¿Qué ocultan las
Pirámides?
El
país de los faraones continúa manteniendo viva su magia... y sus muchos
misterios. En esta ocasión penetramos en el interior de la Gran Pirámide y en
otras no menos relevantes en busca de sus cámaras secretas, cerradas a cal y
canto durante siglos, para intentar desvelar qué ocultan. Un vibrante viaje a
través de las entrañas de Egipto que nos deparará muchas sorpresas...
José Miguel Parra
Revista
ENIGMAS Nº 189
Verlas desde
lejos es un espectáculo. El Cairo está repleto de edificios de muchos pisos,
velados por una capa de contaminación; pero, a poco que uno se asome a una
terraza de cierta altura, ellas se las apañan para destacar sobre el horizonte
como llevan haciendo desde hace ya miles de años. Las pirámides de Quiza forman
parte desde siempre del paisaje visual de los egipcios que viven en la región
menfita. Menos acostumbrados a ver edificios de semejante porte, griegos y
romanos las visitaban asombrados, como hacemos nosotros. A sus pies la escala
se desborda y a uno le resulta difícil comprender que se encuentra ante una
construcción artificial; aunque lo peores cuando uno penetra en su interior y
descubre que ¡es macizo! Apenas unas pocas estancias en un edificio de 146 m de
altura y 230 m de lado. Resulta tan difícil de creer, que desde el momento en
que volvió a estar abierta -gracias a los esfuerzos del sultán AI-Mamun en el
año 820 d. C.-, los occidentales no han dejado de buscar habitaciones ocultas,
y algunas han encontrado, la última tiene apenas el tamaño de un cajón y
apareció hace unas pocas semanas. La búsqueda de habitaciones ocultas empezó pronto.
Ya en 1638 John Greves detectó y exploró el comienzo del llamado "pozo de
los ladrones" de la Gran Pirámide, pero no es la única donde se han
buscado. En realidad, los exploradores se han mostrado tanto más decididos a
encontrarlas cuanto menos evidentes fueran las pruebas de que allí había algo
por descubrir. Un ejemplo perfecto lo tenemos en el egiptólogo Alexandre
Barsanti. Un día, mientras iba a caballo atajando por el desierto, camino de la
pirámide escalonada de Zawiet el-Aryan donde se encontraba excavando, se dio
cuenta de que el suelo estaba cubierto de lascas de granito. Al no ser una piedra
que se hallara en los alrededores, comprendió que se podía tratar de algo más
interesante. Sus sospechas se confirmaron cuando subió a una duna cercana y
descubrió que las lascas delimitaban un cuadrángulo en el suelo. Eran los
restos de un monumento faraónico. Cuando comenzó a excavar la zona, terminó
desenterrando la excavación preliminar de una pirámide de la IV dinastía. El
monumento, apenas comenzado, pertenecía a un nieto de Khufu llamado Baka, que
ocupó el trono por breve tiempo. La pirámide no es sino una rampa que desciende
hasta una excavación rectangular perpendicular a ella, en cuyo extremo oeste
se encontró incrustado un ataúd ovalado. El monumento es tan espectacular, que
fue usado como decorado natural para la película Tierra de faraones. Fue la última
vez que se limpió la pirámide, la cual luce hoy repleta de arena, basuras y plásticos.
Barsanti
siempre estuvo convencido de que en esta trinchera había algo más y no dudó en
vaciarla de los bloques que rellenaban varios metros de su fondo en busca de
cámaras ocultas. Lo que le terminó de persuadir de lo preciso de su
razonamiento fue una tormenta, que llenó la base de la trinchera con tres
metros de agua. La trinchera permaneció convertida en piscina de agua estancada
durante varias horas, hasta que a la medianoche se vació casi por completo de
forma repentina. No fue necesario nada más para convencer a Barsanti de que la
cámara oculta que buscaba era por completo real. ¿Dónde si no habn'a ido a
parartodo ese líquido? En los doce años de vida que le quedaban dedicó mucho
tiempo a encontrar dicha habitación... sin éxito.
Otro
acontecimiento extraño tuvo lugar, años antes, en una de las pirámides más
peculiares de Egipto, la Romboidal, construida en Dashur por Esnefru, padre de
Khufu. Este edificio destaca no solo por el extraño cambio de inclinación a
dos tercios de su altura, sino por ser la única pirámide -de momento- que
presenta dos cámaras funerarias en su interior. Una tiene entrada por la cara
norte y la otra por la oeste. Solo una gatera excavada por entre los sillares
de piedra comunica ambos grupos de habitaciones.
La cosa sucedió
el 15 de octubre de 1839, como se describe en el diario de su excavador, J.
S. Perring. Ese día, como los anteriores, un sufrido grupo de trabajadores
excavaban apiñados en el angosto pasillo de la entrada norte de la pirámide,
alumbrados con antorchas. Cuando consiguieron entraren la cámara funeraria
norte, inexplicablemente se desencadenó dentro del corredor un fuerte viento
que soplaba desde el exterior hacia el interior de la pirámide. Se trataba de
una corriente de aire fuerte, que apenas permitía mantener las lámparas
encendidas. Estuvo soplando dos días enteros. Después se esfumó tan repentinamente
como había aparecido. La única explicación que se le ocurrió a Perring fue que
en el edificio había una habitación sin descubrir que ponía en contacto el interior
de la pirámide con el exterior.
Hasta más de
cien años después no hubo nuevos datos sobre esa habitación. Entre 1950 y 1955
la pirámide fue estudiada por el egiptólogo Ahmed Fahkry. Junto a su equipo
descubrieron nuevos huecos en su interior, pero de escasa entidad -como una
chimenea tras la cámara norte-, además de terminar de despejar todas sus
habitaciones y pasillos. Mientras excavaban, Fakhry y sus compañeros notaron
un suceso peculiar en las entrañas de la pirámide, un ruido cuya duración podía
ser de hasta diez segundos y se escuchaba bien en los días ventosos. Fakhry
concuerda con Perring en que se producía por reverberar el viento en una cámara
todavía por descubrir.
Hace años se
utilizó la física de fluidos para intentar definir con más precisión la
posibilidad de que exista un hueco sin descubrir en la pirámide Romboidal. J.
y G. Wegner estudiaron el fenómeno partiendo de que la explicación más lógica
para el fenómeno de la corriente de aire es que, cuando Perring desescombró el
pasillo, puso en contacto dos atmósferas que llevaban separadas miles de años.
La mayor presión de la atmósfera exterior entró con fuerza en las cámaras de la
pirámide intentado equilibrar ambas, lo cual explica el viento, pero no su
duración. Arduos cálculos después, su conclusión fue que los espacios
interiores conocidos no bastaban para generar tamaña brisa. En realidad, solo
si se contempla la posibilidad de que en el interior de la Romboidal haya entre
800 y 1.600 m3 de espacio vacío oculto en algún lado, podría comprenderse el
fenómeno. Se trata aproximadamente del volumen de media piscina olímpica. A
todos los egiptólogos nos encantaría descubrir que Esnefru diseñó su pirámide
con unos pequeños apartamentos privados de 800 m' habitables y con techos de
dos metros de altura. La información que podrían contener esas cámaras dispara
la imaginación del más estoico de los historiadores profesionales.
En ocasiones
no son los egiptólogos los que realizan los descubrimientos, sino expertos en
otras ramas que, llevados por su amor por el antiguo Egipto, estudian con otros
ojos. Liberados de las anteojeras que impone a veces la ortodoxia, son capaces
de ver detalles que para un historiador resultan extraños. Uno de estos casos
se dio en 1998, cuando un arquitecto francés, Gilíes Dormion -acompañado de
Jean Verd'hurt- realizó un descubrimiento sorprendente: un grupo de cámaras
desconocidas en la pirámide de Meidum, a unos 80 km al sur de B Cairo.
La de Meidum
es una pirámide de piedra cuya estructura original tenía siete escalones,
ampliados luego hasta los ocho, los cuales Esnefru rellenó y recubrió seguidamente,
convirtiéndola en la primera pirámide de caras lisas de Egipto. Su interior es
sencillo, con un corredor descendente que alcanza la cámara funeraria -con
techo en falsa bóveda- tras pasar por dos nichos consecutivos conectados, un
corto corredor horizontal y ascender por un pequeño pozo. A ningún arqueólogo
le parecía que hubiera nada extraño en su diseño, por eso tuvieron que
posarse en ella los ojos de un arquitecto que ya tenía practica en ello, pues de
años antes ya había realizado un descubrimiento parecido en la Gran Pirámide.
Dormion se
encontró con que, arquitectónicamente hablando, los dinteles que cubrían los
menos de la pirámide de Meidum -de 2.10 m de longitud- eran demasiado largos
para lo que se estilaba en el Reino Antiguo, además de no presentar ninguna
fractura por el peso que soportaban. Sabía que la única apücación posible era
la existencia sobre los dinteles de algo que rebajara la presión vertical que
soportaban. Pedidos tos permisos a las autoridades del Servicio de Antigüedades,
por aquel entonces interesadas en realizar avances científicos, en vez de por
salir en las noticias de todo el mundo, se concedió la autorización. En el
techo del tramo horizontal que comunica los nichos con la chimenea, una
fractura entre los sillares permitió introducir una microcámara y descubrir
una pequeña estancia con techo por aproximación de hiladas. Comprobada la existencia
de este primer hueco, se concedió permiso para realizar dos microperforaciones
en el techo de los nichos, que desembocaron cada uno de ellos una sala de
descarga similar. Dos perforaciones más en el techo del corredor descendente
demostraron que sobre el cuarto inferior coma un corredor paralelo, también
con techo en falsa bóveda con unos 15 m de largo por 1,40 m de alto.
Algo semejante
había conseguido diez años antes el mismo Dormion, pero esta vez en la Gran Pirámide
y con otro compañero, Jean Patrice Goidin. Serían su interés y probaturas los
que parecieron dar el pistoletazo de salida de los estudios de ingenieros por
escudriñar las partes no accesibles del monumento e intentar comprobar si existían
nuevas cámaras ocultas.
Tras analizar
la pirámide con ojos de arquitectos, consideraron que presentaba una serie de
anomalías constructivas que sólo se podían explicar como medios de ocultar la
cámara funeraria verdadera, que se encontraría oculta al norte y ligeramente
por debajo de la cámara del rey, protegida de la presión del edificio por el
paraguas contra la presión que suponían las cámaras de descarga. Por otra
parte, la particular disposición de los sillares de una zona del corredor de
acceso a la cámara de la reina les llevó a pensar que tras ellos se ocultaban
varias estancias desconocidas. Como arquitectos, no podían comprender el
motivo de que los sillares estuvieran dispuestos de tal modo que sus juntas
se prolonguen de arriba abajo sin interrupción, lo que debilita el muro. Sus
deseos de comprobar la hipótesis les llevaron a solicitar los permisos de
estudio, que les fueron concedidos. Su objetivo era realizar primero varias
mediciones de microgravimetría para detectar huecos en la masa del edificio.
Realizados en
1986, los estudios encontraron algunas anomalías, mas no parecían concordar
sus la hipótesis para la cámara del rey. Más suerte tuvieron camino de la cámara
de la reina, donde las máquinas sí detectaron los deseados huecos. El único
medio de comprobar su existencia era horadando la roca, lo que les fue
concedido. Las tres microperforaciones estancas que se realizaron a 15 m de la
cámara de la reina les permitieron encontrar en la masa de la pirámide una
peculiar arena de cuarzo, quizá el relleno de una habitación... A pesar de
tener que irse un tanto corridos al no haber podido verificar sus teorías,
parece que ver a un par de advenedizos estudiando el sacrosanto monumento
hizo que los egiptólogos reaccionaran. Al año siguiente un equipo de la
Universidad de Waseda (Tokyo) estaba en su interior intentando descubrir esas
elusivas cámaras secretas. Repitieron las mediciones de los franceses.
Siempre a la última en cuanto a cuestiones técnicas, los nipones utilizaron
además un escáner electromagnético, cuyas ondas podían penetrar varios metros
en la roca. Los resultados fueron muy sugerentes. Primero corroboraron los
hallazgos de los galos en el corredor de la cámara de la reina, porque en ese
punto detectaron una cavidad de entre 2,5 y 3 m de altura que parecía estar
rellena de arena y prolongarse desde el corredor hacia la pared oeste. Lo más
espectacular, no obstante, se detectó casi en la esquina oeste de la pared
norte de la cámara de la reina. Allí, donde se suponía que todo era macizo, el
escáner detectó que tras un primer sillar de 3 m de grueso nacía ¡un pasillo de
1 m de anchura, 1,5 m de altura y unos 30 m de longitud! Es decir, que el
corredor de acceso a la cámara de la reina contaba con un hermano que coma
paralelo a él hasta llegar a la gran galena.
Por desgracia,
el organigrama de las autoridades arqueológicas egipcias estaba cambiando y al
nuevo encargado de Sakkara y Quiza no le pareció adecuado hacer un agujero de
menos de 2 cm de diámetro en un sillar para realizar lo que sin duda seria un
descubrimiento arqueológico asombroso. El argumento esgrimido fue salvaguardar
la integridad física del monumento. Una política muy sensata, excepto cuando
uno ve los cables de la luz sujetos con alcayatas y comprueba que los agujeros
sí son bienvenidos, pero siempre que sea uno mismo quien salga en directo en
la tele haciéndolos... o casi.
Hay que
reconocer, no obstante, que poco después sí se tomaron medidas sensatas para
salvaguardar la salud de la pirámide. Los miles de visitantes diarios que
entraban en ella soltaban a la cargada atmósfera de su interior montones de
vapor de agua y sales en forma de sudor disipado o, sencillamente, frotado
contra las paredes. No es fácil alcanzar la gran galena sin apoyar un brazo en
el muro cuando en dirección opuesta baja un tropel de japoneses, o caminar
encorvado por sus corredores sin tocar la pared en busca de equilibrio. Ese
sudor terminaba condensándose en las paredes, humedeciéndolas y recubriéndolas
de sales, muy dañinas para la piedra. La primera medida fue limitar el número
de visitantes a 300 diarios y, después, contribuir a la salud de la atmósfera
interna colocando unos potentes y diminutos ventiladores en los conductos
"estelares" de la cámara del rey. Para estudiarlos en detalle, el
Instituto Arqueológico Alemán encargó al ingeniero germano Rudolf Gantenbrink
la construcción de un pequeño robot para limpiar los conductos. Bautizado Upuaut,
tras su trabajo en la cámara del rey, en 1992 su hermano y versión mejorada, Upuaut
2, fue utilizado para estudiar esos mismos conductos en la cámara de la reina.
Dotado de
tracción independiente y una cámara de vídeo, en el conducto norte, el robot
vio interrumpido su camino por una barra de hierro atascada desde los intentos
de exploración del mismo durante el siglo XIX, pero el conducto sur se encontró
con notables sorpresas. En vez de terminar su recorrido a 8 m de la cámara de
la reina, como todos creían, subió y subió y siguió subiendo durante 65 m,
hasta tropezarse con una pequeña losa de piedra con lo que parecían dos asas
de cobre. Esta mal llamada "puerta" -difícilmente puede calificarse
así a una loseta de caliza de 20 x 20 cm- produjo un sin fin de especulaciones
sobre lo que podn'a haber detrás. Dada la tendencia de los arquitectos
egipcios a interrumpir los accesos a las cámaras funerarias de las pirámides
con grupos de tres rastrillos de piedra, lo más probable es que detrás hubiera
un pequeño hueco seguido de una nueva loseta. La lucubraciones habn'an de
continuar durante diez años, hasta que Zahi Hawass consiguió montar junto a la National
Geographic Society un programa de televisión en directo, con él como estrella
de la arqueología mundial, mientras los técnicos se encargaban de horadar la
loseta... Solo para encontrar otra igual 17,5 cm más lejos y, al hacerlo,
fracturar de paso la pequeña asa de cobre que quedaba intacta. Días después,
el Pyramid Rover -diseñado y fabricado por la firma ¡Robot de Boston-, fue
capaz de sortear la barra de hierro del conducto norte. Su recorrido terminó
tras ascender por él otros 65 m, hasta tropezarse con una loseta de piedra
exactamente igual a la del conducto sur. Lo interesante de estos conductos de
aireación es que estaban pensados para que no se vieran. No se sabe cuándo se
abrieron los de la cámara del rey; pero los de la cámara de la reina fueron
descubiertos en 1872, cuando Waymann Dixon consideró que si la cámara del rey
los tenía, la cámara de la reina debía tenerlos iguales. Para dejarlos
visibles tuvo que encontrar dónde sonaba a hueco y picar varios centímetros
del último sillar. Su función solo se supone, aunque como estaban obturados se
ha de descartar que sirvieran para introducir aire fresco en las cámaras. En
general se considera que tienen un significado simbólico, pues están
orientados de forma aproximada hacia estrellas concretas: el conducto norte de
la cámara del rey apuntaría hacia Alpha Draconis -la Estrella Polar durante el
Reino Antiguo- y el conducto sur hacia la constelación de Orion; el conducto
norte de la cámara de la reina estaña dirigido hacia la Osa Menor y el
conducto sur hacia Sirio.
El personaje
que había dado permiso para hacer un agujero en directo delante de una audiencia
de millones de personas era el mismo que solo hacía dos años atrás, en el año
2000, había prohibido hacer un agujero del mismo diámetro en una zona
invisible de la misma pirámide para comprobarla posible existencia de una
nueva habitación. ¿El motivo?, Supuestamente, proteger la integridad de la pirámide.
La hipótesis que no dejó comprobar había vuelto a ser propuesta por nuestro
viejo conocido, Dormion, quien tras un análisis arquitectónico de la cámara de
la reina consideró que por debajo de ella debía de existir una segunda cámara
con un corredor de acceso.
Dormion encargó
las nuevas mediciones microgravimétricas a Jean-Pierre Barón, experto en el
campo, pues es el responsable de haber descubierto las pirámides subsidiarias
de Pepi I en Sakkara. Por otra parte, este ingeniero trabaja en la empresa
encargada de tender la línea de alta velocidad -7GV- entre París y
Estrasburgo, de modo que sus conclusiones han de considerarse bastante
fiables. Como dice al respecto Michel Vallogia -director de la misión
franco-suiza que excava la pirámide de Djedefre-: "Si -Barón- dice que es
seguro colocar los raíles en un lugar porque debajo no hay cavidades, más le
vale estar en lo cierto, si no el número de muertos sera muy elevado".
Los datos
obtenidos por Barón parecían coincidir a la perfección con la hipótesis de
Dormion y para comprobarlos sólo es necesario realizar una perforación en el
agujero de ladrones excavado en el nicho de la cámara de la reina,
completamente oculto a la vista. Ni siquiera eso, pues entre las fracturas de
los sillares puede introducirse un cable de fibra óptica sin tener que dañar
la pirámide. A pesar de ello, Hawass se mostró inflexible, quizá por la polémica
suscitada ante la hipótesis; porque muchos egiptólogos la rechazaron de plano
al considerar que no tenía fundamento, pero, ¿tienen razón?
Dormion supone
que la habitación no es más que una segunda cámara fuñeraria con entrada
propia, que cree comienza (en la cara este de la pirámide. No hay nada de
extraño en una pirámide con dos entradas. La pirámide Romboidal posee este
mismo diseño y da la casualidad de que la construyó el padre de Khufu. No tendría
nada de particular que su hijo hubiera copiado o evolucionado su diseño, y no
olvidemos que la pirámide Khaefre también cuenta con dos entradas a dos
niveles. Lo único que no termina de resultar convincente de la reconstrucción
de Dormion es que sitúa el acceso a esta segunda cámara en la cara este de la
Gran Pirámide, cuando lo más lógico sería que comenzara en la oeste.
Una década más
ha tenido que transcurrir para que se realizaran nuevos descubrimientos en los
canales de la cámara de la reina, aunque esta vez con gran discreción. Sin
muchas alharacas, así ha pasado entre los medios de comunicación el hallazgo
realizado el pasado 25 de mayo del 2011 en la Gran Pirámide. Debe de ser porque
ahora Hawass no tenía a una cadena de televisión pagándole por salir en un
programa en directo o, sencillamente, para evitar llamar demasiado la atención
sobre su persona debido a los numerosos problemas legales a los que se
enfrenta -airadas acusaciones de abuso de poder, enriquecimiento indebido, tráfico
de antigüedades...-.
En cualquier
caso, ya sabemos qué hay detrás de la loseta que interrumpía el conducto sur
de la cámara de la reina. El ingeniero Rob Richardson, de la Universidad de
Leeds, ha conseguido -junto a las empresas Scoutek y Dassault Systémes- diseñar
un robot equipado con una cámara articulada. Djedi -mago protagonista de uno de
los cuentos del Papiro Westcar, que le habla a Khufu de las cámaras perdidas de
Thot-, introdujo su cámara por el agujero realizado por el Pyramid Rover en el
2002, proporcionando nueva e interesante información. Diseñada para ello, su cámara
ha podido ver la parte posterior de la primera "puerta", que está
pulida, y en la que destaca el extremo posterior de los apliques de cobre,
retorcidos hacia abajo contra la loseta para fijarlos en su sitio. Además, en
el suelo de la "estancia" se pueden observar varios grafitos en rojo
relacionados con la construcción, entre ellos una línea de dirección.
En principio,
al lector poco avisado las líneas y grafitos pueden parecerle
"misteriosas", pero no tienen nada de raro; de hecho, son una prueba
más de que fueron los egipcios quienes construyeron las pirámides.
Terrestres y mortales como eran, para erigir las tumbas de sus soberanos,
los arquitectos del antiguo Egipto necesitaron trazar líneas directoras, que
señalaran a los obreros dónde debían colocarse los bloques, además de
utilizar jeroglíficos cursivos para dar a los capataces las informaciones
pertinentes.
Ahora solo
queda por saber si tras la segunda loseta que bloquea el acceso hay un nuevo
hueco o si el conducto termina aquí. Quizá sea el momento de instalar un
taladro más largo en el «Pyramid Rover» y lanzarlo de nuevo conducto arriba.
Seguro que «Djedy» está deseando volver a subir a ver que más descubre con su
cámara... que para eso tiene permiso del mandamas de las antigüedades
egipcias.
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