sábado, 1 de octubre de 2011

Aparecidos en las carreteras


Es casi con toda seguridad el paradigma de leyenda urbana que ha vencido los márgenes impuestos por el paso del tiempo.Y es que quién no ha oído alguna vez, al calor de la lumbre en un campamento de verano, o al final de una fiesta en casa de algún amigo, que a un "amigo de un amigo" le ha ocurrido... más o menos esto.
por Esteban Ruíz
Revista ENIGMAS, Nº 175.

La madrugada se cierne sobre una carretera cualquiera. El muchacho, cansado y algo "tocado" por la última copa -la que casi siempre mata a la decena anterior- circula a velocidad prudencial. Al enfilar la última curva el corazón le da un vuelco. Alí, semidesnuda, vestida de blanco inmaculado se encuentra una muchacha aterida por el frío que hace autostop. Los efluvios del alcohol abandonan rápidamente su cuerpo; el susto ha sido importante.
 El desconcierto inicial no nubla su sesera; se ve en la obligación de atender a la joven, y así lo hace. Para en mitad de la oscuridad, y la chica corre hacia él.
"¿Hola, qué tal?", pregunta a la inesperada paseante nocturna. Ella, mirándolo desde la profundidad de sus ojos azules, con una expresión de tristeza infinita, le ruega: "Por favor, ¿me llevas?". No parece agresiva, por lo que con un movimiento de mano la invita a entrar en el vehículo. Durante unos minutos recorren la solitaria vía, con el silencio como único tema de conversación. Hasta que... Al llegar a la última curva, la muchacha se desespera, empieza a gemir y grita aterrorizada: "¡Frena, frena. Esa curva es mortal!". Él, sorprendido por la inesperada reacción de su acompañante pisa el pedal con fuerza perdiendo por unos instantes el control del coche y parando en mitad de la vía, tras derrapar peligrosamente. Se lleva las manos a la cabeza, enfadado, incapaz de hallar explicación que justifique el extraño comportamiento. Se gira hacia ella para increparla, para echarla del coche. Pero la joven de ojos tristes ya no se encuentra a su lado...
Casos así forman parte de lo que el folclorista y antropólogo norteamericano Harold Brunvand denomina "Fenómeno ADUA", en referencia a que casi siempre se produce -o tiene como protagonista fatal- al "Amigo De Un Amigo". No en vano, para encontrar las raíces de tan universal historia deberíamos de remontarnos siglos atrás cuando ni tan siquiera existía el coche -recordemos que el primer vehículo como tal es el inventado a principios del siglo XX por Henry Ford, su legendario modelo T-, en los tiempos en los que se hablaba de la "chica de la grupa", pues aguardaba a los jinetes en una curva cualquiera del camino, y montaba a caballo con éstos. Lo demás ya lo saben...


"Fantasmas" más o menos conocidos.

Quizás el Reino Unido sea idóneo para este tipo de apariciones, quién sabe si por la "oscuridad" de su paisaje, quién sabe si por lo angosto de sus carreteras secundarias, quién sabe si por la espesa vegetación, capaz de ocultar cualquier cosa... Casos como el que traemos a colación eran rescatados por nuestro colaborador Jean Bruno Renard. Y uno de los más paradigmáticos sucedió como sigue: "Eran las siete menos cuarto de la mañana del 6 de enero de 2000 cuando Keith Scales -conductor de autocares de 53 años- descendía porWhite Hill. No había nada más alejado de su pensamiento que los fantasmas.
El señor Scales no tenía ni idea de que la solitaria carretera de segundo orden que desde hacía dos años tomaba como atajo para llegar a su lugar de trabajo en el pueblo de Wye (Kent, Inglaterra) tenía fama de estar encantada. Al salir de una curva a mitad de la colina se quedó de piedra al descubrir a una mujer en medio de la carretera. La parte delantera de su coche la golpeó haciéndola rodar por el capó, y luego desapareció.
Scales salió temblando a ver si estaba herida pero no pudo encontrarla. Buscó a su alrededor, incluso subió por un terraplén por si hubiera salido disparada hasta allí, pero no encontró ni rastro de la mujer. Cuando llegó al trabajo telefoneó a la policía. Dos agentes le acompañaron de nuevo al lugar, pero la búsqueda en la zona y los bosques cercanos no sirvió para nada: el único testimonio de un posible accidente era un espejo retrovisor roto. Sin embargo, Keith insistía en que el acciden-
te había ocurrido. Describió a una mujer rubia, de 30 ó 35 años y vestida con un largo abrigo oscuro. 'Estoy seguro de haberla golpeado. Sentí el golpetazo sobre el capó de mi coche. Ella no intentó evitar la colisión; me miró y sonrió cuando la golpeé', explicó a Sally Yonish, del Kentian Express.
La experiencia de Keith Scales es el incidente registrado más reciente relativo a
este tipo de 'aparecida1: ser que en todo el mundo manifiesta casi el mismo esquema de conducta. Da igual cómo se le llame -el fantasma de la autopista, la chica de la carretera...-, el esquema y el final son siempre los mismos: una figura se abalanza, espera o aparece de repente frente a un vehículo. Incapaz de evitar la colisión, el asustado conductor sale de su coche para descubrir que no hay rastro del cuerpo. La mayon'a de las veces se avisa a la policía, que no encuentra señales de un accidente, ni siquiera daños al vehículo. En este sentido el caso de Keith Scales quizá sea una excepción.


La colina de la campana azul

Sin embargo, en un lugar del Reino Unido, había señales del accidente en el coche de lan, lo que reforzaba la opinión de que no se había encontrado con una persona real. Sin embargo, lan mantenía que la chica era real. La describió con pelo largo hasta la altura de los hombros, de unos 20 a 25 años y con un abrigo de color claro. Tenía el rostro redondeado y los ojos grandes. Sus ojos eran muy hermosos'.
Dos semanas después, el 22 de noviembre, volvió a ocurrir lo mismo cuando Christopher Dawkins, de 19 años, informó de una experiencia muy parecida a la de lan Sharpe, excepto por el hecho de que había acontecido kilómetro y medio más arriba, en el mismo pueblo de Blue Bell Hill. En este caso, la mujer salió corriendo de entre una hilera de coches: 'Se paró y me miró. No tenía ninguna expresión en su cara. Luego la golpeé y fue como si la tierra se hubiera abierto y la hubiera tragado', contó a Helen Sissons, del Kent Today.
La prensa relacionó estos relatos de encuentros con las historias existentes de Blue Bell Hill sobre un autoestopista fantasma y su supuesto origen: un choque mortal acaecido el 19 de noviembre de 1965 que se cobró las vidas de tres chicas, una de ellas a punto de casarse".
Así que atentos si circulan por esta zona de la campiña británica. Una de estas jóvenes podría estar aguardándoles a la vuelta de la curva maldita...



Desde tiempos pasados

No obstante todo parece indicar que dicho fenómeno no es una moderna "invención", si atendemos a las crónicas que nos han llegado de otro tiempo, en cuyos ciclos narrativos se manifiestan con cierta desenvoltura un bestiario de personajes de lo más variado, cuya dedicación última parece ser la de aterrorizar a los incautos que pasean por determinados páramos caída la noche. Así, el ya citado Renard afirmaba que "Michael Goss, en su obra Sobre fantasmas y espíritus que deambulan por la noche, cita a Lewes Lavater. Este teólogo suizo protestante hace mención a estos 'espíritus andariegos' que se presentan a los viajeros con la intención de hacerles abandonar su camino y asustarles. Goss añade que Lavater describía que las personas más proclives a tener tales experiencías eran 'carreteros', sin duda el equivalente de los modernos motoristas.
En relación con esto están los relatos -como los de la obra de Corneil van Kempen- que hablan de damas blancas. Según van Kempen, estas damas eran'elementales' que vivían en cuevas y atacaban a los viajeros desprevenidos por la noche.
Si ahondamos más en el folclore, encontramos a esta misma dama blanca bajo diferentes disfraces. Por ejemplo, es la dama de las hadas del folclore    irlandés:    la Rusalka, un espíritu acuático del folclore eslavo, supuestamente el espíritu de una muerta; y también en las sirenas de la mitología griega,todas ellas'mujeres fatales', con el poder de augurar o de llevar a los hombres a la muerte.
Parece que en realidad nos enfrentamos con un tipo de folclore que prosigue en situaciones de la vida real, algo con raíces más profundas que el simple motivo del autoestopista fantasma que describe su carácter y forma".
Son   muchas   las cuestiones a las que después del tiempo transcurrido apenas si podemos aportar alguna certeza. Porque lo que sí es cierto e irrefutable es que, esta misma noche, usted puede ser involuntario testigo de un fenómeno que se manifiesta desde antiguo, y cuya intencionalidad parece ser la de aterrar, desconcertar, causar impacto... Porque llegados a este punto es probable que el testigo esté diciendo la verdad; al menos su verdad, que por lo que aparenta, no parece estar demasiado lejana a la realidad...

No hay comentarios:

Publicar un comentario