sábado, 3 de noviembre de 2012

Gatos: su magia y misterio

Venerado por muchos pueblos o irracionalmente odiado por otros. Divinizado o temido como agente del diablo. Considerado benéfico o maléfico en las distintas épocas y culturas. Ni salvaje ni completamente doméstico. Ferozmente independiente, digno, elegante, jerárquico e impenetrable. El gato es el más insólito y misteriosos, pero también el más útil, de los animales domésticos.




La sensibilidad psíquica de los felinos les permite detectar fantasmas y pronosticar terremotos.


Hay cuentos cargados de simbolismo, como “El gato con botas”, que intentaban dar una imagen positiva y amistosa de este animal perseguido.

Se afirma que los gatos son capaces de absorber fluidos negativos de personas y lugares.
Hasta tiempos muy recientes, las autoridades eclesiásticasy las mentes superticiosas creyeron que el Maligno proporcionaba a las brujas, a través de los gatos , el poder de viajar por el aire.

DURANTE la Batalla de Inglaterra, muchos habitantes de Londres y de otras ciudades aprendieron a utilizar a sus gatos como sistema de alarma para conocer cuándo se acercaba un bombardeo. Observaron cómo, antes de que los aviones alemanes fuesen captados por los radares, sus pelos se erizaban y corrían hacia los refugios, comprendiendo que debían seguirlos sin perder tiempo. Gracias a ello se salvaron tantas vidas humanas que las felinos recibieron una medalla en reconocimiento a sus servicios.


Schul, Gaddis, Burton, Brown, Morris, Bozzano, Oldfield y otros autores nos cuentan otras fascinantes historias de gatos telépatas, clarividentes o dotados de habilidades que escapan a cuanto conocemos sobre ei mundo animal y que han sido estudiadas en laboratorio. El padre de la parapsicología científica, J.B. Rhine, ha estudiado cuidadosamente 50 casos de rastreo psi, en los cuales diferentes perros o gatos fueron capaces de localizar a sus dueños tras atravesar largas distancias, sin que se lograse encontrar explicación de cómo supieron hacerlo. Un ejemplo es la gatita Clementine, cuyos dueños se trasladaron desde Dunkirkj (Nueva York) hasta Denver (Colorado), dejándola en casa de unos vecinos, de donde se escapó para aparecer en el nuevo domicilio de sus dueños al cabo de cuatro meses, no quedando dudas sobre su identidad – entre otras razones – porque en sus patas delanteras tenía siete dedos. Otro caso bien comprobado es el deSmoky, un gato persa cuyos propietarios se trasladaron desde Oklahoma hasta Menphis, sin llevarlo consigo, para encontrárselo en esta ciudad al cebo de un año; un hábito característico del minino confirmó su identidad: cuando la hija de sus dueños tacaba el piano, Smoky se sentaba junto a ella y colocaba sus patas delanteras encima del teclado.

Hiperestesia felina
Hay gatos cuya lealtad se prolonga incluso más allá de la muerte, habiéndose observado cómo, tras sufrir sus dueños un accidente y ser enterrados, en ocasiones a bastantes kilómetros de su casa, los felinos se dirigieron hacia su tueba – sin que nadie se explique cómo supieron localizarle – para darles el último adiós a incluso para permanecer de por vida en el cementerio, se que los familiares fuesen capaces de sacarlos de allí. Existen también casos de gatos-fantasma, a los que mucha gente asegura haber visto u oído en los lugares que frecuentaron en vida. Otros gatos han demostrado su extraordinaria sensibilidad psíquica reaccionando ante apariciones que eran simultáneamente percibidas por humanos a en habitaciones de casas encantadas, donde los investigadores sentían bruscos descensos de temperatura que no eran detectados por el termómetro. Durante siglos ha sido creencia generalizada en numerosas regiones que los gatos son capaces de pronosticar con un comportamiento específico cuándo va a llover, o incluso cuándo se avecina un terremoto, lo que podría explicarse por una hipersensibilidad felina a los cambios meteorológicos o a los disturbios magnéticos. Pero también se han observado casos de gatos que parecen conocer perfecta e inexplicablemente la hora y el día de la semana en el que suceden ciertos acontecimientos sociales que suscitan su interés y provocan en ellos determinados comportamientos.

Un dios enigmático
Si estas habilidades u otras parecidas son, en ocasiones, compartidas por el perro u otros animales, el gato se diferencia de ellos por sus excepcionales características y por su extraordinaria historia, que le convierten en un animal mágico y misterioso por excelencia. La única certeza histórica sobre su origen es que el primer gato domesticado del que guardamos memoria aparece en Egipto tres mil años antes de Cristo, representado en pinturas funerarias, frescos, estatuas y sarcófagos. Las vastas necrópolis felinas donde se hallaron cientos de miles de cuerpos momificados de gatos que fueron utilizados por los ingleses como fertilizantes, permiten deducir la existencia de dos variantes de mininos domesticados: uno lo utilizaban como auxiliar de caza y el otro como animal sagrado de compañía y guardián contra ratas y serpientes.Los egipcios lo elevaron a su panteón, tal vez por su mirada enigmática que les hizo ver en él una manifestación del supremo principio divino: el Ojo Solar. De ahí que Ie llamaran mau, término que – si bien se considera derivado de sus maullidos – para los egipcios también significaba ojo. Un mito egipcio explica así su aparición: viendo a los hombres rebelarse contra su grandeza, el dios Ra decidió castigarles, enviando a la sanguinaria leona Sekhmet – que simboliza las plagas – para destruir a la especie humana. Pero luego sintió piedad, transformando a Sekhmet en la dulce y voluptuosa Bastet, diosa venerada con una máscara de gata, que representa la benevolencia divina, lo que la hizo muy popular.

Egipto aseguró la “inmortalidad” de sus divinos gatos momificándolos.

Para el esoterismo egipcio tanto Sekhmet (regente de la sangre) como su doble Bastet (diosa de la alegria, de la música y del erotismo) emanaban del corazón del cielo, la constelación del León, fuente de las virtudes celestes que los egipcios atribuyen a la vitalidad sanguínea y erótica. Según Heródoto, las fiestas de Bastet o Pasht constituían una de las más importantes efemérides egipcias, que congregaban en mayo a la décima parte de la población. Muchas de estas festividades se celebraban en Bubastis, ciudad sagrada fundada en el delta del Nilo para honrar a los gatos y a su diosa Bast, donde eran enviados para ser enterrados los cadáveres de estos felinos. Los sacerdotes locales consideraban al gato enroscado sobre si mismo el símbolo de la sabiduría y de la meditación, invitando a los neófitos a identificarse con éste durante su iniciación, para favorecer el pasaje a un plano de conciencia más elevado.Durante el trayecto, las multitudes danzaban al son de la flauta, emborrachándose y entregándose frecuentemente a desenfrenos sexuales, celebrando la victoria de la primavera sobre el invierno. Así pasa a ser el felino una representación agraria de tipo orgiástico, carácter que lo mantendrá como animal predilecto de las brujas, continuadores de prácticas que subsistieron a través de los siglos, lo que quizás explique la hostilidad hacia los gatos en el Cristianismo.

En cambio, entre los egipcios, el gato representaba el espíritu del bien, el amor, la maternidad y la fertilidad, convirtiéndose en el símbolo animal de la trinidad formada por la virginal madre Isis (de la que Bastet se considera una manifestación), su es poso Osiris (nacido de la gata sagrada Nout) y su hijo Horus, y – al igual que ellos se enfrentan a Seth, símbolo de las fuerzas destructoras – se representa al gato combatiendo Apophis, la serpiente-dragón de las tinieblas.
Tan preciados eran estos animales que la ley egipcia condenaba a quien matase voluntariamente a uno de ellos a ser lapidado por la multitud. Cuando se incendiaba un edificio, la preocupación principal de todos era salvar al gato – que se sentía misteriosamente atraído por el fuego, a diferencia de sus actuales congéneres – y si éste moría se untaban con sus cenizas, guardaban luto, rasuraban sus cabezas, se depilaban las cejas y mantenían prolongados ayunos, al tiempo que se celebraba una ceremonia fúnebre a la que asistían las autoridades locales. Al iniciar los persas la conquista de Egipto, sus tropas atacaron la fortaleza de Pelusium (Port Said) haciendo avanzar a los gatos a modo de escudos, obligando a los egipcios a rendirse sin combatir, por temor a dañarles. La exportación de los gatos estaba castigada con penas severas, y los múitiples intentos griegos de hacerse con ellos para acabar con las ratas dio lugar en uno y otro bando a las primeras redes de espionaje y contraespionaje. Finalmente la ocupación de Egipto por las tropas persas, aiejandrinas y romanas permitió la expansión progresiva del gato doméstico al resto del mundo.



Durante siglos, los gatos y el macho cabrío fueron considerados compañeros predilectos de las brujas.

Un diablo medieval
Aunque varias tradiciones mantienen que los primeros gatos salieron de Egipto y desembarcaron en la península Ibérica por culpa de Moisés, hacia el siglo XIV a. de C. Cuando éste cruzó el mar Rojo y sus aguas se abatieron sobre el ejército egipcio, el general griego Galsthelus que lo mandaba decidió evitar el oprobio de la derrota, marchándose con su esposa Scota, hija del faraón, sus familiares, amigos, sirvientes y pertenencias, estableciéndose en Brigantia, en el actual Portugal. Mil años después, su descendiente Fergus I navegó hasta Irlanda, llevándose todos los gatos. Fergus II conquistó el norte de la isia vecina, llamándola Scotta, en honor a su antepasada egipcia. Y asi es como los gatos llegaron a España, donde siempre fueron muy queridos y jamás sufrieron persecución, y donde se recuerda a ambos reyes legendarios. Los clanes escoceses – el más antiguo de los cuales es el de Chattan – derivan su nombre de la palabra catt (gato), que es de origen celta, y muestran gatos rampantes en sus escudos, como hicieron algunas de las cohortes romanas que se instalaron en Egipto. Pese a que, ya a mediados del siglo V, demostró su eficacia al combatir a las ratas grises, portadoras de la peste e importadas por los hunos, el gato doméstico no se hizo habitual en la Europa continental hasta las Cruzadas, cuando los caballeros los trajeron de Tierra Santa, regalándoselos a las monjas, a quienes las ratas hacían la vida imposible.

El gato salvaje era el animal de Freya, diosa nórdica del amor y la belleza, consagrado a la griega Afrodita y asimilado a la Diana galorromana, divinidades asociadas a la fecundidad. Esa asociación del felino con el principio femenino y con los ritos paganos de la fertilidad se mantendrá durante la persecución de los gatos, promovida por los eclesiásticos, que les presentaban como manifestaciones diabólicas o como compañeros de las brujas, hasta el punto de que la palabra inglesa hell (infierno) parece provenir de Hel, el nombre germánico de Freya.
Debido al deseo de exterminar o asimilar hasta el último de los vestigios paganos que permanecían enraizados en la cultura popular, y de eliminar las diversas corrientes heréticas, satanizándolas, el gato se convirtió en victima de los miedos, el fanatismo y totalitarismo de la ortodoxia religiosa imperante. La consecuencia generalizada fueron las famosas ceremonias del fuego celebradas en casi toda España y presididas por las autoridades eclesiásticas, que cubrieron en ellas con un barniz cristiano viejas fiestas paganas. En la época de la siembra o de la recolección agraria, los lugareños preparaban un fuego al que arrojaban los gatos vivos y luego extendían sus cenizas por los campos o hacían que algunos animales pasaran sobre las mismas, convencidos de que así aseguraban su purificación y fertilidad. Desde el punto de vista mágico que rige todo rito, si los gatos – al exterminar las ratas – aseguraban la abundancia, ¡qué mejor víctima que ellos para favorecer las cosechas! Los fuegos eclesiásticos fueron haciéndose extensivos a las más importantes fiestas cristianas. En toda Francia se generalizó la quema de gatos en la fiesta de San Juan, convirtiéndose en la más importante de las festividades parisinas y siendo el propio rey quien prendía el fuego.

Fuego, peste y herejías.
Para acabar con los brujos que se sospechaba podían posesionarse del cuerpo de un gato, en el año 962 fue instituido en Metz el miércoles del gato, durante el curso del cual – al inicio de cada cuaresma – 13 mininos eran lanzados vivos – con gran pompa – a una gigantesca hoguera, en la plaza mayor. En el 961, el Conde Balduino III implantó la ceremonia del Kattestoet. Cada año, el segundo sábado de mayo, se arrojaban dos o tres gatos vivos desde las torres del castiilo belga de Ypres, para proclamar la renuncia de todo el pueblo a sus antiguas prácticas paganas. Esta bárbara tradición subsistió hasta la primera guerra mundial, siendo sólo interrumpida durante las ocupaciones extranjeras. En 1938 se reinició dicha fiesta que cuenta con gran arraigo popular y atrae cada año miles de visitantes, sólo que ahora los gatos negros que se lanzan a la multitud son de peluche. En 1022 los teólogos consideraban al gato una de las manifestaciones principales del Espíritu del Mal, junto con el sapo, el macho cabrío y el perro, que reaparecerán luego como animales de compañía o familiares de las brujas. El prelado inglés Walter Map, la máxima autoridad eclesiástica durante el reinado de Enrique II Plantagenet, aseguraba que, durante las ceremonias de los valdenses aparecía de pronto un enorme gato negro, cuya mirada apagaba todas las luces del recinto; hacía entonces reconocer a sus adeptos su identidad con el Diablo, exigiéndoles que le besasen bajo la cola como homenaje y dando paso a una orgía en la que se permitían todos los excesos. Una acusación similar se repitió durante el sangrante proceso que sufrieron los Templarios.El teólogo Alain de Lille aseguraba que el gato era la figura central de todos los cultos heterodoxos, afirmando que cátaro procedía del latin cattus (gato) y concluyendo que los cátaros no eran más que adoradores del diablo. El Papa Inocencio III declaró herejes a los cátaros y al gato un instrumento diabólico y animal impuro, por lo que cuantos poseían estos animales resultaban sospechosos de herejía; cientos de miles de gatos fueron quemados, hervidos o crucificados. Como consecuencia de ello, las ratas que viajaban en los barcos de los cruzados extendieron con celeridad la peste bubónica, que se cobró entre sus victimas al propio Inocencio III y diezmó la cristiandad.

En las islas Hébridas escocesas persistieron hasta mediados del siglo XVIII los taigherm, ritos neopaganos, en los que los mininos eran consagrados al demonio, para luego ser quemados a fuego lento. Después del último alarido emitido por un gato sacrificado, no podía transcurrir mAs de un minuto hasta que fuese quemado el siguiente. El oficiante tenia que ofrecer este sacrificio sin comer, beber ni descansar, durante cuatro días consecutivos, hasta que el diablo aparecia como un espantoso gato negro, profiriendo amenazas y, finalmente, para evitar que siguiese la inmolación, el demonio cumplía los deseos del sacrificador o les otorgaba extraordinarios poderes mágicos. El pacto con el diablo dejó de ser atribuido a grupos específicamente heréticos en el siglo XVI, para ser patrimonio de individuos que se reunían en asambleas presididas por un gato negro u otra entidad con orejas de gato – tras franquear grandes distancias – gracias al poder de viajar por los aires, que éste les otorgaba.

Ante la feroz persecución que padeció, apenas se entiende cómo pudo asegurar este animalito su supervivencia y su calidad de amigo del hombre en Occidente. Ella se debe a que contó con la simpatía de algunos sectores; así lo atestiguan una serie de leyendas y cuentos cargados de simbolismo esotérico que insisten en la utilidad del gato históricamente, todos los periodos en los que han proliferado desproporcionadamente las ratas correspondieron a las épocas que siguieron a las matanzas de gatos, trayendo disentería, hambre y epidemias de peste.

Un animal benéfico
La Marina escapó a los nefastos efectos de la desaparición de los gatos, ya que los marineros estaban convencidos de que – además de cuidar la carga y las provisiones – protegen al barco de las tempestades, levantan el viento y actúan como amuletos. Las compañías de seguros se negaban a indemnizar a los armadores contra las ratas si no llevaban dos gatos en el barco afectado.

Viendo que el gato se lavaba continuamente, se convencieron de que era el único animal que no portaba gérmenes, convirtiéndose en el predilecto de sus hogares, al tiempo que el gato negro se convirtió en símbolo de la suerte y en emblema de la Loteria Nacional Francesa. Lo curioso de esta trágica historia, es que la insólita evolución que convirtió en Europa a este animal en aliado de Satán no se produjo en casi ninguna otra civilización. Pero todas ellas le hicieron participe de sus tradiciones religiosas. Y es que el gato ha sido y sigue siendo el símbolo por excelencia de la magia y del misterio, tanto para muchos de quienes están en su secreto, como para quienes le contemplan como un ser inapresable. ¿Quién no ha tenido alguna vez la sensación – como Maupassant – de «amar y detestar a estos animales encantadores y pérfidos».

ADMIRADO EN ORIENTE
EN el Islam se observa con aprecio al gato, ya que contaba con el afecto de Mahoma._ Los musulmanes le atribuyen un nacimiento sobrenatural y una leyenda pretende que, viendo que las ratas incomodaban a los pasajeros del Arca, Noé pasó su mano sobre la frente del león que estornudó, expulsando por su boca una pareja de gatos. Por todo ello, la tradición islámica considera al gato como un animal muy favorable, siempre que no sea negro. Un minino perfectamente negro posee cualidades mágicas, y se come su carne para librarse de un conjuro mágico; su bazo colgado de una mujer detiene las menstruaciones; con su sangre se escriben poderosos conjuros.

En Extremo Oriente se atribuyeron al minino poderes mágicos, La excepción es Camboya, donde a veces es visto como un servidor de los infiernos. Tanto en este país como en Indonesia se le sumergía en una charca, se le regaba con agua o se le obligaba a atravesar un rfo para forzar a los dioses a conceder la lluvia necesaria. En India es muy respetado y simboliza la beatitud del asceta, por su aparente indiferencia ante el mundo exterior.En China se le veneraba y se le consideraba un animal benefactor y signo de buena suerte, que encarna todas las virtudes del Taoímo, considerándose su partida la irrupción de la desgracia en el hogar que habitaba, pero también se le sacrificaba y sepultaba para garantizar la buena cosecha. Los adivinos de la corte imperial observaban su agitación y los guiños de sus ojos como posibles augurios de catástrofes naturales.En Japón, pese a que se le aprecia mucho por los servicios que ha prestado, es considerado un animal de mal augurio, capaz de matar a las mujeres o de adoptar su forma.
En África Central, los brujos-curanderos confeccionaban muchos de sus saquitos de medicina con la piel de un gato salvaje. Mientras para los indios Pawnees de Norteamérica, éste es un símbolo de dirección, reflexión e ingeniosidad. Lo ven como un observador, magno y ponderado, que consigue siempre lo que se propone. Por ello lo convirtieron en un animal sagrado que no puede ser matado más que con fines religiosos y observando para ello ciertos ritos.

PURIFICADOR DE LAS ENERGIAS NEGATIVAS
Cómo nació el gato doméstico es un enigma que la zoología no ha logrado resolver satisfactoriamente. Las teorías científicas coinciden en que nació en el norte de África durante la prehistoria, fruto de la mutaci6n o del cruce y domesticación de algún felino salvaje. Dado que, tanto las mitologías egipcia y peruana como otras tradiciones aseguran que el gato vino acompañando a los dioses civilizadores, algunos fijan su procedencia en las estrellas o en la desaparecida Atlántida. Los egipcios le consideraban el sinbolo de la naturaleza, la fertilidad, el amor y la salud, ya que quitaba los venenos del cuerpo. Una tradición asegura que un genial veterinario, alquimista y sacerdote de Ptah, lo habría creado por mutación de un animal semisalvaje. Basándose en ella, Jean Louis Bernard, estima que el gato fue creado con la intención de que sanease los ambientes, atrayendo hacia sí – como un imán – los residuos psíquicos que los polucionan y que el gato absorbe y asimila, al igual que hace con los fluidos negativos de las personas enfermas. Tan arriesgada afirmación puede encontrar apoyo en las modernas investigaciones de los geobiólogos sobre la influencia de las diversas radiaciones en nuestra vida cotidiana. Según ellos, el gato elige para descansar – además de los lugares física o afectivamente cálidos – aquellos puntos de fuerte intensidad energética, en los que él se recarga, pero que resultan contraproducentes para los humanos, comportándose como una esponja que absorbe y purifica las influencias de su entorno.

La nada


¿Qué hay dentro del vacío?¿Hay animales que no hacen nada? ¿Qué órganos son inútiles? ¿Para qué sirve el cero? Adentrémonos en el apasionante mundo de lo que no existe...

Fascinados por la ausencia. En el Instituto Desy de Hamburgo, un físico contempla una microplaca de silicio que se va a bombardear con rayos X. A su alrededor se ha creado el vacio para que el experimento funcione a la perfección.

La nada da vértigo. Asomarse al límite del mundo físico y contemplar sus inmensos espacios vacíos nos enfrenta a terribles paradojas de difícil comprensión. Aceptamos con naturalidad que el cosmos más allá de nuestra atmósfera está vacío (cuando, en realidad, no lo está), pero nuestra mente se rebela a la hora de imaginar que la piedra que acaban de buzamos a la cabeza también está llena de vacío; que, a nivel atómico, esta contundente arma no es más que un montón de núcleos alrededor de los cuales giran unos cuantos electrones, dejando entre ellos un espacio en el que ¿no hay nada?Vista así, la nada duele, es contundente, está llena de cosas. Desde la perspectiva de la física, en las lejanías del espacio interestelar, la nada lo es todo.Desentrañemos este enigma. Tradicionalmente, el ser humano ha sido contrario a aceptar la idea del vacío. Para la mente de un científico del siglo XV, por ejemplo, no tenía sentido preocuparse por lo que no es. Pero desde el siglo XVII la ciencia sabe que la nada es algo. El cambio de mentalidad se lo debemos, sobre todo, a las investigaciones de Evangelista Torricelli (1608-1647), creador del primer tubo de vacío experimental. Un tubo de cristal de 1,2 metro de largo e introdujo el extremo abierto en un plato del mismo líquido. Observó que la mayor parte del metal permanecía en el tubo en lugar de caer al plato y que en la parte alta de la columna de mercurio se formaba un espacio vado. Llegó a la conclusión de que la columna líquida se mantenía gracias a la presión del aire sobre el mercurio. Por eso, hoy los barómetros más fiables registran la presión atmosférica midiendo la altura de una columna de mercurio en el vado. Es decir, la nada sirve para algo.

La crema (y la sangre) buscan una salida.


Este experimento (ARRIBA) es una de las formas más sencillas de comprobar qué le pasaría a un astronauta si se quedara flotando en el espacio sin nínguna protección. Se ha introducido una torta de crema en una cámara a la que progresivamente se le va retirando el aire para generar el vacio.De ese modo, la presión atmosférica va quedando eliminada. Vomo resultado, las burbujas de aire de la crema se expanden y provocan la explosión de la torta. Al astronauta le ocirriría lo mismo, al expandirse las moléculas gaseosas de la sangre.

Una digestión muy ajetreada


Este gráfico compara los valores metabólicos* de distintas especies en diferentes actividades (digestión, mayor esfuerzo y reposo). Al comparar los distintos índices (diferencia entre el estado de reposo y máxima actividad) se ha obtenido el valor de las esferas azules. La serpiente en digestión y el caballo realizando un esfuerzo máximo producen valores metabólicos similares.*Valor metabólico: milímetros da oxigeno consumido por gramo de sangre en una hora.

NO ES FÁCIL ENCONTRAR LA ABSOLUTA VACUIDAD
Lo malo es que no es fácil hallar un lugar donde resida la nada absoluta. Los científicos que quieren estudiar cómo se comporta un cuerpo en el vado tienden a situar sus experimentos a bordo de un transbordador espacial. Fuera de la atmósfera, solemos pensar que no hay nada. Por ejemplo, se sabe que en el espado nadie podría oír el sonido de una nave, porque no existe ningún medio a través del cual pueda desplazarse el sonido. Aunque lo cierto es que, allí arriba, la nada puede matar. Por ejemplo, si se hubiera agujereado el módulo de habitabilidad de la Mir, los astronautas que permanecieran dentro se habrían encontrado de repente respirando un montón de nada, en un ambiente de presión tan baja que su sangre habría hervido.A esa altura, la gravedad y la atmósfera están ausentes; sin embargo, aún se mantienen algunos residuos de ambas. A bordo de una nave tripulada, el movimiento de los astronautas y los motores producen aceleraciones equivalentes a varias millonésimas del valor de la gravedad terrestre.

FISICA DE LO AUSENTE.
Un vacío de alta temperatura


Arriba, una instalación revestida de placas de grafito en cuyo interior se ha generado el vacío. Se ultiliza para calentar átomos de hidrógeno a 100 millones de grados en el instituto Max Planck de Alemania

Partículas virtuales

Arriba, experimento de sonoluminiscencia. El vacío entre los átomos gaseosos del agua brilla como una diminuta luz azul al ser estimulado el recipiente con ultrasonidos muy potentes.

LAS NAVES ESPACIALES BRILLAN POR SU AUSENCIA
En el exterior, la "atmósfera" residual es capaz de generar una especie de fulgor alrededor del aparato cuando éste atraviesa el tenue gas que habita el vado. Incluso, la resistencia producida por esta miniatmósfera puede modificar la trayectoria de la nave, por lo que se requieren continuos reajustes de órbita.Para hallar un lugar aún más vacío sería necesario aumentar la distancia con la Tierra. Teóricamente se puede decir que cuanto más lejos de ella estemos, mayor es la separación entre las partículas del gas que cubre el espacio interestelar, es decir, mayor cantidad de nada encontramos. Sin embargo, al realizar este viaje pronto observaríamos la facilidad con la que el vacío se llena. Los gases de la corona del Sol, por ejemplo, se evaporan constantemente para formar el llamado viento solar que ocupa prácticamente cualquier espacio dentro de su área de influencia.Y en aquellas regiones donde ya no llega la influencia de ningún sol todavía existe una forma de materia que desafía a la nada. Las partículas de materia interestelar, pequeñas motas de polvo y gas, se agrupan en formaciones nubosas que pueden llegar a ser visibles. La famosa Nebulosa del Águila fotografiada por el Hubble, por ejemplo, ofrece la imagen de gigantescos pilares de gas y polvo que se diría que son tan densos y duros como una columna jónica. Sin embargo, si flotáramos dentro de ellos, seríamos incapaces de encontrar más de una partícula en un volumen similar al de la Catedral de San Pedro de Roma.

NO HAY NADA VACÍO: TODO CONTIENE ALGO
Parece que en el mundo de la física es imprescindible tener siempre en cuenta la palabra "casi". Así sucede en el reino de lo más pequeño. La física cuántica nos ha ensenado que las partículas elementales viven en un mundo virtual de existencia aparente donde nacen y desaparecen en cada momento. Se trata de una especie de "espuma cuántica" que lo llena todo, desde el espacio entre los átomos de nuestro dedo a las lejanías del cosmos, Así las cosas, la nada no existe: en ella se encuentra la potencialidad de todo. La ciencia ha podido comprobar experimentalmente este fenómeno. Por ejemplo, si se sitúan dos placas de metal muy cerca una de otra en un tubo de vacío, ambas se atraen sin necesidad de un estímulo externo. Esto es debido a que, en el hueco entre ellas, sólo caben las partículas cuya longitud de onda sea menor a la distancia que separa las placas. Si la longitud fuera mayor, simplemente no cabrían. En otras palabras, el espacio entre placas está más vacío que el resto del vacío. Es lo que los físicos llaman fluctuación cuántica de la nada.La física cuántica incluso asegura que es posible crear luz de la nada ya que las partículas virtuales pueden convertirse en reales. Esto se demuestra con el fenómeno de la sonoluminiscencia. Cuando un vaso de agua se expone al impacto de ondas de ultrasonido, puede llegar a aparecer en d medio del líquido un puntito azul. Algunos físicos creen que se trata del brillo del espacio vacío que hay dentro de los átomos, que se hace evidente al vibrar a gran velocidad sobre el espejo del agua.Para los físicos, la nada es un complejo dilema. Mucho mejor lo pasan los biólogos que se preguntan, por ejemplo: ¿existen animales que no hacen nada? La respuesta de nuevo es la misma: los hay que no hacen casi nada.La vida del oso perezoso, que se pasa horas sentado e inmóvil a la sombra de un árbol, puede parecer envidiable para algunos. Quizá, también la de la serpiente pitón, capaz de permanecer descansando durante semanas mientras digiere su último alimento. Sin embargo, los biólogos han descubierto que este "dulce hacer nada" es más cansador de lo que parece.

DEDICADOS A UNA SOLA TAREA: CRECER
El investigador de la Universidad de California Mark Chappell ha trabajado muy a fondo con pingüinos Adelie de la Antártida. Las crías de esta especie permanecen semanas enteras quietas en el mismo punto de su helado habitat. Sólo dan pequeños saltitos para pedir comida a sus padres. Las mediciones de Chappell sobre su grado de actividad metabóli-ca demostraron que estas tranquilas crías en realidad consumen el mismo oxígeno por gramo de peso corporal que un ser humano cuando pasea. Es decir, su actividad en reposo es prácticamente el doble que la nuestra cuando descansamos. Parece ser que, cuando los pingüinos aparentemente no hacen nada, en realidad están más que ocupados en una tarea fundamental: crecer, convertirse en seres con una masa corporal que les garantice la supervivencia en un medio extremo.Algo parecido sucede con la serpiente pitón. Este animal es capaz de permanecer en estado de quietud durante semanas después de haber comido. Es como si descansara días y días entregándose a la más absoluta pereza. Sin embargo, su organismo trabaja a un ritmo tan frenético como imperceptible. Las mediciones del consumo de oxígeno de una serpiente en plena digestión han sorprendido a los biólogos. Cinco ratas es la máxima cantidad de alimento que estos ofidios pueden ingerir, lo que supone el equivalente a su propio peso corporal. Si a nosotros nos es difícil digerir un trozo de carne, imagine qué pasaría si éste pesara 79 kilos. Tal glotonería es común entre las pitones, por eso, su digestión es un duro trabajo. El metabolismo de una serpiente bien alimentada puede llegar a multiplicarse por 44 con respecto a su estado de inanición. El único animal que es capaz de acelerar tanto la máquina de su cuerpo es un caballo de carrera a punto de llegar al disco.Es evidente que la pitón se cansa mucho cuando no hace nada. Otros animales, sin embargo, tienen como objetivo realizar el mínimo esfuerzo posible. Es el caso de algunas salamandras que viven en cuevas oscuras y cuyo único alimento es el detritus que rezuma por paredes y techo. Algunos biólogos creen que su ceguera no es más que un recurso evolutivo para ahorrar energía. En un ambiente en el que la vista no es muy útil, mantener dos ojos activos supone un gasto inaceptable. La estrategia de la salamandra es hacer lo menos posible.

FAUNA UTIL.



El oso perezoso (1) pasa largas temporadas inmóvil agarrado a las ramas de un árbol. Algo similar le ocurre a las crías del pinguino Adelie (2), que se mantienen semanas enteras ahorrando energía para crecer más. La pitón (3) durante la digestión multiplica su metabolismo 44 veces. Algunas salamandras (4) han perdido la vista porque supone un gasto energético demasiado elevado para sobrevivir.

DENTRO DE NUESTRO CUERPO, NO TODO ES DEMASIADO ÚTIL
Los seres humanos sabemos bastante de ello. Y no es porque nos deleitemos con la pereza en cuanto podemos, sino porque dentro de nuestro cuerpo existen varios órganos que precisamente se dedican a no hacer nada. ¿O tal vez tengamos que volver a decir, también en este caso, casi nada?Observemos, por ejemplo, el paradigma de los órganos inútiles: el apéndice. ¿Para qué sirve este pequeño tubo de nuestro aparato digestivo si no es para dar trabajo a los cirujanos de vez en cuando?Las secreciones enzimáticas del apéndice son casi imperceptibles y no parece que éste tenga ninguna utilidad para evitar diarreas, como se creía a principios de siglo. Más bien, los médicos de hoy en día empiezan a considerar este fragmento sobrante de intestino como un órgano que participa en nuestra defensa inmunológica. Quizá su trabajo consista en impedir la invasión de partículas extrañas en el aparato digestivo a través del intestino grueso. De hecho, el apéndice es una estructura especialmente rica en células blancas productoras de anticuerpos. De ese modo, este tejido se puede considerar un órgano útil, aunque evidentemente no vital.Tampoco es vital la muela del juicio; muchas personas deambulan por ahí tranquilamente sin ella. ¿Quiere eso decir que no sirve para nada?El gran problema de este molar es que protagoniza una dolorosa incongruencia entre el número de dientes que poseemos y el espacio que para ellos hay en nuestra mandíbula. Los antropólogos han detectado un lento pero constante descenso en el tamaño mandibular humano que, sin embargo, no se corresponde con una disminución del tamaño de la dentición. Es por eso por lo que la muela del juicio, que es la última en salir, a menudo tiene que forzar las cosas para encontrar espacio, con gran sufrimiento para su portador.

UNA ALIMENTACIÓN BLANDA CREA BOCAS MÁS PEQUEÑAS
El retraimiento de nuestras mandíbulas parece tener que ver con el cambio de alimentación, cada vez más blanda y menos exigente a la hora de masticar. Lo cual nos sitúa ante una muela del juicio no completamente inútil. Algunas razas humanas, como los esquimales, cuyas mujeres mastican constantemente cuero para realizar prendas de vestir, tienen mandíbulas suficientemente grandes como para albergar más de una fila de muelas del juicio. En su caso, estas piezas son una herramienta más para la trituración de alimento y garantía de calidad dental incluso tras la pérdida de otros molares más involucrados en la masticación.Otro pequeño apéndice óseo, el coxis, también ha tenido que cargar con la injusta fama de que no sirve para nada. Esta especie de terminación vertebral disminuida sirvió en tiempos ancestrales como punto de partida de la cola en nuestros antepasados que la tenían. Pero hoy no tiene ninguna función semejante y, sin embargo, puede ser causante de graves problemas cuando caemos sobre él.Tradicionalmente se piensa que el coxis es un hueso inútil y fastidioso, pero los anatomistas no están de acuerdo. Según ellos, sirve, nada más y nada menos, como punto de anclaje para los músculos pélvicos que cierran el ano y evitan que nuestras visceras se desprendan siguiendo el impulso de caída de la gravedad.En fin, parece difícil encontrar en la Naturaleza la representación exacta de la nada; en los lugares más vacíos, entre los animales más perezosos o en los órganos más inútiles, siempre hay posibilidades de encontrar algo.

LA NADA EN EL CUERPO.


No caben todas.
Las piezas dentales humanas no encuentran espacion en nuestra mandíbula, cada vez más pequeña. Por eso, las muelas del juicio provocan tantos problemas al salir. Pero no son inútiles.


Huesos fundidos
El coxis aparece en esta tomografía computacional como un cono rosado en el centro de la imagen. ¿Es el recuerdo de tiempos inmemoriales en los que nuestros ancestros tenían cola?


Quitar lo que sobra
El apéndice es un órgano útil pero no vital. Por eso, su extirpación no supone nunguna pérdida en el estado de salud del paciente

Evidente pero ¿Inútil?
Al ver el esqueleto de perfil, el coxis se hace evidentemente en la parte posterior de la pelvis. Algunos científicos creen que sirve para sujetar ciertos músculos.

EL VACÍO SÓLO SE HACE EVIDENTE EN LA MATEMÁTICA
Por eso, el hombre tuvo que inventar el símbolo de la vacuidad. La matemática aportó recientemente la única posibilidad de enfrentarse a la nada absoluta: el cero. La aportación de este número por los matemáticos indios y su incorporación al sistema decimal en Europa a partir del siglo XV revolucionó nuestra forma de contar. Gracias al cero, hoy podemos calcular con cifras gigantescas sin grandes esfuerzos y diseñar programas binarios de computadora. Occidente, que siempre había despreciado el vacío, no fue capaz de vislumbrar la importancia de su representación numérica. Nunca la manifestación de la nada sirvió para tanto.