sorprendentes, como los que lograron estos singulares sujetos. Aceptada la posibilidad de existencia de estos individuos, cabe la posibilidad de que hombres y
marina. A partir de aquí, la existencia de una
admisible.
Establecida la existencia de una raza de hombres marinos, Feijoo explica la existencia de tritones y nereidas, mitad hombre o
mujer y mitad
pez, mediante el apareamiento de los hombres marinos y los
peces.
Ya en nuestro siglo, el
doctor Gregorio Marañón volvió a interesarse por la leyenda del hombre pez de Liérganes, y en su
libro "Las ideas biológicas del
padre Feijoo" dedica un capítulo entero a la leyenda y a los argumentos presuntamente científicos que utilizó el ilustrado para justificar la existencia de los hombres marinos.
A partir de toda la
serie de
datos recogidos, Marañón formula la hipótesis de que Francisco de la Vega padeciese cretinismo,
enfermedad caracterizada por una detención del
desarrollo físico y mental y acompañada de deformaciones. Esta es la causa de que un buen
día el joven Francisco, "idiota y
casi mudo", abandonase su
lugar habitual de
residencia y vagase por
tierra o quizá por mar, "pero no nadando", hasta que se le localizó de nuevo en Cádiz. La coincidencia de que desapareciese bañándose y que se le localizase de nuevo en el mar, junto con la incapacidad del muchacho para
dar cualquier explicación, tejió la leyenda de los cincos años de vida marina.
La mudez, la tez blanca, el
pelo rojizo, la
piel escamosa -debido probablemente a la ictiosis-, la glotonería y el hecho de comerse las uñas, datos todos que aparecen en el relato del padre Feijoo, interpretados desde un punto de
vista clínico, no son sino síntomas de cretinismo, enfermedad endémica propia de regiones montañosas, y entonces frecuente en la
montaña santanderina.
La habilidad de Francisco de la Vega en la natación y su resistencia en las inmersiones, las explica Marañón a través de la insuficiencia tiroidea, con frecuencia ligada a las
personas que padecen ictiosis. Se ha podido comprobar experimentalmente que, cuanto menor es la
cantidad de tiroxina segregada, tanto menor es la necesidad de oxígeno, y por tanto mayor el
tiempo de resistencia del organismo a situaciones en que falta este elemento.
Representación pintoresca de un «obispo de mar».
De todos modos, después de leer la
historia de Feijoo y la explicación del doctor Marañón, se nos plantea una duda: Francisco de la Vega, ¿era realmente un cretino? Lo cierto es que no se dice nada de eso antes de la desaparición del muchacho en el
río de Bilbao, y tan sólo se alude a su silencio y locura después de su reaparición en Cádiz.
Aunque la interpretación del
suceso que ofrece Marañón es ingeniosa y parece dar una
respuesta lógica (dentro de la lógica científico- experimental típica del siglo XX) al fenómeno del hombre-pez, nuestro doctor,
muy prudentemente -como corresponde a todo buen espíritu científico- se
muestra abierto a valorar cualquier otra posible explicación que se pueda dar a tenor de
nuevos datos.
Los Mariños Y H. P. Lovecraft
Siguiendo en la línea de los
sucesos extraordinarios y leyendas tejidas en
tono a los hombres marinos no se puede
dejar de mencionar la historia de los mariños o marinhos gallegos, narrada en el siglo XVI por el
licenciado Luis de Molina en sus Descripción del Reino de Galicia y de las cosas notables (Mondoñedo, 1550) y por Antonio de Torquemada en el ya mencionado Jardín de flores curiosas.
Según
cuenta el licenciado Molina, un hidalgo pescó en la isla de Lobeira a una sirena. Cuidó de ella hasta que le cayeron las escamas, y entonces la tomó por esposa. Los hijos que tuvieron fueron
llamados mariños.
El relato que nos ofrece Torquemada es mucho menos romántico; cuenta que "andando una mujer
ribera de la mar,
entre una espesura de árboles, salió un hombre marino en tierra, y tomándola por la
fuerza, tuvo sus ayuntamientos libidinosos con ella, de los cuales quedó preñada, y este hombre o
pescado se volvió a la mar; y retornaba muchas veces al mismo lugar a buscar a esta mujer, pero sabiendo que le ponían trampas para capturarlo, desapareció. Cuando la mujer
vino a parir, aunque la criatura
era racional, no dejó de traer en si señales por lo que se supo era
verdad lo que decía que con el Tritón lo había tenido."
Es curiosa la
conexión entre esa leyenda de los mariños gallegos y
uno de los relatos del
escritor fantástico norteamericano Howard Phillips Lovecraft. En La Sombra
sobre Innsmouth,
sin duda una de las
mejores narraciones cortas de este autor, Lovecraft nos presenta una raza de seres, "mitad peces mitad batracios" -a quienes
llama profundos- capaces de reproducirse con seres humanos.
El relato nos cuenta la horrible experiencia de un hombre que va a parar a un extraño
pueblo costero, Innsmouth,
donde los profundos han logrado establecer
contacto con sus habitantes y dejar descendencia. Estos
descendientes humanos, si bien en un principio parecen por completo racionales,
poco a poco van sufriendo una metamorfosis, hasta que, tras adquirir el monstruoso aspecto de sus progenitores acuáticos, se lanzan a
vivir en el océano.
Es de suponer que Lovecraft se inspiró, para la creación de este relato, en alguna leyenda del folklore anglosajón, del que era un buen conocedor; es probable que utilizase ese substrato mítico ancestral,
presente en lo más oscuro de
nosotros mismos, como un elemento más para articular su peculiar narrativa de terror. Por otra parte, no hay que olvidar que el folklore anglosajón es una de las ramas de la
cultura céltica, del que los gallegos -y sus mariños- son representantes de lo más genuino...
Sea como sea, hay que reconocer que la solidez y la verosimilitud de las leyendas acerca de los hombres-pez sobrepasan en mucho las de otros fenómenos más o menos legendarios, por muy universales que éstos sean. Quizá la antiquísima atracción que el hombre experimenta hacia el mar se deba, después de todo, a unas
capacidades o a unas inclinaciones que todos poseemos inconscientemente, y que algunos privilegiados han logrado
desarrollar.
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