lunes, 8 de noviembre de 2010

Atlántidas del siglo XXI


Si apasionantes y enigmáticas son las ciudades que se encuentran en las alturas, en mitad de la selva, o en las entrañas del más árido de los desiertos, no menos lo son, por las implicaciones que de ello se derivan, las que han sido descubiertas bajo el manto acuático de los océanos. Veamos...

Atlántidas del siglo XXI

ciudades sumergidas
FUENTE: Revista española ENIGMAS Nº 165 (visita www.AKASICO.com).


Imagen IPB


Imagen IPB


Su hallazgo fue, como casi todos, fruto de la casualidad, e hizo que el submarinista japonés Kihachir Aratake pasara a la historia como el primer hombre que contempló esta maravilla situada a treinta metros de profundidad, muy cerca de las costas de la isla que lleva el mismo nombre. Fue en el lugar conocido como Iseki Point. Allí, ante los ojos del experimentado submarinista aparecían, emergiendo de los fondos oceánicos como un campo de piedras talladas unas espectaculares estructuras líticas, el reflejo pasado de lo que hubo de ser un antiquísimo monumento cuyo origen y función es, todavía hoy, desconocida. Fue en el año 1985, y desde entonces no ha dejado de facilitar titulares, despertar intensos debates y fascinar con su mera contemplación.
Masaaki Kimura, geólogo marino y profesor del Departamento de Ciencias Físicas y Terrestres de la Universidad de Ryukyu, en Okinawa, es el principal defensor de la hipótesis que propone que se trata de construcciones artificiales, que en un tiempo muy remoto, cuando esta tierra permanecía descubierta de agua antes de la última glaciación, fueron realizadas por una civilización que se asentó en esta parte de Asia -de la que, como ya se ha visto en otras ocasiones, no sabemos nada-, y que pudo hacer uso de la particular geografía del lugar para modelar los "templos, columnas, pirámides y zigurats que se reparten en un área de 300 por 150 metros; muros ciclópeos gigantescos y una plataforma tallada por el hombre que se ubican en una región del mar en el que tenemos una perfecta visibilidad en aproximadamente 60 metros", afirmaba Kimura recientemente.
Si atendemos a la posibilidad de que la ciudad sumergida deYonaguni hubiera sido, como se ha referido con anterioridad, levantada al final de la última glaciación, tendn'amos que remontarnos en el tiempo de ocho a diez milenios.
Así pues nos encontran'amos ante los restos más antiguos de la historia de la humanidad,pertenecientes a una cultura absolutamente desconocida, anteriores incluso a Mesopotamia o Egipto. Podrán imaginar que a partir de este momento las explicaciones que se han dado son de lo más variopinto. Como ya hemos visto, el profesor Kimura, después de dos décadas investigando el asunto es un firme defensor de su traza humana. Y además añade que para su realización, dado lo descomunal de las mismas, habrían sido necesarios mediostécnicos difíciles de asimilar para la época a la que estamos haciendo alusión, amén de una organización social y unos conocimientos que la arqueología no atribuye a los pueblos de ese tiempo. Pero también hay detractores, entre los que destaca el doctor Robert Schoch, profesor de geología de la Universidad de Boston y
uno de los primeros científicos occidentales que ha investigado hasta la saciedad el tema.Está convencido -y así lo ha mostrado en múltiples ocasiones- que se trata de formaciones puramente naturales, creadas por la especial actividad sísmica de la zona. No en vano, en el año 1998 se produjo un gran terremoto submarino que destruyó una pequeña parte del "yacimiento", pero que a la vez hizo emerger otras estructuras que hasta ese momento permanecían sepultadas bajo una importante capa de piedra y escorias volcánicas.
Es posible que las tesis más fantasiosas sean las que más seguidores tienen. Porque partiendo de la defensa que realiza el profesor Kimura, son muchos los que han querido ir más allá, encontrando en las supuestas ruinas la certeza de que en el pasado existió un continente que permanece enclavado entre los márgenes de la mitología más universal, llamado Mu...


Imagen IPB


• Muros submarinos de Huijing (Taiwán): En la isla de Penghu. o más bien bajo sus aguas, fue descubierta años atrás una sorprendente estructura, aparentemente realizada por manos humanas, con todas las características necesarias para que los arqueólogos submarinos hayan visto en ella los restos de una milenaria muralla.

• Ys. la ciudad del norte: Se debate entre la leyenda y la realidad de unos pocos que aseguran haberla visto, sumergida bajo las aguas del frío mar del Norte. De ella se dice que era hermosa como pocas, y que entre otros templos poseía una catedral que todavía deja escapar el tañer lastimero de sus campanas sumergidas, notas espectrales que vagan por las profundidades de este mar oscuro y primitivo.

• La otra Alejandría: Recientemente la capital de España acogió una sorprendente exposición en la que se mostraban los tesoros sumergidos que han sido rescatados de las aguas de la ciudad costera que fundara Alejandro Magno en 332 a.C. Pues bien. de la llamada ciudad de los mil palacios, o más bien de las profundidades acuáticas de la Bahíade Abukirse han rescatado en los últimos quince años más de 500 piezas arqueológicas por los expertos, encabezados por el arqueólogo francés Franck Godoy. Éste señaló a variosmedios españoles, en referencia a los templos y edificios que se ubicaban por entoncessobre la superficie -entre otros el de Cleopatra-. que "eran obras colosales. El peso de estos edificios y el desplazamiento del agua hicieron que ciudades como Heraclion. Canope y el Portus Magnus de Alejandría se hundieran. La monumentalidad de estas construcciones fueron la causa de su posterior hundimiento".

• Más antigua que Harappa: La India y sus aguas no dejan de despertar la sorpresa de propios y extraños cuando arrojan descubrimientos como éste: una misteriosa y desconocida ciudad subacuática en el golfo de Cambia, ubicada a unos 36 metros de profundidad, según se desprende del rastreo que llevaron a cabo con sonar. De hecho fueron rescatadas piezas de pequeño tamaño de alfarería, restos de muro, e incluso dientes presumiblemente humanos. En cuanto a su antigüedad, como la de otras, se antoja imposible: unos 9.500 años.

Imagen IPB


Imagen IPB


• Pavlopetri, el último reto

Un equipo de arqueólogos de la Universidad de Nottingham (Reino Unido) y de la Dirección de antigüedades submarinas del Ministerio de Cultura de Grecia, dirigido por el doctor Jon Henderson, está a punto de sacar a la luz todos los secretos de la antigua ciudad de Pavlopetri, un asentamiento con más de 4.000 años de antigüedad que se encuentra bajo las aguas cerca de Laconia (Grecia), en el Peloponeso. El arqueólogo ha declarado que "este sitio tiene una excepcional importancia arqueológica internacional. Es necesario que los frágiles restos de esta ciudad se registren apropiadamente y se conserven antes de que se pierdan para siempre. Un objetivo fundamental es llamar la atención sobre la importancia del lugar y asegurar que se gestione de manera ética y que se presente al público de modosostenible, para el beneficio tanto del turismo como de la comunidad local".
Según los estudios de estos expertos, la ciudad -que fue descubierta en 1967- todavía conserva varios edificios intactos, calles, así como diversas tumbas del periodo micénico, datadas entre el 1680 y el 1180 a.C. El yacimiento, que tiene el honor de ser el enclave humano sumergido aparentemente más antiguo que se conoce, comenzará a ser investigado a partir de este verano, aunque las primeras excavaciones subacuáticas no se producirán hasta el año 2010.
"La capacidad de estudiar estructuras sumergidas, de naufragios a ciudades hundidas, de forma rápida, exacta y, más importante aún, rentable, es un gran obstáculo para el desarrollofuturo de la arqueología submarina. Considero que ahora tenemos una técnica que resuelve eficazmente este problema".

Imagen IPB


• La ciudad que trajo el tsunami

"Este es un hallazgo increíble, porque es parte de la historia india que se pensaba estaba perdida para siempre'. Emocionado y nervioso, con estas palabras el director de los arqueólogos del ASI -Archaeologlcal Survey of India-, T. Sathya Murthy, informaba al mundode la aparición de enormes restos arqueológicos en varias playas, muy cerca de la ciudad de Madras -a apenas 70 kilómetros del lugar-, en el estado de Tamil Nadu. Fueron dos pescadores quienes se toparon con el sorprende hallazgo, gentes hasta ese momento anónimas que sin ser conscientes de ello ya han pasado a la historia tras toparse de bruces con varias esculturas -leones, elefantes, caballos y varios guerreros-, que rápidamente fueron relacionados con los restos que años antes descubrieran bajo las aguas. ¿Cómo era posible que de entre las arenas emergieran estas piezas? ¿Estaban allí desde hacía siglos y no se habían percatado? El propio Murthy se encargó de desvelar el enigma: "Cuando el agua del mar retrocedió tras el tsunami, estas estructuras emergieron mediante un proceso de desenlodamiento y erosión. Creemos que aún hay enterradas extensas estructuras".
Desde ese Instante los expertos creen haber descubierto las ruinas de Mahaballpuram, la mítica ciudad que desapareció bajo el mar 1.200 años atrás, como castigo de los dioses por querer ser la más bellas de todas.
La primera vez que un occidental pronunció su nombre, fue en 1798. Aquel aventurero se llamaba James Goldlngham, y entre las páginas de sus cuadernos dejó escrito que las tradiciones hacían mención a una ciudad conocida por sus siete pagodas, seis de las cuales permanecían ocultas por las aguas; la séptima se encontraba sobre la misma línea de costa. El rey que gobernaba el hermoso enclave se llamaba Narasimha Varma, último descendientede la dinastía Pallava, que gobernó con mano firme en el sureste de la India entre los siglos IV y IX. El final de la longeva estirpe de monarca, casualmente, se produjo a raíz de una catástrofe; una inundación de proporciones apocalípticas -posiblemente un tsunami- que se tragó templos, casas y gentes.
Los estudiosos pronto destacaron que los grabados y símbolos de los restos hallados por los pescadores se parecían demasiado a los que todavía hoy se pueden ver en las paredes del citado templo, lo que en cierto modo confirmaría la contemporaneidad de ambos, y su más que probable procedencia común.

Imagen IPB


• La tierra madre 

Fue en el año 1926 cuando a las librerías llegó una obra destinada a vender cientos de miles de ejemplares en todo el mundo.
Era Mu, el continente perdido, escrita por un coronel de 75 años llamado James Churchward. Durante años, el viejo militar vivió en la India, por aquellas fechas una de las colonias más exóticas del vasto imperio británico. Allí Churchward entró en contacto con un monje que habitaba en un templo hindú, y que durante años había custodiado unas pequeñas y enigmáticas tablillas de barro, que aparecían cubiertas de escritura. A partir de ese día, y con la obsesión propia del que se adivina detrás de un gran descubrimiento, el coronel continuó recopilando datos, convenciéndose a cada jornada que en un pasado muy remoto -que estimaba en 25.000 años- existió una tierra habitada por gentes cuyo nivel de evolución sobrepasaba lo entendible, más aún si atendemos a textos milenarios, como el manuscritoTroano, un códex maya conservado en el Museo Británico londinense en el que se puede atisbarla presencia de una civilización que sucumbió a un gran cataclismo, y que, como imaginarán, Churchward asoció rápidamente con su "mundo perdido". Decía así: "Después de haber sido levantado dos veces, el país de Mu fue engullido durante la noche, después de haber sido minado por debajo de manera ininterrumpida, por volcanes subterráneos. El continente subió y bajó varias veces. Por último, el globo cedió y dieznaciones quedaron arrasadas y aniquiladas. Se hundieron con sus sesenta y cuatro millones de habitantes". Y es que tal y como ya hemos podido ver, se llame diluvio, Atlántida, Mu, Lemuria o Mahabalipuram -ver cuadro-; se vista como castigo de dioses o se deba a catástrofes naturales de dimensiones apocalípticas, lo cierto es que tradiciones, leyendas y algunos manuscritos nos hablan de un pasado en el que floreció una cultura de la que deviene todo lo que hoy en día existe. Pues bien, de esta misma historia narraban épicas y epopeyas las tablillas que comenzaron a surgircomo por arte de magia, a las que se llamó Naacal, y que fueron descubiertas en la India pero también en México, estableciendo así una conexión difícil de explicar en la actualidad.
Ese y no otro, su estudio y traducción, fue el motivo de que James Churchward escribiera su libro Mu, el continente perdido, donde además se avanzaba, eso sí, rayano con la leyenda, que el conocimiento acumulado por los sabios de este pueblo quedó guardado con celo en el interior de unos extraños cristales de roca, que sin documentación alguna y sí mucho atrevimiento se han asociado a las célebres calaveras de cristal que el explorador Frederick A. Mitchell-Hedges diera a conocer al mundo a partir del descubrimiento que su hija Anna realizara el día de su cumpleaños de 1924, cuando casualmente se encontraba caminando por la antigua ciudad maya de Lubaantún (Honduras). Huelga decir que la historia es lo suficientemente atractiva como para que el mismísimo Spielberg la recogiera en su última película de la saga del aventurero por antonomasia: Indiana Jones y el reino de la calavera de cristal.
Cierto es que llegados a este punto resulta francamente difícil dirimir lo que es real de lo que no lo es, y es quizá por eso por lo que el continente perdido de Mu continúa despertando tanta fascinación, más aún cuando hay que explicar "anomalías" históricas como podrían ser las ciudades sumergidas deYonaguni, Bimini o Mega.
A ello hay que añadir, según el valor que cada cual le quiera dar, las tradiciones de los pueblos que para Churchward serían los descendientes directos de los antiguos pobladores de Mu, que en una evacuación sin precedentes históricos se habrían asentado en lugares tan distantes del planeta como Egipto, Isla de Pascua -que sería el pico de una de las altísimas montañas que bordeaban el legendario continente-, el Valle del Indo -Pakistán-, Asina, el Perú anterior al inca o la Solivia de los aymarás. El hecho de que todos estos pueblos recurriesen a templos de estructuras piramidales, que utilizasen el lenguaje de los jeroglíficos, hasta el punto de haber hallado trazos similares entre culturas tan distantes como las citadas del Valle del Indo y Pascua, que en su acervo religioso aparecieran siempre deidades de tipo solar, o que -y quizá sea lo más interesante-, que todas aseguraran proceder de lugares que desaparecieron a consecuencia de desastres naturales -aunque éstos hubieran sido producto del carácter de unos dioses con muy malas pulgas-, llamáranse Atlántida para asirios y egipcios, Mu, Hiva para los pascuenses, o Atl-Antis -"tierra antigua"- para los aymarás del alto Titicaca, es evidente que es demasiado atractivo para no detenerse en ello. Pero sigamos con Yonaguni...

Imagen IPB


• El enigma de Iseki Point

El profesor Kimura ha destacado en más de una ocasión, después de haber realizado junto a su equipo más de 150 inmersiones al "Monumento Yonaguni" -así es conocido en Japón-, que las estructuras escalonadas y muros de Iseki Point fueron esculpidos por una civilización primigenia que pudo ser la inspiradora de las pirámides escalonadas que se hallan en otras partes del globo. No sólo eso: sorprende -una vez más- su proximidad arquitectónica a templos y fortalezas situadas, por ejemplo, en los Andes de América del Sur, como Sacsahuamán o Quenko, muy cerca de la legendaria ciudad de Cuzco.Tal hipótesis de confluencia cultural, al menos a día de hoy, es una aberración histórica. Es simplemente imposible desde la óptica de la historiografía oficial establecer algún nexo de unión entre civilizaciones que para muchos simplemente no existieron jamás, y las asombrosas construcciones atribuidas a los habitantes del incanato, menos aún después de que la evolución de la teoría de la tectónica de placas invalidase de una vez por todas la posibilidad de que existiese una tierra desconocida hasta la fecha, que sucumbió bajo las aguas. Porque la cuestión no es en este caso qué hace hay el Monumento Yonaguni, sino quién fue el artífice de su erección. Que aparecieran a esa profundidad -entre seis y treinta metros- no es extraño, ya que tal y como afirmaba el periodista José R. Gómez en la revista hermanaAño/Cero "durante los últimos 100.000 años, los niveles oceánicos han sufrido fuertes oscilaciones, pero siempre por debajo de la cota actual. Debido a que el planeta se encontraba inmerso en la llamada Cuarta Glaciación, el agua que se evaporaba de los océanos no volvía a ellos en la misma proporción pues se acumulaba en forma de hielo y nieve sobre las tierras emergidas. Al no recuperar estas aguas evaporadas, los mares bajaban de nivel, tanto más cuanto mayor fuera la bajada de las temperaturas. Se estima que en el periodo más frió de la glaciación, -que se conoce como 'máximo glacial'-, el nivel del mar llegó a estar entre 120 y 140 metros más bajo que en nuestros días. Finalmente, hace entre veinte y dieciocho mil años dio comienzo el periodo de desglaciación, que duró hasta hace ocho mil, cuando el nivel del maraumentó hasta ser el que tenemos en la actualidad". Fue entonces cuando estas colosales piedras dejaron de estar a la luz del astro rey. ¡Ocho milenios atrás! Así pues, de ser ciertas las leonas del profesor Kimura, ¿quiénes fueron entonces los que habitaron la ciudad muchos años antes de que las aguas cubriesen Yonaguni, y hacia dónde marcharon? Dudas... pero con respuestas posibles.

Imagen IPB


• Mega, 600 metros bajo las aguas

La doctora Paulina Zelitsky frunció el ceño. Las imágenes que estaban llegando al monitorparecían dejar margen a demasiadas cuestiones. El robot submarino Rov acababa de sumergirse hasta los 600 metros cuando, intentando esquivar el "ruido" que en la imagenprovocaban las partículas en suspensión y la escasez de luz, ofreció las primeras escenas de lo que parecía una ciudad, con calles, edificios y supuestos templos manufacturados en un tiempo tan remoto que no se tenía constancia del mismo, en este punto del planeta, entre las costas de Cuba y la península de Yucatán. "¿Qué locura es ésta?", exclamó la ingeniera oceánica de origen ruso, una mujer poco dada a grandes alharacas, con una vida intensa como para no sorprenderse fácilmente.
Y es que durante los difíciles años de la Guerra Fría, la doctora Zelitsky, experta conocedora de los fondos marinos, fue la responsable de la construcción de las bases secretas de los submarinos soviéticos. Esta formación le ha permitido a día de hoy trabajar en la realización de obras de ingeniería civil y topografía del lecho oceánico, y además alcanzar ciertanotoriedad internacional, entre otras cosas porque fue ella la que comandó la expedición que localizó el inefable buque Maine, a 5 kilómetros de las costas de La Habana que, recordemos, desencadenó la guerra hispano-norteamericana en 1898. En suma, lo que ese día del apocalíptico año 2000 vio en las pequeñas pantallas hubo de ser lo suficientemente importante para que ésta dejara escapar una mueca de sorpresa; si aquellas avanzadas máquinas no se equivocaban, estaban presenciando el descubrimiento de una ciudad sumergida a más de medio kilómetro de profundidad; piedras cortadas, talladas y pulidas que encajaban perfectamente unas con otras, dando forma a descomunales edificaciones bajo las aguas. Pero aún había más: el equipo de Zelitsky pudo identificaren al-
guna de estas formaciones una serie de símbolos, similares a los jeroglíficos egipcios, tan abundantes que se hallaban visibles en casi todo el conjunto arquitectónico. Esa y no otra era la prueba definitiva de que la "ciudad sumergida" no era un capricho de las corrientes submarinas...

Imagen IPB


• Una ciudad con seis mil años

Desde que este sorprendente hallazgo fuera dado a conocer en 2003, gracias a la esclusiva de nuestro compañero Luis Mariano Fernández en estas mismas páginas -después de que se conociera su ubicación en julio de 2000-, la doctora Zelitsky creó el "ProyectoExploramar", colectivo de científicos que ha conseguido grabar en sucesivas ocasiones las misteriosas estructuras, contando en sus filas con ilustres geólogos como Manuel Iturralde, miembro del Museo Nacional de Historia Natural de La Habana, pero por encima de todo, el único cubano autorizado por Fidel Castro para llevar a cabo una labor tan ardua como conflictiva.tal es rastrear los fondos marinos de la isla. Él mismo reconoció fechas atrás que le resultaba extremadamente difícil explicar el descubrimiento desde el punto de vista geológico. ¿Por qué? Es sencillo: los integrantes del "Proyecto Exploramar" han sugerido que la formidable ciudad, a la que en base a sus descomunales dimensiones han bautizado con el nombre de Mega, podría haber estado habitada en un pasado remoto por la misma civilización que siglos después colonizaría el continente.
El doctor Iturralde comentaba fechas atrás que "el hallazgo se produjo cuando se estaban haciendo unas investigaciones en el fondo del mar a profundidades mayores de trescientos a quinientos metros en busca de barcos y galeones. Se llevaba a cabo un trabajo de sonar de barrido lateral. En estos escáner aparecieron unas figuras poco usuales, que rápidamente llamaron la atención de la investigadora que estaba al frente del grupo, Paulina Zelitsky. Ella se interesó muchísimo por el asunto e hizo nuevos recorridos con sonar para perfeccionar las imágenes que habían obtenido. Fue entonces cuando se dio la noticia de que había aparecido una ciudad sumergida en el occidente de Cuba. A los 5
ó 6 meses de ofrecer la información, y de haber investigado más, fui llamado para incorporarme al grupo como geólogo, porque solamente había arqueólogos. Como geólogo examiné todo el material del sonar de barrido lateral, y también los datos batimétricos detallados, consiguiendo hacer una batimetría muy detallada de esas formaciones. Comencé con el procesamiento de toda esa información. Es verdad que ahí abajo, en el fondo del mar, hay unas estructuras que a veces tienen unas dimensiones de varios cientos de metros, que son inusuales; es decir, nosotros no tenemos una explicación sencilla, directa, de la formación de estas estructuras después de haber hecho investigaciones de la morfología del fondo del mar, de la acción de las corrientes marinas, que son muy intensas, etc".

Imagen IPB


Además, dada la ubicación que hubo de ocupar, en una isla frente a la Península de Guanahacabibes -entre Cuba y México-, independientemente de que los niveles de las aguas en la actualidad nada tienen que con los de hace milenios, no habría sido extraño pensar que los asentamientos humanos que se situaron en este lugar pudieron desaparecer a causa de un desastre natural, un cataclismo que hizo que la fantástica urbe se precipitara a los abismos abisales, sucumbiendo como la mítica Atlántida de Platón.

Imagen IPB


Sea como fuere, de admitir tal hipótesis nos encontraríamos ante un sitio arqueológico que podría llevar bajo las aguas más de ocho mil años, lo que pondría en solfa la propia historia de este continente, e incluso del resto del planeta. Una civilización muy avanzada, capaz de levantar estructuras piramidales que siglos después servirían de inspiración, como si su imagen hubiera quedado impresa en el paleocerebro de pueblos como los mayas, aztecas o egipcios.
Así las cosas lo cierto es que de regreso a nuestros días, la dudas en torno a la procedencia y datación de la ciudad Mega continúan siendo una incógnita: "No existe una explicación clara a cómo se formaron las mismas con medios naturales -aseguraba Manuel Iturralde-. Ofrecido este punto de vista como geólogo, admito la posibilidad de que se trate de formaciones no naturales, es decir, creadas por el hombre, o por alguna entidad inteligente.Posteriormente a estos hallazgos se han hecho algunos muéstreos de rocas en el fondo del mar; muéstreos aislados, esto es, que no hay un trabajo sistemático. En la zona donde están los 'megalitos', como Paulina los ha denominando, aparecen unas rocas extrañas. Algunas de ellas no son típicas de Cuba. Esto nos hace pensar en dos variantes: una puede ser que tales piedras hayan caído allí; y otra que todo pudiera ser parte de las construcciones (...). Como geólogo puedo decir que hay estructuras lineales elevadas que pudieran perfectamente coincidir con caminos y pirámides. Estas estructuras tienen formas diversas". Y, todo sea dicho, recuerdan por su tamaño y disposición a otras que se encuentran, éstas sí en la superficie y a varios miles de metros de altura. Me refiero a las fortaleza inca de Sacsahuamán, que se sitúa a más de 3.800 metros en plena cordillera andina peruana. Por si no fuera suficiente, muy cerca de estas monumentales ruinas está la legendaria ciudad de Cuzco, el "ombligo" del incanato. Pasear por sus calles es revivir épocas de conquista; apreciar la hermosa fusión de culturas que aquí se produjo y que a la vista permanece en templos y casas particulares; piedra sobre piedra, de diferentes tamaños y rocambolescos vértices, similares a las de Mega...

Imagen IPB


La propia Paulina Zelitsky mantuvo una interesante conversación con el citado periodista malagueño Luis Mariano Fernández. De sus sorprendentes declaraciones destacamos lo siguiente: "Hay unas estructuras gigantescas a partir de unas piedras muy grandes de formas geométricas perfectas, como si hubieran sido cortadas e instaladas una sobre otra, con tal perfección que creo que a día de hoy no podemos hacer nada similar. No pertenecen a la geología del lugar. No puedo decir de dónde llegaron porque no tengo una respuesta.
Cuando nosotros publicamos por primera vez la noticia de este hallazgo, la Universidad deVeracruz se interesó por nuestro trabajo y las imágenes que habíamos grabado de esas estructuras en el fondo del mar. Concretamente el Instituto de Antropología de esta universidad me invitó a unas excavaciones que estaban realizando sobre piezas y ruinas de la civilización olmeca. Cuando ellos vieron esas imágenes submarinas encontraron similitudes y paralelismos con las encontradas en las excavaciones que este instituto estaba llevando a cabo. Su interés era evidente ya que los olmecas y otros pueblos precolombinos pudieron venir del este (...). Cuando los antropólogos vieron las imágenes submarinas de la ciudad Mega, y observaron en algunos monolitos símbolos e inscripciones, los identificaron con motivos olmecas. Se quedaron muy sorprendidos. Nadie sabe de dónde llegaron. Sin embargo, ellos tienen un arte muy antiguo, tal vez de más de tres mil quinientos años. Se desconoce su origen y su antigüedad. Pero todos coinciden en que provenían del este. Es muy probable que algunas islas que se hundieron con estas civilizaciones establecidas fueran habitadas por olmecas. Algunos hablan de la Atlántida, y en México le llaman Atlanticú. Yo creo que las estructuras tal vez pertenezcan a este interesante y desconocido pueblo del pasado. Nosotros pensamos, y muchos científicos están de acuerdo, que la Península de Yucatán estaba unida mediante una gran cordillera a Cuba y que, probablemente, allí vivieron nativos y construyeron una ciudad".

Imagen IPB


Una vez más estamos ante conjeturas, mejoro peor argumentadas, pero conjeturas al fin y al cabo. La única certeza que a día de hoy se tiene, a expensas de que la tecnología y la financiación permitan que las exploraciones puedan ser más escrupulosas, es que a 600 metros bajo las aguas de la península de Guanahacabibes hay unas estructuras de piedra que por sus trazas aparentemente manufacturadas, y siguiendo una línea de conjeturas algo más fantasiosa -pero plausible mientras no se demuestre lo contrario-, pudieron ser el hogarde una civilización de la que, como otras que ya hemos mencionado, nada sabemos; y es que quién sabe si Mega en otro tiempo del que ya no hay recuerdo fue la casa de esos gigantes que se pasean a sus anchas por las tradiciones de muchos pueblos de la América precolombina y del resto del planeta, víctimas de su propio orgullo, que fue castigado por los dioses...

Imagen IPB

No hay comentarios:

Publicar un comentario