ALMAS
EN VENTA
Pactos con el
diablo
En las
derivaciones de la doctrina cristiana aparece una idea recurrente: la
posibilidad de que los creyentes abandonen su fe en Dios y entablen tratos con
el Diablo, su enemigo y oponente. Tal idea ha dado origen a incontables
leyendas.
Por Rafael Muñoz Saldaña
Revista MUY INTERESANTE, Noviembre 2013
La
perspectiva del pacto satánico ha sido ampliamente reconocida. Entre 1932 y
1937 el estadounidense Stith Thompson (1885-1976) desarrolló una de las obras
más amplias y ambiciosas en el estudio del folclor: Motif-Index of
Folk-Literature, que hasta la fecha es una referencia indispensable en ese
ámbito. En ella el pacto con el diablo aparece bajo el código M211, y de este
derivan las modalidades que puede tener. El trato puede hacerse para recibir
ayuda en una tarea, auxilio para escapar del cautiverio, el cumplimiento de
deseos, el éxito en los juegos de azar, la adquisición de poderes mágicos, o
tener éxito con el sexo opuesto.
Los orígenes cristianos
El
punto de partida de estas leyendas es la noción cristiana del diablo como
agente tentador, interesado en influir sobre los creyentes para que renieguen
de su fe y se le entreguen; un mecanismo para ganar adeptos -inscrito en la pugna
eterna entre el bien y el mal- presente en el seno de diversas religiones. El
camino del verdadero creyente es recto y consiste en adecuarse a las normas y
prácticas impuestas por la religión para obtener bienes eternos. El camino del
falso creyente que se deja tentar consiste en aceptar la oferta del demonio
para obtener bienes materiales, sin importarle su alma. El ejemplo más claro de
esas intenciones satánicas y de la manera en que opera se encuentra en el
Nuevo Testamento, en los evangelios de Mateo, Marcos y Lucas, donde leemos la
'Tentación de Cristo': el demonio le hace diversas ofertas a cambio de que se
sume a sus filas y renuncie a la misión que es su propia razón de ser.
A
partir de ese episodio, que muchos consideran una parábola sobre el bien y el
mal, no pocos creyentes en la Edad Media pensaron que la posibilidad de
negociar con Satanás era real. Algunos cruzaron el umbral de lo permitido en la
'ley de Dios' e intentaron hacer uso de ese recurso.
Sin
embargo, la idea del pacto cobró más fuerza como un temor de las autoridades
eclesiásticas respecto a los supuestos practicantes de la brujería. Fueron
precisamente estas quienes divulgaron la leyenda y propiciaron persecuciones
injustificadas. La historia más temprana que se ha identificado habla de san
Teófilo de Adana, en quien expertos han visto un antecedente concreto del mito
fáustico.
Durante
la Edad Media y el Renacimiento se pensaba que las mujeres eran las principales
contratantes de estos pactos; se creía que muchas ofrecían al demonio entregarle
a sus hijos. Esa idea tomaba como punto de partida la gran cantidad de niños
que fallecían en el parto, producto de la falta de condiciones higiénicas o la
impericia de las parteras. La noción del pacto fue un elemento central en la
configuración de la bruja, que según los estudios contemporáneos representa la
mera expresión de una misoginia arquetípica, se pensaba que las brujas negociaban
de diversas maneras con el demonio o sus enviados: tomaban parte en fiestas en
su honor, mantenían contacto sexual con él, o engendraban a sus descendientes.
Con tal propósito el demonio podía cobrar formas humanas femeninas (un súcubo,
como Lilith, la primera esposa de Adán) o masculinas (íncubos).
Temporada de caza
Había
dos tipos de pacto con el diablo: uno era oral, a través de invocaciones o
rituales. Una vez ante el demonio, el interesado le pedía un favor y le ofrecía
su alma a cambio. La segunda modalidad era un pacto escrito. Para ser válido,
el documento debía ser firmado con sangre, un detalle de gran peso simbólico
(el demonio firmaba con alguno de tantos signos que se le atribuían en los
libros de magia). Se pensaba que una vez sellado el contrato, se formaba una
marca en el cuerpo de la persona involucrada, y casi cualquier irregularidad
en la piel podía ser identificada como una marca diabólica en los procesos por
brujería. El martillo de las brujas, libro de Heinrich Kramer y Jacob Sprenger,
publicado en 1486 en Alemania -arma que legitimó teológica y legalmente la
persecución a quienes fueron acusados de tener pactos con el diablo y que llevó
a la muerte a más de 70 mil personas, 90% de ellas mujeres-, ofrece y condena
diversos ejemplos de pactos. Había días y horas propicios para llamar a los
demonios, y se invocaba a uno u otro de acuerdo a la necesidad. Es la misma
práctica católica que consiste en la invocación de santos específicos para
problemas determinados. Desde esa misma perspectiva podemos establecer
equivalencias entre las oraciones y las invocaciones satánicas. El Renacimiento
estuvo marcado por la leyenda del pacto satánico más famoso en la cultura
occidental. Se trata del celebrado entre el doctor Fausto y Mefistófeles, que
tuvo un enorme impacto en el razonamiento de los pensadores ilustrados, los
mismos que eliminaron del espíritu humano el oscurantismo religioso que había
propiciado la creencia en las brujas, los demonios y el poder del mal sobre el
alma de los hombres. El despertar ante ese mundo de ficciones, sin embargo, fue
tardío. Un caso emblemático que da prueba de la transición entre los dos mundos
fue el de Katharina Guldenmann (1546-1622), madre del astrónomo alemán Johannes
Kepler, figura clave de la Revolución Científica, quien fue arrestada y
encarcelada durante catorce meses por brujería. La creencia en los pactos con
el diablo estuvo en la base de todos los procesos célebres de brujería: el del
sacerdote Urbain Grandier en Loudun, Francia (1634), los impulsados por Matthew
Hopkins en los condados de Suffolk y Essex (1644-1646), enlnglaterra, y el de
las brujas de Salem en Massachusetts, entonces una colonia inglesa. Aunque las
estadísticas disienten, los autores concuerdan en que el número total de
procesos en Europa produjo miles de ejecuciones, especialmente de mujeres. Esa
cifra pone en evidencia las consecuencias de los supuestos pactos con el
diablo.
El mal como entretenimiento
Para
inicios del siglo XVIII la creencia en los pactos demoniacos y los procesos por
brujería, se habían reducido. La Ilustración tuvo una acción decisiva contra
ese mundo de tinieblas. Por un lado, al promover el espíritu científico
descartó la existencia de tales entidades. Por otro, al reducir el poder de la
Iglesia sobre el Estado, evitó las persecuciones y condenas irracionales que
pretendían consolidar el poder político y económico áe esta. La creencia en el
demonio se convirtió en un entretenimiento intelectual, descrito por autores
como Oscar Wilde, quien dio un giro a la leyenda en El retrato de Dorian Grey
(1890). Surgieron también algunas leyendas de presuntos pactos satánicos, como
la del compositor Giuseppe Tartini (1692-1770), autor de la sonata El trino del
diablo, y la del violinista Niccoló Paganini (1782-1840).
El
siglo XX fue la época de una sociedad secularizada pero no por ello ajena a la
poderosa leyenda del pacto, de la que se siguieron escribiendo nuevos
capítulos. Por ejemplo Mefisto, de Klaus Mann; El maestro y Margarita, de
Mijaíl Bulgákov, La semilla del diablo, de Ira Levin; Los elixires del diablo,
de E. T. A. Hoffman, y El diablo déla botella, de Robert Louis Stevenson.
En
el mundo 'real', diversas historias hicieron creer que ciertas figuras
públicas tenían tratos con Satanás, como la de Aleis-ter Crowley (1875-1947),
autoproclamado "el hombre más malo del mundo". Un nicho preferencial
para estas ideas fue el mundo de compositores e intérpretes de blues y rock,
como Tommy Johnson (1896-1956), Robert Johnson (1911-1938), el fundador de la
banda Gorgoroth y el prestigiado Bob Dylan (1941), quien aseguró haber hecho
negocios con el "comandante en jefe de este mundo". Estos casos
prueban la inversión devalores característico del siglo XX: antiguamente el
vínculo con Satanás era signo de vergüenza y persecución, en la sociedad
contemporánea se convirtió en una práctica que da prestigio. El estadounidense
Antón Szandor LaVey (1930-1997), fundador de la Iglesia de Satán, nunca pensó
en la influencia que tendrían las creencias promovidas por la propia Iglesia.
¿Qué
sentido tiene hoy la idea del pacto satánico? Mientras la Iglesia católica lo
condena, en la sociedad moderna esa noción de pactar con Satanás perdió su sentido
original,
e
indica la celebración de un acuerdo con una potencia peligrosa, pero no
necesariamente maligna ("le vendí mi alma al diablo", se suele
decir). No faltan, sin embargo, ofertas de charlatanes que conciben los pactos
satánicos en los mismos términos del pasado, y que se virilizan por Internet.
¿Habrá alguien que se interese en estas ofertas? Probablemente sí, y aunque la
victima no consiga los beneficios que se le prometen, al menos contribuirá a
que el folclor satánico permanezca vigente.
Las
tentaciones de Cristo
De
acuerdo con el Nuevo Testamento, Jesucristo, el líder espiritual más influyente
de la historia occidental, fue tentado por el mismísimo Satanás, quien le puso
varias pruebas y le ofreció celebrar un pacto a cambio de diversos privilegios.
Conocemos el episodio a través de los evangelios de Mateo, Marcos y Lucas.
Mateo (4:1-11) es quien ofrece la versión más completa:
7 El espíritu condujo a Jesús al desierto para que fuese tentado por el
diablo. 2 y después de estar sin comer cuarenta días y cuarenta noches, al
final sintió hambre. 3 Entonces se le acercó el temtador y le dijo: "Si
eres Hi¡o de Dios, ordena que estas piedras se conviertan en pan". 4 Pero
Jesús le respondió: "Dice la Escritura: No solo de pan vive el hombre, sino
de toda palabra que sale de la boca de Dios ". Después el diablo lo llevó
a la Ciudad Santa, y, poniéndole sobre el pináculo del Templo, 6 le dijo: Si
eres Hijo de Dios, échate de aquí abajo, pues escrito está: "A sus ángeles
encargará que te tomen en sus manos para que no tropiece tu pie contra
una piedra". 7 Le dijo Jesús: También está escrito: "No
tentarás al Señor tu Dios". 8
De nuevo le llevó el diablo a un monte muy alto, y mostrándole todos
los reinos del mundo y la gloria de ellos, 9 te dijo: Todo esto te daré si de
rodillas me adoras. 10 Le dijo entonces Jesús: Apártate, Satanás, porque
escrito está: "Al Señor tu Dios adorarás y a Él solo servirás". 17
Entonces el diablo le dejó, y llegaron ángeles y le servían.
Los
expertos discuten hasta la fecha cómo debe comprenderse este texto, si se trata
de una historia, una parábola, un mito o una combinación de géneros. En el
fondo de este debate se encuentra la duda relacionada con la realidad de ese
encuentro. Algunos sostienen que se trata de una parábola, un relato simbólico
que Jesús contó a sus seguidores para explicarles la importancia de resistirse
al mal. Otros piensan que la tentación es un episodio que transcurría por la
mente de Cristo en una especie de debate interno en relación con su ministerio.
Solo los creyentes más ortodoxos lo interpretan como un hecho real y asumen la
autenticidad del demonio como tentador.
Teófilo de Adana:
sirviente de dos amos
En
la tradición católica el relato más temprano de un pacto con el diablo se refiere
a san Teófilo de Adana (muerto hacia el año 538), también conocido como Teófilo
el Penitente. Aunque se trata de una narración apócrifa, se le considera significativa
para entender lo que se pensaba en relación con esa práctica. Archidiácono de
Adana, una ciudad que se mantiene activa en el sur de Turquía, fue electo por
unanimidad obispo. No obstante, con su humildad característica, rechazó la
posición y otro candidato fue designado en su lugar. Al acceder a su nuevo
rango, este le quitó a Teófilo su posición como archidiácono. Indignado por los
acontecimientos, se cuenta que Teófilo recurrió a los servicios de un hechicero
para contactar al diablo y celebrar un pacto con él. A cambio de su ayuda,
Satanás le exigió que renunciara a Jesucristo y a la Virgen María por escrito,
en un contrato firmado con su propia sangre. Así se hizo y Teófilo accedió a la
posición de obispo que antes había rechazado.
No
obstante, años después se arrepintió de lo que había hecho y realizó oraciones
para la Virgen María con el fin de obtener su perdón. Tras cuarenta días de
ayuno, María se le apareció y lo reprendió verbalmente. Teófilo le pidió perdón
y ayunó otros treinta días. María se le apareció de nuevo y le concedió la
absolución. Satanás, sin embargo, no estaba de acuerdo en suspender el pacto
que ambos habían establecido y tres días después le presentó el contrato a
Teófilo. Este tomó el documento, se lo presentó al obispo que él mismo había
desplazado y le refirió todo lo que había hecho. Cuando el obispo legítimo
quemó el documento, Teófilo murió de alegría por la suspensión de ese
compromiso tan grave.
Esta
historia es importante pues sirvió como modelo para los relatos posteriores
respecto a los tratos con Satanás y también porque, en el ámbito teológico, da
importancia a la Virgen María como intercesora entre Dios y el hombre. También
ayudó a caracterizar, en el imaginario católico, la práctica de la brujería.
Teófilo fue canonizado como un ejemplo de redención divina y su fiesta se
celebra el 4 de febrero. Aunque se trata de una figura histórica, no hay
evidencias de que en realidad haya vivido el episodio que se refiere. De
acuerdo con los investigadores del folclor narrativo relacionado con el
demonio, su figura fue crucial para el desarrollo del mito de Fausto.
Los pactos en
el
Malleus
Maleficarum
El
Malleus Maleficarum o "El martillo de las brujas" es el tratado más
importante aparecido en el contexto de la persecución a las hechiceras. Se
publicó en Alemania entre 1485 y 1486 y se mantuvo en uso durante doscientos
años. Sus autores fueron los inquisidores de la orden de Santo Domingo,
Heinrich Kramer y Jacobus Sprenger, quienes contaron con el apoyo del Papa
Inocencio VIII. El libro tuvo un gran efecto en Alemania, Francia e Inglaterra
y sirvió de justificación para procesos, juicios y ejecuciones. El martillo da
por un hecho incontestable la existencia de las brujas, y pone un énfasis
especial en los pactos de ellas con Satanás.
Su
segunda parte se dedica, precisamente, a ese asunto. En ella se asegura que
cometen un "pacto expreso" con el diablo pero también se habla de
"pactos tácitos" o secretos, como los que celebran quienes consultan
el firmamento y la posición de los astros o analizan los sueños para indagar lo
que depara el futuro. Las diferencias entre ambos consisten en que los
"pactos expresos" exigen hacer un homenaje al demonio y abjurar de la
fe católica. El objetivo de estos acuerdos puede ser obtener beneficios y
ventajas en el mundo pero también dañar al prójimo con la cooperación de las fuerzas
ocultas.
Respecto
a las formalidades del pacto, se habla de dos métodos de profesión. "Uno
es una ceremonia solemne con un voto solemne -explican los autores-. El otro es
privado y puede hacerse al demonio a cualquier hora, en soledad". En
cuanto al primero, se describe un complejo ceremonial realizado durante una
asamblea de brujas en la que el diablo se presenta como hombre y exige a una
novicia "que se le entregue en cuerpo y alma, para siempre, y que se
esfuerce por atraer otras de su sexo a su poder". Se agrega un curioso
detalle: "finalmente, le ordena preparar ciertos ungüentos con los huesos
y miembros de niños, especialmente de aquellos que han sido bautizados; por
todos estos medios, y con la ayuda que él le proporcione, podrá cumplir todos
sus deseos". Para dar mayor peso a sus afirmaciones los autores refieren
haber sido testigos de esta clase de pactos en la diócesis de Basilea.
La leyenda del
Doctor Fausto
El
Doctor Fausto es una de las leyendas más perdurables en el folclor y la cultura
occidentales. Su esquema básico es de un mago y astrólogo alemán que vende su
alma al diablo a cambio de poder y conocimiento. Se sabe que hay uno o dos
Faustos históricos, que en alguna ocasión se refirieron al diablo como su
"compañero". Murieron alrededor de 1540, dejando tras de sí una
compleja mezcla de leyendas de astrología, alquimia, predicción del porvenir y
contacto con el mundo de los muertos. De acuerdo con los testimonios
contemporáneos, Fausto viajó por diversas ciudades y era bastante conocido;
todos coinciden en su mala reputación y en el carácter fraudulento de sus
'supuestos' poderes mágicos, sin embargo, los teólogos más importantes del
protestantismo, como Martín Lu tero y Philipp Melanch-thon, lo tomaron en
serio.
La
leyenda comenzó a cobrar forma con el Libro de Fausto, un texto anónimo de 1587
que presenta una colección de cuentos sobre los magos de la antigüedad. La viva
descripción que hace del demonio, o Mefistófeles, y del Infierno llegaron a
causar terror en algunos de los lectores. £( Libro de Fausto se difundió por
toda Europa y su traducción al inglés inspiró La trágica historia del Dr.
Fausto, del dramaturgo Christopher Marlowe, quien despojó a la leyenda de
algunos elementos cómicos y le dio un carácter más bien trágico. Al mismo
tiempo se multiplicaron en Europa los manuales supuestamente firmados por
Fausto. A comienzos del siglo XIX el dramaturgo Johann Wolfgang von Goethe
concibió Fausto, la obra más importante relacionada con este mito. La primera
parte apareció en 1808 y la segunda en 1832. En ella conocemos el trato que el
protagonista hace a cambio de adquirir conocimientos y recuperar la juventud
para consumar su relación amorosa con una joven. Así fue que Fausto se
convirtió en una figura clave del romanticismo y, en general, de la cultura
occidental. Desde entonces aparecieron diferentes versiones de autores como
Adel-bert von Chamisso, Heinrich Heine y Paul Valéry. Quizá la más relevante es
la novela de Thomas Mann Doctor Fausto (1947), en la que un compositor entabla
tratos con el diablo para culminar su obra más importante. Fausto ha aparecido
también en el cine, desde la película Fausto (1926) de Friedrich Wilhelm Murnau
hasta Fausto (2011) de Alexander Sokurov. Ha sido también protagonista de
composiciones musicales como La condenación de Fausto (1846), el oratorio de
Héctor Berlioz.
Tartini, Paganini y el diablo
Por
alguna extraña razón existen historias sobre presuntos pactos satánicos
celebrados entre el diablo y algunos músicos famosos. Sobresalen, en especial,
las de dos violinistas que trascendieron por el interés y la riqueza de sus
obras. El primero es Giuseppe Tartini (1692-1770), originario de Istria, en la
actual Estóvenla. Tras llevar una vida de problemas y aventuras diversas,
aprendió a tocar el violín, que logró dominar con virtuosismo. Aunque escribió
cuatrocientas obras de importancia para la música barroca, la más célebre de
todas es su sonata El trino del diablo, supuestamente inspirada en un encuentro
con el "Señor del infierno" que él mismo refirió de este modo:
"Una noche, en 1713, soñé que había hecho un pacto con el diablo y estaba
a mis órdenes Todo me salía maravillosamente bien; mi nuevo sirviente anticipaba
y satisfacía todos mis deseos. Ocurrió que, en un momento dado, le di mi violin
y lo desafié a que tocara para mí alguna pieza romántica. Mi asombro fue enorme
cuando lo escuché tocar, con gran bravura e inteligencia, una sonata tan
singular y romántica como nunca antes había oído. Tal fue mi maravilla, éxtasis
y deleite, que quedé pasmado y una violenta emoción me despertó. Inmediatamente
tomé mi violín deseando recordar al menos una parte de lo que recién había
escuchado; pero fue en vano. La sonata que compuse entonces es, por lejos, la
mejor que jamás he escrito y aún la llamo El trino del diablo, pero resultó tan
inferior a lo que había oído en el sueño que me hubiera gustado romper mi
violín en pedazos y abandonar la música para siempre..."
Se
dice que ese violín tocado por el diablo pasó de una generación a otra y que
hasta la fecha se encuentra en algún lugar del mundo. De acuerdo con ciertas
versiones, el violinista que lo tenga en su poder recibirá una visita de
Satanás, quien le otorgará grandes dotes como ejecutante. Sin embargo,
terminará por perder la razón. Los interesados en escuchar esta música de
inspiración demoniaca pueden hacerlo en
El
segundo violinista que celebró un presunto pacto satánico fue el italiano
Niccoló Paganini (1782-1840), quien es considerado hasta (a fecha el máximo
ejecutante de este instrumento. Sorprendidas por su extraordinario dominio del
violín para la ejecución de obras ajenas, pero sobre todo propias, las
audiencias comenzaron a esparcir el rumor de que había celebrado un pacto
demoniaco, fama que él mismo impulsó. Tenía una enorme capacidad de
improvisación y llegó a interpretar obras completas mediante diversas voces de
una sola cuerda. En su catálogo son especialmente importantes los 24 caprichos,
una serie de piezas para violin solo. El número 13 recibe el apodo de "La
risa del diablo" y puede escucharse haciendo click en
Cuando
Paganini murió, a consecuencia de una hemorragia interna provocada por la
sífilis, y sin recibir los sacramentos, la Iglesia católica le negó el entierro
en suelo consagrado de Genova. Las autoridades eclesiásticas tardaron tres
décadas en permitir una sepultura regular para el músico, quien actualmente se
encuentra en la Catedral de Parma. Hasta la fecha se le reconoce como "el
Compositor del diablo”.
Quieres realizar un pacto con satanas solo jete que realmente tiene el coraje y fuersa para que todo lo que pidas se cumpla Como tu lo pedistes ......
ResponderEliminarSectalospactados616@gmail.com
No lo olvides jente que de verda quiere hacerlo hasta el final.
Si quieres que te estafen sigue creyendo cuentos de peter pan
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