Todas las culturas de todas las épocas han celebrado los cambios de ciclo. Hoy lo hacemos de una forma más comercial, pero seguimos conectando con una herencia atávica, festiva y supersticiosa que nos sirve para recordarnos que estamos vivos.
Supersticiones de Año Nuevo
para la suerte en fin de año...
FUENTE: Revista española MAS ALLA (edición Nº 999).
FUENTE: Revista española MAS ALLA (edición Nº 999).
Aunque solo sea para jugar, no perdemos nada por seguir alguna de las supersticiones más populares cuando llegue fin de año. Rituales al fin que, tanto si sirven para canalizar nuestras energías como la psique, seguro que nos harán tomar conciencia de que hemos superado un ciclo más.
EL CLÁSICO: UVAS DE LA SUERTE
El ritual es bastante nuevo. Se lo inventó en 1909 un grupo de cosecheros para dar salida a un excedente en la producción de uvas. Decidieron envolverlas en paquetitos de 12 uvas y venderlas como “uvas de la suerte”. Es imposible no verlas en las cenas de fin de año, más ahora que ya se
Un dicho asegura que “en fin de año quien no viste por dentro de rojo ante el amor y el sexo no tiene arrojo”. Hay muchas versiones respecto al origen de esta superstición, que tiene por objeto darnos fuerza, vigor y suerte la noche de fin de año: desde la que asegura que es una forma de convocar las fuerzas eróticas diablescas hasta la que sostiene que es un homenaje al Sol que fertiliza la tierra. Para la experta en cromoterapia Almudena Crespo, “ciertamente el rojo es un tono que vibra en sintonía con las emociones más vitales y nos ayuda a canalizar la energía sexual. Pero que funcione después de toda una noche loca de excesos en bebida y comida es puro milagro”. La superstición esotérica indica que, además de rojas, las prendas interiores deben impregnarse con aroma de vainilla, la fragancia de la pasión.
EL BRINDIS DE LOS DESEOS
Para que sea mágico de verdad –recordemos que debemos pedir un deseo– en el interior de la copa debe haber una pieza de oro. Según el
LA FUERZA DE LAS LLAVES
Si queremos jugar a mantener viva una superstición que algunos investigadores consideran que nació en el pueblo hebreo y que fue el ritual que llevaron a cabo los judíos expulsados de España (ritualizaron las llaves de sus casas y luego las escondieron para volver un día a ellas), debemos contar con doce llaves (otra tradición indica que tantas como años tengamos), que anudaremos juntas y colgaremos tras la puerta de entrada de la casa. Debemos colgarlas justo cuando comience el cambio de día, en los últimos minutos del 31 de diciembre. Deben permanecer en la cerradura durante todo el día 1 y antes de que concluya las sacaremos de dicho lugar y las guardaremos en una bolsa de tela negra.
Necesitamos contar el
UNAS MÁGICAS LENTEJAS
Sí, efectivamente, parece algo extraño y poco frecuente. Se trata de una vieja superstición que todavía se lleva a cabo en algunas aldeas de Pakistán –aunque los seguidores del Islam celebran el cambio de año en otra fecha– y que consiste en recibir el nuevo tiempo con un baño purificador y la ingesta de un puñado de lentejas. La mañana del último día del año se llena un gran recipiente con
PORTAZOS DE FIN DE AÑO
Leyendas y supersticiones hay para todos los gustos. Una muy curiosa asegura que si queremos finalizar el año dejando todo lo malo fuera de nuestra casa, justo en el momento en que estemos cambiando de año debemos ir a la puerta de la vivienda y abrirla y cerrarla de golpe una vez por campanada mientras pensamos que con cada una de esas acciones alejamos el mal. Según el experto en simbología Lluis Alsinet, “la puerta es un pasaporte a lo que rechazamos o recibimos, según abramos o cerremos. En la Edad Media creían que cerrar una puerta de golpe servía para alejar a los espíritus nefastos del hogar. Seguramente la superstición procede de aquel tiempo”.
HACER UN MUÑECO
La superstición nos recuerda mucho al vudú, pero nada tiene que ver con él. La tradición se lleva a cabo en algunas aldeas del centro de África, pero existen costumbres similares muy lejos de allí, en el ámbito rural de Vietnam. Consiste en que la noche del cambio de año las mujeres cortan un mechón de su cabello pensando en lo nefasto que han vivido durante los últimos tiempos y creyendo que el pelo contiene la memoria de lo vivido. Es algo así como un lastre del día a día. Confeccionan un muñeco con paja y hojas en el que insertan su cabello. Después queman el muñeco y con él el mal que han acarreado en los últimos tiempos. Esta acción sirve como ritual purificador para entrar en el Año Nuevo de forma armónica.
FIN DE AÑO EN LA CAMA
Muchos pueblos creen que el año será según se inicia. Si se inaugura con llanto será un año de desgracia y, si es con risas, de dicha y alegría. Tal vez por ello en algunas culturas nos proponen una noche de fin de año distinta: tomarnos las uvas en la cama y con la pareja, lo que simbólicamente nos garantizará tener dicha afectiva y familiar, e incluso fertilidad. Según Gerardo Herbás,
“entre algunos inuit permanecer acostado con la pareja en las noches de cambio de ciclo garantiza la fertilidad y la salud”. Quizá venga de ahí la tradición, aunque hay otra más cercana: entre los celtas uno de los muchos ritos de iniciación de los aspirantes a druidas consistía en pasar la noche de fin de año (que ellos celebraban en Shamain, nuestra noche de difuntos) enterrados al pie de un árbol sagrado. Al nacer el día de Año Nuevo (nuestro actual 1 de noviembre) salían de la tierra en la que habían estado durmiendo.
HACER LAS MALETAS
Una vieja tradición rumana, seguramente heredada de los cíngaros, asegura que la noche de fin de año debemos hacer nuestro hatillo (la maleta) y justo cuando se realiza el cambio de ciclo salir de casa y girar sobre nosotros mismos (en alusión al tránsito que recorre el planeta alrededor del Sol) para volver a entrar cuando se inicia el nuevo año. ¿Para que sirve todo ello? En teoría, para que todos los viajes del nuevo tiempo sean venturosos y afortunados.
UNA VELA ROJA
Es una de las tradiciones más sencillas de llevar a cabo. El rojo es la armonía, el vigor y la fuerza, y si deseamos todo eso para el año que viene nada tan fácil como marcar una vela con tres deseos para el nuevo año, prenderla justo cuando inauguramos el año y dejar que se consuma hasta el final del día 1 de enero. El posible origen de la superstición es bastante curioso. Para el experto en ocultismo
Alfredo Aliagas, “es una tradición sustentada en la adoración de la luz solar, representada en la llama de la vela, que en la Edad Media y en el ámbito rural no era tal, sino el fuego de una antorcha, que tampoco era roja, sino que era envuelta en una tela enrojecida por la sangre de un animal sacrificado en honor de los dioses y del que comía toda la familia en sagrada comunión para celebrar la llegada de un nuevo tiempo”.
LA BENDICIÓN DE LA BEBIDA
Todos lo hemos hecho alguna vez: cuando tras abrir una botella de cava se ha derramado un poco, mojamos la yema de los dedos en él y lo aplicamos en la frente diciendo “Suerte”. Lo ideal es que el anfitrión de la casa abra el cava y, tras servir una copa, emulando a los antiguos sacerdotes griegos, que uncían a sus feligreses, pero con vino e hidromiel, desee la buena suerte para todos. Para ello mojará los dedos pulgar –que representa la acción física y la voluntad–, índice –que simboliza la determinación– y corazón –que alude a la pureza de sentimientos– en el cava y luego los aplicará sobre la frente de sus invitados diciendo “Te deseo lo mejor: suerte, vida y salud”. Dicha acción debe repetirse una vez por cada invitado.
MONEDAS EN LOS ZAPATOS
Es incómodo, pero en teoría sirve para que durante el nuevo año no nos falte de nada. Consiste en llevar una moneda de oro en el zapato derecho que calzaremos durante todo el día 1. La tradición –de supuesto origen precolombino– asegura que quien pisa sobre oro vive siempre en él. Eso sí, la superstición indica que la moneda debe retirarse antes de que se ponga el sol del día 1 y que debe ser guardada en un lugar secreto hasta el año siguiente, cuyo último día será enterrada para agasajar a las entidades sobrenaturales por los dones recibidos. Hay quien opta por utilizar monedas de curso legal y asegura que su economía siempre va bien. Por probar...
La rueda de la vida
Inaugurar año y celebrarlo es vital para nuestra especie. Como seres gregarios que somos, necesitamos compartir con los demás las emociones y, por extensión, nuestras alegrías y tristezas. Los antropólogos creen que las celebraciones de cambio de ciclo nacen precisamente ahí, del deseo de compartir un nuevo tiempo, una
este cambio de ciclo ha sido festejado por todas las culturas “no solo para conmemorar que la rueda de la vida sigue girando, sino para atestiguar la presencia de los dioses y las entidades sobrenaturales. Si la vida sigue es porque los dioses protectores continúan en ella”. A su juicio, las celebraciones de Año Nuevo son esenciales para el mantenimiento de los cultos espirituales, los mitos y las supersticiones: “Recordamos a los que no verán el nuevo tiempo y ello sirve como sentido homenaje a los difuntos. Repetimos las mismas costumbres ceremoniales o rituales teniendo, inconscientemente, la sensación de que todo está en orden y atávicamente creemos que debemos hacerlo así, porque las supersticiones y los tabúes pueden castigarnos si no lo llevamos a cabo”. Pero el mantenimiento del ritual parece ser trascendente por algo más. Como seres sociales que somos, sirve para revitalizar el “espíritu del clan”. Según Carmen Bonilla, “los rituales de celebración refuerzan los vínculos entre los miembros de la tribu. Acentúan el hermanamiento y, por supuesto, revitalizan las instituciones o castas tribales. Los vivos comparten un nuevo tiempo, estrechan lazos, se alegran de seguir juntos. Por eso es tan relevante el recordatorio a los que ya no están, porque los vivos se sienten más fuertes, más valerosos o más protegidos por los dioses, los sacerdotes o los jefes y guerreros de la tribu, del grupo al que pertenecen”.
Inestabilidad emocional
El papel de los dioses, los tabúes y el clan en el siglo XXI es esencialmente distinto de lo que nos recuerda la Antropología, pero seguimos sintiendo la necesidad de llevar a cabo el ritual. ¿Puro marketing oalgo más? Psicólogos y psicoterapeutas nos recuerdan que la Navidad es uno de los períodos más inestables en el ámbito emocional. Si todo va bien, va muy bien, pero separaciones, fracasos, muertes... todo lo que nos ha impactado emocionalmente de forma negativa durante el año y que, en teoría, hemos afrontado o superado reaparece cual fantasma en estas
Excelente Info, y un completesimo blog man! Saludos!
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