10 Islas
Malditas
Que no deberías visitar jamás
Hay lugares
en nuestro planeta que parecen estar revestidos de un manto sutil, que sentimos
pero que no vemos y que nos incitan, llegado el momento, a regresar sobre
nuestros pasos. Aunque esto no siempre ha ocurrido, hay quién ha dado más pasos
de la cuenta entonces.
Esteban
Ruiz A.
Existen los enclaves malditos?
¿Hay lugares que rechazan nuestra presencia, en ocasiones agrediendo a quienes
se atreven a cruzar la línea? La sensación que da, por mucha razón que queramos
aplicar al asunto, es que sí. Porque el suceso luctuoso, la muerte, el castigo
más severo o la mera privación de libertad en condiciones inhumanas, parece
dejar una pátina difícil de borrar, una huella que nos había de lo que allí ha
ocurrido. Como si esa fuera la única manera de no condenar tales sucesos al más
injusto de los olvidos; como si, en definitiva, esa fuera la única manera de
que hechos así nunca jamás se vuelva a repetir.
Recreación del jaguar y la serpiente de la isla de Robinson Crusoe, en un fotograma del reportaje emitido por canal Historia. A la derecha, los fallecidos del hundimiento del General Slocum.
Juan Fernández,
las islas del
Apocalipsis
Lejos, muy lejos, en aguas del
Pacífico se encuentra el archipiélago de Juan Fernández. Es un conjunto de
islas que pertenecen a Chile, que entreoíros muchos motivos, se hicieron
mundial mente conocidas gracias a la novela de Daniel Defoe, Robinson Crusoe,
cuyo protagonista se las vio y se las deseó en una pequeña porción de tierra
rodeada de bravas aguas llamada entonces Más Atierra, por el hecho de estar más
cerca de la costa de Chile que su compañera Más Afuera. Desde entonces -primera
mitad del siglo XVIII-la isla fue rebautizada con el nombre del protagonista de
dicha obra, que además estaba basado en un personaje real llamado Alejandro
Selkírk, un marino escocés que estuvo cuatro años naufragado en una de estas
islas, y que fue entrevistado por el propio Defoe para dar más consistencia a
su personaje. Por eso, y no por otra cosa, la isla de Más Afuera sería
rebautizada no mucho tiempo después con el nombre de isla de Alejandro Selkirk.
Todo muy novelesco...
Pues bien, hecho este repaso
por su historia, plagada dicho sea de paso de tragedias -las dos últimas el
tsunami de 2010 y la catástrofe aérea de 2011-, si por algo volvió a las
primeras planas de los diarios fue porque a alguien, hace de esto dos años, se
le ocurrió bautizar al archipiélago con el sugerente título de "las islas
del Apocalipsis". ¿Por qué? Bueno, de nuevo tenemos que recordar la
profecía de los mayas -sí, la del final de los tiempos de 2012-, para entender
qué ocurrió. La historia dio comienzo cuando el canal Historia en su versión
americana emitió un documental titulado "La isla del Apocalipsis",
Éste empezaba asegurando que "una remota isla en el Pacífico, envuelta en
brumas, puede contener la clave que dejaron los mayas y que estuvo perdida
durante mil años, aunque estuviera oculta a plena vista". El lenguaje
críptico utilizado a lo largo de dicho trabajo estaba basado en una
investigación anterior realizada por un arqueólogo norteamericano llamado Jim
Turner, que durante quince años, obsesionado con el "holocausto maya",
se dedicó en cuerpo y alma a investigar el asunto, y no soto eso: es que además
llegó a la conclusión de que daña comienzo, ni más ni menos, que en la isla de
Robinson Crusoe.
Además, su tesis se veía
"refrendada" por el hallazgo en 1995 de una especie de monolito de casi
50 metros de altura -hay quien dice que se trata de una pareidolia, sin más-,
supuestamente realizado por los mayas que en un tiempo impreciso arribaron a
las costas de la isla, donde son 'perceptibles* una serpiente erecta, a cuyos
pies -o cola- aparece un jaguar tumbado. El lugar, en el sector del Yunque,
para añadir más misterio permanece envuelto por las densas nieblas durante gran
parte del año. salvo en verano, que al despejarse las mismas, es visible.
Pues bien, en 2011. a apenas 16
meses del final de los tiempos, Turner comprobó que ambos, el jaguar y la
serpiente estaban orientados hacia el eclipse de Sol total que se iba a
producir ese mismo año. y que además, sería visto desde Robinson Crusoe como en
ningún otro lugar. Y Turner, que debía ser hombre de fáciles calenturas, llegó
a la convicción de que, primero, no era casualidad, y segundo, esa "señar
fue dejada por los mayas como paso previo al Apocalipsis. Pero no se quedó ahí.
Además aseguró que no muy lejos del monolito estaba la tumba más buscada por
arqueólogos de medio mundo: la del rey maya Kam Balam. hijo de Pacal el Grande
y una suerte de semidiós cuyo nombre, precisamente, vendría a ser algo así como
"la serpiente y el jaguar que permanecen mirando al Sol". De este
modoTurner afirmó no mucho después, que "el monumento fue levantado para
que los dioses y los reyes pudiesen recesar para presenciar el fin de los
tiempos. La tumba de Kam Balam debería ser descubierta el próximo año -por
2012- para que él sea el principal testigo de la muerte de la era
clásica". La tumba, que se sepa, todavía no ha sido hallada, pero fueron y
son miles las personas que desde la emisión de dicho documental se han acercado
hasta este olvidado lugar, convencidos de las palabras de Jim Turner, y no
menos seguros de las del escritor new age Micht Horowitz, que a colación de los
descubrimientos del primero, y habiéndose cumplido el tiempo de la profecía,
declaró que “los mayas no percibían la vida del mismo modo, sino como un ciclo
que se repite. Es un círculo: todo tiene un principio y un final. La obsesión
maya de medir el tiempo se detuvo en esta fecha. Aún no sabemos porqué".
Así que cualquier cosa es posible desde el momento en que se detuvo el pasado
21 de diciembre. Hay quien piensa que ese Apocalipsis es progresivo, y que ya
estamos sumidos en él. Y la verdad es que dados los tiempos que atravesamos, es
para pensarlo. Robinson Crusoe sena pues ese lugar al que descenderán los
dioses, para contemplar el final. Ni ese privilegio les ha salvado de sufrir la
maldición de la gran catástrofe, y del turismo más alocado...
North Brother Island,
la Poveglia
estadounidense
Ya hablamos de Poveglia en uno
de los destacados que acompañan a estas páginas, porque sin duda alguna pocos
lugares hay más aterradores y menos recomendables
de visitar que la isla
veneciana. Sin embargo, como no hay dos sin tres, habrá que pensar que no hay
una sin dos. En este caso la Poveglia estadounidense estaría ubicada en uno de
los lugares más concurridos del planeta: entre Nueva York y el Bronx. y más
concretamente en el East River.
Pese a la superpoblación de la
islas cercanas, pocos fueron los pies que se posaron sobre ésta, ya que, al
margen de su pequeño tamaño, los hombres de mar sabían de las peligrosas
corrientes que rodeaban y rodean a esta pequeña porción de tierra. Sea como
fuere, en la segunda mitad del siglo XIX las Hermanas de la Caridad decidieron
que había llegado el momento de ocupar North Brother, y como solía ser habitual
en estos lugares tan alejados, se levantó un gran hospital destinado a albergar
a los enfermos de tuberculosis. Y como aquello funcionó como se esperaba, en
1885 el terreno fue adquirido por el consistorio de Nueva York, y sobre aquel
hospital se edificó otro más grande destinado a dar cobijo a enfermos de otras
dolencias especialmente contagiosas, como la diftería, la escarlatina o el
sarampión. Así pues, la pequeña isla se convirtió en una auténtica bomba
química a la que nadie quena acudir, y por lo tanto, tos horrores de otros enclaves
no tardaron en apropiarse del lugar. Y es que fue mucha la muerte que aquí se
produjo y demasiado el abandono al que se sometió a enfermos y a profesionales
de la mediana. Baste decir que hasta bien entrado el siglo XX las noticias
procedentes de North Brother eran conocidas gracias a un barco que de Pascuas a
Ramos fondeaba sus costas, ya que ni el telégrafo, ni mucho menos el teléfono,
llegaban hasta allí. Así. en condiciones de insalubridad manifiesta, con los
enfermos enfermando aún más de su dolencias, con una humedad que rondaba el
cien por cien y el frío ateriendo los huesos doloridos de los pacientes, fueron
muchas las ocasiones que tos grandes pabellones fueron calentados con el fuego
de estufas de leña, y no menos las que ese mismo fuego decidió extenderse,
provocando un número aún mayor de bajas. Y como es sabido que las desgracias
nunca vienen solas, con la llegada del nuevo siglo, en 1904, se produjo una de
esas tragedias que dejan huella. Un viejo barco de vapor, el General Slocum,
comenzó a arder cuando pasaba cerca de la costa de la isla, con tan mala
fortuna que pese a la cercanía de la misma, perecieron ahogados o quemados por
el virulento fuego más de mil pasajeros. Durante días la playa se llenó de
cadáveres que el mar iba devolviendo con cuentagotas, ofreciendo unas escenas
dantescas que fueron captadas por las cámaras fotográficas de varios
reporteros.
Con los años el lugar fue usado
como residencia de jóvenes soldados, que referían todo tipo de apariciones en
los largos pasillos del complejo, y más tarde, pasado el ecuador del siglo XX
como centro de tratamiento para diversas adicciones. Después, a partir de 1963,
la isla fue abandonada, y hoy día salvo los morbosos ávidos de emociones
fuertes, o tos pocos pescadores que se atreven a navegar sus aguas, pocos son
tos que llegan hasta aquí. Porque hay miedo a su historia envuelta de
claroscuros, y a quienes, a decir de la tradición, continúan paseando su pena
por la isla maldita de North Brother.
Hospital de North Brother.
Haití,
la isla de los
zombis
Haití es sinónimo de zombi, de
vudú mal interpretado; en muchas ocasiones de desconocímiento por parte del
occidental que se acerca a esta religión, una de las más antiguas de la
humanidad. Porque aquí la maldición durante años ha sido y sigue siendo el
miedo a acábar convertido en un muerto viviente, en un ser alienado condenado a
vagar con la conciencia rota durante toda tu existencia. Casos hay, como
recordaba Manuel Carballal en Grandes enigmas frente a la ciencia:
“Clarvius Narcisse murió en 1962.
Tras una sintomatologia creciente, Narcisso ingreso en el hospital haitiano
Albert Schweitzer, en Gonaives, un martes. Tenía nauseas, mareos, tos y
respiraba con dificultad .Al día siguiente entró en agonia y poco después moría.
Su certificado de defunción está firmado por tres médicos de dicho hospital El
cadáver de Narcisse fue enterrado y con el tiempo, olvidado. Sin embargo, en
1980 -18 años despues de morir- Clarvius Narcisse apareció en su antigua casa vivito
y coleando.
Excepcionalmente entre los
casos conocidos de zombis, Narcisse conservaba una cierta lucidez y la
capacidad de expresarse, y pudo explicar cómo había estado consciente durante
todo el tiempo que duro su muerte y entierro. Había escuchado a los médicos
certificar su defunción Había sentido la sabana cayendo sobre su cara al
considerarlo cadáver; había oído a su hermana llorar sobre su ataúd. Incluso
conservaba aún la venda en la cara provocada por un clavo que atravesó la tapa
del féretro rasgando su rostro Y después, el terrible silencio y la oscuridad
del cementerio. Fue entonces cuando, según contaba Narcisse, escuchó una voz
del bokor -el brujo vudú- pronunciando su nombre. Fue desenterrado y salvajemente
golpeado, y conducido a una plantación en Ravine-Trompette, en el otro extremo
del país. Tras la muerte de su amo, todos los zombis habían escapado vagando
sin rumbo por la isla”.
Aterrador, ¿verdad?
Alcatraz,
la
"Roca" de los aparecidos
Cuántas películas han utilizado
este lugar como plato para desarrollar su trama. Cuántos "ilustres"
forajidos han visto pudrir sus huesos entre estas rejas. Cuántos fenómenos
extraños han convertido a la prisión más carismática del planeta en uno de los
últimos destinos malditos...
Se sabe que debe el nombre a la
enorme cantidad de alcatraces que observaron los primeros españoles sobre su
superficie rocosa. Situada en la bahía de San Francisco, Alcatraz es un pedazo
de tierra estéril que, pese a todo, ha estado constantemente habitada dada su
situación privilegiada entre los EEUU y México. Y es que los múltiples
enfrentamientos entre ambos países la convirtieron en un punto estratégico de
primer nivel. Así pues, a partí r de 1850 la pequeña isla fue adquirida por el
ejército, y pronto se dieron a la construcción de una gran fortaleza, y del
faro que hoy día es icono del lugar.
Los primeros en disfrutar de
sus lóbregas estancias fueron los soldados de la Confederación apresados por
tos unionistas. La temblé humedad de sus sótanos, unida a la escasez de espacio
hicieron que quienes allí eran encerrados, acabaran sus días víctimas de
terribles dolores y de impronunciables enfermedades. De este modo, y dadas las
"virtudes* que parecía poseer de manera natural dicho enclave, a partir de
la década de los veinte del pasado siglo, y a la vista del aumento de la
criminalidad en las calles de las principales ciudades, se inició la
construcción de la célebre penitenciaria, en un lugar que había caído
prácticamente en el abandono total, salvo por la presencia del farero, que
hasta esos momentos habitaba sólo en la isla. Cuando las obras finalizaron los
criminales más temidos de los EEUU fueron llevados a Alcatraz. El lugar se
convirtió en un reducto de miserias, donde convivían rateros anónimos con
ilustres como el mismísimo Al Capone. Y aún así. Alcatraz no distinguía de
estratos sociales: si había que, pasar por el temido "agujero" -así
era conocida la celda de castigo-, se pasaba, "deleitando" al resto
de los prisioneros con una eterna melodía de gritos y lamentos. Por eso muchos
intentaron fugarse y no lo lograron; por eso muchos perdieron la cordura,
muriendo enloquecidos entre las paredes de esta cárcel inexpugnable.
Así fue hasta el año 1963,
cuando el Gobierno decidió cerrar sus puertas, para reabrirlas nueve años más
tarde, no como prisión, sino como idílico enclave que bajo el mando del
Servicio de Parques Nacionales ofrecía al turista una visita sin igual por sus
celdas y gaterías.
Y es que si el dolor puede
coger consistencia física, si queda adherido a las paredes del lugar en el que
se desencadena, Alcatraz es un talismán que durante décadas ha atraído tanto
sufrimiento, que son muchos los que defienden que en ocasiones, ese mismo dolor
encuentra una rendija por la que viajar desde un aterrador pasado hasta el
presente, manifestándose de múltiples formas. Por eso, cuando terminan las
visitas, cuando los pasos dejan de escucharse por sus largos pasillos y las
puertas se atrancan de nuevo, son otros los ruidos que pueden oírse; lamentos
de otro tiempo que se sirven del eco para extenderse veloces por todos los
rincones de la prisión. Por eso pocos se atreven a acercarse llegada la noche
al "agujero" 14D, porque allí siempre hace frío; porque las paredes
aparecen tomadas de un color rojo intenso que se reparte anárquicamente por su
estrecha superficie; porque son muchos los que sienten la presión del lugar,
como si decenas de ojos se estuvieran posando sobre el atrevido visitante sin
que allí, aparentemente, haya nadie. De éstos y otros fenómenos son testigos
privilegiados los guardas del parque, que en ocasiones han asegurado que, a las
apariciones fantasmales que recorren el lugar, lánguidas, sin prestar atención
a cuanto las rodea, hay que añadir extrañas melodías procedentes de viejas
cuerdas, quién sabe si las del banjo que solía tocar en su celda Al Capone,
dicho sea de paso, uno de los fantasmas más ilustres de la Roca.
Poveglia, la isla
de los muertos
Es una de las islas favoritas para
los amantes de las emociones fuertes. Hay que re-montarse al siglo XVI. la
época de las diferentes plagas que asolaron para comprobar que cuando la peste
negra hacia acto de presencia, ni el más rico ni el mejor disfrazado escapaban
de su mortífera presión.
En este marco de caos y devastación,
el gobierno veneciano tomó la determinación de llevar los cadáveres a la isla
de Poveglia. Fue tal el desplazamiento de cuerpos que en apenas unos meses se
desplazaron mes de ciento sesenta mil personas, de las cuales no todas estaban
muertas...
Y como esto lugar pareció
destinado a protagonizar una película de terror, si ya en su tiempo las
historias do espíritus que reclamaban venganza corrieron como la pólvora, con
lo llegada del siglo XX alguien tuvo la feliz idea de ubicar en este islote
abandonado un hospital psiquiátrico. Fue en el año 1922, y los cronistas
aseguran que los pobres locos, entre gritos desgarrados, aseguraban ver los espíritus
de los apestados. Asi, el director del centro, en un intento “piadoso” por curarlos de una enfermedad que
les hacia tener visiones, los sometió a todo tipo de tropelías. Con el tiempo
este médico, tras acabar con la vida de varios dementes, empezó a ver dichas
presencias, y un día, sin pensarlo dos veces, subió hasta la torre del hospital
y se arrojó al vacío con el rostro desencajado por el terror, asegurando según
los testigos, que “ellos” le perseguían.
Pascua y los
demonios nocturnos
Rapa Nui cambia según cae la
noche, y con las sombras también la expresión de los moai. Éstos, cuenta la tradición,
nacen en la forma de pequeños bustos, como un tateman de protección contra oigo
que no se ve pero en lo que se cree firmemente. El primero de estos
increíblemente feos personajes fue tallado por el sabio Tuu ko-iho a su vez
dignatario de la corte de Hotu Matua. El maestro, en una correría nocturno, se
topó de bruces con dos cuerpos descarnados, con los ojos muy abiertos,
durmiendo en una oquedad a plena luz del día. Eran los demonios Nuku-te-mangó e
Hitirau. que ajenos a la sorprendida mirada de Tuu-ko-iho descansaban
plácidamente, haciendo dudar a éste si había vida en aquellos cadáveres. El
maestro quedó tan horrorizado, que decidió tallarlos con la madera roja del
makoi, que es blanda y moldeable cuando se retiran las córtelas que la cubren.
Los demonios no se percataron de la visita, y siguieron durmiendo.
Entrada la noche, campaban a
sus anchas, y se dedicaban a robar, a atemorizar y en ocasiones a asesinar a
quienes se cruzaban en su camino, hasta que les plantaron la talla a imagen y
semejanza, y ya poco más pudieron hacer de malo. Hoy día no es complicado
observar que la creencia en estos demonios sigue vigente, ya que otro de los
remedios, quizá más económico, es el de dejar una luz encendida en la entrada,
porque la misma tradición asegura que los demonios no soportan tanta
luminosidad, y prefieren seguir camino entre Ias sombras. Ahora bien, por si
las moscas, se recomienda, pasada la medianoche, entrar en las casas de
espaldas. De lo contrario podemos llevar colgado uno de estos kava-kava que
como la maldición más secular de la isla nos hará la vida imposible.
La isla de las
muñecas
Cincuenta años atrás, Julián
Santana, hombre hosco, huraño y poco dado a mantener conversaciones
excesivamente largas, decidió que había llegado el momento de retirarse a su
pequeña chinampa, una isla flotante en Xochimilco (México), el lugar donde se
sentía más feliz.
La “maldición” se desencadenó
un día que la monotonía se vio rota por ti lamento de una niña que desde la laguna
cercana reclamaba ayuda. Poco después, la pequeña fue rescatada, pero nada se
pudo hacer por ella.
Julián con el paso de las jornadas
empezó a tener miedo a algo que ya no poseía cuerpo físico. Y así, para
protegerse de la maldición que como espada de Damocles pendía sobre su alma, intentó
crear un amuleto, una protección que le librase de las malas intenciones del
espíritu de la niña, que sin duda regresaría para hacerle la vida Imposible por
no haberle prestado ayuda antes. “¡Qué mejor que una muñeca!”, seguro que
pensó. Y así, durante décadas, un día tras otro, una semana tras otra, su
pequeña chinampa se fue llenando de
muñecas; unas grandes y otras pequeñas, algunas más grotescas que otras. Los
árboles, el amarre... Incluso su propia choza, acabaron siendo propiedad
paulatinamente de las nuevas habitantes de aquel lugar.
Habitantes que hoy día se
pueden contemplar en toda su horrorosa expresión, y que años atrás, a decir los
habitantes de la zona se llevaron al temeroso Santana al otro mundo. Y es que
el viejo apareció flotando en la laguna rodeado por sus queridas muñecas...
Bermudas,
el triángulo
maldito
Pocas islas hay más célebres,
misteriosas, y malditas, por qué no decirlo, que Bermudas, en el mar de los
Sargazos, don-de ya Colón reflejó en su diario que de la profundidad de sus
aguas surgían unas misteriosas luminosidades que hacían que el mar refulgiese
como si hubiese un sol bajo el mismo. Siglos después la ciencia desvelaría que
este fenómeno era a consecuencia de las reacciones químicas de las algas de
esta región. Pero soto pudo explicar este fenómeno: ni uno más...
Es a mediados del XX cuando se
empiezan a referir desapariciones en circunstancias anómalas de barcos. Sin
embargo no es hasta bien entrada la década de los cincuenta del siglo pasado
que se comienza a sospechar que allí pasa algo.
Fue el 16 de septiembre de 1950
cuando el periodista E. Jones fue enviado a las islas Bermudas para realizar
una investigación sobre la ruta que unía éstas con la península de Ronda,
intentando buscar una explicación a tanta desaparición. Pero las conclusiones a
las que llegó fueron pobres. Tuvieron que pasar dos años más para que,
siguiendo la estela de Jones, arribara al lugar el reportero de la revista Fate
George Sand. Él sí fue directo a la cuestión. Su artículo "Un misterio
marino nos acecha" ponía al fin sobre la mesa décadas de incógnitas, tras
las cuales se perfilaba una siniestra sombra...
Las informaciones fueron
saliendo con cuentagotas, al menos en los primeros años, desvelando lo difícil
que era investigar el asunto. De este modo, el primero en incluir a Puerto Rico
en lo que se denominó el "triángulo de la muerte" fue el escritor
Dale Tiler. Y poco después, en 1962, el periodista Vincent H. Gaddis utilizaría
en un artículo publicado en la revista Argosy la nominación que ha llegado
hasta nuestros días: el "triángulo de las Bermudas". Sin embargo
aquel que le daría una dimensión internacional fue el escritor de misterios varios
Charles C. Taylor, que en 1974 publicó dos best seller, El Triángulo de las
Bermudas y Sin Rastro.
Fue el 5 de diciembre de 1945
cuando se produjo la misteriosa desaparición de cinco aviones tipo Avenger JBM,
el conocido como "Vuelo 19", que ya forma parte de la historia de las
anomalías con letras mayúsculas. Esa mañana, como tantas otras, los aparatos
estaban preparados en su base de Fort Lauderdale. Florida, para realizar un
vuelo rutinario. Cuando el reloj marcaba las dos de la tarde, y tras comprobar
que todos los sistemas estaban en perfectas condiciones, tos aviones
despegaron. La hoja de ruta prevista para esa jomada consistía en adentrarse en
el Atlántico en dirección este, girar a norte y regresar. Y aquel que dirigía
la operación era el veterano teniente Charles C. Taylor, que antes de partir
había comprobado que el parte meteorológico era el previsto: buen tiempo en
toda la ruta. Junto a él despegaron catorce hombres, que estaban repartidos a
razón de tres por aparato.
La tranquilidad reinaba en el
ambiente; al menos los primeros 120 minutos. Pero a las 15.45 algo ocurrió;
algo que quedó registrado en torre de control de la base...
-Torre de control, torre de
control. ¡Esta es una emergencia! Nos hemos salido de la ruta. Parece que nos
hemos salido... Parece que nos hemos perdido. No estamos seguros de nuestra
posición. No avistamos tierra.
-¿Cuál es su posición?
-No estamos seguros.
Repetimos... no podemos ver tierra. No sabemos si estamos sobre el Atlántico o
sobre el Golfo.
-Tomen rumbo oeste... verán
tierra.
-No sabemos hacia dónde está el
oeste. Todo está mal. Es muy extraño. El mar está muy raro.
La comunicación cesó de manera
tajante, y durante minutos, salvo ruido, poco más se escuchó. Más tarde se
logró restablecer el contacto, apreciándose vagamente las conversaciones de los
pilotos entre ellos, y después, salvo el ruido de los motores, poco más... El
desconcierto se apoderó de los técnicos de la base, que no sabían qué estaba
ocurriendo. Hasta que. a eso de las cuatro, se volvió a escuchar a Taylor,
ahogado por la desesperación: 'No estamos seguros de nuestra posición. No
sabemos dónde estamos. Creo que a unos 360 Km al noroeste de la base".
Nuevo corte de las comunicaciones, y nueva frase: "El mar es muy extraño.
Parece que estamos sobre aguas lechosas".
A continuación el silencio
sobrecogió a tos presentes, hasta que minutos después se escucharon, ahora sí.
las últimas palabras de los desesperados pilotos: "Estamos completamente
perdidos. Y parece que...".
Recomponiendo la ruta que
habían llevado los Avengers, y barajando la idea de que hubiesen sido víctimas
de alguna turbulencia desconocida o de algún efecto meteorológico imprevisto,
estimaron que el último lugar desde el que establecieron contacto se hallaba a
160 km al noroeste de la base naval de Bannana River. de tal modo que para
emprender el rescate se recurrió a un hidroavión Martín Mariner especializado
en rescates anfibios. El enorme avión, tripulado por trece militares, no tardó
en entrar en contacto con los pilotos "desaparecidos". Y como
parecían hacer caso omiso a sus resonadores, el capitán de la nave transmitió
un aviso: "Estamos volando hacia ustedes para guiarles. ¿Qué altitud
tienen?". Primero el silencio, y después, una respuesta difícil de
interpretar: "¡No nos sigan!". El Martín Mariner continuó comunicando
con la base siete minutos más. Después, el silencio...
La maldición de
la isla de Oak
Es uno de los puntos más
emblemáticos en lo que a asuntos misteriosos se refiere. Su secreto permanece
vivo, pese a las múltiples expediciones que en los últimos dos siglos han
acudido a este islote de Nueva Escocia, dejando sangre, sudor y lágrimas.
Porque el pozo del tesoro, conectado a través de las capas freáticas con la
playa de Smith's Cove es sin duda la "caja de caudales" más segura
del planeta. Pero tamaña obra, ¿para qué? ¿Qué es lo que quiso proteger su
constructor, del que, dicho sea de paso, poco es lo que sabemos?
La historia da comienzo cuando
Daniel McGinnis, de 16 años de edad, John Smith, de 20 años, y Anthony Vaughn, de
13, descubrieron en el corazón de Oak un agujero escondido bajo la maleza. La
imaginación de los muchachos se desató, convencidos de haber encontrado el pozo
de un tesoro enterrado. Al día siguiente se reunieron en la plaza de Chester,
una pequeña localidad situada en la bahía canadiense de Mahone, con el
propósito de compartir el secreto con sus vecinos, pero nadie quena oír hablar
de tesoros escondidos en la isla maldita, donde la tradición popular advertía
que era el hogar de seres diabólicos y de luces infernales. No en vano, en el
pueblo todos recordaban el macabro episodio acaecido años atrás, cuando un
grupo de hombres partió en una barca para dar caza a las extrañas luces que
durante la madrugada eran vistas por las playas de Oak, como almas en pena, y
ja-más se volvió a saber de ellos.
Secuencias de los trabajos realizados en el pozo de Oak Island, para intentar sacar el tesoro que pertenece allí enterrado, protegido por la "maldición de los siete".
Tras no pocos escarceos y diez
años de espera, los tres jóvenes decidieron regresar al lugar. Durante esa
década John Smith había adquirido las propiedades que rodeaban el enclave. Y
llegó el gran día. Avalados por un filántropo de nombre Simeón lynds,
desembarcaron en la isla de Oak acompañados de un equipo técnico sin parangón.
El pozo se encontraba allí, solitario. Pese al tiempo transcurrido nadie parecía
haberlo visitado. No hubo prolegómenos. El primer paso fue drenar el todo
acumulado en el interior del agujero, confirmando, ahora sí, que nadie había
intentado horadar más ala de tos 6 m. La excavación continuó. A los 12 una
plataforma de roble cubierta de masilla les indicó que se encontraban en el
camino correcto. Y tres más abajo, una capa de carbón vegetal, una nueva
troncada, esta vez sellada con fibra de coco. Así se fueron sucediendo las
distintas etapas, a intervalos de tres metros. Hasta que legaron a los 27 m...
Se hizo el silencio. Un sonido metálico escapó desde el interior del pozo. Un
material de extrema dureza impedía continuar profundizando. Se trataba de una
piedra de 90 cm de largo por 30 de ancho. No sin cierta dificultad lograron
sacarla al exterior. Una vez iluminada por la luz del día se percataron de que
estaba grabada en toda su superficie con símbolos desconocidos. Posteriormente,
la piedra, tras sucesivos análisis reveló ser pórfido, mineral inexistente en
Norteamérica. Entonces, ¿quién se molestó en llevarlo hasta aquel recóndito
paraje? ¿Qué significado tenía la extraña escritura? Si bien es cierto que el
descubrimiento motivó que aquellos hombres no cejaran en el empeño de descubrir
el tesoro, no menos increíble resulta el tratamiento que se le dio a la tosa,
que acabó olvidada en la parte trasera de la chimenea de la casa que Smith se
construyó en Oak. Tuvieron que pasar varias décadas para que fuera rescatada de
nuevo. Y fue a raíz de una exposición celebrada en Halifax cinco décadas más
tarde, con el propósito de recaudar fondos para continuar las excavaciones,
cuando un profesor de idiomas creyó dar con la clave de tos caracteres de la
piedra: "Diez pies más abajo, dos millones de libras..."; y se
abrieron las puertas del infierno.
Años después, el profesor Barry
Fell, fundador de la Sociedad Epigráfica internacional. ofreció una
interpretación diferente del mensaje de la losa. El extraño alfabeto pertenecía
a un dialecto copto del área mediterránea, cuyo contenido era religioso. De
este modo y por vez primera se lanzó la hipótesis de que allí, en un tiempo
pasado piratas como Fracis Drake o William Kids hubieran enterrado sus
maravillosos tesoros. Pero es que además, habrían revestido el lugar de una
suerte de maldición que vendría a decir que hasta que no se vertiera la sangre
de siete desgraciados sobre el pozo de Oak, no se desvelaría el secreto que
encierra.
De momento ya van seis muertes,
y nadie parece querer ser el séptimo...
Taquile, la isla
del Karishiri
En el Titicaca, donde es fácil
observar la» sorprendentes islas flotantes de junco de los aymarás, estos se
protegen de los malos espíritus que merodean por la zona colocando las tumbas
de sus difuntos frente a las casas. Donde hay tierra santa, el mal no se atreve
a pisar. .. Y es que tales remedios de protección son necesarios cuando las
tradiciones del altiplano nos hablan de la existencia de seres que se debaten
entre la mas tenebrosa de las leyendas, y la más cruel de las realidades.
Porque aquí se cree en figuras como la del Karishiri, un siniestro personaje
que recorre las poblaciones que se apostan a las faldas del oscuro cerro Kapia,
en la parte peruana del lago, y en la cercana isla de Taquile, cuya
especialidad es la de secuestrar a niños y adultos para extraerles la grasa,
que días después se vende en los mercados de Desaguadero, ya en Bolivia.
Acercarse a las comunidades es
revivir el horror que despierta en unos y otros la presencia del monstruo, al
punto de que todos conocen a algún amigo, a algún fa-mikar que en tiempos
pasados tuvo un desafortunado encuentro con el terrible Karishiri.