martes, 29 de octubre de 2013

Vida en Marte

¿Hay otros
seres vivos en
el Universo?

Sólo en la Vía Láctea, la galaxia que alberga al Sistema Solar, hay 300.000 millones de estrellas y cada una está orbitada por dos o más planetas. La posibilidad de que los científicos hallen vida en otros mundos es cada vez mayor.


La esperanza de encontrar vida más allá de la Tierra es ante­rior a las nove­las de ciencia ficción y los efectos especiales de la industria cinematográfi­ca. Hace ya más de dos mil años, algunos filósofos griegos pensaban que no podíamos estar solos en el inmenso, inabarcable Universo. Se pre­guntaban si era factible que hubiera vida en otros mundos fuera de la Tierra. Y muchos se respondían que sí. Para Epicuro (341-270 a. C.) era una cuestión de princi­pios: creía que debería haber planetas alrededor de cada estrella: "Hay infinitos mun­dos similares y diferentes al nuestro".
A lo largo de los siglos, Mer­curio, Venus, Marte, Júpiter y Saturno (a los cuales se agregarían luego Urano, Neptuno y Plutón) se sumaron a la lista de planetas conocidos, todos ellos dentro del Sistema Solar del que forma parte la Tierra. De aquellos primeros cinco planetas cercanos, ubicados en la Vía Láctea, en la actuali­dad se llegó a calcular que la cantidad de planetas existen­tes en el Universo es de 1021. Es decir, 10 multiplicado 21 veces por sí mismo. La gran revolución que con­venció al ser humano de que era posible hallar vida en otros mundos nació cuando en 1543 se publica De revolutionibus orbium coelestium (Sobre el movimiento de las esferas ce­lestiales), la obra de Nicolás Copérnico que plantea el siste­ma heliocéntrico. Fue enton­ces que comenzó el principio del fin de la hegemonía de la idea aristotélica de la Tierra como centro del Universo. Y entonces, sí, los interrogantes acerca de cuan única es la vida terrestre se multiplicaron y, poco a poco, comenzaron a tener algunas respuestas. Fue a principios del siglo xx que los astrónomos empeza­ron a preguntarse con insis­tencia si existirían otros pla­netas en torno de las estrellas más cercanas. Como el Sol es una estrella más en nuestra galaxia, la Vía Láctea, nada impediría que hubiera nume­rosos sistemas solares simila­res al que integra la Tierra. De hecho, la galaxia tiene 300.000 millones de estrellas y es tan sólo una entre cientos de millones en el Universo. El razonamiento es lógico: al­guien o algo más debe haber allí afuera.

EL MISTERIO DE LA VIDA
El problema, por ahora, es dar con el modo de hallar a alguien o algo entre los 10'° planetas similares a la Tierra que los modelos estadísticos predicen que existen sólo en la Vía Láctea. ¿Y cómo saber que se está frente a un ser vivo y extraterrestre? En tér­minos biológicos, se considera que los seres vivos se caracte­rizan por la reproducción, la evolución a partir de mutacio­nes genéticas y la adaptación, además de la autorregulación con respecto al medio ambiente, para asegurar el desarrollo y la supervivencia de esa forma de vida. Esta definición responde a lo que es la vida dentro del pla­neta Tierra, la única que el ser humano conoce hasta el momento. En principio, nada impediría que la vida tuviera características totalmente diferentes, inimaginables por ahora para los terrícolas. Los científicos que buscan vida extraterrestre conside­ran que esos seres deberían habitar un ambiente con algu­nas características similares a las de la Tierra y que permi­tan la aparición de la vida. Por eso se buscan indicios de la existencia de agua en estado líquido.
De todos modos, algunos cien­tíficos han sugerido la posibi­lidad de que existan formas de vida que se reproduzcan en otro tipo de solvente, teniendo en cuenta que hay compues­tos químicos capaces de man­tener su estado líquido a dife­rentes temperaturas, con lo cual podrían estar presentes en planetas ubicados a distin­tas distancias respecto de su estrella. Otra presencia clave para
detectar vida es el carbono, uno de los elementos más abundantes del Universo y el primordial de la vida tal cual se la conoce en la Tierra, dado que es la base de todas las moléculas orgánicas. Muchas son las preguntas que guían los pasos de los seres humanos hacia la respuesta final, esa que confirme o des­mienta si la vida es propiedad exclusiva de la Tierra o una versión más de un "catálogo" desconocido hasta ahora.

¿HAY ALGUIEN ALLÍ?
La pregunta sigue siendo tan profunda como cuando se planteó las primeras veces,
hace miles de años: ¿Estamos solos en un cosmos frío e im­personal? ¿Hay otros mundos habitables, más allá del nues­tro? ¿Cómo y por qué empezó la vida en la Tierra? El primer lugar al que los científicos mi­ran, por ser el más cercano, el que tuvo un origen común, es el Sistema Solar. Como hace siglos, la búsqueda empieza por Marte, el planeta rojo. Es el que más se parece a la Tierra, con una densa atmósfera que lo cubrió en un pasado remoto, una extensión de los días similar y rastros de presencia de agua. Hasta el momento, se halló hielo en los polos del planeta, dentro de algunos cráteres y cerca de la superficie en latitudes medias. A pesar de que los científicos tengan muchas evi­dencias de que el agua líquida formó en el pasado grandes océanos, con tanta fuerza que hasta trazó y cavó valles, hasta ahora no se ha podido comprobar si todavía existe. En el año 2000, investigado­res de la NASA en conjunto con científicos de la empresa Malin Space Systems, espe­cializada en el análisis de foto­grafías espaciales, llegaron a la conclusión de que existe agua líquida en el subsuelo. El robot que llegará al planeta rojo este año también lleva
una cámara diseñada por Malin para obtener detalladas imágenes que puedan revelar más precisiones sobre los barrancos y zonas de escurrimiento.

 

EVIDENCIAS
Los norteamericanos Michael Malin y Kenneth Edgett analizaron las imá­genes en alta resolución tomadas por la nave Mors Gíoba! Surveyor y conclu­yeron que se filtró agua líquida desde la superficie al subsuelo marciano.

 

POSIBILIDADES
La mayoría de los exoplanetas se han detectado cuan­do pasan frente a su estre­lla u otra fuente de radia­ción cósmica. Si fuera posi­ble observar todo el cielo, habría unos 400.000 plane­tas similares a la Tierra y candidatos a albergar vida.

Recientemente, imágenes de la superficie marciana mos­traron delgadas rayas oscuras que aparecen en algunas pen­dientes durante los meses calurosos y que desaparecen en invierno. En algunos casos, esas líneas aumentan hasta 200 m en apenas dos meses, y emergen solamente en los laterales de cráteres volcáni­cos cuando sube la tempera­tura ambiental. Como resulta­do de estos hallazgos, los cien-
tíficos creen que estos rastros pueden ser consecuencia de la presencia de agua líquida que está fluyendo actualmente en suelo marciano. Si pudiera comprobarse que Marte tiene agua líquida, la posibilidad de que albergue vida y de que los seres huma­nos fueran al planeta rojo a habitarlo se fortalecerían. Porque, con apenas un puña­do de excepciones, el agua es necesaria para la vida tal y como la conocemos en la Tie­rra. El agua es el medio que facilita que las moléculas orgánicas se muevan, circulen y se choquen las unas con las otras hasta formar moléculas
compuestas y, de allí en más, células vivas.



Los mundos más allá del Sol
Primero se pensó que la Tierra era el centro del Universo y que solo había planetas en nuestro Sistema Solar. Hoy se sabe que hay más de 100.000 millones de galaxias y que la Vía Láctea, donde reside la Tierra, es una de ellas. Ya se descubrieron decenas de planetas extrasolares que podrían albergar vida.

 


MÁS ALLÁ DE LO CONOCIDO
De allí que las exploraciones en busca de agua sean las que guían el rastreo de vida por parte de los científicos. Ade­más de Marte, los objetivos actuales son Júpiter y Satur­no. En el primer caso, las lunas jupiterinas (Europa, Ganímedes y Caliste) fueron exploradas por misiones espa­ciales entre los años 1979 y 2003: Voyager primero y Gali-leo después. Con la excepción de lo, satélite que está muy próximo a Júpiter y que es territorio de un vulcanismo activo, las otras lunas están cubiertas de una capa de hielo. Europa, el segundo satélite galileano de Júpiter, es el más interesante por­que tendría las condiciones necesarias como para poseer energía inter­na, la suficiente como para que haya agua líquida.
Titán, la luna más grande de Saturno, es la única que posee una atmósfera que, como en la Tierra, consiste en hidrógeno molecular y además tiene una presión de superficie de 15 bars, cercana a la de la atmósfera terrestre. La roca de Saturno aparece como un laboratorio único para la química pre-biótica, y podría ayudar a los científi­cos a comprender cómo se desarrolló la vida en la Tierra. Aunque hay enor­mes diferencias: Titán tiene una tem­peratura muy baja que reduce mucho las reacciones químicas, y una estructura planetaria interna muy diferente de la terrestre.
Sin embargo, y más allá de las previ­siones, la exploración del cosmos siempre depara sorpresas. Una de ellas es Encédalo, una de las lunas de Saturno, que hasta poco tiempo atrás se pensaba era una masa fría y muer­ta, y sin embargo tiene actividad vol­cánica. La sonda Cassini-Huygens halló nubes de vapor de agua en el polo sur del satélite y señales de hielo evaporado que es, casi seguramente, el que provee ese vapor acuoso que comprende el 65 % de la atmósfera (con otro 20 % de hidrógeno molecu­lar). Como resultado de los hallazgos, los científicos creen que hay posibili­dades de que la luna de Saturno esconda reservónos de agua líquida bajo la superficie helada.

LAS OTRAS TIERRAS
La búsqueda de vida, sin embargo, no se limita a los planetas del Sistema So­lar, sino que abarca a los planetas extrasolares o exoplanetas, que orbitan en torno a sus respectivas estrellas. Los más interesantes son los que se encuentran en la zona habitable alre­dedor de una estrella, es decir, la región en la cual un planeta semejan­te a la Tierra podría tener agua líqui-
da. ¿Qué es un planeta semejante a la Tierra? En primer término, uno de un tamaño no muy diferente del terres­tre, que esté tan lejos de su estrella central como la Tierra lo está del Sol. En 1995, Michel Major y Didier Queloz anunciaron el descubrimiento del pri­mer exoplaneta que orbitaba una es­trella de tipo solar, en sus primeras fases de formación. Lo bautizaron 51 pegasi b.
En poco más de 15 años, los planetas extrasolares detectados pasaron a sumar más de 560, y semana tras semana hay indicios de uno nuevo. Los hallazgos más prometedores hasta ahora han sido los de las deno­minadas supertierras, planetas presumiblemente rocosos que tienen una masa hasta tres veces mayor que la Tierra y que pueden pesar 10 veces más que ella.
Entre los descubrimientos abundan los planetas gigantes gaseosos al esti­lo de Júpiter, donde la vida (al menos tal y como se la conoce en la Tierra) no es del todo factible. Muchos de esos cuerpos celestes están demasia­do cerca de su estrella eje, muchos otros tienen órbitas mucho más elípti­cas que las de los planetas que se mueven alrededor del Sol. Pero otros tienen cierta semejanza con el Sistema Solar. Científicos de la NASA anunciaron en febrero de 2011 haber descubierto seis planetas cons­tituidos por una mezcla de roca y gases que orbitan una estrella única, denominada Kepler-11, ubicada a 2.000 años luz de la Tierra, en la cons­telación de Cygnus. En este sistema están puestas muchas de las esperan­zas de los científicos. Todos sus plane­tas tienen órbitas casi circulares como el nuestro, se encuentran muy cerca de su estrella y aparentemente contienen gases en sus atmósferas. Al momento de ser descubierto, los cien­tíficos no creían que este tipo de siste­mas planetarios pudiera existir. El tiempo de los descubrimientos galácticos se acelera. La vida extrate-rrestre nunca pareció más posible que hoy, cuando el viaje humano a Marte se acerca.


Nicolás Copérnico
1473-1543
Matemático, físico, jurista, clérigo católico y economista, el polaco Nicolás Copórnico desarrolló la pri­mera teoría heliocéntrica del Sistema Solar. Según postuló el fundador de la astronomía, el Sol se encuentra en el centro del Universo y la Tierra gira en torno a él.

 

MODELO HELIOCÉNTRICO
Mercurio. Venus, la Tierra y la Luna, Marte, Júpiter y Saturno fueron descritos por primera vez en órbita alrededor del Sol.

Carl Sagan
1934-1996
El astrónomo y divulgador científico estadounidense Carl Sagan sostuvo que debía haber otros planetas con vida en el Universo y concibió la idea de enviar un mensaje inaltera­ble al espacio más allá del Sistema Solar, que pudiera ser entendido por una posible civilización extraterrestre que lo interceptara en el futuro.

 

INTELIGENCIA EXTRATERRESTRE
Sagan sostenía que era posible encontrarla entre los billones y billones de estrellas del Universo.

Galileo Galilei
1564-1642
Astrónomo, filósofo, matemático y físico, el italiano construyó el primer telescopio en 1609, con el que pudo observar la Luna y descubrir sus montañas. Además analizó la Via Láctea, vio las manchas del Sol y observó los anillos de Saturno. En enero de 1610 encontró cuatro astros en tomo del planeta Júpiter, que son los que actualmente se conocen como satélites galileanos: Calixto, Europa, lo y Ganfmedes.
A partir de sus minuciosas observaciones, concluyó que el siste­ma de Júpiter es un modelo del Sistema Solar, y que el Universo no gira en torno de la Tierra sino que es la Tierra la que gira alre­dedor de una estrella *el Sol-, lo que puso en crisis el sistema aristotélico que sostenía la existencia de un cosmos geocéntri­ca Su obra Diálogo sobre los dos máximos sistemas del mundo ptolemaico y copernicano generó polémica por apoyar el heliocentrismo fundado inicialmente por Copérnico. Por ello, se lo condenó a prisión perpetua en 1633 y debió abjurar públicamente de sus ideas hasta su muerte. Reivindicado como un eminente hombre del Renacimiento, en la actualidad se lo considera el padre de la ciencia moderna por su enfoque experimental y matemático de los cielos y la naturaleza.

PIONERO. Realizó las primeras observa­ciones científicas con un telescopio y descubrió las lunas de Júpiter y los ani­llos de Saturno.


“Observé otros cuer­pos celestes
 tanto estrellas fijas como planetas."

Johannes Kepler
1571-1630
Alemán de nacimiento, fue autor de las teorías que describen el movimiento tic los planetas sobre su órbita y también alrededor del Sol. Fue colaborador del matemático Tycho Brahe, considerado el más grande observador del ciclo antes de la invención del telescopio. Kepler formuló las tres leyes que rigen el movimiento de los planetas: todos ellos tienen movimientos elípticos alrededor del Sol; las áreas barridas por los radios de los planetas son proporcionales al tiempo empleado en recorrer el perímetro de dichas áreas, y el cuadrado de los períodos de su órbita de los planetas es proporcional al cubo de la distancia promedio al Sol.


CÁLCULOS. Gran matemático. Kepler demostró que los planetas solares se mueven en órbitas geométricamente elípticas alrededor del Sol.



Misiones a Marte
Desde el año 1960, se enviaron 40 misiones internacionales al planeta rojo, muchas de las cuales fallaron. Algunas naves simplemente sobrevolaron el planeta, mientras otras descendieron. En el futuro, la explo­ración rebotica dará paso a naves capaces de ir y volver a la Tierra con seres humanos a bordo

 


¿Hallaron agua
en la superficie
de Marte?

Es el mejor candidato del Sistema Solar para albergar seres vivos, especialmente en cuanto a los microscópicos. Los científicos rastrean líquidos y moléculas de carbono como indicios posibles. Ya descubrieron hielos y océanos.


Como la Tierra, Marte posee casquetes polares conge­lados y nubes en la atmósfe­ra, diferentes estaciones cli­máticas, volcanes y cañones. Recientes fotos revelaron, además, que hay agua saluda muy cerní de la superficie rojiza.
Sin embargo, las condiciones de vida marcianas son muy diferentes de las terrestres. Marte es rocoso, frío y estéril, más allá de mostrar un rosado cielo de ensueño. Sin capa de ozono, nada filtra los rayos ultravioleta provenientes del cosmos. Escaso de oxígeno y gravedad, y con un campo electromagnético menor del de la Tierra, los científicos sos­tienen que no hay en Marte, hoy por hoy, algo parecido a un ser humano. Pero ¿qué ocurrió en el pasado? ¿Y qué puede pasar en el futuro? El actual paisaje marciano fue antes un mundo volátil donde alguna vez los volcanes escu­pieron su lava en medio de enormes estallidos, donde los meteoros dejaron profundos cráteres, y donde los ríos se deslizaban por la superficie. Las actuales condiciones de temperatura y presión del pla­neta rojo no habilitarían la existencia de agua fluida en forma permanente. Pero la sonda MRO de la NASA detec­tó un llamativo caudal de agua salobre que aumenta durante los meses cálidos en el hemis­ferio sur marciano, y disminu­ye durante la temporada más fría. Aunque no hay evidencias directas de agua, los investiga­dores de la NASA hablan de "océanos" marcianos. Otra posibilidad es que haya "zonas calientes" en las que se hubieran desarrollado piletas de agua termal (como las que hay en el parque Yellowstone, Estados Unidos). Esos inmen­sos recipientes podrían funcio­nar como refugios para la vida.
De hecho, el cráter Vernal muestra señales de una anti­gua fuente termal. Además del agua, los investigadores rastrean otras marcas biológicas biosignaturas, téc­nicamente hablando) que den indicios de vidas pasadas o presentes. Por ejemplo: si pudiera saberse en qué luga­res de Maite hay carbono y bajo qué forma sería factible detectar eventualmente vida. Por lo pronto, los científicos de la NASA sugieren que debajo hay carbonatas de herrumbre que le dan el característico color rojo al suelo de Marte. Los carbonatos son minerales del tipo de la piedra caliza que se forman en mares y lagos, en contacto con el agua líquida. Así, ubicar la localización de rocas con depósitos de carbonatos permitirá también tra­zar un mapa hidrológico de Marte. Otra opción es buscar mentes de energía geotérmica que puedan ser usadas por los microbios marcianos.


¿Corre agua por los viejos cana­les marcianos?
Durante el año 1877, (Giovanni Schiaparelli, un astróno­mo italiano, observaba desde la Tierra unas líneas que, creía, cruzaban parte del suelo marciano. El astró­nomo francés Camile Flamarion arriesgó que estas líneas podrían haber sido cursos de agua u otros fenómenos naturales. Y William Pickering, en 1888, propuso que se debían a diferencias en la vegetación. Pero la hipótesis que más éxito tuvo, y a la que durante décadas se aferró gran parte de la población, es la que explicaba esas líneas como canales de irrigación construidas por una civiliza­ción inteligente para resol­ver el problema del agua en un planeta que, según teori­zaba el aficionado Percival Lowell, era en esos momen­tos un desierto. En verdad, aquellos supues­tos canales se debían a un efecto óptico. Pero es cierto que existen huellas de correntadas en Marte.



¿Pueden los
humanos vivir
en otras Tierras?

La microgravedad y la radiación cósmica ponen en riesgo los músculos y la fertilidad humana. De sobrevivir, los bebés nacidos en el planeta rojo podrían convertirse en una especie genéticamente diferente de la humana.


Los organis­mos terrá­queos evolu­cionaron bajo la presión do la atmósfera de este planeta. Si están en un lugar en el que la presión es muy baja, corren riesgo de explotar; si intentan habitar uno donde es demasiado alta, el peligro es que implosionen. Del mismo modo, si la grave­dad es muy fuerte, las perso­nas quedan clavadas en el suelo; pero si resulta muy débil, los músculos humanos se» debilitan y ya no funcionan. Los seres humanos, además, precisan mantener una tem­peratura corporal que ronde los 37 grados centígrados. También el oxígeno debería estar dentro de cierto equili­brio, porque si es muy escaso una persona fallece por hipoxia, y si es excesivo, por into­xicación. Marte en particular tiene una atmósfera compuesta en un 96 % por dióxido de carbono (con algo de vapor de agua). Además, tiene apenas un ter­cio de la gravedad terrestre (exactamente 0,375) y una temperatura que baja hasta los 140 grados centígrados bajo cero durante los crudos meses de invierno. Sumado a eso, carece de capa de ozono, por lo que la radiación ultra­violeta pega de lleno contra su superficie.
Llegar hasta Marte también conlleva peligros vitales, ya que el espacio está lleno de protones de alta energía pro­venientes de las erupciones solares, además de penetran­tes rayos gamma. Una vez que la tripulación humana sortee» estas dificultades, queda por resolver si el organismo físico y la mente podrán vivir nor­malmente allí la radiación espacial tendría efectos sobre la fertilidad y la viabilidad de un feto en formación. Además, la microgravedad marciana dañaría el funcionamiento de las glándulas sexuales. En principio, se estima que los ovarios son más resistentes que los testículos a la radia­ción; esto sugiere que los hom­bres corren más riesgos que las mujeres de transformarse en estériles al ser sometidos a radiación durante largos períodos. Ensayos hechos con ratones indican que los machos nacidos en ambientes radiactivos tienen menos sobre­vida que las hembras. \a> mejor para evitar esto es que un bebé naciera en suelo mar­ciano, pero habrá que tomar en cuenta que los genes serán afectados por el ambiente marciano. El genema humano hasta generar una especie diferente.


¿Existen lugares extraterrestres en la Tierra?
Mientras los científicos pre­paran el viaje de una tripula­ción humana al planeta rojo, algunos ecosistemas terres­tres sirven para imitar una existencia marciana. El Death Valley y el Mono Lake, en California, recuer­dan la topografía marciana con cráteres y antiguos flu­jos de agua. El estado de Utah tiene un desierto que nada tiene que envidiarle a Marte. Las superficies siem­pre congeladas de Siberia, Alaska y Antártida, donde existen pequeñas y primiti­vas formas de vida, también recuerdan a Marte. Mien­tras se buscan microbios en esos lugares extremos, un proyecto del instituto ruso IBMP (Instituto de Proble­mas Biomédicos) con parti­cipación de la Agencia Espa­cial Europea lanzó la prime­ra simulación completa de una misión tripulada a Marte. Como parte del pro­yecto Mars 500, seis astronautas viven en completo aislamiento y cumplen tare­as que tendrían asignadas si realmente fueran al planeta rojo. Su experiencia de tra­bajo y su convivencia se con­sideran esenciales antes de enviar humanos a Marte.


Para revivir a Marte
El proyecto para convertir el frío y árido planeta rojo en un mundo verde y habitable semejante al nues­tro se llama terraformación y requerirá enormes esfuerzos tecnológicos y económicos. El desafío es tri­plicar la presión atmosférica y aumentar 60 grados centígrados la temperatura en un lapso de mil años.




¿Qué Vestimenta será necesaria?

Mientras no haya suficiente presión atmosférica ni oxígeno, los visitantes humanos deberán seguir usando trajes espaciales. La NASA probó en 2011 nuevos dseños presurizados en la Antártida. El prototipo NDX-1, creado por el ingeniero aeroespacial Pablo de León en la Universidad de Dakota del Norte, Estados Unidos, costó 100.000 dólares y fue hecho con más de 350 materiales, incluidas fibras de carbono y kevlar (poliamida sintético)




¿Llegó la vida a
la Tierra desde
el espacio?

Los seres terráqueos podrían haberse originado a partir de moléculas orgánicas que viajaron en cometas y asteroides. El hallazgo de aminoácidos'en el espacio y de moléculas de ' ADN en meteoritos apuntala esta idea.


Hace 4,500 millones de­ años, cuando se formó la Tierra, los océanos her­vían llenos de ácido, los asteroídes se estrellaban amenudo contra la superficie, y las tor­mentas eléctricas y lluvias torrenciales hacían del planeta un lugar inhóspito para la vida. El agua y otros elementos fundamentales para la vida (como, el carbono, el hidrógeno, el oxí­geno, el nitrógeno, el sulfuro y el fósforo) se vaporizaban y escapaban al espacio. Pero, hace unos 4.000 millones de años, la cantidad y el tamaño de los impactos de los meteori­tos se redujeron, permitiéndo­le a la Tierra retener el agua y' los elementos orgánicos  que traían los cometas. Se desarro­llaron una atmósfera y un océano estables, y así se formaron los primeros ambientes aptos para la vida. Se cree que los primeros microorganismos aparecieron cerca de respira­deros hidrotermales en el fondo marino, en medio de aguas hirvientes y oscuridad. En el siglo XIX, el naturalista Charles Darwin pensaba que la vida se podría haber originado "en un pequeño charco templa­do, con todo tipo de amoníacos y sales fosfóricas, luz, calor y electricidad, de manera que después de que se formó quí­micamente el primer compuesto proteínico, estuvo lista para sufrir cambios todavía más complejos". Grupos de investigadores analizaron esta posibilidad a través de los años y la adoptaron, con ciertos cambios.
Como la Tierra carecía en esas épocas de oxígeno, los gases presentes favorecían ciertas reacciones químicas que crea­ron una "sopa primigenia de moléculas", detonante de lo que luego serían las primeras moléculas orgánicas que, más tarde, darían origen a las pri­meras células.
Experimentos de laboratorio probaron que las condiciones hostiles de aquella Tierra temprana pudieron favorecer la creación de esas moléculas orgánicas. En 1953, los científi­cos Stanley Miller y Harold Urey demostraron que los ami­noácidos (las pequeñas partí­culas que construyen las pro­teínas) pueden formarse a par­tir de una mezcla de gases como el metano, el hidrógeno y el amoníaco, si es que corrien­tes de electricidad pasan a tra­vés de ellos.


Pero ésta no es la única expli­cación que la ciencia da al ori­gen de la vida terrestre. Hay geofísicos que sostienen que el planeta no tenía sufi­cientes gases como para pro­ducir materiales orgánicos. La otra opción posible, entonces, es que aquellas moléculas com­plejas, y hasta ciertos organis­mos vivos simples, hubieran llegado a través de algunos de los meteoritos que golpeaban contra la superficie del plane­ta. Una especie de semilla vital que viajó, hace miles de millo­nes de años, de un planeta a otro del cosmos. Esta teoría, denominada panspermia, sostiene que los come­tas -formados por hielo y agua- funcionaron como medio de transporte de vida bacteriana a través de las gala­xias, protegiéndola del daño de la radiación cósmica a tra­vés de todo el viaje. Si la panspermia explica el ori­gen de la vida en la Tierra, los biólogos que buscan vida externa (conocidos como "astrobiólogos") creen que Marte pudo ser la fuente más probable: se calcula que alre­dedor del 5 % de los meteori­tos que partieron del planeta rojo dieron contra la Tierra.


¿Hay bacterias en los meteori­tos marcianos?
Alian Hills 84001 es un meteorito proveniente del planeta Marte que se habría cristalizado hace unos 4.500 millones de años. Muestra de lo que fue la corteza marciana en sus primeros tiempos de for­mación, este pedazo de roca fue descubierto en la Antártida en 1984, tiene el tamaño de una pelota de sóftbol y un peso de 1,9 kg. Este meteorito saltó a la fama en 1996, cuando el geólogo David McKay, jefe de Astrobiología de la NASA, publicó un estudio en la prestigiosa revista Science donde afirmaba que la piedra contenía extrañas huellas que podían atribuir­se a una forma de vida extraterrestre. El centro de atención de los investigadores eran unos granos de carbonato que miden apenas 200 micrones y que se habrían formado dentro de la roca ígnea en presencia de agua líquida. El hallazgo de este fósil de una bacteria aún genera controversias científicas.

  

LAS PRUEBAS
Esta hipótesis se sustenta en que durante las primeras épo­cas de formación del Sistema Solar, pudo haber varios mun­dos que contenían agua en estado líquido y, por ende, algún tipo de molécula orgáni­ca. Marte es el principal candidato, pero no el único. Europa, una de las lunas de Júpiter, parece haber tenido agua líqui­da bajo una capa de hielo. El satélite más grande de Satur­no, Titán, es rico en compues­tos orgánicos. Venus, aunque demasiado caliente y con una presión atmosférica actual­mente excesiva, podría haber albergado vida microbiana en su atmósfera. Inclusive, hay investigadores que creen que ese planeta, alguna vez, pudo haber presentado condiciones similares a las de la Tierra pri­mitiva. A esto se suman el hallazgo de moléculas constituyentes del ADN en meteoritos marcianos caídos en la Antár­tida y el descubrimiento de que el cometa Wild-2 contiene glicina, uno de los 20 aminoáci­dos que forman todas las proteínas.
Pero nada generó tantas expectativas como las creadas por la NASA en 1996, cuando anunció haber encontrado res­tos fósiles de vida microbiana en el meteorito ALH84001, proveniente de Marte. En 1999, la NASA anunciaba oficialmente que otros dos meteoritos contenían eviden­cia fosilizada de vida primitiva.
Sin embargo, no todos los cien­tíficos aceptan que los supues­tos fósiles y las moléculas orgá­nicas de hidrocarbonos aromá­ticos policfclicos de estos me­teoritos puedan ser huellas de un ser viviente, por muy primi­tivo que haya sido. De todos modos, experimentos de laboratorio permitieron comprobar que ciertos micro­organismos -como cianobacterias, liqúenes y esporas bacte­rianas que viven dentro de fi­suras en las rocas- pueden sobrevivir a impactos similares a los producidos por algunos meteoritos.
De acuerdo con la teoría de la litopanspermia, la vida pudo haber sido llevada de un plane­ta a otro dentro de las masas rocosas que pegaron contra la Tierra hace millones de años. Los conglomerados de ciano-bacterias que tapizan las rocas terráqueas más primitivas (conocidos como estromatolitos) fueron los primeros micro­organismos en hacer fotosínte­sis, lo que ayudó a convertir nuestro planeta en lo que es hoy. Esas antiguas formas de vida pudieron haber llegado desde afuera y, en contacto con el carbonato de calcio del agua, habrían dado origen a nuestro planeta verde y azul. De hecho, en la Puna argentina se encon­traron estromatolitos vivos en varias lagunas pequeñas y pro­fundas con agua hipersalada y arsénico, conocidas como "ojos de mar". Estos microorganis­mos tendrían unos 3.500 millo­nes de años y podrían existir también en Marte. También se han identificado aquí esporas de bacterias, algas y hongos capaces de resistir la radiación cósmica.
A fines de 2011 partió la misión Fobos-Grunt, de origen ruso, hacia una de las lunas de Marte -llamada Fobos- para recolec­tar muestras marcianas y traerlas aquí para buscar seña­les de vida extraterrestre. Además, como parte del expe­rimento LIFE (por sus siglas en inglés, Experimento de Vue­lo Interplanetario Vivir), se enviarán microbios terrestres vivos hacia el satélite marciano y luego se los traerá a la Tierra para comprobar si los microor­ganismos resisten el viaje. Así, se estará haciendo con los microbios una experiencia similar a la que pudieron haber hecho sus ancestros, hace 4.000 millones de años.

Crear vida en el laboratorio
Aunque definir qué es un ser vivo sigue siendo materia de discu­sión entre los científicos, las condiciones básicas que los caracte­rizan son que evoluciona, se reproduce, utiliza energía y que, para hacer todo esto, sigue una serie de instrucciones inscriptas den­tro de sí mismo. Estas últimas son las que están en el ADN y del ARN, y que conforman el código genético de todos los organismos terrestres.
Hasta ahora, ningún investigador ha logrado sintetizar o crear vida (esto es, un ser vivo nuevo) en un laboratorio, pero los expe­rimentos avanzan. Se ha podido, sí, fabricar moléculas de ARN que se copian a sí mismas una y otra vez, replicándose, y Craig Venter (que ayudó a decodifícar el genoma humano) pudo utilizar sustancias químicas para reconstruir el genoma de una bacteria, colocarlo en otra bacteria y lograr que ese ser artificial creara copias de sí mismo siguiendo las instrucciones que los científicos imprimieron en el código genético.

 

Tecnología sobre ruedas
La avanzada de la colonización marciana son los robots que transitan por el planeta rojo realizando análisis científicos y sacando fotos. Buscar señales de agua y microbios es el objetivo principal de estos geólogos artificiales. El último, llamado Curiositv (Curiosidad), se lanzó a fines de 2011.


¿Hay peligro de contaminación nuclear
en el planeta rojo?
El envío de naves y robots propulsados con energía nuclear eleva el riesgo de un accidente que deje una huella por muchos años en Marte (o en la Tierra, durante el lanzamiento). El riesgo de liberación de plutonio 238 -el combustible nuclear que propulsa a Curiosity- durante la misión se estima en 1 en 228. Para evitar problemas serios, la NASA diseñó un envase de titanio para proteger los 4.8 kg de plutonio que despegaron de Cabo Cañaveral. Otras 26 misiones utilizaron antes energía atómica.



¿Es posible
sobrevivir sin
oxígeno?

Se han identificado dos millones de especies de microorga­nismos terráqueos que pueden existir en ambientes extre­madamente hostiles pero que son semejantes a los de otros planetas. Hay formas impensadas de vida allá afuera.


La mayoría de los orga­nismos que hay en la Tierra sub­siste en tem­peraturas que van de los 5 hasta los 10 grados Celsius. Sin embargo, científicos han hallado vida extrema en volca­nes, bajo el hielo, en reactores nucleares, en excremento de pingüinos, en zonas en las que casi no hay oxígeno y hasta en los sistemas digestivos de muchos animales, incluidos los insectos. Extremofilos es el nombre con el que la ciencia identifica a esos microbios "amantes de los ambientes extremos”. Lo más llamativo es que estos no sólo pueden desarrollarse en esos singulares ecosistemas, sino que la mayoría no logra sobrevivir en otro considerado normal.
Los astrobiólogos ya hallaron más de dos millones de especies extrémenlas en la Tierra, y podría haber 100 millones aún no clasificadas. Algunos de estos extremófilos pueden crecer bajo el océano, en las chimeneas hidrotermales a una temperatura infernal. Por ejemplo, el microbio Pyrolobus fumary vive a 3.650 m de profundidad en el Atlántico, y a 110 grados Celsius. Reciente­mente, el geólogo Martin Brasier, de la Universidad de Oxford, identificó el fósil de una microbacteria de 8.400 millones de años que vivió en Australia sin oxígeno y alimen­tándose de azufre.
Por otra parte, en Alaska se halló una bacteria en estado latente, dormida durante al al menos 10.000 años. Cuando el hielo se derritió, el microorganismo despertó y retomó sus actividades metabólicas.
Los seres humanos viven en ambientes con un pH que se ubica entre el 6,5 y el 7,5 de aci­dez; pero hay extremófilos que pueden desarrollarse en espa­cios con un pH muy ácido o alcalino. Uno de ellos se denomina Spirochaeta americana, que vive en el lago Mono, al es­te de California, "ama" el azu­fre y no soporta el oxígeno.
Hay también seres que existen en ausencia de agua, como Selaginella lepidophyllar, y otros que viven en ambientes hipersalados, como el Mar Muerto. Especialmente interesantes como equivalente marciano son los que nacen, se reproducen y mueren en ambientes de temperatura muy fría. La bacteria Colwellia psychrerythraea, por ejemplo, puede sobrevivir a los 196 grados del nitrógeno líquido porque fabrica proteínas anticongelantes.
También se han detectado microbios que soportan una radiación habitualmente letal durante años. Este tipo de microorganismos del grupo Archae podría sobrevivir bajo el hielo de Marte y del satélite Europa. Si aún pululan por allí es lo que los científicos quieren averiguar.



¿Existe algún
planeta similar
más allá del Sol?

A unos 20 años luz de nuestro planeta, existe una estrella rodeada por un nutrido sistema planetario. Gliese 581 g es el planeta que podría tener agua líquida y, tal vez, alguna forma de vida. Pero puede haber muchos más en la galaxia.


Hay una estrella, bautizada como Gliese 581, que es una de las 100 más cercanas a nuestro Sol. Dista a unos 20 años luz de la Tierra y, si se la compara con la masa de nuestra estrella, es un tercio más pequeña, con lo cual también es más más y menos luminosa, coro para los astrónomos, Gliese ha sido fuente de buenas sorpresas. Al observar las variaciones que sufre, los científicos des­cubrieron seis planetas orbitando alrededor de ella. Lo más interesante es que contie­ne al primer exoplaneta capaz de albergar vida.
El primero en verse, en 2005, fúe el planeta Gliese 581 b que tiene una masa similar a la de Neptuno: cerca de 17 veces la de nuestro planeta. Completa una vuelta alrededor de su estrella en 5.336 días, a una distancia de 6 millones de kilómetros.
El planeta Gliese 581 c, en cambio, está ubicado mucho más cerca de su sol de lo que está la Tierra del suyo: 14 veces menos. En principio, esto último no sería positivo, para la existencia de vida, pero otras características de Gliese 581 c serían favorables: es un cuerpo rocoso de un tamaño similar al de la Tierra y con una temperatura media que iría entre los 0 y los 40 ºC, lo que permitiría la existencia de abundante agua líquida. Su problema: presenta siempre la misma cara a su sol.
¿Qué sucede con Gliesé 581 d? Tiene alrededor de ocho veces la masa torrestre y describe su órbita en 84 días. De acuerdo con modelos realizados en 2011, el planeta tiene, una atmósfera basada en dióxido de carbono, lo que calentaría demasiado la superficie plane­taria como para que fuera posible la existencia de agua.
El planeta que le sigup en el sistema, Gliese 581 e, es el más pequeño descubierto hasta ahora. Tiene 1,5) veces la masa terrestre, pero 'su gran des­ventaja es que gira en una órbita muy cercana a su estre­lla madre. Esto lo ubica por fuera de la zona habitable.
En 2010 ,se identificó el planeta Gliese 581 f, con una masa siete veces mayor que la de la Tierra. Casi simultáneamente se descubrió él Gliese 581 g, el primer exoplaneta hallado dentro do la zona habitable (a 21,9 millones de kilómetros de su sol), con la gravedad sufi­ciente como para mantener una atmósfera (tiene 3,2 masas terrestres) y una tem­peratura media adecuada paro contener agua, entre los -31 y los -12 ºC. Su año dura sólo 37 días, pero está a 194 millones de kilómetros de la Tierra y llegar hasta allí demandaría más de 220 años.



Hollywood visita Marte

La asociación del planeta rojo con el dios romano de la guerra generó una fascinación ambivalente en los seres humanos. El cine recreó tanto la curiosidad como el miedo a encontrarse con sus habitantes. Entre la ciencia-ficción y el entretenimiento, las "películas marcianas" hicieron historia.


 
ABBOTT Y COSTELLO VAN A MARTE (1953)
Los populares cómicos se encuentran repentinamente a bordo de un cohete que viaja por accidente a Venus.

 
FLASH GORDON TRIP TO HARS (1938)
En 15 episodios, este film (Viaje a Marte, en espa­ñol) muestra al héroe en su lucha contra una ma­ligna reina marciana decidida a destruir la Tierra.

 
FANTASMAS DE MARTE (2001)
El director John Carpenter imagina un prisionero que debe ser confinado en Marte en medio de un desastre minero que provoca extraños fenómenos.

 
TOTAL RECALL (EL VENGADOR DEL FUTURO, 1990)
Arnold Schwarzenegger recibe un implante para vivir vir-tualmente unas vacaciones en Marte como un espía.

 
MISIÓN A MARTE (2000)
Dirigido por Brian de Palma, este film imagina una misión humana que va a rescatar a los sobrevivientes de un viaje previo. Descubren una construcción que muestra una cara en la región de Cyndonia. de donde sale un sonido misterioso que develará el origen de la vida.

 
PLANETA ROJO (2000)
Una misión humana llega a Marte para completar su terraformación y des­cubre que el cultivo de algas comenzó a producir oxígeno y que existen formas de vida marciana.

Crónicas marcianas
Durante la Guerra Fría entre Estados Unidos y la Unión Soviética. Marte fue el escenario de múltiples batallas imaginarias en la televi­sión. El famoso libro de cuentos Crónicos marcianas fue publicado en 1950 por Ray Bradbury. En 1980 se estrenó una serie televisiva basa­da en esas narraciones, donde se cuenta el conflicto entre los huma­nos que quieren colonizar el planeta Marte en sucesivas expediciones y el exterminio de su población original.




Hipotesis alternativas

¿Existe una
cara humana
dibujada en
Marte?

En 1976, la misión Viking tomó 60.000 imágenes de Marte. En la región de Cydo-nia aparece una cara huma-noide tallada en la superficie. Mide casi 3 km de largo por 1,5 km de ancho. Está a 10 grados al norte del ecuador marciano y fue fotografiada por primera vez el 25 de julio de ese año, desde una distan­cia de 1.873 km. De acuerdo con la explicación oficial de la NASA: "La foto­grafía muestra terrenos con forma de meseta, con una gran formación rocosa en el centro, la cual con las som­bras semeja una cabeza humana y da la ilusión de ojos, nariz y boca. La formación tiene 1,5 km de ancho, y está iluminada por los rayos del Sol que caen con una inclina­ción de 20 grados. Las "pecas" en la imagen se deben a bits con errores, resaltados por el aumento del tamaño de la foto". Asi, los científicos explican la imagen de la cara que suele verse, por la tenden­cia que tiene el cerebro huma­no a reconocer patrones fami­liares, especialmente rostros. Técnicamente, esto se conoce como pareidolia. Por su parte, el ingeniero Richard Hoagland asegura que Marte estuvo habitado por una inteligencia marciana que habría construido la cara artificial.
La interpretación oficial fue respaldada por nuevas foto­grafías tomadas por las son­das Mars Global Survey, Mars Odissey y Mars Express. Al cambiar las condiciones de ilumina­ción, y haber logrado una mayor resolu­ción, la imagen de un rostro humano ya no aparece.



 
ROSTRO
Algunos ven una cara en fotos de Marte de los 70. La NASA lo desmiente.

¿Hay pirámi­des
como las egipcias
en Cydonia?

Cydonia Mensae es una región marciana situada en las coor­denadas 33° norte y 13° oeste del planeta. Empezó a conver­tirse en un lugar controverti­do desde que se observó que su superficie estaba poblada de formaciones rocosas poco comunes. La historia dice que dos científicos estadouniden­ses, Vincent DiPietro y Gregory Molenaar, trabajando para el Goddard Space Flight Center, encontraron un con­junto de objetos poliédricos cuyo eje señalaba directamen­te a la famosa cara marciana. Una investigación hecha en 1983 con expertos en trata­miento de imágenes y geólo­gos localizó en la misma zona otra formación: una pirámide de base pentagonal, de 3 ms de lado por 1 km de alto. En honor a DiPietro y Molenaar se la bauti/ó como pirámide D&M, tiene como base un pentágono, sus caras son pla­nas y presenta simetría. ¿For­maciones geológicas o efectos ópticos? Según Richard Hoa­gland, allí hubo una ciudad construida por extraterres-tres inteligentes, y las pirámi­des son restos de ella. Las relaciones entre los ángulos son resultado de números terrestres: el número Pi y la raíz cuadrada de 2.

¿Es el planeta
rojo una
invención
soviética?

Losi es joven, ingeniero y ruso. Trabaja en la recons­trucción de la ciudad después de la Primera Guerra Mun­dial, ha recibido mensajes radiofónicos desde el planeta, Marte, y esto lo decide a lan­zarse a un viaje espacial que lo llevará al planeta rojo. Losi viaja al planeta Marte en un cohete. Una vez allí, dirige un levantamiento popular contra el rey pero no lo hace solo, sino con el sostén de la reina Aelita, que a la sazón se ena­moró del joven soviético des­pués de verlo a través de un telescopio. Una revolución socialista comienza en Marte, aún antes de que ella se expandiera por diferentes países de la Tierra. En los hechos concretos, Losi es apenas el personaje de una película muda (claro que en blanco y negro), filmada en la Unión Soviética en 1924 por Yakov Protazanov, y que ahora es considerada el pri­mer film de ciencia ficción de origen ruso.
Aelita, reina de Marte está basada en una novela del mismo nombre escrita por el conde Alexei Tolstoi, pariente lejano del gran escritor ruso León Tolstoi.



¿Atacaron los
marcianos a
los Estados
Unidos?

Era el 30 de octubre de 1939. Una pareja de mediana edad escuchaba muy concentrada la radio. "Señoras y señores, les presentamos el último boletín de Intercontinental Radio News. Desde Toronto, el profesor Morse de la Uni­versidad de McGill informa que ha observado un total de tres explosiones del planeta Marte entre las 7,45 P.M y las 9,20 P.M". La pareja empezó a inquietarse. Un agitado relato periodístico detallaba cómo caían meteoritos del cielo, que en realidad no eran más que contenedores de naves mar­cianas. Invadían la Tierra y las fuerzas de seguridad estadou­nidense nada podían hacer. De a ratos se escuchaba la banda de músi­ca que se emitía desde el Hotel Park Plaza, pero una y otra vez la transmi­sión se interrumpía para dar paso al relato del periodista Cari Philips desde Grovers Mili, Nueva Jersey. "Señoras y señores, esto es lo más terrorífico que nunca he presenciado... ¡Espe­ra un minuto! Alguien está avanzando desde el fondo del hoyo. Alguien... o algo. Puedo ver escudriñando desde ese hoyo negro dos discos lumino­sos... ¿Son ojos? Puede que sea una cara. Puede que sea..." La alarma comenzó a extenderse por toda Nueva York, la histeria colectiva cun­día. Pero todo era un progra­ma montado por el actor Orson Welles, que adaptó la novela de ciencia ficción La guerra de los mundos (de H. G. Wells) a un guión de radio. Nadie escuchó el comienzo, donde se aclaraba la parodia.

 
SIMULACIÓN
Orson Wells leyó por radio La guerra de los mundos y todos creyeron en la inva­sión marciana.



¿Se recibieron
mensajes de
civilizaciones
espaciales?

Corría el año 1997. En una noche de cálido junio, los cien­tíficos del radiotelescopio de Green Bank, en West Virginia, Estados Unidos, recibieron una señal que era claramente más fuerte que las demás. Sonaba tan diferente, que muchos de los miembros del programa Phoenix empezaron a pensar que, por fin, habían hallado lo que estaban buscando desde la década del 70 a través de SETI. El programa SETI (Search for Extraterrestrial Intelligence o Búsqueda de Inteligencia Extraterrestre) trata de cumplir su objetivo mediante el análisis de señales electro­magnéticas captu­radas por radiote­lescopios.
Después de captada la extraña y energética señal en aquel 1997, los investigadores hicieron lo que el protocolo de procedimien­tos les indicaba: desviaron la antena hacia otro punto del cielo, pero cuando volvieron a apuntar, la señal seguía sien­do emitida. Igual de potente. Fue así que los encargados del programa, incluyendo Jill Tarter, su directora, llegaron a creer que la señal procedía del espacio exterior y que había sido emitida por alguna civilización inteligente extra-terrestre. Se tomaron estric­tas normas de seguridad para proteger una información tan importante, pero de todos modos la noticia llegó a oídos de algunos periodistas en menos de 12 horas. En reali­dad, lo que hizo saltar las alar­mas del sistema de rastreo no fue una señal extraterrestre sino un satélite de investiga­ción creado y lanzado por seres humanos. Fue el SOHO, enviado al espacio en 1995 para investigar el Sol. El astrónomo Seth Shostak fue quien reveló más tarde cómo habían ocurrido las cosas. De todos modos, y a pesar de las desmentidas, hay grupos que siguen pensando que esas señales sí fueron de origen extraterrestre.

SETI
El astrónomo Seth Shostak fue uno de los que analizó las señales anómalas recibidas. 


¿Oculta la
NASA eviden­cias
de vida
alienígena?

El informe de 190 páginas rea­lizado por el Brooking Institu-te a pedido de la NASA, pro­dujo en 1960 un verdadero revuelo mundial. De acuerdo con ese documento, hacer pública la existencia de otros seres inteligentes fuera del planeta Tierra podría hacer colapsar la civilización huma­na. "Las sociedades, ahora seguras del lugar que ocupan, se desintegrarían al ser con­frontadas con una sociedad superior", dice un párrafo del informe. "Otras sobrevivirán, aunque con cambios. Lo me­jor que podemos hacer es tra­tar de entender los factores que están involucrados en la respuesta a tales crisis", con­tinúa. Aun cuando el informe no mencionaba contacto algu­no, decía que "esto podría suceder en cualquier momen­to". También advertía que las comunicaciones de radio podrían llegar a ser las prime­ras pruebas de vida inteligen­te extraterrestre, y que tal vez se encontrasen evidencias de ella "en artefactos dejados en la Luna o en otros planetas". En consonancia con esto, hay quienes sostienen que el ase­sinato del militar estadouni­dense William Cooper está relacionado con sus denun­cias sobre construcciones alienígenas en Marte.


¿Chocará el
planeta X o
Nbiru contra
la Tierra?

Zecharias Setchin es un in­vestigador de las antiguas civi­lizaciones de la Mesopotamia. Según sus estudios sobre los sumerios, éstos conocían a Urano, Neptuno y Plutón. Cuatro mil años atrás, los sumerios habrían anunciado que otro gran planeta, que gi­ra alrededor del Sol una vez cada 3.600 años, chocaría con la Tierra en el siglo xxi. Cono­cido como Planeta X o Nbiru, es 20 veces más grande que Júpiter y tiene un sol propio. Según la parapsicóloga Nancy Lieder, el gigante debía haber colisionado en mayo de 2003 con la Tierra, pero como nada pasó entonces, ahora se dice que ocurrirá en diciembre de 2012. Para el astrobiólogo David Morrison, de la NASA, se trata de una invención sin fundamento. No es posible que un planeta tan grande sea invisible a los miles de obser­vadores astronómicos de la actualidad. Y si bien es recien­te el descubrimiento de un planeta enano, que recibió el nombre Eris, su órbita no podría hacer que chocara con la Tierra.
Por otra parte, no existe nin­gún registro de la civilización de los Annunaki, que habría otorgado el conocimiento a los sumerios, ni jeroglífico alguno que mencione al planeta X.

¿Encontraron
criaturas con
grandes alas
en la Luna?

En 1835, el periódico New York Sun publicó varias notas sobre un estudio científico apareci­do en el Edinburgh Journal of Science. El famoso astrónomo sir John William Herschel anunciaba el descubrimiento de criaturas vivientes en la Luna.
"Contamos tres grupos de estas criaturas, de 12,9 y 15 individuos cada uno, que caminaban erectas en un pequeño bosque", decía el diario. "Eran como seres humanos, en tanto sus alas habían desaparecido (...). Estaban cubier­tos, excepto en la cara, por cabello brillante y corto de color cobre, y tenían alas con finas membranas que iban desde los hombros hasta sus piernas."
Si bien el periódico nunca se retractó de lo informado, pronto se supo que la revista científica escocesa no existía. El propio Herschel se mostró divertido por la historia, y hasta señaló que "sus observa­ciones nunca habían sido tan apasionantes".


LUNÁTICOS

Un diario publicó en 1835 que el astrónomo Herschel había identificado con su telescopio raras criaturas en la Luna.