenar de la frontera con España, donde los caballeros templarios iban a adquirir una importancia capital. Desde 1159,Tomar pasó a formar parte de los bienes de la Orden del Temple, gracias a la cesión que hizo del lugar a la misma el rey luso Alfonso I.
El monarca les cedió el castillo de Ceres. En el 1160, el Gran Maestre de la Orden, Gualdim País, había ordenado construir el castillo de Tomar, lugar emblemático que posteriormente va a adquirir una capital importancia, así como la parte del convento conocido como La Charola, una especie de templo circular, cuyo estilo es influenciado por losmodelos religiosos y arquitectónicos de Jerusalén en la época de las cruzadas, imitando especialmente al Templo de la Roca de la Ciudad Santa.
Cuando en el año 1312 la Orden del Temple es suprimida y dos años después Jacques de Molay es condenado a morir en la hoguera, el rey Don Dinis de Portugal procedió a reconvertir el Temple en la Orden de Cristo. Concretamente, en Tomar se llevaría a cabo una de las mayores y más espectaculares construcciones templarías. Posteriormente se fueron realizando transformaciones que abarcarían hasta finales del siglo XVII.
El nuevo convento del Santo Cristo no iba a tratarse de un templo más de factura templaría, y sus actividades tampoco estarían completamente dedicadas a la contemplación. Fue a través del con-vento-fortaleza de Cristo desde el que se iniciaron las mayores expediciones a América. Prueba de todo ello fueron las cruces de Cristo con que se adornaron las velas de las tres carabelas que llevó Colón hasta el Nuevo Mundo. Nada era casual.
La visita al convento-fortaleza del Santo Cristo resultaba, pues, imprescindible para mis investigaciones, y así, decidí adentrarme en sus más recónditas dependencias y en sus pasadizos "secretos". La mala fortuna, o quizás la intencionada situación en la que se encontraban algunos de los espacios que mayor interés me ofrecían, hizo que me resultara imposible acceder a ellos.
Sótanos inundados de agua en el convento del Santo Cristo, cuyo acceso está prohibido al público... ¿ocultaban alguna entrada secreta cuyo contenido puede resultar embarazoso? Pese a todas las dificultades que se presentaban, pude conseguir hacer algunas fotografías del interior de dichas estancias que se encontraban inundadas y en total oscuridad.
Durante los siglos que van del XIII al XVI iba a construirse en Tomar, si no la más importante de las iglesias templarías del lugar, sí la que sería la matriz de todas las de la época del descubrimiento, siendo considerada como nullius diócesis, es decir, con jurisdicción propia e independiente. Esta iglesia sería la de Santa María dos Oliváis -Santa María de los Olivares-, donde las evidencias encontradas iban a proporcionar una información muy valiosa sobre las creencias y doctrinas de los caballeros templarios.


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• La simbología oculta


Al penetrar en dicha iglesia lo primero que asaltó mi curiosidad fue observar cómo la entrada a la misma se encontraba por debajo del nivel del suelo: en concreto había que descender ocho escalones. Algo totalmente inusual para un templo cristiano. Pero ese número no iba a encontrarse únicamente en el acceso a la iglesia, sino que también lo hallamos en las ocho columnas octogonales que contiene la nave central del templo. Por si esto fuera poco, el número ocho aparecía en varias losas o lápidas existentes en el suelo de la iglesia, pero en esta ocasión en sentido transversal, es decir, conformando el símbolo del infinito, °°. Como es lógico, esta cifra tenía mucho que ver con las creencias o doctrinas de los caballeros templarios; pero esto no terminaba aquí.
Al observar con atención las diferentes figuras que aparecían en el templo, mi sorpresa se fue incrementando. Enprimer lugar, no podía pasar desapercibida la estrella de Salomón -de cinco puntas- que puede verse encima del altar mayor, la misma forma elegida por Leonardo Da Vinci para dibujar al famoso hombre de Vitruvio. ¿Una extraña casualidad o realmente simbolizaba algo mucho más esotérico...?
Como era de imaginar, nada obedecía a la casualidad y así, al conversar con el encargado de la vigilancia y custodia del lugar -Sr. Antonio Rebelo-, éste me indicó otras tantas evidencias y extrañas casualidades existentes en aquel templo.
Así, por ejemplo, me mostró el cuadro titulado Pentecostés, en el que aparece el Espíritu Santo descendiendo sobre ¡dieciséis apóstoles!, mientras que aparecen 17 lenguas de fuego sobre las cabezas de cada uno de ellos. ¿Dónde está el apóstol número 17? ¿Acaso aún no ha nacido y se encuentra en el vientre de su madre? Asimismo, aparecen varias mujeres, entre las que cabe destacar la posiblemente preferencia por María Magdalena.
Pero si esto ya de por sí parecía extraño, resulta que los pies del apóstol representado en primer termino, y que posiblemente sea San Pedro, sólo muestran cuatro dedos, mientras que en la mano tiene seis. ¿Qué está queriendo decir el autor del retablo...? Sin embargo, el misterio no ha hecho más que empezar... En una de las capillas adyacentes podemos encontrar una extraña figura: se trata de Santa Ana -la madre de María, madre de Jesús-, quien lleva en brazos a la Virgen María y ésta a su vez al niño Jesús. Pero sigamos con los misterios; en otra capilla anexa encontramos una loseta o mosaico que a simple vista no parece ser más que un dibujo de adorno, pero al contemplarlo a cierta distancia, aparece perfectamente dibujada la cruz templaría.


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Por si las cosas no estuvieran ya lo suficientemente retorcidas, nos encontramos con una serie de puertas paralelas o en serie, que comunican entre sí a todas las capillas del lado derecho del templo. Pues bien, cuando el observador se coloca en un extremo de dichas puertas de acceso, lo que ve al final de las mismas es nada menos que el reflejo de su propia imagen, como si se tratase de una especie de puerta adi-mensionat ¿Qué conocimientos nos están legando los caballeros templarios a través de estas evidencias?
Ya para terminar, como no podía ser de otra manera, en la capilla donde se halla la tumba de Gualdim Pais, encontramos una esfinge de María Magdalena en actitud de custodiar o velar por el descanso del Gran Maestre. ¿Otra casualidad? Es de sobra conocida la advocación que sentían los caballeros templarios por la figura de María Magdalena. De hecho, en todos los templos y construcciones realizadas por el Temple su figura siempre ocupaba un lugar preferente. ¿Volvemos a creer en las casualidades?

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Pero por si acaso se llegase a pensar que con lo anteriormente señalado se terminan los hechos enigmáticos en la Iglesia de Santa María dos Olivares, habrá que recordar que en un tiempo pasado fue lugar de paso en el camino que iva desde Portugal a Santiago de Compostela, tal como atestigua la concha o vieira de peregrino que se puede observar en el friso de la puerta del campanario -tal y como nos enseñó Antonio Rebelo-.
Aunque si de hechos pasados desconcertantes se trata, tampoco deberemos pasar por alto la gran necrópolis que se acaba de descubrir y que abarca el espacio que va desde el pórtico de la iglesia hasta la torre sineira -campanario-, y que con más de mil esqueletos humanos es una de las mayores necrópolis de toda la Península Ibérica, siendo destinada a realizar las funciones de camposanto desde el siglo XIII al XVII.
Después de visitar la Iglesia de Santa María dos Oliváis y comprobar in sito todas las informaciones que habían llamado mi atención, así como la inexcusable visita realizada al castillo-convento del Santo Cristo, tenía claro que aquel viaje hecho expresamente desde Barcelona hasta Tomar había valido sin duda la pena. Aunque todavía sus paredes guardan numerosos secretos por desvelar.


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La muerte del Temple 



El 18 de marzo del 1314. tras proclamar la inocencia de la Orden, así como haber sido sometido a torturas para intentar arrancarle la confesión que deseaban los esbirros reales, Jacques de Molny fue quemado vivo en la hoguera junto al Maestre Geoffroy de Charney. en un islote existente en el río Sena. Se dice que Felipe IV mandó quemarlos con troncos de madera que aún estaban verdes, con el propósito de que tardasen aún más tiempo en morir quemados. Otra leyenda afirma que, antes de fallecer, Jacques De Molay maldijo al monarca galo y al papa Clemente -responsables de la eliminación de la Orden- a presentarse ante Dios para ser juzgados en el plazo de menos de 40 días para el caso del papa Clemente V y de menos de un año para el rey Felipe IV. 


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LA MALDICION DE LOS TEMPLARIOS



Fuese cierta o no la maldición anteriormente señalada, la verdad es que el pontífice Clemente V moriría en la noche del 19 de abril del 1314 -32 días después que Jacques De Molay-, a causa de unas terribles diarreas, posiblemente a consecuencia del cáncer de píloro que padecía. Por si fuera poco, durante el velatorio del cadáver, debido al fuerte olor nauseabundo que éste despedía, fue abandonado por sus sirvientes, dejándolo solo y desnudo durante toda la noche, sin poder evitar que una vela cayese sobre el catafalco, provocando la casi total calcinación del 
cuerpo. Al rey Felipe IV el hermoso la maldición lanzada desde la hoguera por el líder de los templarios tampoco iba a pasarle de largo. Efectivamente, tal y como había profetizado Jacques de Molay, el 29 de septiembre de 1314 -195 días después-, como consecuencia de un golpe recibido en la cabeza con la rama de un árbol que le hizo caer de su caballo, moriría a causa de las graves heridas sufridas. El fuerte y nauseabundo olor que desprendían sus llagas impedía que fuera posible acercarse hasta su lecho de muerte sin sentir repugnancia. 


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