Escenario de películas como la
inolvidable Total Recall (El Vengador del Futuro), de Paul Verhoeven, un relato
distópico de Philip K. Dick en el que Marte se convertía nada menos que en
destino turístico -aunque fuera virtualmente-: Planeta Rojo, de Antony
Hoffman o Misión a Marte, de Brian De Palma, se suman a la lista cinematográfica.
Bautizado con el nombre del
dios romano de la guerra. Marte ha despertado la imaginación de los astrónomos
y de los astrólogos de tiempos pretéritos, y más tarde de escritores de la
talla de H. G. Wells, cuyos "monstruos" de La Guerra de los Mundos procedían
precisamente de allí. El caso es que hallar vida en Marte, aunque sea a nivel
microbacteriano, es una de las prioridades actualmente de la NASA. Pero ese
anhelo no es nuevo, aunque en otro tiempo adquiriera visos más de novela de
ciencia ficción que de posibilidad puramente científica. Y es que la astronáutica
no existía, aunque la imaginación de las personas respecto al espacio no era
tan diferente a la nuestra.
En 1877, el astrónomo de origen
italiano Giovanni Schiaparelli observó con un potente telescopio lo que parecían
estructuras rectilíneas que formaban dibujos geométricos y que llevó a
especular sobre un posible origen artificial de las mismas, hipótesis que
defendería con fervor el rico estadounidense aficionado a la astronomía
Percival Lowell, quien llamó a las mismas "canales" que, según sus
palabras, habrían sido construidos por antiguas civilizaciones nada menos que
para irrigar las planicies del planeta rojo.
Muchos
de los
mitos que los
astrónomos
del
pasado
pusieron
sobre la mesa
con
respecto a
Marte, las sondas
se
han encargado
de eliminarlos.
Gran parte de la iconografía
popular de los "marcianos" como extraterrestres "tipo" proviene
de las obras que Lowell escribió sobre los supuestos canales y la civilización
avanzada que los habría creado, en libros como Mars (1895), Mars and Its Cañáis
(1906) o Mars as the abode oflife (1908); textos visionarios para algunos que
inspirarían a autores de la talla de Edgar Rice Burroughs, creador de Tarzán,
quien comenzó una serie de novelas sobre los habitantes de Marte. Con su nombre
se bautizó el cráter Burroughs del planeta rojo.
A
merced de las inclemencias
Pero, ¿cómo es Marte? ¿Qué
secretos guarda? Los científicos cuentan con que alrededor de 2030 se envíe
la primera misión tripulada al planeta rojo, algo complicado tanto logística
como económicamente. Ello sin entraren la competencia espacial entre los países,
teniendo en cuenta que los avances en el campo de la astronáutica de China o
la India, entre otros, comienzan a hacer sombra a Rusia e incluso a los mismos
Estados Unidos. De hecho, Buzz Aldrin, el mítico astronauta que pisó la Luna
junto a Neil Armstrong en la que hasta ahora sigue siendo la epopeya espacial más
compleja y exitosa de la historia, afirmó recientemente que "debe haber un
consenso entre los países para ir a Marte", con una fórmula de colaboración
similar a la de la ONU. Uno de los principales anhelos de la industria
espacial, si tenemos en cuenta que los expertos ven a este planeta como uno de
los principales candidatos para albergarvida; misión esta, la de hallar pruebas
de la misma, de la última sonda que será lanzada hacia Marte en marzo de 2012,
el robot Curiosity, sustituto mejorado de sus hermanos Spirit y Opportunity, lanzados
en 2004. El artefacto ha sido diseñado para pasar al menos un año marciano
-equivalente a unos dos años terrestres- investigando la región seleccionada
-la NASA baraja actualmente cuatro posibles puntos de amartizaje- para evaluar
su habitabilidad, las condiciones que harían que alguna vez hubiese existido
agua en el planeta, y portante, pudiera albergar vida de algún tipo.
Así
las cosas Marte sigue despertado la fascinación y el temor de antaño, como esa última
frontera que ya no se antoja inalcanzable.
El gran desafío, no obstante,
es el proyecto de una misión tripulada de 900 días, inmersa en el programa de
la agencia espacial estadounidense denominado Constellation, cuya nave llevaría
una tripulación mínima en un espacio de tiempo comprendido entre 607 meses; una
vez allí, los tripulantes permanecerían alrededor de 550 días sobre la superficie
marciana, aunque el programa, como es de prever, está en desarrollo.
Se calcula que la nave tendrá
unas 400 toneladas de peso que se ensamblará en órbita empleando como vehículo
de transporte varias lanzaderas Ares V. La idea es enviar tripulantes cada 26
meses, quienes deberán trasladar hasta 50 toneladas de carga, emplear un método
de descenso potente y aerodinámico -que hasta ahora es prácticamente
imposible- y tomar decisiones autónomas sobre la marcha, sin el apoyo de la
base, debido a los 40 minutos de retraso en las comunicaciones entre la
Tierra y Marte. La primera tripulación sería precedida de otras misiones no
tripuladas encargadas de trasladar el módulo de carga y el habitat artificial
que se colocaría sobre la superficie marciana. Son muchos los interrogantes que
rodean a esta misión cuasi secreta, para la que aún tendremos que esperar
mucho. Está prevista para febrero de 2031. La gran pregunta es, ¿podrán
regresar los tripulantes tras realizar su misión? Eso parece aún más
complicado.
Pero a pesar de los sueños
colonizadores del hombre por Marte, cuarto planeta del Sistema Solar, lo
cierto es que las condiciones de vida en el mismo no serían fáciles -si es que
fuesen posibles- para el hombre. Su atmósfera es muy densa -además de muy escaso
su oxígeno-, lo que provoca vientos muy fuertes y grandes tormentas de polvo
que, en ocasiones, pueden durar meses y abarcar toda la superficie del
planeta. Sus nubes presentan tres colores: blancas, amarillas y azules, lo
que despertaría sin duda la imaginación de cualquier escritor de ciencia ficción.
Misterios
desvelados
Se sabe que aquellos
"canales" que Schiapa-relli había divisado con su telescopio en el siglo
XIX no eran sino formas caprichosas del paisaje, pero hasta no hace mucho
tiempo sobrevivían misterios en el planeta rojo que despertaban la imaginación
de muchos.
Un ejemplo claro es el de la
llamada "Cara de Cydonia", fotografiada por la sonda Viking 1 en
1976. Para muchos, aquella formación que se asemejaba a un rostro humano era
artificial, prueba de que alguna inteligencia extraterrestre habitó o visitó
Marte en el pasado. Nuevas imágenes a alta resolución tomadas por la sonda Mars
Global Surveyor entre 1998 y 2001, y por la Mars Odyssey en 2002, demostraron
que la formación ya no se asemejaba en nada a una cara y que todo había sido
fruto de la pareidolia sobre la superficie marciana. El misterio fue
desvelado. No obstante, los amantes de las teorías de la conspiración señalan
que dichas fotografías son falsas y que la intención de los gobiernos,
principalmente el norteamericano, es ocultarnos las evidencias sobre una
civilización extraterrestre que podría suponer una amenaza.
Más sorprendente -y este sí
real- es el llamado monte Olimpo, el mayor volcán conocido del Sistema Solar
situado en un terreno elevado de la superficie marciana conocido como meseta de
Tharsis. Su altura es de 23 kilómetros, tres veces el monte Everest, y su base
mide 600 de diámetro. Es tan alto, que nadie en su cima podría ver el final,
sintiéndose como si estuviera en el vacío. La superficie del planeta rojo
conserva huellas de grandes cataclismos que no tienen equivalente en la
Tierra. En su ecuador, existe un gigantesco sistema de cañones, al este de la
región de Tharsis, conocido como Valles Marineris. Sus 4.500 km de longitud,
200 km de anchura y 11 de profundidad máxima, dejan al cañón del Colorado
insignificante.
Las redes hidrográficas que
conserva el planeta han llevado a los expertos a creer que en un pasado remoto
existieron lagos e incluso un vasto océano en la región boreal del mismo,
probablemente en la era Noeica, hace unos 4.000 millones de años. Por ahora,
solo podemos especular -y soñar- con una futura misión tripulada, cada vez más
cercana, y continuar analizando los millones de datos que las sondas nos envían
cada año desde la superficie de este planeta de colores ocres que, quién sabe,
quizá sea, en un tiempo no tan lejano, el nuevo hogar de la raza humana.
Climatología
La temperatura en
la superficie del planeta rojo depende de la latitud y presenta, como en la
Tierra, variaciones estacionales. La temperatura media superior es de -55° C,
aunque la variación diurna de las temperaturas, debido a una atmósfera tan
tenue, es muy elevada. Las máximas diurnas, en el ecuador y en verano, pueden
alcanzar los 20° C -o algo más-, mientras que las mínimas nocturnas pueden
llegar fácilmente a los -80° C, lo que haría casi Imposible la habitabilidad
para el hombre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario