sábado, 10 de abril de 2010

Hombres lobos


La reaparición del hombre lobo en el cine y la televisión, y el misterio que conserva su figura, nos invitan a revisar una de las leyendas más fascinantes e intrincadas de la cultura occidental, escrita, reescrita, transformada y adaptada a lo largo de milenios.

El regreso del Hombre Lobo:

Mito y Realidad
FUENTE: Muy Interesante - Marzo 2010.


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Para comprender bien el origen y significado de las leyendas de los hombres lobo, comencemos por caracterizar a esta criatura mírica, temida y admirada, a través de losdatos que nos ofrece el libro Animal editado por The Smithsonian Institution en 1996. Miembro de la familia Canidae, el Hombre Lobo o Licántropo es pariente cercano de los perros, los coyotes, los chacales y los zorros, reconocidos por su gran resistencia, destacando por su comportamiento oportunista y adaptable. Sus cuerpos son musculosos y están cubiertos de un pelaje de color uniforme. Tienen cuatro dedos en las patas traseras y cinco en las delanteras. Cuentan con zarpas (dedos en los animales que no se mueven con independencia unos de otros), que son cortas que no se retraen, de punta roma. Su verdadero poder radica en sus quijadas largas y dientes caninos (que solemos llamar "colmillos") y que les sirven para herir profundamente a sus presas, así como en los molares carniceros en la parte posterior de la quijada, muelas muy desarrolladas, cortantes y punzantes. Todos los cánidos detectan a sus presas gracias a su poderoso olfato y cuentan con un oído muy desarrollado. Su vista es potente, sin embargo no resulta un sentido tan relevante. Las especies pequeñas de los cánidos, como los chacales y los zorros, viven solos o en parejas; las especies mayores, como los lobos, lo hacen en manadas.
El famoso protagonista de cuentos y leyendas es el lobo gris o canis lupus, el miembro salvaje más grande de la familia de los cánidos. Habitante de Norteamérica, Groenlandia,Europa y Asia, mide entre 1 y 1.5 metros, sin contar la cola, que puede alcanzar hasta 51 centímetros; su peso oscila entre los 16 y los 60 kilos. En alguna época fue el animal carnívoro más extendido en el mundo; no obstante, con el desarrollo de la ganadería se le consideró una plaga por sus recurrentes ataques y se inició su exterminio masivo. Un caso ejemplar es el del lobo mexicano (Can/s lupus baileyi), una de las especies más pequeñas. En la década de 1950 Estados Unidos y México iniciaron una campaña masiva para extinguirlo, por lo que actualmente quedan apenas 200 ejemplares.




Los lobos han demostrado que la organización social no es exclusiva de los seres humanos. Para sobrevivir se agrupan en manadas de 8 a 12 individuos con una jerarquía bastante definida a cuya cabeza se encuentra una pareja dominante de hembra y macho. Las manadas patrullan territorios, los marcan con su aroma y cazan en grupo, lo que les permite apoderarse de presas mucho mayores que ellos, como el alce o el caribú. Una de las expresiones más asombrosas de esta especie es el profundo aullido que emiten mientras alzan la cabeza para anunciar su presencia, definir y defender sus territorios. Éste es audible a distancias de seis kilómetros y mantiene alejadas a las manadas rivales.
En esta caracterización hallamos varios elementos temibles y fascinantes a la vez: una mezcla de belleza, agresividad, liderazgo, orden y acción en equipo, envidiable para el ser humano. Tal vez esa es la razón más des-tacable para la fusión imaginaria del Homo sapiens y el Canis lupus. La otra es, sin duda, la permanente rivalidad entre hombre y lobo a lo largo de la historia. Puede decirse que han intercambiado sus papeles de depredadores y víctimas, y tal vez la mejor forma de superar este conflicto consistió en fundirlos en un solo ser con la capacidad de la transmutación. No olvidemos un importante detalle: a través de la contrastante relación entre los hombres y los lobos, hace unos 15 mil años se produjo el proceso de domesticación de estos últimos que dio origen a los perros, el primer animal criado y domesticado por el ser humano. La investigadora Tanya Dewey, del Museo de Zoología de Michigan, afirma que la principal evidencia se encuentra en el mapa genético de ambos. Los perros son lobos domesticados, de allí su nombre taxonómico: Can/5 lupus familiarís.

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• Los orígenes del mito.

Las historias de los hombre-lobo o licántropos (palabra conformada por las raíces griegas ¡ykos, o lobo, y anthi'opos, u hombre) se remontan a los mitos de las culturas antiguas donde la división imaginaria entre el hombre y la naturaleza, entre el hombre y los animales, no estaba marcada tan radicalmente como hoy. Las encontramos en diversas tradiciones europeas, ya que cuando comenzaron a hacer asentamientos, el bosque se transformó no sólo en un lugar para obtener alimentos, sino también en fuente de mitos y leyendas. Si bien los lobos ya eran conocidos por ellos, las grandes oleadas migratorias indoeuropeas, trajeron consigo las diferentes denominaciones con las que era conocido el lobo: Vrika, Lycos, Lupus, Vulf, Wilf, Irfus y Wolf, aunque el vocablo que los designa en general es el de Vrik.



Pero en Mesoamerica también encontramos esta tradición, aunque con algunos matices, especialmente dentro de la mitología maya, azteca y tolteca, transformado en nagual -el espíritu de un animal que protege a la persona desde su nacimiento-, aunque también se rastrean similitudes con tradiciones españolas y en antiquísimos relatos de Europa del este.
Algunos historiadores las remontan a Egipto y Grecia. Los egipcios asociaban al lobo con Upuat, deidad relacionada con el mundo inferior, la muerte y la guerra, a quien representaban con cuerpo humanizado negro y cabeza
blanca de perro o chacal. Los griegos lo interpretaron como un lobo, de donde procede su ciudad, ücópolis. Upuat era el compañero de Anubis: éste abre y cierra las puertas de los caminos de la vida y la muerte -es el señor de la Necrópolis-, y ayuda a guiar el alma de los muertos al otro lado del Nilo; Upuat le ayuda a llevar a las almas en el tránsito desde la vida a la muerte y posteriormente a la reencarnación. El investigador Christopher W. Blackwell, profesor de Estudios Clásicos en la Universidad de Furman, en Greenville, Carolina del Sur, y autor de varios libros sobre mitología, refiere la primera leyenda sobre un hombre lobo claramente identificado.
De acuerdo con ella, Zeus, la figura máxima del Olimpo, estaba afligido por la maldad del género humano y decidió visitar la Tierra para ponerlo a prueba. El primer individuo de su examen fue un tal Licaón, tirano de algún punto de la Hélade. Zeus se presentó en su casa, le informó que era el rey del Olimpo y le pidió que lo invitara a cenar. Creyendo que se trataba de un farsante, Licaón quiso desenmascararlo mediante un perverso plan: servirle carne humana como platillo principal. Con tal propósito, ordenó el sacrificio y la preparación de un prisionero de guerra. Zeus reconoció el ingrediente y aplicó un castigo ejemplar al tirano: convertirlo en lobo.
Los cántabros, habitantes del norte de la Península Ibérica, entre cuyas tribus se contaban los avariginos, los coniscos, los orge-nomescos y los vadinienses alrededor del año 195 a.C, son otro buen ejemplo de la li-cantropía antigua. En su obra Los cántabros antes de Roma el arqueólogo e historiador español Eduardo Peralta Labrador sostiene que la costumbre de vestir las pieles de animales sacrificados obedecía al deseo de apropiarse mágicamente de sus cualidades. Así como los guerreros mexicas portaban la piel del jaguar y el plumaje del águila, los cántabros preferían la de osos y lobos, lo que dio lugar a historias de licantropía. Peralta Labrador se apoya en los argumentos expuestos por el filósofo, historiador y escritor rumano Mircea Eliade (1907-1986) en su ensayo Sobre las relaciones existentes entre el fuego y el culto a los antepasados.
De acuerdo con Eliade, la transformación de un guerrero adolescente en fiera (tal como la que se ha supuesto en todas las historias posteriores de licantropía) no buscaba sólo que adoptara la bravura, la astucia o la fuerza física de los lobos; era, más bien, Í4una experiencia mágico-religiosa que modificaba radicalmente su forma de ser humana por un acceso de furia agresiva, por un furor heroico que lo hada invencible y lo desligaba de las leyes y las costumbres humanas, convirtiéndose en superhombre porque conseguía asimilarse a la fuerza mágico-religiosa de los animales carnívoros, dedicándose a partir de entonces a las incursiones predatorias, y produciéndose una auténtica solidaridad mística del guerrero con el lobo".

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• La leyenda revive.

El caso de los cántabros explica, en términos generales, el origen de la leyenda, proceso
común en culturas de distintas latiaides y sus religiones primitivas. Para comprender su persistencia hasta nuestro presente es indispensable mencionar una característica central de las leyendas: se transmiten de generación en generación; con el paso del tiempo su contexto y asociaciones culturales varían, pero mantienen la misma esencia. Al ser productos de la imaginación basados en elementos reales, poco a poco se exageran, se distorsionan y se enriquecen con nuevos elementos. Las leyendas sobre hombres lobo subsistieron en la era cristiana como consejos populares en distintas localidades aún sumidas en la magia y el paganismo. Sin embargo fue entre los siglos XVI y XVII cuando recuperaron una fuerza inusitada, cuando una serie de crímenes fueron atribuidos primero a las ya tan perseguidas y castigadas brujas, y posteriormente a quienes por medio de las artes mágicas, se transformaban en hombres-lobo para matar.


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El foco de este fenómeno fue Europa. En 1573, en Francia, se presentó el caso del asesino múltiple Gilíes Garnier, quien victimaba niños y comía sus cadáveres. Los lugareños aseguraban que para realizar sus crímenes cobraba la forma de un lobo. Lo más curioso fue el testimonio del propio Garnier cuando lo detuvieron; reconoció que sufría esa transformación y se le condenó a muerte... a pesar de que durante todo el proceso nadie admitió haberlo visto transformarse en lobo. Un caso similar fue el del alemán Peter Stubbe, afamado licántropo de Colonia, donde en 1589 mató y devoró a dos mujeres embarazadas y a trece niños (incluyendo a propio su hijo). Durante su juicio relató que el demonio le había otorgado un cinturón mágico que lo convertía en lobo. En esa etapa y ese continente hubo decenas de acusaciones por el crimen de licantropía, pero sólo cuatro hombres fueron llevados ajuicio entre 1520 y 1575. Entre las explicaciones que los acusados daban a los jueces, al preguntarles cómo se transformaban en lobos, argumentaban desde pactos con el Diablo, cremas mágicas, maldiciones desde la cuna, artilugios entregados por Satán, etc. El segundo gran motor de la leyenda fue
la cacería de brujas iniciada por la Iglesia Católica para desterrar los vestigios de las religiones paganas. El clero acusador aseguraba que las brujas se transportaban a sus festines montadas en lobos, y que los brujos, inspirados por el demonio, se transformaban en esos animales para atacar a las personas. De acuerdo con esas creencias -refiere el libro Rumbo a lo desconocido (Reader's Digest México, 1996)- si resultaban heridos, mostraban las lesiones al recuperar la forma humana.
Un supuesto caso de ese tipo ocurrió en 1588 en la región francesa de Auvernia. Un cazador enfrentó a un lobo, le cortó la pata y la echó en su saco. Horas después visitó a un noble para mostrársela pero cuando la sacó se había convertido en la delicada mano de una mujer con un anillo de oro. El noble reconoció la sortija: pertenecía a su esposa, quien se hallaba en la cocina tratando de controlar la hemorragia que sufría por una herida en el brazo. Fue quemada por bruja. Otro caso contemporáneo a éste nos remite al origen de la leyenda. En 1603 el pastorcillo adolescente Jean Grenier fue juzgado en Burdeos por devorar a varios niños y perros. En el interrogatorio, Grenier relató que un mago del bosque le había dado un ungüento especial y la piel de un lobo desollado. Le bastaba ponérsela para convertirse en lobo. Luego se supo, sin embargo, que estaba afectado por un trastorno mental y que esa historia, como muchas otras que narraba, era producto de su imaginación delirante. Los editores del libro Rumbo a lo desconocído de Reader's Digest, aseguran que la ola de enajenados que creían ser lobos (y quienes decían verlos) se explica por el consumo del cornezuelo (Claviceps purpurea), un hongo del grupo de los ascomicetos que crece entre el centeno y tiene propiedades enteógenas; es decir, produce alucinaciones, situación que podría explicar las visiones en aquellos mismos tiempos.

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• Aproximación.

La leyenda siguió su camino en periodos más o menos fértiles que completaron la caracterización de este mito masculino. De acuerdo con ella un hombre se convierte en lobo si ingiere plantas relacionadas con ellos, bebe agua del mismo estanque donde abrevan, se cubre con la piel de uno de ellos, se desnuda bajo la luna llena, practica la magia, es el séptimo hijo de una familia y no es bautizado -el caso del lo-bizón, hombre lobo de la mitología guaraní-, tiene relaciones sexuales con un hombre lobo o recibe la mordedura de éste. Resistentes a todo tipo de ataques en las noches de luna llena, la única forma de exterminarlos es dispararles con una bala de plata, golpearlos tres veces en la nuca o hacerlos derramar tres gotas de sangre.
¿Qué nene que decir la ciencia al respecto? Ningún científico respetable puede avalar la transformación de un hombre en lobo y por eso su enfoque se ha centrado en la creencia del propio sujeto presuntamente transformado como síntoma de un trastorno psiquiátrico, lo cual alcanzó a vislumbrarse en el caso de Jean Grenier. Tras la postulación de la teoría psicoanalítíca de Sigmund Freud, los progresos en el conocimiento de la personalidad y sus patologías tomaron un curso acelerado, especialmente tras publicar el análisis de
uno de sus pacientes en su libro "Historia de una Neurosis Infantil'', donde se encontraba "El hombre de los lobos". Los psiquiatras consideraron que la teriantropía, la supuesta habilidad de un hombre para tomar forma animal, está asociada con la psicosis severa, lo que antes se llamaba genéricamente "locura" y es, en esencia, la pérdida de contacto con la realidad. Los médicos centroamericanos Ramiro Coello-Cortés, Rolando Machado, Carlos Nolasco y Sin Lara de Ayestas nos dan luces al respecto en su ensayo Ucanüvpía: tratamiento exitoso con litio del primer caso informado en Honduras, publicado en la Revista Médica Hondurena (Vol. 51-1983).
El caso que motivó su indagación fue el de una mujer de 25 años convencida de ser
miembro de los cánidos, entre perra y loba. La paciente, esquizofrénica, se tiraba al suelo para caminar con pies y manos, imitaba la conducta de los animales salvajes y, continúan los doctores, "manifestaba ideas delirantes secundarias diversas. Refería que era un animal (ladraba, imitaba y gritaba como varios animales); decía que venía a salvar al mundo; que era hija de una perra; que había fallecido y resucitado; que tenía poderes obtenidos de sus padres y que sus hijos tenían 100 años". En la discusión del caso los expertos hablan de los ejemplos de pacientes licántropos en otros siglos y enumeran casos legendarios, como la conversión del rey Nabucodonosor que se menciona en la Biblia. Los doctores los identifican como enfermos mentales y explican la actitud de la sociedad donde aparecen: "Con frecuencia, la conducta de estos pacientes es tan aberrante, agresiva, destructiva y completamente caótica, que suele llevar al vulgo a cazarlos como verdaderos animales y a los profesionales a clasificarlos como esquizofrénicos". El diagnóstico de la mujer hondurena
fue manía, trastorno mental que se define como "una elevación anómala del estado anímico". Los médicos la trataron con fármacos a base de litio y la mayoría de los síntomas, incluyendo la conversión imaginaria en fiera, desaparecieron. En el ámbito psiquiátrico también se identifica a la licantropía como una desviación sexual, una forma de sado-masoquismo en que el individuo se cree lobo o vampiro y llega a herir a su pareja.
La interpretación más amplia de esta situación, como la contenida en el ensayo Lycanthropy-psychopatho lógica I and psy-chodynamical aspects, elaborado por expertos de la Universidad de Hannover, Alemania, asegura que "puede tratarse de un intento de proyectar afectos reprimidos, especialmente de contenido agresivo y sexual, a través de la figura del animal", lo que claramente pasó en los siglos donde aumentaron desmedidamente los casos de ataques de hombres lobo, aunque, tal y como sucede con la transformación de un "Lycan", la agresión sexual o no se pudo comprobar o, simplemente, no fue objeto de investigación.


• Elemento cultural.

Como hemos visto en este breve repaso, los hombres lobo han tenido un decidido impacto cultural por varios siglos y han generado diversas reacciones en las comunidades, que van desde el temor supersticioso, desprovisto de razones reales, hasta el rechazo a los enfermos mentales, pasando por el peso de rumores que cíclicamente reaparecen con detalles y en contextos distintos. Hoy no se habla ya de la realidad objetiva de los hombres lobo, asimilados más bien en el repertorio de las criaturas fantásticas, pero surgen nuevos seres imaginarios, como el chupacabras, que
cumplen la misma función cultural. Es curioso, en ese sentido, lo que explica la Encydopaedia Brítannica en su artículo Werewolf. en las zonas donde no hay lobos, surgieron mitos sobre conversiones humanas en animales comunes del lugar, como guepardos y tigres. El lector interesado en estas derivaciones puede ver la película Car People (hay dos versiones, una de 1942 y otra de 1982, dirigidas respectivamente por Jacques Toruneury Paul Schrader), que presenta la historia de hombres y mujeres quienes pueden convertirse en panteras.


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La licantropía aparece, sin embargo, en algunas leyendas urbanas. Con la irresponsabilidad que caracteriza a muchos sitios web, la página starlorsummers.buzznet.com refiere una de acuerdo con la cual una de las cadenas de tiendas de ventas minoristas más grandes del mundo fue fundada y está dirigida por
hombres lobo. Según este descabellado relato, el fundador se entregó al ocultismo para propiciar el éxito de su negocio; halló en Francia un antiguo volumen donde aparecía el sortilegio para realizar la transmutación de hombre en lobo y lo compartió con los ejecutivos de la compañía. La misma leyenda asegura que, en la década de 1980, varios clientes de esos establecimientos avistaron hombres lobo en pasillos y estacionamientos. Aunque esta historia suene absolutamente falsa, refleja los mecanismos por medio de los cuales que surgen las leyendas: un rumor convertido en tradición oral que cobra aires de veracidad a a medida que es repetida. Otra nueva leyenda urbana un poco más imaginativa, citada en elsitio www.ehow.com, nos instruye sobre cómo convertirnos en hombres lobo en diez pasos. El método incluye sacrificar, comerse el corazón y beber la sangre de un lobo, usar como amuleto su diente canino izquierdo y darse baños de luna llena.
Más que en esas anécdotas pobres y mal planteadas, el análisis del impacto de los hombres-lobo ha de ver en su leyenda una rica materia prima que se ha aprovechado en distintas expresiones culturales con tanta vigencia como para que hoy día formen parte de la imaginación colectiva junto con otros personajes como el Conde Drácula y la momia que resucita. Aunque sus primeras apariciones literarias se remontan a la Edad Media, el mayor desarrollo de éstas ocurrió a partir del siglo XIX, en el ámbito de la novela gótica, antecedente de las novelas y el cine de terror. En esa etapa, el licantropo se convirtió en una metáfora sobre la ambigua personalidad del hombre en permanente riesgo de manifestar la brutalidad y violencia de las fieras. En The Penguin Encyclopedia of Horror and the Supernatural, el investigador literario Jack Sullivan afirma que el mito del hombre lobo está presente en El extraño caso del doctor Jekyllyel señor Hide (1886), el relato de Robert Louis Stevenson sobre un hombre dividido en dos facetas: una amable y constructiva y otra violenta y criminal.
En el siglo XX, la figura fue ampliamente divulgada por la industria del entretenimiento a partir de la película Werewolfin London, 1935, dirigida por Jack Pierce a la que se agregarían decenas más. En los años cincuenta surgieron las primeras derivaciones literarias del mito orientadas al público juvenil, como el relato Prínce Caspian, perteneciente al ciclo Las Crónicas de Narnia, de C. S. Lewis. A ese grupo de edad se enfocaron, décadas más tarde, distintas animaciones o cómics japoneses. La leyenda del hombre lobo se abrió camino en plataformas muy diversas: series de televisión, juegos de video, videos musicales y canciones populares. El j amplio horizonte cultural de los hombres lobo se completa con su aparición en disfraces y máscaras de Halloween, que divierten a muchos pero ya no asustan a nadie.
En el moderno mundo de la conservación ambiental los lobos ya no son vistos como peligrosos enemigos a vencer, sino como una especie vulnerable que urge salvaguardar.
En los miles de años que abarca la vida de la leyenda, el ser humano se ha revelado como un depredador más voraz que el canis lupus, así lo confirma la famosa cita del filósofo político Thomas Hobbes en su libro Leviatán (1651): "el hombre es el lobo del hombre" (Homo Homini Lupus). El antiguo sueño de adquirir los poderes de un animal hermoso, fuerte y ágil se ha disipado dejando su lugar a la muerte industrializada de la carrera armamentista y su masivo poder destructor. En ese sentido la licantropía se ha vaciado de su sentido original. Sin embargo, desde nuestro presente podemos aquilatar de una forma alternativa su impacto cultural. Aun en sus derivaciones más cómicas e insustanciales del presente, la leyenda de los hombres lobo es un excelente ejemplo de la continuidad generacional de la imaginación y de la significativa influencia de los mitos en las más diversas épocas, latitudes y tradiciones. Hay que estar preparados para no temblar cuando escuchemos los profundos aullidos en las próximas noches de luna llena.

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1 comentario:

  1. interesante a ver que mas averiguas
    nos vemos hasta la siguiente luna llena

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