por xjuanpablo
Para este nuevo caso, debemos viajar por el espacio tiempo al pretérito 1924, físicamente el sureste de Australia, cerca de la localidad de Casterton. Concentraremos nuestra atención a un lugar en específico, una escuela cualquiera, como todas las demás, como a la que tú y yo asistimos en algún momento de nuestras vidas, solo que lo macabro de este hecho lo hace una de las fotos más bizarras y obscenas de mirar. Y no hablo de esos recursos típicos y recurrentes, como lo sería un asesinato en serie o una historia sobre algún fantasma local, sino que una historia real con evidencias conocidas y para tu sorpresa, se trata de un hecho que para aquellos tiempos, era total y absolutamente normal.
Todo ocurrió en la “Escuela Pública Dunrobin 3777”. Debido al momento político que sucedía en el país, ocurrió una subdivisión de tierras, por lo que los nuevos asentamientos necesitaban de nuevas escuelas, dada a la re ubicación de la población solo asistían un máximo de 30 alumnos en todo el establecimiento. Así como nos sucedió a todos, llegada cierta altura del año, tocaba la molesta y tediosa foto anual. Esta instancia se reunía todo el curso y se tomaba una foto, donde se podía inmortalizar nuestras cualidades, para ser vistas a posteridad, pero en este caso esto cobra un giro tan irónico como macabro.
La fotografía anual de 1924, cambiaría para siempre la historia de esta escuela. Como puedes observar, es una foto normal, no se observa nada extraño, solo niños posando para la cámara, alineados los más grandes atrás, las niñas juntas otros abajo, como toda foto de curso.Podría decirte que mires la imagen por minutos y no encontrarías nada que haga ver esto como una bizarra y perturbadora foto, pero para descubrir lo inquietante de esta imagen, debemos observar atentamente los rostros de los niños. La felicidad en sus caras parece haber sido desgarrada de sus almas, corrompidas por un suceso que escapa a nuestra vista.
Si te fijas en las niñas del medio, muestran una evidente tensión. Los dos últimos niños de izquierda a derecha de la fila superior tienen una cara de desagrado, como si estuvieran viviendo algo tan mórbido y dantesco que no les permite mantenerse calmo. Algunos niños parecen estar enojados, incómodos, perturbados y hasta asqueados. Las pocas caras que se notan con una minúscula sonrisa, dejan a ver a gritos una obligación. Las caras son en general frías como una lápida, y es en esta última figura literaria donde quiero hacer hincapié.
El hecho perturbador no se encuentra tras las cámaras, no es algo que les vaya a ocurrir, o algo que les hayan dicho. Se encuentra entre ellos, uno de estos 30 estudiantes es especial, o mejor conjugado el verbo, ERA.
Fijémonos en la foto del mismo curso, tomada un lunes 5 de noviembre de 1923. Podemos apreciar rostros vivos y alegres, muy por sobre la foto que sería tomada un año mas tarde. Llevemos nuestra atención a la segunda fila de arriba abajo, a la última niña de izquierda a derecha, vestida de negro, sonriente con un lazo en la cabeza. Volvamos a 1924 y busquemos a la misma niña, es la tercera niña de la primera fila de arriba abajo, nuevamente con un lazo pero en esta ocasión vestida de blanco. Su rostro está carente de toda emoción, un rostro ausente, exánime. Literalmente MUERTO. La niña de la fotografía había muerto días atrás, pero había sido colocada en la fotografía anual de igual manera, utilizando una madera para mantenerla erguida, dejando a sus compañeros en un estado de perturbación infrahumana.
Este suceso era común en la época, y se conoce como fotografía post-mortem, a continuación te presento una serie de fotografías post-mortem para tu obsceno deleite.
No hay comentarios:
Publicar un comentario