jueves, 15 de diciembre de 2016

Faros embrujados

LA LUZ QUE LOS NAVEGANTES ANHELAN EN SU VIAJE DE REGRESO A CASA ALUMBRA EL CAMINO EN MITAD DE LA MAREA. LOS FAROS LLEVAN GUIANDO AL HOMBRE DESDE LA ANTIGÜEDAD, SIN DEJAR DE HACER SEÑALES A TIERRA.ALGUNAS DE ESTAS TORRES LUMINISCENTES GUARDAN EN SU INTERIOR LA MEMORIA DEL AGUA Y ALGO MÁS: HISTORIAS TERRIBLES DE EMBRUJOS Y FANTASMAS.

Estados Unidos encabeza el ranking de países con los faros más embrujados del mundo. El espíritu americano, lejos de avergonzarse ante las historias de fantasmas, se esfuerza por investigarlas, documentarlas y divulgarlas, incluso a través de órganos turísticos estatales, conscientes de que pertenecen al patrimonio oral de la nación. Gracias a esa valiosa labor de rescate, sabemos que los faros son algo más que meras balizas marítimas, y guardan historias tan fascinantes como espeluznantes. Crímenes sin castigo, fantasmas, muertes inexplicables, tragedias, poltergeist o habitáculos prohibidos, como el de la famosa “habitación del norte” de  a casa del guardián del faro de Currituck, que lleva alumbrando oleajes des e 1875. Su aspecto, todo un ejemplo de arquitectura gótica victoriana, no deja indiferente.




Hubo un tiempo en el que estuvo ocupado por distintas generaciones de fareros que vivían en la casa habilitada para los guardianes de estas luminarias. La familia de la pequeña Sadie Johnson fue la primera en vivir a pie de faro. Su habitación era la conocida como “la habitación del norte”. Pero un día la niña no volvió a casa. Sus padres se lanzaron a una búsqueda desesperada. Al día siguiente encontraron su cadáver en la orilla. Se había ahogado. Ya no habría más juegos en la arena junto a la playa. Por aquel entonces todos asumieron que había sido sólo un accidente, pero a la de Sadie le seguiría un reguero de muertes que darían paso a la leyenda negra. La siguiente víctima fue una amiga de la esposa del dián, que había acudido de visita. Se quedó a dormir en la “habitación del norte”. Y sin saber cómo ni por qué, cayó enferma, de forma inexplicable. Nadie supo qué afección la taba arrastrando en su agonía, y lo cierto es que murió sin que nadie pudiera desvelar el secreto de su enfermedad. También falleció en aquella misma habitación otra mujer, la posa del último farero que vivió allí, tras un largo periodo de confinamiento y cuarentena, a causa de la tuberculosis. ¿Casualidad o maldición? Sea como fuere, el Faro de Currituck figura como uno de los lugares más encantados de toda la región de Outer Banks, pues según aseguran, hay pocas personas capaces de resistir el zarpazo espectral que se iente al entrar en “la habitación del norte”. Hoy ya no vive nadie en la casa del guardián, pues las luces del faro iluminan la costa de forma automática. Sin embargo, algunos técnicos de mantenimiento que acudieron a realizar trabajos en la casa e ignoraban la historia del lugar, se negaban a entrar en el cuarto maldito y no terminaban de sentirse a sto. Una especie de inquietud irracional les robaba la calma y les hacía evitar la recámara citada. En la actualidad, el Faro de Currituck está abierto al público, recibe y otea los eventos que se organizan a su idílico alrededor. Sin embargo, muchos visitantes rehúsan entrar en esa misma habitación que permanece abierta, y que siempre parece ida en las tinieblas. Sienten que una presencia hostil impregna la estancia. Algunos están convencidos de que es el espíritu de la pequeña Sadie, la hija del farero que murió ahogada en los brazos del mar. Otros aseguran que Sadie fue tan sólo una víctima del “verdadero” fantasma del faro de Currituck, un espíritu maléfico identificado con el alma del asmísimo faro. Atrás quedaron los tiempos en que allí se prendía la llama con aceite, y el mecanismo de rotación era manual y requería de un sistema de pesos que el farero había e mover cada dos horas y media para que los haces de luz parpadeasen. Ninguna otra familia ha vuelto a vivir allí, y tal vez sea lo mejor.

EL FARO DE
LOS SUICIDAS

Pocos saben que en España, concretamente en las Islas Canarias, tenemos uno de los faros más embrujados del mundo, aunque no aparezca en las guías de lugares encantados. Pero David Caballero, Sary Rodríguez y Eva Serena, del grupo Gran Canaria Paranormal, sí lo saben. Se trata del Faro de Punta de Arinaga, una antigua construcción de finales del siglo XIX. Contactamos con David Caballero para que nos diera detalles sobre este enigmático emplazamiento. ¿Qué secretos esconde? “Un día íbamos paseando mi novia y yo por el paseo marítimo, y ella empezó a ver presencias de sombras que iban caminando hacia el faro, y cuando llegaban allí, se precipitaban al vacío”. ¿Por qué se suicidaban aquellas sombras en aquel bucle sin fin? No lo sabían, pero cada vez que pasaban por allí, la novia de David Caballero, veía estas sombras. Decidieron ahondar un poco y hablaron con dos vigilantes que solían trabajar allí alternando los turnos. “Los dos habían visto presencias”, contaba David Caballero. “Uno de ellos era un hombre con la cara cuarteada que iba caminando hacia el faro y de repente desapareció delante de sus propios ojos”, explicaba. “El otro vio a una señora. Eran sobre las cinco de la mañana. La vio dos veces. Él se asomaba y la veía por la parte de abajo, en la zona de la carretera del faro, por la valla. Intentó hablar, llamar su atención, conversar con ella, pero parecía no oírle. Le ignoraba. Las dos veces que la vio pasó lo mismo: la señora acababa desvaneciéndose. Desaparecía”.




El faro de Currituck ha sido testigo de todo un reguero de muertes desde que la pequeña Sadie Johnson, hija de la primera familia que residió en él, muriera ahogada en las inmediaciones del mismo.


LOS FANTASMAS DEL FARO DE OWLS HEAD

La revista Coastal Living lo situó a la cabeza de la lista de los faros más encantados de los Estados Unidos y tenían motivos para hacerlo. Según rezan los testimonios, se entra habitado por varios fantasmas, dos de ellos bien conocidos por los lugareños. Se trata de la “Pequeña Dama” –Little Lady– y el fantasma del guardián del faro. La Pequeña Dama suele aparecerse en la cocina de la casa del farero, o asomada a la ventana. Le gusta hacerse notar a través de diversos fenómenos poltergeist de lo más perturbadores: portazos en que nadie pueda achacarlos al viento y traqueteo de cubiertos que parecen bailar solos. A pesar de estas manifestaciones, los que la conocen aseguran que la Pequeña Dama no es un espíritu maligno, sino un ser que desprende un gran sentimiento de paz cuando hace acto de presencia. El fantasma del guardián del faro, por su parte, se niega a abandonar la luminaria. Dicen que volvió de la tumba para seguir cuidando la torre. El historiador Bill O. Thompson dijo en una ocasión que cuando llueve o nieva aparecen unas extrañas pisadas de botas enormes en el suelo. Es fácil seguirlas por la rampa, en dirección al faro. Lo curioso es que al llegar allí, uno se da cuenta de que alguien ha pulido el latón y limpiado las lentes. “El farero típico que solía vivir allí en otros tiempos era un devoto trabajador”, decía Thompson, “amaba su faro y no quería que le pasara nada. Es normal, los fareros sabían que si algo fallaba, si se rompía el mecanismo o no funcionaba como debía la luz, podía ocurrir un desastre. Así que nunca querían dejar su puesto. Creo que a veces, cuando mueren, sus espíritus se quedan”. 



La Pequeña Dama es una habitual visitante del faro de Owls Head, al igual que el otro espectro que se hace notar en su interior, el de un antiguo guardián del mismo. 

Una de las preguntas más frecuentes que las familias que han vivido junto al faro se han hecho es: ¿quién está durmiendo en mi cama? Al parecer los moradores sentían cómo alguien se sentaba o tumbaba junto a ellos, pero cuando miraban, ¡no había nadie! Un escalofrío indescriptible recorría entonces todo su cuerpo. Es un fenómeno que, de acuerdo a los testimonios, no ha dejado de repetirse. El más documentado fue el de Denise Germann, la esposa de uno de los vigilantes del faro. Germann trabaja en el Camden National Bank y en el año 2006 relató lo que había vivido en Owls Head en la primera mitad de la década de los 80, durante la cual pasó cinco años de su vida habitando el faro. Todo empezó, dicen, una oscura noche de tormenta, coincidiendo con una época en la que estaban realizando unas obras de renovación del faro y la casa. “Acabábamos de irnos a la cama. Podía oír cómo aullaba el viento”. Su marido Andy se levantó de la cama para cerciorarse de que los materiales de construcción que había en el exterior estaban asegurados. “Yo me di la vuelta hacia mi lado de la cama, y entonces sentí que él había vuelto al lecho”.  Germann le preguntó a su marido qué tal le había ido con los materiales de la obra, pero no obtuvo respuesta. Entonces se dio la vuelta, pero allí no había nadie, y lo más escalofriante de todo era que “había una huella de un cuerpo junto a mí, y esa forma que se dibujaba sobre el colchón, se estaba moviendo. La cosa es que no me asusté. Soy una persona bastante realista y práctica. No bebo, ni tomo drogas”. Germann reaccionó como una persona valiente. Le pidió a aquella cosa invisible que se había tumbado junto a ella en la cama y se estaba moviendo que la dejara dormir tranquila: “Para, estoy tratando de dormir”, le dijo. En su relato, aseguró que estaba segura de lo que vio: “Estoy segura de que no fue un sueño”. Pero la historia no acaba aquí. A la mañana siguiente, cuando el matrimonio se despertó, se dijeron el uno al otro al unísono: “Anoche me pasó una cosa rarísima”. Prácticamente se pelearon por ver quién de los dos contaba su anécdota primero.
Lo que le pasó a Andy es que cuando se levantó de la cama en mitad de la noche, vio “una nube de humo flotando sobre el suelo yendo hacia él, le atravesó, y se metió en nuestra habitación”, rememoraba Germann. Andy pensó que se estaba quemando algo, así que inspeccionó toda la casa en busca del foco del fuego, pero no encontró absolutamente nada.
A finales de los 80, otro matrimonio se trasladó a vivir a Owls Head. Malcom Rouse, así se llamaba él, también tenía un catálogo de experiencias sobrenaturales que exponer en relación a su estancia en aquel lugar. “Mi esposa siempre decía que si mirabas hacia la habitación, la que da hacia Rockland, se podía ver la silueta de una persona vestida de blanco”. Parece que la esposa de Rouse no era la única sensitiva de la familia. Su hijo Willie se despertaba muchas veces en mitad de la noche y veía a una mujer sentada en la silla. Una vez, Rouse iba en mitad de una tormenta de nieve con un guardacostas de camino al faro para encenderlo, cuando vieron unas huellas que desaparecían justo a mitad de camino. Les pareció algo absolutamente asombroso. El matrimonio compuesto por Kevin y Jodie Stancliff, de los más recientes en morar allí, también manifestó ciertos hechos que, a su juicio, eran, cuanto menos, extraños: “Nos han pasado cosas raras”. Se refería a bombillas que se funden sin estar fundidas en elmecanismo, sonidos extraños, y un termostato que se ajusta solo, sin que lo manipulen, como si alguien estuviera regulando la temperatura. Por su parte, el encargado delMuelle de Pesca de Rockland, Al Gourde, recordó una vez en la que su cuñada estaba de visita y ambos vieron una calabaza de plástico de Halloween girando sobre sí misma en el suelo “durante un minuto”. Gourde también recordó que en los años 70 su mujer sintió que alguien la tocaba en la cama, y no era precisamente la mano de su marido. “Yo estaba allí, pero no fui yo”, aseguraba Gourde. Existe otro dato interesante, relativo a una niña que, al ser menor, mantendremos en el anonimato. Esta niña vivía en el faro con sus padres, los guardianes de la luz. La pequeña contaba tres años cuando sus padres la sorprendieron hablando de un viejo marinero que se paseaba por los alrededores de Owls Head, un hombre, un amigo imaginario que sólo ella podía ver, con el que siguió hablando durante muchos años, y que la avisaba en las noches de peligro para que advirtiera a su padre de que debía poner la alarma de niebla.



Sobre estas líneas, interior del faro de Owls Head cuyo espectral antiguo farero regresó de la tumba para poder seguir cuidándolo y, dicen, hoy se se niega a abandonarlo.






LAS DESAPARICIONES DEGREAT ISAAC CAY

En 1969 los fareros que cuidaban el Faro de Cayo Isaac Grande desaparecieron sin dejar rastro. La torre, situada en una pequeña isla de las Bahamas, un área de influencia del denominado Triángulo de las Bermudas, se encuentra en ruinas. La casa de los guardianes, la cisterna y otros edificios anexos también se encuentran en estado de total abandono. El motivo por el que se erigió este faro en 1859 fue sencillo: la zona era muy peligrosa y acumulaba ya demasiados naufragios. Fue precisamente a causa de una de estas zozobras decimonónicas cuando toda la tripulación de un barco pereció entre las garras del mar. Sólo logró salvarse una niña, y dicen que el espíritu de su madre vaga en las noches de luna llena aullando de dolor. Se la conoce como La Dama de Gris. ¿Cuentos de marineros para no dormir? Tal vez. Lo cierto es que los fareros que a finales de los 60 se trasladaron a trabajar allí no se amilanaron. ¿O tal vez sí? Quién sabe lo que vieron sus ojos durante los años que estuvieron trabajando allí, pero un buen día, quizá el último día de sus vidas, sí que vieron algo realmente extraño, y así quedó constatado en los archivos oficiales. Vieron unas luces extrañas de movimiento errático. ¿Qué era aquello? No lo sabían, pero empezaron a mandar informes sobre el evento. Tras la recepción de los mismos, los guardacostas intentaron comunicarse con ellos. Nada. Sin respuesta. ¿Por qué no respondían los fareros? Extrañados y preocupados, enviaron un buque a investigar los hechos y a averiguar qué estaba pasando. La embarcación arribó el 4 de agosto de 1969, pero allí no había nadie. Los guardianes del faro, sencillamente, se habían esfumado. Todo estaba intacto. No faltaba nada. Allí seguían todos sus efectos personales, la comida, la ropa… ¿Y ellos? ¿Qué pudo haberles sucedido? Algunos piensan que pudieron perecer por los envites del Huracán Anna, que al parecer pasó muy cerca del allí durante los días 1 y 2 de agosto de 1969. Pero si se desencadenó una tormenta tan fuerte, ¿por qué decidieron abandonar la seguridad y protección que les brindaba el faro? ¿Por qué se expusieron saliendo al exterior? Otros aseguran que fueron una víctima más de las misteriosas fuerzas del Triángulo de las Bermudas; mientras que algunos se decantan por la teoría de la abducción OVNI. Existen ciertos rumores de que la Oficina de Inteligencia Naval mandó un equipo un tanto bizarro a investigar la zona, compuesto por científicos y ufólogos. ¿Qué esperaban encontrar? ¿Sospechaban algo? ¿Disponían de una información privilegiada? Después de aquello fue difícil encontrar otros fareros dispuestos a permanecer en la solitaria isla, y justo al año siguiente, lo automatizaron. Estuvo funcionando hasta el año 2000. Si alguno de nuestros lectores quiere visitar el área, necesitará agenciarse un bote para recorrer las 20 millas que la separan del North Bimini Island. Podrá recorrer todo el complejo en ruinas, pero le será imposible subir al faro, pues las autoridades cegaron las escaleras interiores para bloquear el acceso.






> PARA
SABER MÁS
En Los
misterios
del mar, el
escritor José
Manuel García
Bautista recorre
los grandes
enigmas que
encierran todo
aquello que los
faros vigilan.

FUENTE: Revista Española ENIGMAS Nº 253, Diciembre de 2016.